lunes, 22 de julio de 2013

Un verde señor

Por ellas se va con la policía a la felicidad
Martín Adán

Imagen por Cuba Gallery


– ¡Señor!, sírvase a bajar del auto en este momento.


–Qué pasa, jefe. Casi me revienta la luna.
–Cómo que qué pasa. Un vecino ha llamado a quejarse de lo que está haciendo.
–Jefe, qué dice, solo nos estamos abrazando.
–Lo he visto en una posición faltosa.
–Y eso cómo es.
–Usted estaba encima de la señorita, señor. ¡Deme sus documentos!
–Y a quién le voy a entregar mis documentos.
–Cómo dice.
–Usted cómo se llama.
–Baldomero Ingaruca, señor, Teniente Segundo.
–Está bien, tome.
–Carnet universitario no quiero. En ese sentido, deme brevete y DNI.
–Le doy mi brevete, pero que conste que no me agarró manejando el auto.
–Igual tengo que identificarlo, señor.
–Aquí tiene mi DNI.
– ¡A ver sus documentos de ella!
–Para qué quiere saber, el carro es mío.
–Quiero saber su identificación.
–Ella no ha hecho nada.
–Yo tengo mi derecho de preguntar, señor, soy policía. ¿Dónde vive la señorita?
– ¿Qué?, señor, esas preguntas no vienen al caso.
– ¡Vamos a ir a contarle a su madre lo que está haciendo!
-Así es, Tufino, ¡fíjese que es su cuero!
-¡Ah carambas!, y por qué no se la lleva a un telo.
-Oficial, hable bien.
-Mira, jovencito, los vamos a llevar a la comisaría para que declare y asunto arreglado.
-Así es, señor, maneje su auto y acompáñenos.
-Policía, no he hecho nada, deme mis documentos.
-¡Está en la vía pública haciendo cochinadas!
-¡Cuál vía pública, estoy dentro del auto!
-¡El auto está en la calle! y este no es horario para menores.
-(…). Usted sabe que no he hecho nada malo.
-¡Cómo que no! Ha estado en actos inmorales, de baja pasión con la señorita.
-Eran unos abrazitos, no me venga.
-Abrazito es lo que le vamos a contar a la mamá de la chica.
-¿Usted no abraza a las mujeres, mi teniente?
-A mí solo me abraza mi mujer y mi vecina.


-¿Tienes algún documento, Pajarito?
-No le daré nada.
-Sólo es para que se vayan.
-¿Qué van a hacer con mi documento?
-Lo van a chequear.
-Y para qué, no he hecho nada flagrante.
-¡Jovencita, voy a consultar su identidad a la base nomás!
-Sí, solo comprueba tu nombre y ya se van.
–Policía, yo no soy menor de edad por si acaso.
– ¿Qué dijo, señorita?
–Que dice que ya es mayor de edad.
–Eso no lo sabré hasta que me dé su documento.
–No sea chistoso, teniente.
–A propósito, ¿cómo se llama la señorita?
–Qué le importa. ¿Por qué tiene que preguntar eso?
–En ese sentido, síganos a la comisaría.


–Puta madre, los pendejos quieren plata.
–No les pagues nada. Y yo no les voy a dar mi DNI.
–Con tu número sólo llaman a la Reniec.
–Ni lo digas, no van a saber quién soy.
– ¡A VER, QUIÉN ES LA SEÑORITA!
– ¡No se pase, Oficial!, por qué alumbra a la cara. Quite su linterna.
– ¡Tengo que verla para verificar su foto en el sistema!


–Jefe, ya le traje el DNI, verifique su nombre.
–Y cómo se llama.
–Para qué le voy a decir, usted verifíquelo.
–No, jovencito, muy tarde. ¡Usted nos va a acompañar a hacer un atestado a la comisaría!
– ¿Quéee? No puedo.
–En ese sentido, usted debió haber pensado bien lo que hacía.
–Jefe, ya nos íbamos a ir.
–Si usted hubiera sido más caleta, la llevaba más adelante, al árbol, ahí nadie lo ve.
–Sí, la próxima, lo prometo.
–A nosotros nos ha llamado una vecina de por acá que los ha visto.
–Jefe, juro solemnemente...
–Averaver, pásese allá a hacer su juramento con el oficial.


– ¿Y usted a qué se dedica, jovencito?
–Yo soy p..., comunicador.
–Comunicador... Y no se comunica bien.
–JA JA JA.
–Le estoy explicando, jefe.
–Me refiero a su novia.
–Qué tiene ella.
–No se comunica bien con ella.
–Cómo sabe, jefe. Ella me dice lo mismo.
– ¡Porque si no se la hubiera llevado al hotel!
–No, oficial Tufino, no diga eso.
– ¿Acaso está aguja?, en mis tiempos era así...
–No llevamos saliendo ni una semana.
–Una semana, ¿y todavía no clava?
–Yo veo que ahí me voy a demorar seis meses, mi teniente.
–Cuando yo tenía veinte años, no le miento...
– ¿Cómo hacía usted?, aconséjeme.
–Salía del cuartel. Fin de semana. Y mi costilla me esperaba en la puerta del cine.
–No, oficial, es muy aburrido el cine, la verdad.
–Cómo que aburrido.
–Las películas de la cartelera son enlatados.
–Yo la llevaba al cine a las dos de la tarde. Tomaba un buen almuerzo y salíamos toda la tarde y a las 7 de la noche entrábamos a la discoteca.
– ¿A cuál discoteca, señor?
–Allá, una por Orrantia.
–Pero yo tengo carro pues, señor. Bueno, es de mi viejo.
–Pero sáquela a pasear.
–Con este frío la mato, jefe. Pero siga su historia, lo interrumpí. ¿A qué hotel la llevaba?
– ¡Naaada!
– ¿Entonces?
–En la discoteca nomás, de allí no la dejaba salir.
–Temo que así no son mis métodos, oficial Tufino.
–Oiga señor, una cosa es la táctica y otra muy distinta la estrategia.
–Jefe, sin querer ha citado a un poeta uruguayo que me gusta.
–Qué poetas, hombre, a las mujeres no les gusta el palabrerío. Quieren hechos y no huevadas. Quieren que los goles que metamos se los dediquemos a ellas. Las copas también. Usted me entiende. Todo es para ellas. Es el deshueve, amigo.
–De todas maneras, oficial. Yo siempre digo los versos al oído izquierdo y...
– ¡No me joda!, ¡voy a fusilar a todos los poetas antes del amanecer, carajo!
–Me cuadro, jefe.
–Siga lo que le digo si quiere tenerla con usted mañana más tarde.
– ¿Mañana? No, jefe. Ella se va a ir.
–A dónde.
–No sé. Ella me lo ha dicho. No está hecha para esta ciudad, este país.
–Déjese de excusas. Usted use la táctica para besarla hoy, pero la estrategia si la quiere besar mañana.
–Nunca mejor explicado, jefe.
–Y para qué la trae acá.
–Es un barrio tranquilo. Oficial, hemos estado diez minutos y ustedes han llegado.
–Aquí dice que usted vive en Pueblo Libre.
–Sí, por la Brasil.
–Y qué hace acá.
–Porque aquí vive mi chica, jefe.
– ¿Dónde?
–Aquí a la vuelta, en la Residencial.
–Pero allá tiene estacionamientos libres, por qué viene a otro barrio.
–Porque nos puede ver su hermano, oficial.
–Usted quiere pasar por agua tibia con la familia, señor.
–No lo había pensado, sólo nos gusta ir a lugares nuevos, jefe.
–Y por qué está con ella.
–Porque no estoy con otra.
–No se haga el gracioso que no da risa.
–Qué quiere que le diga, señor.
– ¿Es mayor de edad?
–Ella misma le ha dicho que sí.
–Y por qué está con ella.
– ¿Otra vez?
–Responda.
–Jefe, si la viera sonreír me entendería.
–Ah carajo, poeta me saliste.
–Unos toques, jefe.
–Bueno, cada loco con su tema. Ingaruca, ¿encuentra algo más?
–Parece que está limpio, oficial.
–Mire bien, policía, no tengo antecedentes, ni una sola papeleta.
–Por ahora.
–Ustedes no me pueden poner papeleta porque el carro ha estado parado.
–Igual nos va a tener que acompañar a la casa de la señorita, señor.
–A su mamá le voy a decir su hija ha estado... ¡montada en el joven!, ¡y chapando! y que me dé los documentos de la señorita.
–Oficial, no me venga pues.
– ¿Cómo dice?
–Si a usted le pasara, Dios no quiera, que un policía le diga que su hija estuvo con un tipo y...
–Ah, ni lo digas, ¡yo le parto las piernas al gaznápiro ese!
–Y ¿por qué quiere hacer eso con mi chica?
–Porque están en actos inmorales.
–La estaba abrazando, ya le dije.
–No sea cínico. Si no quiere, igual vamos a estar cuatro horas en la base para confirmar el nombre de la susodicha.
–Jefe, no tenemos su tiempo, la verdad.
–Vamos a la casa de ella entonces.
–No puedo colaborar de esa forma, jefes.
–En ese sentido, colaborará con el pollo.
–Qué pollo.
–A ver, se llama Javier, ¿no?
–Sí.
–Vamos a resolver esto, Javier.
–Dígame, jefe, a cuánto la porción.
–Usted dirá, amigo. Cáigase que somos varias bocas en la comica.
–Mire, ya le dije que estoy aguja. Si no, estaría en un telo.
–Váyase a 28 de julio, jovencito, por el Ministerio, hay unos baratazos.
–Desconozco, señor. Más bien vaya cobrándose…
– ¡Baje eso!, no me saque la billetera en la cara.
–Pero le voy a pagar.
–Tenga sangre en la cara, jovencito.
–Disculpe mi torpeza, oficial.
– ¡Oiga, a dónde va!
–A mi auto, saco el billete y se lo traigo.
–Quédese y sea discreto nomás.
–Cómo haríamos, jefe. Sólo tengo para una porción.
–Tome su carnet (ponga ahí el dinero).
–Qué inteligente, jefe.
–Mire, así uno no se hace problemas. Y seguimos nuestro camino, le decimos a la Base que no había nadie en el auto denunciado.
–Gracias, señores. Más bien, quisiera pedir la parte pierna.
– ¿De qué?
–De la pollada.
–Qué pollada.
–La que le he comprado. Y póngale doble de papa frita.
–Para qué, si ella no quiere papa, ella quiere su chorizo con harta mayonesa.
–Ja ja ja. Gracias por sus consejos, jefe.
–Le voy a decir algo antes que se vaya, la vecina de atrás es la que ha llamado. No vaya a voltear nomás.
–Claro que no.
–Bueno, vaya con cuidado que a veces roban por acá.
–Gracias, oficiales. Un gusto habernos hecho amigos.
–La Policía Nacional siempre está para proteger al ciudadano.


–Qué te dijo.
–Son unos malditos. Sabía que querían plata.
–Y cómo zafaste.
–Tuve que darles. Caballero.
– (Carita de sorpresa).
–Había leído que los policías vendían rifas que no existen.
–No me digas...
–Sí, pero pedirme para una pollada ya es el colmo.
–Mi abuelo decía que la coima es una institución en el Perú.
–Sí, pero nunca me había pasado esto.
– ¡A mí tampoco!
–He coimeado antes, pero no por tener el auto apagado.
–Te vieron la cara... Mi mamá me llamó.
–No jodas, ¿sabe que estás conmigo?
–Sí. Pero no sabe las circunstancias.
–Los únicos que la saben son los policías.
–Sabes lo que eso significa.
– ¿Qué?
–Que debemos desaparecerlos.
–Escribiré sobre ellos, así es como mato mis demonios. ¿Y qué dijo tu madre?
–Justo me advirtió que nos podía parar la policía.
–Dio en el clavo, mamá sabe mejor.
–Es que ella también ha sido joven. Y qué más te dijeron los policías.
–Me estuvieron dando consejos sobre ti.
–No te creo. ¿Como qué?
–Cosas tranquilas. Que vayamos al cine y a la discoteca luego.
–Ja, ja, ja, ja.
–Dijeron algunas obscenidades, la verdad.
–Me habrás defendido, supongo.
–Por supuesto. Felizmente, los precios habrán subido, pero la coima en el Perú sigue valiendo diez soles, Pajarito.



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Esta historia en una canción



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[ MANIFIESTO. HOY lunes 22 de julio a las 6 PM  // #TomaLaCalle // #22J // todos están "invitados" a luchar con su voz por una política decente, hecha de ideas Y NO DE REPARTIJAS, de conveniencias partidarias, de firmas bajo el tapete, de corrupción, de pura mierda. Que la Plaza San Martín sea testigo de nuestra indignación contra los congresistas/otorongos/lagartijas que NO REPRESENTAN A NADIE. 
No te duermas, alza tu VOZ. Que esta tarde ni los besos nos callen. ]

Difundir: La calle es nuestra. ¡Recuperemos el Congreso!


17 de julio, Plaza San Martín. Foto: Colectivo Dignidad.