lunes, 29 de octubre de 2012

Acompáñame a la boda


A veces gana el que pierde a una mujer
Joaquín Sabina

Imagen por Melimelo

De tanto repetir el discurso, lo aprendí de memoria: “en la tradicional Iglesia Nuestra Señora de los Ángeles, cerca a la Alameda de los Descalzos, la fiesta será en el Club Revólver, ya tenemos mesa reservada junto a los novios (claro, si aceptas). Empieza a las siete de la noche, el diez de noviembre. Lleva tu mejor traje de noche, pero sólo bailaremos hasta horas moderadas”.


También estaba la broma: “ya te veo cogiendo el bouqué, miraré y te guiñaré el ojo, como en las películas. Que le dije a mi amiga que no se case, que la traté de convencer pero ella está necia, como las universitarias que no sueltan la botella. Que te invito, ¿lo estás dudando? Tienes media hora para pensarlo, amiga”.

Con esas armas, y agazapado en el chat del Facebook, cualquier chica me acompañaría a la boda de mi mejor amiga Rosa, pensaba. El riesgo de mi experimento era alto.

1
Tuve suerte a la primera. Virna Martínez aceptó. Ella era una morena de figura torneada, pero un poco niña. Siempre quedábamos para salir y nunca coincidíamos. Sus clases en la USIL de La Molina lo impedía. Recogerla era un viaje interprovincial hacia Lima Este.

–Hola, Virna, ¿qué planes para el 10 de noviembre?
–Nada, ¿por?
– ¿Me acompañas a un matrimonio?
–Qué, ¿quién se casa?
–La mejor amiga de mi colegio, ya le dije que no lo haga pero ni modo. Está neciaza.
–Sí, puede ser. A qué hora. Detalles.
–Iglesia Nuestra Señora... Y luego la fiesta a la que ya tenemos mesa reservada, junto a los novios, en el Club Revólver. Fiesta hasta el amanecer pero volvemos temprano.
– (Risas). ¿Seré tu invitada de honor?
–Bueno, sí. Y bueno me cruzaré con algunos patas del pasado que prefiero evitar.
–Pero ¿por qué?
–Eran los intelectualones del salón, ir contigo será más divertido.
–Bien. Entonces come on! (Carita feliz).
–Ok, Virna, prometo que ganarás el bouqué. Nos miraremos y te guiñaré el ojo como en las películas.
–Nada más no me pidas matrimonio ahí como el idiota de “Yo Soy” que seguro estaba stone.

Minutos después, peligrosas redes sociales, la impredecible Virna me etiquetó en: “Iré contigo entonces…”, escribió. Inmediatamente, le pedí que borrara tamaña falsedad. Felizmente, no se ofendió.

–Qué, ¿no quieres que se entere la marcación? Lo borro, no te preocupes.
– ¡Te me rebelas! Ya vi que en la boda, llego contigo y tú te quitas con uno de mis patas nerds del cole.
–Qué chistosito. Siempre me gusta ser dominante. No me escaparé, a menos que me dejes ir ––amenazó––.

E-MAIL QUE LUEGO LE ENVIÉ
[Mi estimada,
Por esos reveses del destino, ya no habrá boda. Primero, te confieso que quien se casaba era Rosa, sí, Rosita Castillos, la de nuestra Promo de Trilce. Lamentablemente, el novio no se apareció hoy para el matrimonio civil. Disculpa, querida vecina, si hubo alguna molestia (igual creo que ya olvidaste que te invité). Pero bueno, hoy día estamos de luto porque mi amiga no se casará, ni civil ni religioso, recalco con pena. El maldito que la dejó está desaparecido, escapó anoche con destino incierto, pero te juro que cuando lo encontremos, te invitaré a su funeral. R. ]

2
A Aurora Cavenaghi la conozco del mismo colegio que la novia. Rosa, que quiso total discreción con los de la Promo, no la había invitado. Aurora está a punto de concluir su carrera y va camino a convertirse en una administradora de la belleza, pues trabaja en Unique. Es delgada, atractiva y es mi vecina, por lo que no gastaría en pasajes para llevarla de su casa y volver.

Fue la que más detalles me preguntó. Estaba visiblemente emocionada, no por ir conmigo, su felicidad era una expresión de solidaridad con la especie. Alguien lo consiguió, alguien alcanzará el amor en esa boda, las almas gemelas existen y ella estará en primera fila, agarrada a mí (como podría ser a cualquiera) para maravillarse y desinflarse en el momento del sí. Le pregunté por sus planes ese día y

– ¿Qué día cae? ––me preguntó––.
–Sábado.
–Aún no he planificado nada. Falta más de un mes.
–Es que es un día especial. Mi mejor amiga se casa y me ha dicho que puedo llevar a alguien. Inmediatamente pensé en mi vecina que no veo hace tiempo. ¿Quieres ir?
– ¡Wow! ¡Boda! Explícame. ¿Día? ¿Noche? ¿Dónde? ¿Religiosa? ¿Civil?
–Es en la tradicional Iglesia Nuestra… a las siete de la noche. Luego el tono es hasta las últimas…, y como vivimos cerca, es un punto a favor.
– (Risas). Primero, dónde queda esa iglesia, que yo no sé.
–Es en el Rím… El tono será en el Club..., tenemos mesa... junto a los novios casi (claro, si aceptas).
–A estas alturas, diría que sí, no tengo nada que recuerde para ese día.
–Separaré la mesa con tu nombre. Sería muy gracioso si me dices que sí y luego me dices que no, tendré que llevar a otra amiga y tu nombre seguirá ahí. Roche.
– (Risas).
–No te presiono.
–Ok, cero presión.
–Piénsalo, no sé, en media hora me respondes.
–O sea, estoy como invitada y sitio reservado a una boda de la que me acabo de enterar mientras me aseguras que me llevas y me devuelves a mi casa.
– (Risas). Basta que le mande tu nombre y tus señas a mi amiga y en algún lugar de Lima imprimirán tu nombre y colocarán en esa mesa.
–Pero, ¿puede ir cualquier chica y dice que es Aurora Cavenaghi y entra.
–Perdóname Aurora. Como tú no hay otra. Con esta invitación le rindo un homenaje a nuestra amistad y tu belleza.
–Que tal floro.
– (Risas). Pero sí, me gustaría ir contigo.
–Por lo pronto diré que sí.
– ¿Hay alguna fecha de vencimiento para que ya no me digas no?
– (Risas). No, está bien, ¡vamos!

Le pido su teléfono. Y prosigo.

–Ya estamos listos para el matriqui. Ya te veo ganándote el bouqué…
– (Risas). Me conformo con buena música y el espacio suficiente para bailar.
– ¡Y la buena comida, no lo olvides!

E-MAIL QUE LUEGO LE ENVIÉ
[Mi estimada,
se cancela la boda porque al novio lo durmieron. De buena fuente sé que le hicieron brujería. La mamá de él nunca estuvo de acuerdo con el matriqui y cagaron a mi amiga. La novia está destrozada por tremenda burla, como imaginarás, no le cree nada al novio y ese niño que viene en camino crecerá sin padre. Hay que ver el lado positivo: ya no será necesario que salgas más temprano de tu diario. De todas maneras espero conversar contigo en otro momento, recibe mi caluroso abrazo y, por favor, dejen de darle duro a mi tía Villarán en tu diario. ¡Chau! ]

3
A Hilda Portugal la conocí en la época de El Chirrión. Fue en una comisión en los acantilados de La Perla, Callao. Una pareja se desbarrancó a bordo de una camioneta. Para poder bajar al mar, yo la ayudé a caminar el largo trecho que estaba lleno de gallinazos, piedras y tierra que le carcomió los pies. Tierna, de ojos saltones y pardos, flaca por demás y reportera estrella de la competencia (“Correo”), le dije que una amiga periodista se casará y, como estará el Gremio, quizás quiera acompañarme a la boda.

–Como hace tiempo no te veo, pensé en ti para que me acompañes. ¿Qué dices?
– ¿Ahh?
– ¿Quieres ser mi invitada de honor a un matriqui periodístico?
–No. Apenas y recién estamos hablando. Si es un matri, tienes que ir con alguien de confianza.
–Tienes que saber, Hilda, que te considero mi amiga. Tú eres buena onda y por eso te invito. Pero acepto tu crítica.

Apenas sintió que la boda que ella no quería se iba de sus manos, me dijo que lo iba a consultar con sus padres, a ver si le daban permiso. Le dije que yo tenía todo el tiempo del mundo para esperarla. Ve nomás, cándida palomita.

–Bueno. Voy a ver, ¿el 10 dices no? Dame tu celular.
– (Le di mi RPC). Sería paja verte. Claro que si me dices que hay un galán por ahí, yo comprendo que se pueda poner celoso.
–No tengo novio por si acaso.
–Igual nos vamos temprano, no quiero quedarme hasta ver al novio borracho y sin poder caminar. Y sin poder hacer otras cosas obviamente.
–Ya, ya. ¿Pero dónde va a ser?
–En la tradicional…, luego tenemos una mesa reservada... Empieza a las 7 pm. Puntuales, por favor.
– (Risas). ¿A las 7 pm? Pero a esa hora yo salgo de trabajar.
–Bueno, como es boda de periodistas, fácil se puede ir vestida como periodista (Risas solitarias). Tal vez puedas pedir permiso.
–Voy a ver pues. ¿Cómo se llama la periodista?
–Rosa María Castillos, todavía está en mi universidad –-mentí––.
– ¡Ahla! ¿y ya se va a casar?
–Así es. No se descarta que esté en Bolivia.
– (Risas). Oye, te dejo. Voy a averiguar a ver si me dan permiso. Cualquier cosa me mandas mensaje a mi celular o me llamas, como desees.

E-MAIL QUE LUEGO LE ENVIÉ
[Mi estimada,
A que no sabes. Ya no habrá boda. Todo se fue a la mierda. Ayer me enteré que el fin de semana el huevón del novio no fue al matrimonio civil y cagó a mi amiga. Uno de los nerds de mi salón me llamó para contármelo, me dijo que es mejor que nadie hable con Rosa. Al parecer, la están convenciendo de que todo fue una ilusión. Será mejor porque sé que ella no aceptará la realidad. De todas maneras, cualquier día bajo a la USIL para tomarnos un cafecito y ahí quedamos para vernos en otro matrimonio, querida Virna. ]

Imagen por decouverte de Lorie
4
El otro par de chicas que aceptaron, tuvieron el tino de cancelarme a tiempo por distintos motivos. La primera me cambió de tema en el acto (1-3). La siguiente aceptó pero días después me dijo que iba a cambiar de chamba y que tenía “mil cosas que hacer” ese dichoso sábado 10 en su oficina (2-3). A la tercera la dejé de lado cuando la cuarta me dijo que sí. La tercera y la cuarta son amigas y se pueden pasar la voz (4-3). No imagino lo que pasaría si ambas se enteran que irán a una boda conmigo o cuando les envíe el mail cancelando a todas.

Todas, absolutamente todas, eran experimentos para el verdadero peldaño que pensaba subir, tentar, para las verdaderas cumbres que pensaba llevar a esa boda. Decidí apostar al sentimiento y jugarme la última carta: Sofía de los Cojones, la niña fatal. Con ella debía ser directo y sin tanta floritura. Debía asegurarme que haya tomado sus pastillas, que esté dulce y leve, para preguntarle de madrugada qué haría dentro de dos semanas:

–Uhmmm… No uso agenda.
–Lo imaginaba. ¡Vamos a una boda!
– ¿Una boda? ¿Hablas de verdad, como quien dice en serio?
–Se casa mi mejor amiga del colegio. No puedo hablar más en serio.
– ¡Rayos! Tendré que vestirme como una chica buena.
–Sólo hasta que ya no resistas los tacos. Opacarás a la novia.
– ¿Y quiénes más van?
–Bueno, la familia y amigos de ella, ja.
– ¿Y si no voy a quién le dices? ¿O soy la segunda, tercera,… opción?
–Sofía, tú estás más allá de las opciones.
–No creo ser buena compañía para tu noche, así que diré que mejor nos veremos en el Centro.
–Vale, Sofía, que no se diga que no tuve los cojones. Ojalá pueda bajar al Centro esa noche.
–O nos veremos cuando puedas.
–Exacto.
–Gracias por convertirme en una opción.
– ¿Te has molestado?
– ¡Noooo!, no podría.
–Iba a dar un discurso para la novia esa noche.
– ¡Debería ver eso! Ya será otro fin. Espero que te diviertas, pero no mucho, ¡ja!

5
La negativa de Sofía fue un golpe que dolió por todas las victorias anteriores, pero no mermó mis ganas y tretas de mentiroso profesional. Es menester decir que a la segunda chica que confirmó, ya me sentía un malnacido, timador, asaltante de amistades. Acabé el día con seis chicas engañadas (tres me cancelarían los siguientes días) y eso gasta a cualquiera. La mentira mella el alma. Es como una fiebre que sube paulatina, un veneno que circula por mis venas y me invade poco a poco hasta marearme.

Estos días ajetreados, decidí que la broma había terminado y escribí los mails para Hilda, Aurora y Virna. Todos debían ser parecidos, todos empezaban con mi acostumbrado saludo: “Mi estimada,”. Debía decirles que ya no había boda, que el novio recapacitó o que ella lo plantó, tal vez que los padres se oponían o que yo me había roto una pierna y no podría bailar. El problema comenzó allí.

Cuando leí los mails de respuesta. Todas fueron escuetas para expresarse. Mucha sorpresa me causó que Virna Martínez me escribiera: “Oye, Poquita Cosa, bien ganado tienes que te etiquete como #MentirosoDetected. ¡Trilces te voy a dejar las pelotas!”.

Luego, leí la respuesta de la periodista Hilda Portugal: “¡A cuántas chibolas de la USIL habrás invitado, cafecito debería echarte en la cara, friégate por PENDEJO! Ni me vuelvas a pedir prácticas, mequetrefe”.

Por último leí el de Aurora Cavenaghi: “Me suda Mariátegui y tu tía Villarán, aggg, que la revoquen por incompetente, ¡nada hace por Lima! No me vuelvas a venir con más invitaciones, periodista del orto, que con tu sueldo de diario chicha no vas a poder pagar mis gustos”.

Para mi mala suerte, confundí las direcciones de correo y auto-saboteé mi experimento sociológico. Será mejor ir sin compañía al matrimonio de Rosa. Bien mirado, será un buen lugar para conocer chicas y bailar. Prometo atarme mi corbata michi y contar impúdicamente en esta página, todo lo que pase esa noche del 10 de noviembre en que me encargaré de beber mucha cerveza y evitar que triunfe el amor. ¡Salud y que vivan los novios!
  
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Esta historia en una canción

sábado, 20 de octubre de 2012

La chica misteriosa


Imagen por Google

Me gusta.

Me gustan sus botas, sus botas de cuero y la extraña forma que tiene de amarrarse las agujetas. Me gustan sus jeans rasgados y bien ajustados. Me gusta su blusa ligeramente escotada pero escondiendo sus encantos. Me gusta cómo el humo se desprende de sus pequeños dedos y cómo se ríe. Sobre todo porque lo hace conmigo. Me gustan sus miesterios, sus silencios y como poco a poco los voy descifrando. Me gusta tanto aquella chica que ahora me acompaña que no sé explicarle con palabras lo mucho que me encanta.

No sé porqué ella ha escogido aquel parque, aquella banca, aquel muro  donde ambos estamos sentados muy cerca de los árboles, muy cerca de casas aledañas. Pero tan lejos de nosotros. Sin embargo, presiento que ya he venido antes. Nos acompaña una botella de ron, una cajetilla de cigarrillos, algo de música y mis pequeños chistes que llenan los silencios incómodos. Ella no toca su pasado y yo no lo profundizo, sólo sé que le gusta estar sentada aquí conmigo, y eso es suficiente.

Los vasos se acaban pero vuelven, me toca de nuevo. Ella se rehúsa a tomar y me obliga a hacerlo otra vez. El silencio juega en contra de nosotros y las risas apelan a un amor posible. No sé muy bien lo que digo pero sí sé que ella se está divirtiendo. Su risa me renueva, me alegra, me llena de vida. Se parece tanto a lo que andaba buscando y sin querer está sentada a escasos centímetros míos. La gente pasa y no nos ve, somos invisibles, casi transparentes. Mientras las últimas gotas de mi vaso caen en las tristezas.

Refugio mi silencio en el humo del cigarro, mientras ella me observa con cierta complicidad. Ella toma la posta y empieza a bombardearme con todo tipo de preguntas de las que trato de torear con cierta experiencia que me dan los años: como nunca profundizar en ninguna respuesta ni hablar con énfasis de alguna chica del pasado. Menciono a grosso modo las veces que creí estar o estaba enamorado, de mis dos novias formales, de mis mejores amigas, de fiestas y de una que otra estupidez que hice en la adolescencia.

Quizás sé tan poco de ella que eso es lo que me gusta. Me atrae de forma misteriosa su melancolía. cuando ella habla trata de cuidarse, no de decir nada más allá de la cuenta, parece que analizará cada respuesta, cada pregunta que he lanzado al aire y ella ha cogido con sabiduría. No obstante, son aquellas respuestas simples, no trascendentes, las que nadie toma en cuenta, con las que yo voy construyendo un perfil de ella en mi cabeza.

Sé que le gusta el cine italiano: La vida es bella, Cinema Paradiso y Malena. Las independientes: Blue Valantine, Réquiem por un sueño y Soñadores. Las clásicas: Casa Blanca, Lo que el viento se llevó y Tiempos Violentos. No es necesario pensar mucho para deducir que le gusta el rock, el rock en español sobre todo porque ella no domina el inglés, sin embargo, le gustan Los Beatles.

Entonces lo entiendo todo, comprendo que ella es distinta, sobrenatural, una de esas criaturas que el destino te pone enfrente una sola vez en la vida, y que si la dejo pasar es porque soy un marica y un perdedor, cosas que sin duda soy, pero no esa tarde que quiero escapar de la realidad y soñar, aunque sea un momento, que mi vida podría ser mejor con esta mujer que ahora quiero besar y no sé si me corresponderá.

Me acerco un poco más, las distancias se van acortando y ella se da cuenta de mi siguiente jugada. Necesita ir al baño, que está a pocas cuadras del muro donde estamos sentados. en el camino, coge unas moras de los árboles, se las mete a la boca, toma un puñado y me da el resto, yo me las como instintivamente, parece como si fueran los primeros habitantes de la tierra, como como Adán y Eva expulsados del jardín del Edén.

Caminamos en silencio. El silencio ya no incomoda porque estamos juntos caminando, ninguno quiere irse, ninguno quiere que esta tarde termine nunca. Pero dentro de una hora será la clase de fotografía a la que ella ha faltado por un par de veces sin justificar. Nos dirigimos a los servicios higiénicos de Metro, compramos algo de papitas y algunas bebidas energizantes.

El tiempo se nos ha escapado de las manos. Ambos sabemos que no llegaremos para la clase de fotografía y aun así no hacemos nada para llegar a tiempo. Ella sugiere irnos caminando y a mí me gusta la idea. Tengo que aprovechar cada segundo adicional que tengo para besarla.

Parece que puede leer mis pensamientos, o quizás son mis manos que empiezan a buscar las suyas hasta encontrarlas. Y en la calle codo a codo somos muchos más que dos. el alba nos da entre los árboles.

Mi boca busca su boca, pero no la encuentra, con cierta tristeza ella me ha evadido. Le pido disculpas y sonrío. Cuento algo gracioso, trato de no estar molesto o finjo no estarlo. Yo trato de actuar normal aunque quizás sobreactúe un poco. Pero no es que tampoco sea un nominado de la academia.

Ella me mira con sus grandes ojos negros en silencio. Me da un beso en la mejilla, y me dice, que también le gustaría besarme pero la amistad es primero, y yo, pero yo no quiero ser tu amigo; y ella, no es por nosotros, es por mi amiga, tú también le gustas...



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Esta historia en una canción.



jueves, 4 de octubre de 2012

Del verano y otros inviernos


“Dominas otro idioma cuando aprendes a enamorar con él”
(Anónimo, 
encontrado en un baño público)

Imagen por Lissy Elle Laricchia

Aprendí los días de la semana en alemán.

Ella, de ojos verdinosos, es celeste bella y otoñal, porque la belleza camufla millones de colores; paseamos en el malecón; compramos Inca Kola y chocolate; quiere llevarme a la selva; quiere probar Ayahuaska; dejó a sus padres a los 20, ahora tiene 25, dos más que yo, vive a dos horas de Berlín; sabe que es mejor viajar que estudiar o trabajar; por eso duerme plácidamente y sola en un hotel samborjino; más tarde viajará; no tiene celular, no toma taxi sola, con ella hay que citarse en un punto, a la antigua, pero a través de Facebook; no conocía el malecón sanisidrino ni la Pera del Amor, mucho menos los conos de Lima; le expliqué que el limeño es triste; le hablé de Vallejo y Vargas Llosa, me contó que ha llorado con las cartas del joven Werther; le dije que el chileno ahorra mucho y el argentino sabe todo y si no sabe también opina; le dije que no vuelva a Perú, que conozca Brasil o Colombia; que olvide a su amante peruano; que no me olvide a mí, pero que no necesariamente me haga su amante para no olvidarme; está confundida; le gusta ir a Help y a El Mirador, antes un Pisco Sour Catedral en el Hotel Bolívar; le gustan los Beatles y dice que los sudacas pronunciamos gracioso los nombres de bandas inglesas; ha olvidado el francés que aprendió en su colegio; que son los franceses los que odian a su país, y no al revés; que sus abuelos no hablan de la Segunda Guerra; que mirándola a los ojos yo le declaro la Tercera Guerra a mi pasado; me gusta cuando pierde la voz y mira para abajo y otra vez nace el otoño; me gustan sus mejillas del color del abedul y carnosas como las mías; me gusta cuando ya no quiere besarme e igual lo vuelve a hacer; que el país de donde ella viene también viene mi nombre; me gusta que sepa la verdadera pronunciación de mi nombre de viejo ario; me gusta enseñarle a decir en correcto castellano el nombre de su ex; que muerda la G y la R al pronunciarlas; me habla de Rammstein, una banda dura de su país; recito un poema, sonríe y me aplaude; tal vez no ha entendido nada; disfrazas las verdades en mentiras; no quieres que te miren, Claudia, ¡y miras!; no quiere que la acompañe a su hospedaje, piensa que entraré con ella; yo pienso que ella quiere lo mismo; trabajó un tiempo en España, se le ha pegado el “vale”, “vosotros”, “joder” pero no ha apartado de ella ese cáliz; quiere seguir viajando; si no podemos ir a la selva, vamos más cerca, me dijo, haz lo que me dijiste ¡y vive el momento, disfruta la vida, manda todo a la miegda!; que discúlpame pero hay responsabilidades que me atan a Lima, arrugué; odio y quiero a esta ciudad por partes iguales; que los limeños son mentirosos; que no te prometo nada porque no te quiero mentir, le dije; que valoro que no me mientas, respondió; quiere volver en seis meses pero uno nunca sabe; es ahora o ahora; que yo quiero ser su amigo, estemos donde estemos, que confíe en mí, que la defenderé de cualquier pendejo que se quiera pasar de vivo; que quiero presentarla a mis amigos, que hay que ir todos a bailar; mucha rumba y mucha fiesta; que la acompañe a caminar por la Javier Prado; que vamos al Festival de rock; será tu última noche en Lima la veleidosa; ¿vamos al pogo o está bien acá?; que nos encontramos en la Plaza San Martín; que necesito verte; que se me perdió la cartera con mi pasaporte y mi plata; que los soles ya no te van a servir, cámbialos en euros de una vez; que yo te acompaño al aeropuerto; que no te vayas, que no me digas adiós; ¿te vas enamorar de alguien?, no supe ni quise responder; se acabaron el dinero y las vacaciones; Claudia volvió a Europa el último domingo; mis madrugadas de verano serán tus mañanas de invierno. Antes que te vayas, aquí te entrego mi lenguaje más mi beso prometido.

Ahora enséñame a contar del uno al cinco.

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Esta historia en una canción




[ ACTUALIZACIÓN: Una amiga, y muy ocasional lectora del blog, recomienda la canción Tu verano mi invierno de "Kanaku y el Tigre". "Fácil la has escuchado, pero no sé por qué me gusta mucho esa idea de estar en verano mientras alguien está en el frío o viceversa", me escribió. Comparto su idea y la canción.]