sábado, 29 de agosto de 2009

El Drama de Ser Amigos

Se me viene una pregunta a la cabeza. ¿Qué es el amor? Es acaso extrañar la persona deseada, la necesidad de verla, sentir esas extrañas mariposas en el estómago, pasar la mayor cantidad de tiempo posible juntos, llamarla simplemente para saber como esta o es acaso una amistad que se ha convertido en algo mas, es la suma de todo o nada. Me pregunto mientras escribo este post.

El amor es darlo todo sin pedir nada a cambio, tal vez en la amistad sea el equivalente matemático a dar el apoyo incondicional desinteresado cuando un amigo necesite tu apoyo y comprensión, aunque creo fielmente en la pureza y firmeza de la amistad ¿Puede haber una igual entre hombres y mujeres?

Paro un taxi y regateo con el taxista (4 soles pues maestro es aquí nomas…) Para que me deje cerca de la casa de Queen, he prometido ir a verla pero se me ha hecho tarde, por quedarme viendo “El Siete Machos de Cantinflas” (Una de esas Pelis que a veces pasan en las tardes por el 5).

Al llegar a la casa de Queen toco el timbre, ella baja con una sonrisa, al instante me recuerda que he llegado tarde, pero yo llevo conmigo una Princesa (Chocolate que compré a una ambulante antes de llegar a su casa) y asunto arreglado. Le pregunto cuál es el apuro, porqué el motivo de mi presencia. (Supongo que es por la fiesta que su amiga dará en Drama ya que es de lo único que me ha hablado en días).
Queen me dijo que Piero, su mejor amigo, el que ha sido como su hermano, su eterno pañuelo de lagrimas, el que sabe todo sobre ella, le ha confesado entre copas que es con su piel con la que sueña de noche, pero del modo más bajo: por Messenger, que siempre ha estado enamorado de ella, y por eso que prefiere no verla, no hablarle, olvidarla por un tiempo.
La noticia me ha dejado frio. Piero, el eterno rompecorazones, el chico de mirada inocente (pero mentirosa) el de verbo fácil con las chicas y los padres. Dice estar enamorado por primera vez.

Queen me pide mi opinión al respecto, la miro, calculo mis palabras, no quiero embarrar a Piero ni ilusionar a Queen, así que le digo: “Un tigre no puede cambiar sus machas”, pero puede ser que él cambie por ti (O al menos eso esperamos todos) yo creo que se merece una oportunidad, pues todos necesitamos una, y yo deseaba verla feliz aunque sea con Piero (Por que cualquiera es mejor que Magic B).

Una inesperada llamada de Blue diciendo "hey, en qué estas". Le informo a Blue, quien ha decidido pasar este fin de semana con nosotros, que Queen ya la puso en lista, para ir a bailar esa noche. Queen y Blue se conocen porque yo ya las había presentado y congeniaron perfectamente al punto que yo las he denominado las “gemelis”.

Debe ser porque son las chicas más fashion que uno puede llegar a conocer, elegantes, distinguidas, refinadas, bailarinas, pero sobre todo lindas, hermosas. Aunque no sean sencillas ya que son capaces de gastar más de 300 soles en un jean, cartera, o zapatos, son la envidia de muchas chicas pero son más las que quisieran ser como ellas.

Otra vez suena mi celular, es Piero, necesita hablar conmigo: es algo respecto a Queen, ella que ha escuchado la conversación me dice que necesita tiempo para pensar. Quiere que cuando vea a Piero le diga que le dará una respuesta esa noche en Drama.

Al llegar a casa de Piero le cuento lo dicho por Queen, él no dice nada, me pregunta ¿Puedes acompañarme a Ripley? Piero quiere que lo asesore, confía en mi buen gusto para vestir pero sobre todo quiere encontrar una camisa como la que llevaba puesta.

La noche había empezado y el drama esperaba por nosotros. Mientras convencía a Piero de ir le entraron nervios de sólo pensar que iba a ser choteado por Queen .Ya que él nunca había sido ponchado por nadie. Por otro lado, Blue y Queen se estan alistando desde dos horas antes de la hora pactada para encontrarnos.

Cuando llegamos a casa de Queen los nervios contagiosos de Piero también se apoderaron de mí, cuando tocamos el timbre salió Nancy. Que es una noble señora de aspecto enternecedor que nos hizo pasar a la sala para esperar mientras nos ofrecía "unas limonaditas, jóvenes". Los primeros cinco minutos fueron de nervios y emoción, los diez siguientes de juegos con el celular, los veinte de zozobra y fastidio. Al cumplirse la media hora Piero empezó a cabecear y yo creo haberme dormido.(moje un poco tu cojin de baba sorry).

La primera en salir fue Queen que llevaba supongo un exclusivo y elegante vestido pequeño negro con una hebilla ploma al medio, estaba linda, sensacional. Pero fue Blue quien se llevo el show al salir con un pequeño vestido morado, sinceramente me quedé sin palabras. Blue se me acercó y me pregunto qué tal le quedaba el vestido. Respondí: Sí, te queda bien ah. Cuando tal vez pase mucho tiempo para que vuelva a ver algo tan hermoso como esa noche,sino que no se lo dije. (Créanme valió la pena esperar).

Una vez en Drama, hicimos la odiosa cola, esperábamos a los amigos de Queen. Que no era exactamente lo que yo esperaba, aunque hubo un par de chicas que para qué. Al entrar compré una cerveza personal que me costo once soles (me pareció caro), pero no importaba porque estaba con mis amigos en ese lugar. Tomamos, reímos, bailamos, fue en una de esas canciones que baile con Blue cuando me dijo que se quedaría en la ciudad. Yo la abracé y ella me pidió que la soltara (le dije disculpame fue la emoción). Pero ¿por qué había decidido quedarse? Sólo esperaba que no fuera por Jork (su ex novio).

De pronto, Queen saludó al Dj de la disco que alguna vez la abordó y ahora son grandes amigos, nos regalo una botella de Tequila (No recuerdo la marca, posiblemente un José Cuervo). Después de varios shots, Piero y Queen desaparecieron. Mientras, le pedí bailar a Blue mi canción favorita. Me dijo estar cansada y la dejé para ir al baño. Al regresar la veo bailando con uno de los amigos de Queen, que lo más probable es que le diga que esta arto de manejar la caña de su viejo y que le ha prometido comprarle uno antes del verano.Aunque el floro barato de ese chico de aspecto surferito le llama mucho la antencion.Blue lo ve poco inteligente. La escena me incomoda salgo a la terraza a sentir la brisa del mar, quise prender mi cigarrilo cuando veo que Queen y Piero están besándose. Cuando me ven se detienen y Queen me dice que son oficialmente novios. Ella no lo nota pero Piero voltea la mirada pérfida hacia las estrellas, que habían pocas esa noche.
Al regresar y buscar con la mirada puesta en ¿Donde diablos esta Blue?La veo sentada en una silla a tomado de mas y son las copitas del traicionero tequila.Me quito el saco y se lo pongo en los hombros ya era tarde dijo y hace frio,puede darte el "aire".Ella lo rechaza de la forma cruel que solo ella sabe.La convenso y parece que de tanto insitir se lo pone.Entonces me mira de la forma en que solo sus ojos me miran y me dice: ¿Por que eres tan bueno conmigo, Por que me cuidadas tanto? La miro y le digo porque somos amigos por eso... Y me da un dulce beso en la mejilla.
Piero promete dejarlas a Blue y Queen en casa de esta ultima, que no me preocupe que valla tranquilo a mi casa.Sin querer hacerlo pero con la hora puesta me despido de ellos.
La fiesta ha terminado, tomo un taxi camino a casa.Apollo mi cabeza contra la luna del carro,aún siento el tequila en la cabeza. Pienso en Queen y en Piero pero sobre todo en Blue y es que uno esta destinado a querer lo que más lo lastima ¿no?
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Fotografía por Nathalie Gates

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BLOGDAY: La noche del último viernes de este agosto ingrato, estos blogueritos asistieron al "blog day", un evento donde se premian a los blogs. Con Teni prometimos levantar la copa, y !lo logramos! pues hubo mucho trago y levantamos miles de copas. Las fotos de esa noche farandulera las pueden encontrar dandole clic aquí: FOTOS BLOG DAY 2009

sábado, 22 de agosto de 2009

Julia y Osquítar: Cada Corazón Merece Una Oportunidad



[PARA MAYOR CAPTACIÓN, LÉASE EL CAPITULO UNO.AUNQUE SE ACONSEJA ABANDONAR LA PAGINA YA MISMO]

La casa estaba vacía: su suegra que no llegaba del Casino desde la noche anterior; sus hijos en clases; el payaso de su marido trabajando como galgo hasta muy noche. Fue ahí, acuérdate: antes de que le saltara el aceite cuando intentaba freír dos filetes de pescado para sus hijos que ya no tardaban con la movilidad. Fue luego también, acuérdate: entrada esa noche de viernes que su marido no llegaba pues escapaba con sus amigotes a tomar cervezas o visitaba algún bulín. Sus actuales circunstancias le hacían sentirse injustamente sola, terriblemente desolada como un desierto, anulada como mujer, relegada e infértil en ese pozo en el que se había metido; otra vez, como muchas noches, se preguntaba en qué momento se había torcido su suerte. Acuérdate.

Casi a la semana, Osquítar y su promoción se hospedaron en el hotel Condorcenga, cerca al downtown de Huaraz. Esa primera tarde, tal vez cansado, tal vez sorochado, o quizás por no armarse de valor para llamar a Julia (así estuviera casada) Osquítar la pasó echado en su litera hasta la noche que saldrían a rumbear a la discoteca “Cordillera Blanca” (le habían rumoreado que era temporada alta de visitadoras danesas y suizas). Comprendía que no debía timbrar por timbrarle a Julita, que la podía incomodar con sus hijos, su marido o la chismosa de su suegra.

Esa noche se divirtió enseñándole a moverse a unas londinenses con ese meloso baile cuyo estribillo resuena en las caderas así: seee viene el tutá-tutá-tutá-tutá tutá-tutá (bis). Logró chapar con una de ellas, quiso llevarla al hotel pero la inglesa adujo que en pocas horas más debía estar en Anta, el aeropuerto de Huaraz, rumbo a su país con escala en Lima. Horas después, borracho de tanto bailar y harto de la sorda música de la discoteca, Osquítar volvió solo al hotel a dormir, la mañana siguiente visitarían Chavín. Grande fue su sorpresa cuando vio dos llamadas perdidas en su celular (a la medianoche y a la medianoche con cinco minutos) y un mensaje en el buzón (a la medianoche con cuarentidós): soy Julia, necesito verte, que tal si nos encontramos, te extraño, le escribía.

QUE TAL SI NOS ENCONTRAMOS, no se lo estaba preguntando, era una aseveración, una suave orden de recatada señora a chico juerguero. Osquítar era así de meticuloso, siempre buscaba esos mensajes subrepticios en las frases; las chicas debían tener cuidado al elegir sus palabras cuando hablaban con él.

TE EXTRAÑO, eso le daba al “sms” un extraño aire a un Pasado de mutuo cariño, un antiguo ardor. Sin embargo, ellos sólo se habían visto aquella vez en el hospital. O tal vez esa persecución la llevó a sentirse deseada, rediviva, que en ella había mucho erotismo femenino que regalar todavía, volvió a sentirse como niña pícara, como cuando fue Miss Belleza e Inteligencia Maria Auxiliadora 2003. Pero a Osquítar siempre, siempre lo he visto buscando la clave última, la verdad debajo de las mentiras, hiendo hasta el fondo del asunto y más adentro, inventándose mundos que no abandonaban esa habitación de ventanas abiertas que era su cabeza.

Jamás imaginó que ese mensaje llegaría. Era impensable para él, ¿el azar había jugado a su favor? Empezó a abrigar una ilusión al parecer imposible de realizar. Pero hizo lo que tenía que hacer: la llamó a la mañana siguiente, no con pocos nervios, mientras paseaba resaqueado por las ruinas de Chavín. Antepuso el “#31#” para que la llamada fuera privada y no le reconociera el número. Timbraba.

-¿Aló? –dijo velozmente Julia-.

-Hola, soy el chico del hospital –él mismo se sorprendió al denominarse con ese apodo-.

-Ah, hola… qué tal… -se sentía incomoda al responderle en el lugar donde estaba-.

-Bien, creo que estas ocupada ¿no? lo digo por ese ruido –efectivamente, Osquítar escuchaba una chapucera cumbia de fondo, Julia estaba en el mercado Resort Plaza, en Breña-.

-Es que estoy haciendo las compras, ¡aysh!, ¡se me cayeron las patitas de pollo!

-Si quieres te llamo en otro momento, por tu mensaje pensé que era urgente.

-Espérame. Ya, no, todo normal. Sí, sólo medio kilo, casera. Y ¿por qué estás con esa voz tan ronca? –de dónde salió esa pregunta tan maternal, se sorprendió Julita a sí misma-.

-Es que ayer estuve en una reunión, bueno toda la semana va a ser así, estoy en Huaraz con mis amigos de la promo –de cuándo a acá me volví su hijo, se sorprendió así Osquítar al darle cuenta a Julia de su proceder-.

-¿Reunión? Ja, ja. Bien que estás de fiesta en fiesta arrasando con todas las chicas de tu promo –bromeó, mientras la casera iba pesando la bolsa de papas-.

-Ni creas, ellas están como locas persiguiendo huaracinos.

-Ja, ja…

-…

-…

-Leí tu mensaje –dijo Osquítar, cortando el silencio-.

-… Ay, eso. Olvídalo, ayer estaba triste. Mejor lo dejamos ahí, borra mi número de tu Agenda.

-No sé si pueda hacerlo –respondió algo apenado Osquítar-. Pero…

-Sí, es muy peligroso, no me imagino qué pasaría si me llamas y…

-Ya tranquila, tranquila. No me puedes decir eso, tu mensaje sí que me movió.

-Esa noche no estaba bien, las cosas no están bien, por favor no me llames más.

-Y por qué estas triste.

-No sé, tantos problemas, la casa, la pensión del colegio –desahogándose, prosiguió- y mi marido también.

-Pucha, mira mi batería está en muere, se cortará en cualquier momento y no traje el cargador. Pero si estas mal, por qué no nos vemos a mi vuelta a Lima.

-No, qué cosas dices.

-Ha pasado casi una semana desde que te conocí. Me he quedado pensando en ti estos días. Tenemos que vernos –insistía, pesado, Osquítar-.

-Pero dónde, cuándo. ¡No! Creo que esto no va –se contradecía Julita. Quería y no quería-.

-Está bien. Esperaré a cuando vayas de nuevo al doctor. Nadie nos verá allí y tú irás sin culpas porque es como que vas a tu cita, viste, y nos vamos a pasear luego –no le pareció tan brillante la idea, pero algo en ella atraía a Julia-.

-El 28 de agosto tengo cita con el ginecólogo, a las diez y media en el consultorio…

Y el celular de Osquítar, sin batería, se apagó en ese preciso momento.

Pero llámala y dile que irás pues burro, le dije cuando volvíamos en el bus a Lima. No, quiero que sea sorpresa, me contestó tan despreciablemente optimista el bueno de Osquítar.


[A VECES LAS HISTORIAS NO QUIEREN TERMINAR Y SE EXTIENDEN HASTA UNA TERCERA ENTREGA.NO ABANDONEN A OSQUÍTAR EN SU PRÓXIMA AVENTURA]

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Fotografía por Clichés y Tonterías

Dulce Condena: Esta es la canción que le da título al post. "No importa el problema, no importa la solución. Me quedo con lo poco que queda entero en el corazón", cantaba Osquitar a mi lado, pensando en Julia. Y las bonitas chicas del video se colaron, felizmente para mejor disfrute de la canción.


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20bloJsperuchos: Gracias a la gente que votó por nosotros en el Concurso, y a los que no votaron porque nunca entendieron cómo. Y a los que no saben de lo que les hablo. Ya se cerraron las votaciones y el lunes publicarán a los tres finalistas. Ojalá y estémos. Aunque muchos crean que Teni y yo estamos para participar verdaderamente, y dando pelea, en el Mundialito del Porvenir. Nuevamente, gracias rendidas por su apoyo.

sábado, 15 de agosto de 2009

Corazón de Reina

( Basado en hechos muy reales. O basado también en un muimuy )




Muchas veces somos protagonistas de la vida de los demás y otras tantas somos sin darnos cuenta personajes secundarios, y yo sin quererlo estaba condenado a ser simplemente su mejor amigo.

A Queen la conocí hace un par de veranos atrás. La primera impresión que tuve de ella fue que era una más del montón de chicas frívolas, inmaduras y fáciles del grupete de Magic B como se hacía llamar el remedo de Daddy Yankee “gringo” que hasta su blin blin tenia grabado su estúpido nombre.

Ella estaba perdidamente enamorada de él y para él era una más de sus conquistas, qué irónica puede ser la vida lamentablemente. Qué diferente es aquella Queen de la que conozco actualmente, con la que hablo interminables veces por nextel en las noches y por celular (no se cuanto le va llegar de recibo este mes) por aquel entonces ella había dejado su vida glamorosa de Gotica, Aura, Drama, Spa, Onuba, entre otras discotecas más para ir a fiestas de mala muerte que siempre terminaban en peleas callejeras, borracheras interminables y bailes frenéticos al ritmo del reggaeton , ella trató por el periodo que estuvo con aquel granuja de adaptarse a su mundo, sin conseguirlo, dejar todo por lo que creía era amor. ¿amor? Creyó que estaba enamorada de su forma de ser, de sus grandes y salidos ojos verdes (para qué negarlo), de su labia para decir cosas bonitas que la hacían soñar con que algún día iba a cambiar su mundo tan diferente y convertirse en el chico que siempre quiso… pobre ilusa.

Una vez intentó llevarlo a una fiesta de una de sus mejores amigas, una tal Gina. Magic B había ido con un polo morado que le llegaba hasta los muslos de la pierna, una gorra negra que tenía forma de visera y un buzo plomo como pantalon. Ella por el contrario estaba espectacular había ido con un polerón plomo con rayas negras, un pantalón pitillo azul y unas ostentosas botas negras. Cuando llegaron a aquel lugar las miradas furtivas de sus amigos de promoción universitaria eran de burla y de desagrado para con el remedo de Tito el Bambino. Al presentarle a sus amigos el muy confianzudo los saludaba diciendo: ¡habla men, qué hay! Aunque sin quererlo era el centro de atención. Queen estaba avergonzada cuando le preguntó a Gina si le podía invitar un poco de ese ron que no conocía y que le parecía demasiado elegante para él. Gina lo miro en forma despectiva diciendo ajjj es un Jacks Daniels etiqueta negra por favor. Él en vez de sentirse avergonzado se sirvió y lo tomo de un golpe. Cuando uno de aquellos jóvenes de buena familia que pretendía a Queen y que ella rechazo por estar con un absurdo Magic B le preguntó y ¿Y tú qué haces en donde estudias? El muy cara dura decía que estudiaba Medicina en la Pacifico, cuando todos sabemos que esa facultad no existe.

Cuando cumplieron un mes más de relación ella, Queen, quizo celebrarlo con un regalo que compro en “Made at hand”, una escondida tienda de la avenida Schell, para que Magic B creyera que con las manualidades era la mejor, cuando no sabía ni el básico punto cruz. Él por supuesto en ese aniversario quería otro tipo de manualidades y actividades afines que a Queen ni se le cruzaban por la mente en esos sus primeros años de universidad. Cuando él vio el regalo lo miro con desprecio y dijo: yo no soy chompero, eso es para giles, ya pes igual me lo pondré, como ella sabía que no le gustaría la chompa compró, además, un polo que a los lejos decia Abercrombie y que de cerca decía “Ando en Combi”, Magic B celebró la gracia aplaudiendo y mostrando las dentadura amarilla como si estuviera celebrando alguna broma en el circo de Tulio Loza. Después del intercambio de regalos la cosa estaba dispareja porque él le regalo un perfume a medio usar que robó de los cajones apolillados de su madre, después la llevó a comer ceviche de carretilla en pleno invierno.

A Queen no le importaban esas cosas con tal de estar con él y quemar el tiempo juntos, como imaginaba que sería su futura vida de casados: claro que con unas pocas refacciones en la vida de ese su extraño novio.

Hasta aquel fatídico día que la mentira se le vino abajo. Ella iba a buscarlo de sorpresa ya que ella siempre lo llamaba antes de irlo a buscar, cuando llegó a su casa la encontró con otra chica que no le llegaba ni a los talones no porque sea fea sino porque era chata. Cuando los confronto el muy desadaptado tuvo el descaro de decirle es una amiga mi amor, te lo juro, te lo juro, la chica que estaba con él en ese momento se fue molesta y Queen se quedó reclamándole y de tanta insistencia él le dijo es que ella me da lo que tú nunca me diste y no se referia a afecto ni a aquel canguro Doo Australia que una vez que la acompaño a comprar en Ripley muy frescamente le exigió.

Había comenzado el verano cuando ella se dirigía a buscar a su mejor amigo que en aquel entonces era Piero, su eterno pañuelo de lagrimas sin saber que gota a gota del rímel que se le corría, en esas tarde-noches de confesiones, pintaba poco a poco el corazón desteñido que Piero usa como arma en sus relaciones para no enamorarse: por eso él es el chico que nunca se ha enamorado de verdad y rompecorazones a la vez, que para variar también tenía ojos verdes, al que iba contarle sus congojas. Yo, casualmente, lo iba a buscar también para saber cómo era lo del fin de semana y es así como la conocí, es así como empezamos a salir a fiestas, frecuentarnos y ser amigos (aunque cada vez que la veo crea que eso es imposible) apenas me vio me empezó a contar esta historia que yo les he narrado.


Postdata: Ya estamos entrando al a recta final del Concurso 20blogsperuanos, así que apóyennos y voten por este blog salchipapero y macanudo dándole clic al dibujito de arriba. Estamos en Categoría Ficción, aunque despues de este post ya no seamos chicos de Categoría. Gracias.

Fotografía por: Annuska Anna Teodhora

domingo, 9 de agosto de 2009

Las Chicas de los Cinco Continentes




Five Tiny Ballerinas

Fotografía por ladyhawker

No he vuelto a ver tanta belleza cosmopolita reunida en palpitante acto de baile como aquella noche de miércoles en ROXY, una discoteca del pueblo de Orlando, en Florida. De esa discoteca sales embrujado, convencido que las chicas más desbandadas y ricotonas están allí y no en otro lugar, en esa quemante península lo has visto todo y ya no quieres volver a tu país, donde los tonos no los percibes así de burbujeantes.

Febrero había terminado ya, caí casi sin pensarlo en el confortable barrio Mirror Lake, donde el primo Vicente vive con su esposa dominicana y dos hijos hace casi cinco años. Debo decir que no conocía al primo, mas yo (un transeúnte sin hogar, un paracaidista visitador, un estudiante que fue a trabajar un rato a ese maldito país) le caí en su casa en mis mini vacaciones de cuatro días: luego de las cuales volvería a ser el mesero de una conocida cadena de fast-food gringa.

En esos cuatro días debía conocer los atractivos que hacían de esa una ciudad efervescente, en el sentido juerguerístico del asunto. Pero el día primero y el segundo terminaron sin novedad. Fue al tercer día, aquel miércoles, que la noche floridiana se iba a manifestar. El primo Vicente llegó del job y me comunicó que nos íbamos a una latin disco, pero habrá culo e´ gringas no te preocupes, y no importa que no tengas veintiuno, en esa disco te dejan pasar, cámbiate al toque que nos esperan dos amigos. Lleva tu ID no más, me dijo, esperanzador, mientras me veía morder una pizza recalentada.

Me bañé con mucho jabón, salí mojando la alfombra, probé mis músculos en el espejo, me vestí raudo, me acicalé cada superficie de la piel que sospeché de utilizable para esa noche. Quise pedirle el carro al primo para manejarlo hasta la discoteca pero me quedé corto, además no tenía licencia y en las pistas de Orlando los autos no bajan de 70 mile per hour. ROXY era el destino y Vicente aceleró.

Quedé pasmado, apenas pisamos el estacionamiento de ROXY pude observar, si acaso no oler, que la oferta de chicas era intercontinental: mujeres venidas de cada rincón del mundo, “recién bajaditas”, cerraban las puertas de los otros carrazos y se dirigían a la disco. Todas, eso sí, conscientes de la crisis financiera, ahorraban con las prendas diminutas que vestían: mas la austeridad en la indumentaria le rompía el ojo a cualquiera. Y por llevarme ahí, al primo Vicente, se le agradece.

Hicimos la cola para pagar la entrada sin creer que esas colas fueran tan monumentales. Claro que el primo Vicente ya está acostumbrado a ellas pero, sorry, yo no. Mirando tanta fémina voluptuosa, pensaba en mi pasado de noches limeñas, cuando creía que las peruanas eran las mejores del mundo y me rompía la cabeza por muchas de ellas. ¡Patrañas!, ¡nacionalismo del corazón! Debía reconocer la silenciosa derrota de mis compatriotas y cambiar de opinión (que es casi casi como morir un poco) acerca de donde encontrar la verdadera belleza. En esas cavilaciones estaba cuando un man in black me despierta y me pide los quince dólares para la entrada y mi pasaporte guinda, que ahora lo veía algo feúco.

En el primer piso sonaba “música latin”, pero nosotros vamos al segundo con las gringas, dijo Vicente y lo seguí: yo sólo levitaba y babeaba esperando ver los manjares que depara el Norte. Cerca a la puerta del segundo piso esperaban sentados Julinho y Lexus, los amigos de Vicente, brasileño y puertorriqueño respectivamente (a la distancia, un saludo a ellos). Julinho era un chico flaco, ojeroso, verlo reír era como ver a una calavera rumbera carcajeándose. Lexus era más chapado, un chato skinhead, llevaba un arete estratégicamente ubicado en el cartílago de su oreja derecha.

Bajamos por unas escaleras, sólo eran cinco peldaños, y aterrizamos en un redondo bar lleno de tragos exóticos desparramados en toda su circunferencia. Yo, que no tenía 21, no podía tomar pero los demás sí podían comprar. Uno extraña su tercermundismo cuando se ve obligado a cumplir la extrema legislación gringa. Cómo que el límite es veintiuno, mister Obama, is it not a lot? (un saludo seco a la distancia). Una terraza permitía ver la Zona Latina (ehm, me cuesta usar esa palabra), que tenía pocos bailarines moviéndose al son del odioso estribillo qué precio tiene el cielo, que alguien me lo diga de Marc Anthony, y yo los observaba desde el Paraíso en que me encontraba. Volteé la mirada y por fin, a lo que quería llegar: la pista de baile de ROXY, que ahora divisaba en su esplendor, estaba llena de preciosas diosas de todos los tamaños, colores y sabores.

[Me reservo el derecho de asignar las nacionalidades que intuya conveniente a cada fémina que desfiló en frente de mí y que recuerdo a continuación.]

Apoyados de espaldas en la barra contemplábamos el horizonte, verlas a todas era un caos prometedor, un ramillete de chicas mundialistas al alcance de la mano. Lexus revoloteaba sus pies y manos al ritmo del rap que se escuchaba. Julinho se empinaba para buscar una chica sola que aceptase bailar con él. Vicente, tranquilo, compraba su trago y me prometía uno para mí pero más tarde.

Y yo necesitaba el trago. Si no, dónde encontraba valor para acercarme a las chicas de los cinco continentes. Si ahí estaba, en la terraza, el grupo de hembras costarricenses electrizadas por la música. Cerca a la barra, también, pasaban dos potras seguramente sudafricanas, una blanca y otra morena de senos turgentes. A lo lejos, una japonesa, una bielorrusa y una montenegrina se subieron a una delgada tarima, que era como un pequeño escenario, bailaban y se retorcían como unas rejuvenecidas Spice Girls.

Nos movimos cerca a la pista y no podía creer cómo se movía aquella polaca, blanca como la leche, cuando sonaba una especie de reggaetón en inglés y ella se serpenteaba con gran control de su peso y mejor sentido del equilibrio: esos movimientos los creía imposibles hasta que los vi en ella. Me dio pica como un nigeriano flacucho de ropas anchas le daba contacto. Más allá, relucían las gorditas, muy californianas ellas, que bailaban con esos altos chicos argelinos como quien sorbe un mcflurry con m&m´s. Luego, un grupo de francesas y egipcios se situaron cerca a nosotros.

El primo Vicente me dio de beber, con cuidado de que no nos vea la seguridad del local. No era suficiente pero algo es algo. De inmediato, despegué a buscar alguna bailarina y divisé una alemana que conversaba con otra: preciosa y delgada ella. Improvisé con mi averiado inglés la invitación al bailoteo do you wanna dance? Qué difícil es jilear en inglés, siguiendo a los expertos uno no domina otro idioma hasta que no logra enamorar con él. La teutona se hizo de rogar y, ya pues, no le iba a rogar. Y rogar en inglés es una ardua tarea.

Detrás, en una mesita circular, un neoyorquino emborrachaba a una presunta brasileña. Y adelante, en la esquina, un sillón solitario al que fui a desparramarme. No tardó mucho en llegar una chinesse recontramamadaza, borracha hasta las patas, sus pupilas nadaban en alcohol. Sus amigas me pidieron permiso y yo me hice a un lado: trataban de reanimar a la pobre que vociferaba lisurillas en su idioma con un tufo aguardientoso. Desaparecí en la oscuridad.

Bailaré solo, me dije, en eso consiste la libertad de este país: en estar solo. Me acerqué al pelotón de bailadores y empecé a entrar en su onda. Mi esqueleto no obedecía a mi voluntad, cimbreaba los brazos como Shakira, cerré los ojos unos pocos segundos, la música y el humo se sumergían en mi piel. De pronto, tal vez gracias a esa contradanza extraña, apareció, como si la hubiera invocado, una brillante Princesa australiana. (me sentí en una de esas propagandas que hacía la Cristal hace años donde destapabas una chela y flechabas a las mujeronas que querías, ojalá fuera así de fácil). ¡Mamita querida! La rodeaban sus amigas y la mirada relamida de los danzarines.

A punto estuve de avanzar para pegarme a ella y sonreírle y bailarle e irme hasta abajo y ser felices por los cinco minutos que durara la canción. Pero una donna de pasta gruesa, aparentemente napolitana y de padres caribeños (y con mucha pizza mozzarella encima), se cruzó en mi camino, llevó mis manos a sus caderas, oficialmente estábamos bailando sin siquiera haberle visto el rostro. Let out me, fat ass!, pensaba mientras la rubicunda australiana se perdía bajo las vibrantes luces; ahora la italiana se movía como una epiléptica, obligaba a redoblar mi esfuerzo bailantino para cubrir sus anchas expectativas.

Quise impresionarla con mi acostumbrado pasito tecnocumbiambero del cuellito a la derecha y ahora a la izquierda, al que le sumé un zapateo improvisado para darle un aire más pueblerino a mi baile. Para matar ese mini romance llegó Lexus, que tocó mi hombro y me dijo que Vicente estaba preocupado, que me estaban buscando hacía rato. La italiana seguía en su brincadera. Dile que ya voy, debo haberle dicho a Lexus antes que de mis labios brotara un hilillo de sangre gracias al tremendo cabezazo que la napolitana conectó en mis cachetes accidentalmente, apenas volteé a mirarla de nuevo. Atontado, masajeando mis mejillas, me sentí cruelmente derrotado en ese momento, un cojudo a la vela, sin ganas de volverlo a intentar en esas aguas internacionales llenas de tiburones y orcas asesinas disfrazados de rudas napolitanas.

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Disculpen la demora, intentamos postear cada sábado, pero a veces no se puede. Aun así, sabemos que votaran por nosotros en la Categoría Ficción del concurso de los 20bloJsperuchos. Pinchen en el botón de arriba.

La siguiente canción es de un chico perturbado, "rarito" y "solitario" alucinando con mujeres que no puede alcanzar. Disfrutenlo.


sábado, 1 de agosto de 2009

Una Tarde Azul


Han pasado tres largos años, desde que dejó atrás aquella ciudad, la misma con vientre de burro por las tardes y de noches ligeramente azules, en la que ha dejado asuntos pendientes. (amores, desamores, historias, recuerdos, la comida “en especial la comida”, la música, su gente). Y ahora regresa a aquella ciudad de la que muchas veces deseó escapar, desaparecer y huir. La que la vio crecer, reír, llorar y olvidar. A lo lejos se percibe el cielo color vientre de burro que cubre toda la Ciudad de los Reyes (de los Quispe y de los Prado), el avión cada vez está más cerca, ya una voz pide que se abrochen los cinturones.

Atrás quedó Europa con su vanguardia, su cultura y sus monumentos (Notre Dame, el Arco del Triunfo, la Torre Eiffel, el Big Ben, el Coliseo, etc.). Pero ya sobrevuela el aeropuerto, está en casa (el pollo a la brasa, combis asesinas, ceviche, pisco, ambulantes, y la piratería la esperan).

Salgo a toda prisa de mi casa, voy rumbo al aeropuerto, estoy nervioso, distraído. Tan nervioso que al subir el taxi noto que olvidé mi billetera, y pido disculpas al taxista que con afecto me recuerda a mi madre. Voy como un rayo a mi casa para sacar mi billetera el corazón me late a mil por hora no sé si por correr de la forma desesperada como lo hice o por mi reencuentro con Blue. Al tomar otro taxi no reparo en arreglos ni regateos y la tarifa de 12 soles en ese momento me parece razonable.

Llevaba puestas unas lindas y supongo también caras botas marrones, con un jean negro pitillo y un polo manga larga de suave morado con rayas plomas horizontales que no hacían más que resaltar su extraordinaria belleza. Al sacar su mochila del cajón que le correspondía le entró una extraña nostalgia como aquella vez que partió y uno de sus mejores amigos no pudo ir y no por los parciales de aquel mes que hubiera sido una buena excusa momentánea sino era porque no se hacia la idea de verla partir y ella tampoco.

Le advierto al taxista que haremos escala en el inframundo de Hades (el Callao, sin la discriminación del caso, es un decir) para recoger un arreglo floral que había mandado a hacer días antes con el fin de que a Blue se le dibuje una sonrisa en los labios. Al llegar al aeropuerto, camino por el pasadizo de vuelos internacionales, siento que soy parte de una película de Hollywood donde una chica observa mis coloridos tulipanes y dice: oohh qué lindo… y que la gente se abriría paso entre aplausos, lanzara arroz y vitoreen con frases tales como: a por ella campeón, vamos tigre, dile lo que sientes y llévatela en brazos… Triste realidad, he llegado varios minutos tarde y parece que hay una procesión en Internacionales. Así que empujo a unos cuantos para poder llegar más rápido pero a lo lejos veo a su ex novio (al que llamaré Jork) y uno de sus mejores amigos: JJ. Jork tiene consigo una caja de rosas Rosatel (el paquete de tres que cuesta 40 soles) y JJ lleva un peluche gigante de un perrito que tranquilamente bordea el metro veinte. En ese momento mis intenciones se empezaron a marchitar, junto a los tulipanes importados de los Países Bajos que llevaba en la mano.

Al bajar del avión, hace la cola protocolar en Aduanas y espera luego sus pesadas maletas, cruza los dedos porque no le salga la luz roja como le pasó recientemente en su escala en Bogotá, para finalmente salir donde están las personas que la aguardan: sus amigos, ex novios, familiares, alcahuetes, etc. Al salir, Blue nota un perrito hermoso que JJ columpia en sus temblorosos brazos y sobre todo está Jork con sólo una fría caja de rosas (que no son nada comparada con mis frescas flores, perfumadas y adornadas con lluvia, me aliento), instantáneamente corre a sus brazos y él también (robándome la escena que yo esperaba protagonizar), el resto de sus amigos la abraza a la vez, dejándola en medio de todos; una de ellas, excitada, anuncia que dará una fiesta en su casa a modo de bienvenida.

La escena termina por destrozarme, quisiera que no me importara en lo más mínimo pero lamentablemente sí. Suena mi celular, es Queen, habíamos quedado en salir. Lo había olvidado, le digo que me disculpe, que se me hizo tarde, que estoy yendo a verla. Nadie ha notado mi presencia todavía cuando veo un tacho rojo: parece ser el verdadero destino de los tulipanes holandeses, así lo entiendo y las tiro.

Al bajar las escaleras noto que alguien me observa desde hace poco, desearía que fuera Blue y que me abrace y pidiera que me quedara, pero era Jork buscándome entre la viajera multitud para arreglar un asunto pendiente: creo que por escribir sobre él, ridiculizándolo en el segundo post (que es la única forma en que se puede escribir sobre él) o quizás por un malentendido del pasado. Fuese como fuese me estaba midiendo con la mirada, como un tigre de bengala que secunda a un manso venadillo que está pastando.

Trata de seguirme con la mirada y le dice a JJ lo que le pasa, le dice que me ha visto, Blue se entera y el corazón se le acelera porque no quiere peleas en su regreso a Lima, pero más porque no quiere que ninguno de los dos se haga daño, y que menos utilicen sus rosas para eso, como probablemente iba ocurrir.

Me pierdo entre la muchedumbre (en realidad, me agacho detrás de unas mochilas que una pareja de alemanes ha dejado en el suelo mientras busca un taxi) y Jork me busca desesperadamente, creo que olfateando los pasos que he dejado. Quiero salir lo más rápido posible para evitar el cruce de puños. Jork me ha visto ya, deja salir humo por sus narices y orejas de lo enojado que está y empieza a galopar para trenzarse a golpes conmigo. Arto de correr pienso que no puedo estar huyendo siempre, no dejaré que ese animalito de Dios pisoteé así mi orgullo, me digo. Que pase lo que tenga que pasar. Me alcanza y me pide salir afuera para “hablar”, yo acepto y escucho los pasos de Blue y del resto de sus amigos. Blue le pide a JJ que haga algo, JJ dice: ¡Hey chicos! Aquí no (o sea, no ayudó mucho). Salimos del aeropuerto y no sé realmente donde estoy, sólo sé que está lloviendo y Jork dice: ¿estás listo?, yo estoy nervioso y me siento como si estuviera en Karate Kid y que de una patada de la Gruya lo podré vencer. Pienso entonces en el señor Miyagi y me viene a la mente la frase que lo hizo inmortal: encerar y pulir, pulir y encerar, que supongo que no me será de mucha ayuda en una pelea real.

Esto me parece absurdo: que dos chicos se agarren a golpes, que no sepan resolver sus problemas hablando, piensa Blue y continúa, es por eso que este país es tan tercermundista, ya me quiero ir ya. Aunque no puede evitar la extraña sensación de agrado al saberse la involuntaria promotora de la riña; igual, avisa de inmediato a un policía, carabinero, guachimán, guardia suiza, coronel, bombero, marine, almirante, comando, soldado, o lo que fuere ya que no sabe distinguir uniformes, además, de donde viene los policías no son tan enanos y barrigones. Que los detenga rápido antes de que empiece a llorar, como una niña que encuentra a su Barbie Patinadora con la pierna derecha rota.

Jork lanza un derechazo que descoloca mi mentón, creo que ya no tengo quijada, y conecta otro más que siento que me dejará sin la sonrisa de chico bien que suelo tener. Pero, en una impensada reacción, me abalanzo sobre él cerrando los ojos y le aviento al piso mojado. Suena un pito que parece ser una especie de seguridad (o un pajarito muriendo) y junto a él Blue. Dice la función se ha acabado circulen, circulen… Adolorido, Jork la abraza como llevándosela. Blue le dice que está mojado, que se aparte, que está ensuciando su “abrigo de Edimburgo”. Él, desubicado, la calma prometiéndole que le comprará otro abrigo y “de mejor marca, ya verás”. Pero antes de marcharse Blue se acerca a mí me da un beso en la mejilla y sin decir poco menos se va…

Y yo la detengo, le pido que me escuche… (de fondo imaginario suena “In my Place” de Cold Play) Que tengo algo importante que decirle… Suena el celular una y otra vez y no quiero contestar, no deseo responder…

-Aló…
-¿Otra vez que te quedaste dormido?
-¿¡No vas a pasar por mi!?
-¿Me quedé dormido?
-Sí, llamé a tu casa y tu mamá me dijo que le daba pena levantarte, flojonazo.
-¿Entonces pasas por mi, o no?
-Mmmm… Dame media hora.
-Apúrate pues. Quiero llegar temprano.
-Okas, Queen. Estoy yendo por ti.
-Un beso, bye.


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Fotografía por: Eclectic-Photography
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