domingo, 25 de abril de 2010

1. Historias mínimas

(Cuentos crudos y pequeños para expiar las culpas del narrador)


QUIÉN TE HABRÁS creído tú para pisotear las ilusiones de Aurorita, me decía, meses después de ocurridos los hechos, el pajarito fiscalizador que se poza con frecuencia en los árboles de mi mente (y de mi Twitter).

Y es que me quise divertir un poco con Aurora luego de haberla choteado. La quería por “haberse atrevido a mí” (daring me, como dicen los gringos; léase aproximado, acercado, besado). Si antes aprovechaba que su hermano se iba al Icpna y pasaba la tarde con ella en su casa para, obviamente, degustar las limonaditas que su buena empleada me servía, pues nunca salimos de esa mini mansión amoblada y encerada de la calle Torre Tagle. Ahora, meses después, que hablábamos por Messenger cada vez con menos constancia, ella no era mala, tampoco buena, pero ya no me invitaba a su casa.

No sé si ya les ha pasado haber choteado a alguien de quien luego terminaron, sino enamorándose, preocupándose por su estado de salud, sus nuevas actividades o sus nuevos amiguitos (o dating, como dicen los gringos). Quiero aprovechar este breve episodio con Aurora para narrar crudamente otras situaciones en las que salí airoso a la luz pública sabiendo, en mi oscuro interior, que terminé siendo realmente y a la larga el que lo echó todo a perder, el aguafiestas, el que prendió el cohetecillo que terminó reventándole los dedos.
...

La chica de la universidad vecina
Conocí a Daína en cuarto de secundaria. Se sentaba a mitad de salón y yo atrás. En una de esas emotivas despedidas de fin de año, en que todos prometen verse las caras el siguiente, obtuve su correo. Al siguiente año, ella no se matriculó y empezamos a chatear sin pretensiones mayores.

En estos tiempos, uno puede darse el derecho de tener amigos exclusivos del Messenger, que no deben salir de allí, a quienes no conviene ver en la realidad, probablemente porque no los soportaríamos de vuelta. Esa circunstancia nos acomodó a los dos, pero no por mucho tiempo.

Ella estudiaba Negocios Internacionales en San Marcos, así que teníamos ciertos intereses comunes pues yo estudiaba Administración en la Católica. Ese fue el floro que usé para verla. Cierto viernes nos citamos en el paradero de la calle Santa Teodosia para debatir sobre el desprecio de los jóvenes hacia las entidades estatales. No esperé mucho, pues llegó casi puntual; venía acompañada de un chato trinchudo: un Jason Day de Júpiter. Se despidieron y ella se acercó a saludarme. Detrás de Daína, el jupiteriano me miraba con desconfianza. Abracé a Daína y nos fuimos caminando por toda la Riva Agüero, avenida ubicada en la periferia de la Universidad.

Daína tenía buenas caderas y estaba en su peso exacto. A lo largo del trayecto, debo haberle llenado la cabeza de mentiras sobre mí. Le decía, por ejemplo, que salía en el periódico de la universidad, que mi blog periodístico era muy leído, etc. Comentábamos los recuerdos del cole, rajábamos de los ex compañeros.

Nos sentamos en una banca donde le robé algunos centímetros. Esperaba el momento de traspasar la línea, un indicio, un chasquido de labios tal vez, una mirada de más de dos segundos quizá. Hasta que aparecieron dos seres de vestimenta desgastada y una bolsa de caramelos. Los cabrones me intimidaron.

Sabía que querían robarnos, pero intenté responder con aplomo a sus amenazas. Cómprame caramelo o acá pierdes comparito, me dijo el menos sucio. Le dije que no tenía nada, que nos dejara, que se vaya, con una voz que asemejaba un pajarito muriendo. El más sucio sacó un material punzocortante inclasificable que hizo que Daína, del susto, se recueste en mis brazos por acto reflejo.

En ese momento pensé en abandonar la escena. Mandar ese “agarre” a la mierda y correr tan lejos que ni los choros ni Daína pudieran alcanzarme, y esconder mi cabeza como una cobarde avestruz. Sudaba, miraba a las dos direcciones, a ver qué ruta tomaría. Las palabras brotaban solas, sin que tuviera consciencia de ellas: no tengo nada para darte, choche. Fue lo último que dije y guardé silencio. Él habrá pensado que lo retaba con la mirada pero en realidad buscaba algún policía cerca. Afortunadamente, en ese juego de miradas, el choro se rindió a la mía dos segundos antes de que yo empiece a correr.

Nos salvamos, le dije a Daína para ir al otro parque donde estaríamos más seguros (y más escondidos también). Sin pujar mucho más, en la banca que ella eligió, empezamos a besarnos con mucha saliva de por medio. No le molestaba que fuera manolarga, me dejo llegar a las curvas que no pensaba recorrer ese día. Quería descocerle la ropa en ese momento pero ella tenía que ir a tomar lonche con su madre.

Nos paramos, la acompañé a tomar el bus. Fueron los últimos cuatrocientos metros que pasé con ella. Hubo un momento imperceptible que reveló cierto aspecto de mi personalidad. Al cruzar la pista, ella entrelazó su mano izquierda en mi derecha. Fue incómodo, me sentía una de sus pertenencias, a la altura de una cartera, un collar o unos aretes. Me sentí atrapado, encarcelado, responsable de una chica por la que tendría que preocuparme y llamar por teléfono, por lo menos, los siguientes siete días.

Rogaba para que ningún conocido pasara y me viera pegado a ella. Aquel recorrido hasta el paradero, la besé una vez más y luego casi no abrí la boca. Luego de habérmela agarrado, no tenía más que decirle. Hasta que ella ofreció acompañarme hasta el paradero de la Católica. Hablamos, pensé, aquí te quedas. Inventé que tenía que irme rápido y la embarqué en su bus.

Meses después, saliendo de mis clases del Británico, la vi. Me iba a acercar a saludar, pero sorpresivamente llegó el chico de Júpiter. La tomó de los brazos y la besó. Aproveché la multitud para perderme.


La chica de los cinco soles
Había sonado la campana del recreo y yo no quise salir porque el argollero de Ricardo Chocos nunca me ponía en el equipo titular del salón. Creo que me odiaba secretamente porque yo no era hincha de Alianza como él. Me quedé repasando el libro “Vitral”, muy concentrado, pues luego venía la clase de Lingüística con el feroz profesor García Denegri.

La tarea era aprender un poema completo de Valdelomar y, tal vez, recitarlo, aunque no era seguro. García Denegri siempre nos sorprendía con sus preguntas rebuscadas y tareas raras. Una vez pidió que le lleváramos la mejor película que habíamos visto. Yo le llevé "Matilda" en un cassette de video y el condenado nos dijo que escribiéramos un ensayo crítico de la película. Así iríamos formando un juicio escéptico de la realidad y comprenderíamos que la verdad dependía de la forma en cómo se ordenaban las palabras, decía García Denegri, que se definía como un libertario de izquierda que tomaba mucho whisky.

A juzgar por el silencio, pensé que estaba solo en el salón, hasta Teni, que para el fútbol está negado había salido a calentar la banca. En esos tiempos no le conocía su afición por las letras (tampoco conocía la mía). Al voltear a la página siguiente, me doy cuenta no sólo de que Julissa Cervantes está en su sitio, en la carpeta de la primera fila, sino que me estaba mirando otra vez, con desparpajo por encima de sus anteojos gruesos.

Todos en esa promo eran muy malos con Julissa, su apodo era Betty la fea. Pero si uno se tomaba el tiempo de conocerla bien se daba cuenta que ese remoquete no le hacía justicia. Julissa, como el swing que acompaña su nombre, tenía el pelo ondulado, los ojos grandes y ciegos, la piel bronceada y los braquets transparentes. Antes que intentara venir a mi carpeta, yo le dije chuscamente: “qué chú me miras”. Ella hizo de esa su frase favorita y cada vez que me la cruzaba me la repetía, yo le seguía el juego con muecas forzadas.

Julissa, de buena gente, vino a sentarse a mi lado, a ayudarme a repasar. Influenciado por las cosas que decían de Julissa, me separaba cuando ella se juntaba mucho a mí. Me arrebató el libro y me dijo, “a ver si sabes, dime esta poesía: Tristitia”. Mis ojos brillaron, era el poema más cojonudo de Valdelomar y me lo sabía completo. Puse énfasis en la parte del medio.

“Dábame el mar la nota de su melancolía”, dije muy sentido. “El cielo, la serena quietud de su belleza”, musité separando las manos en el viento. “Los besos de mi madre, una dulce alegría”, respiré. “Y la muerte del sol, una vaga tristeza”, continué con el puño cerrado. Ella me miraba y pensaba derretida “qué inteligente este chico”. Y lo sé porque me lo dijo años después, por Facebook, desde España, donde vive con un cheff que le ha hecho los mejores platos del mundo, además de dos hijos al hilo.

Los siguientes días yo me haría el difícil, nuevamente, peor que niña. Por primera vez, Teni me haría el bajo con una chica, con Julissa, que lo molestaba todos los días para preguntarle cosas sobre mí. Mientras escribo, no evito soltar una risa adormilada por lo que pasó después.

En una clase de Educación Física fue la choteada. Siempre esperaba los días de ejercicios físicos con mucha expectativa. No sé, inexplicablemente las chicas en buzo me resultaban más atractivas que en falda. En pantalón dejaban verse más normales y anatómicas que con falda y las medias altas. Mientras elevábamos el tronco para hacer planchas, Teni me dijo que ahora sí Julissa quería estar conmigo, que al final de las clases me acorralaría, que inventara una dolencia o una lesión para irme temprano a mi casa, que aun estaba a tiempo de salvarme.

Teni ya me venía contando las cosas que Julissa preguntaba sobre mí. Sin saber cómo reaccionar, le dije que no, que podía quedar como maricón, que mejor le diga a Julissa que si quería estar conmigo me pagara cinco soles mensuales. Lo desubicado de mi propuesta se vio opacada por la respuesta de Julissa. Teni volvió con los cinco soles en la mano, correspondientes a ese mes de agosto de 2001.

No me quedaba de otra que aceptar mi parte del trato y entregarme a los braquets de Julissa. Esos cinco soles me recordarán siempre que soy un puto, pero no cualquier puto, sino el mejor y más barato de los putos.
____________________________


Imagen por marcarambr
____________________________

Hace unas semanas, estuvimos con Renato Cisneros en la Católica. Nos dejó unos saludos para el bloJ al final del video, ojalá les guste. Nuevamente "achoteadasaprendí live" para no perder la costumbre.



__________________________

14 comentarios:

  1. No pude evitar reir al final, realmente, cinco soles vale tu compañia Reii? De haberlo sabio , yo te pagaria 10 soles mensuales, piensalo.

    Silvia.

    ResponderEliminar
  2. Simplimente, creo mi estimado reii, que no debe ser facil, chotear a una chica, ahora pienso, que las chicas tambien alimentan tanto como los "alas", de cosas que se imaginan, pero nunca pense que la escusa mas estupida, fuera pagar cinco soles, tan poco vales?

    ResponderEliminar
  3. Pero porque salias, con aquella chica de la universidad vecina,sin ilusionarla, reii, debe ser un karma, debe ser por eso, que te encuentras solo.

    ResponderEliminar
  4. I LIKE IT ! follow me on http://twitter.com/MiluanMccartney

    ResponderEliminar
  5. jAjAjAjA...ReI!! Esas choteadas de las chicas ke les has dado, mira k ya sé toa tu vida amorosa, eres terrible..Pero bueno así te considero uno d mis mejores amigos...Disculpa x enviar el comentario a Kenilin pompim! jAjAjAjAjA...!!! Un abrazo!!

    ResponderEliminar
  6. RESPUESTAS MÁXIMAS

    Hecho, Silvia. Diez soles más IGV. Gracias por comentar siempre. Eres la número Uno de la semana.

    Hola Fernando, las pocas veces que me reservé el derecho a hacerlo fue algo tortuoso. Pero yo las busco, yo las resuelvo. Y por lo de los cinco soles, bueno, eran los tiempos de Paniagua, la economía no iba bien, así que más no me iban a dar. Saludos.

    Hola Brunella, me encuentro solo, pero solo no me encuentras. Cariños.

    Nos followeamos, Miluana.

    Jaja, Rose, sabes menos de lo que crees, te lo aseguro :)

    ResponderEliminar
  7. Comenso la subasta, reii, te doy 12 soles por tus post,mas 20 soles por tu compañia por un dia, tu diras, besos.


    Asuka

    ResponderEliminar
  8. Hola, soy uno de los que los viene leyendo y no comenta hace ya un buen tiempo, que genial, de los videos, hacen una version de polizontes en internet, con su miles de ocurrencias.

    Gaston.

    ResponderEliminar
  9. RISPOSTE

    Jaaa! Asukita(r) no había pensado en una subasta (te agradezco mucho el interés), pero si mi cuerpo vale poco, mi palabra no tiene precio y ya quedé con Silvia. Pa´ otro post será. Abrazos.

    Hola Gastón, sí me acuerdo de ti. Comenta cuando quieras pero no abandones a estos cabrones. Ya se vienen más videos. Saludos.

    NO SE PIERDAN ESTE SABADO AL MEDIODIA EL POST DE TENI BOY (QUE VIVE COMO INMIGRANTE). PROMETE DESLUMBRARLOS NUEVAMENTE. CHAU!

    ResponderEliminar
  10. Jajaja he reido mucho con este post. Eres bueno escribiendo. Siempre tienen que haber chicos que hagan ilusionar, eso es malo sabes? En fin lo de los 5 soles fue genial. Saludos

    ResponderEliminar
  11. jajajajaja,
    este post también se ha sumado a mi cartera de los favoritos. Con este cuatro, creo.

    Sí, sé perfectamente quién es Daína. Pero ahora dime. ¿Quién es Julissa?
    ¿Teni estudió en el TRILCE?
    ¿O es parte de tu ficción?

    ResponderEliminar
  12. y que hora sale el pòst de teni...!!!!!!!

    ResponderEliminar
  13. CON ESTAS CERRAMOS

    Holllllllllla Bitch, nos alegra que la hayas pasado bien. Ojalá puedas hacerte seguidora. Saludines.

    Hola Ricuy, a los vientos. Luego me dices por "interno" quién es Daína. Y Julissa no es de Trilce. El 2001 estuve en el Santa María de Breña, ella es de ahí. Y Teni también. Saludos pues, adivinador.

    Ursulita, disculpanos, un problema con el blogger casi evita el post de TeniToy. Saludos.

    ResponderEliminar
  14. garcia jajajjaj el libro vitral ...........demasiado weno!!

    ResponderEliminar

Aunque sea una carita feliz... )=D