sábado, 25 de julio de 2009

Julia y Osquítar: Permítame, Señora



{ TENI RECOMIENDA QUE NO LO LEAN. Y YO TAMBIÉN }

Osquítar es un chico débil, enfermizo, de diecisiete años: asiste por lo menos tres veces al año a la clínica Bermúdez donde lo asisten enfermeras con el cariño envolvente de los nebulizadores: desde niño, lo aquejan las enfermedades respiratorias. Aunque reniega de los doctores, aceptó que su madre le sacara cita para examinar si su salud era óptima antes del viaje de promoción a Huaraz. La mañana que faltó al colegio para ir al chequeo general con el pediatra no imaginaba que, en la cola del subsiguiente consultorio, una chica le robaría la mirada: claro que él no se percató que llevaba un plateado anillo nupcial.

Julia es la mujer casada, pero no felizmente casada. Se podría decir que la cazaron, que un payaso la cortejó un tiempo, salía con ella y le pintó un futuro de cielo azulado a su lado cuando tenía apenas dieciocho. No pasó mucho tiempo hasta el matrimonio, además que el primer hijo los apuraba desde aquella Verbena de ex alumnas del colegio María Auxiliadora, de la cual Julia y su payaso escaparon de la mano antes que reventaran los fuegos artificiales: a ellos ya les quemaba algo allí abajito. Aquella mañana que había sacado cita con el otorrinolaringólogo (dejó a sus dos hijos en el colegio), se arregló tan bien que no aparentaba 24 años cuando un desconocido chico débil y enfermizo salió del consultorio del pediatra y, al verla, se sentó a su costado para esperarla y perseguirla luego.

Al principio fue difícil hablarle, me relató Osquítar, meses después de los hechos. Unas señoras de hábito morado lo atrasaron: ellas le contaban del milagro de la vida, del peligro de la Tentación y de nuestra misión en la Tierra. Julia, educada, escuchaba lo que le contaban esas añejas inquilinas de la fe cristiana. De vez en cuando alzaba la mano, intervenía, preguntaba (tenía, por ejemplo, la inquietud de saber cómo aquellos mansos leoncitos aparecían acariciados por jubilosos niños en el folleto que le dieron, ya que contradecía todo lo que había visto en Discovery Channel junto a sus hijos) y luego volvía a su posición original de “a ver a qué hora se desocupa el doctorcito ese”. Cuando escuchó su apellido, se despidió de las inoportunas señoras y camino unos pocos pasos hasta la oficina del otorrinolaringólogo.

Osquítar pensó en retirarse, que no la iba a esperar ni a balas. Estaba a punto de levantarse del asiento cuando las achacosas creyentes le preguntaron joven, ¿usted cree en Dios? A Osquítar no le gusta esa pregunta, le parece muy difícil de responder así que dijo, dubitativo, tal vez sí, para zafar rápido. ¿Por qué, pues?, tiene que estar seguro, espetaron las dulces comadronas. Le trataron de “hijito” y le hablaron de los beneficios ontológicos de comportarse bien y como manda la ley del Señor: siendo recto en el buen obrar y desinteresado en el perdonar. Porque no somos nadie hijito, concluía una de ellas.

Sin darse cuenta, la cháchara se extendió hasta que Julia terminó su consulta. Él, claro, no la abordaría ahí mismito, le parecía muy arrojado de su parte, además de poco coherente con las ideas de salvación de los Infiernos que había compartido con las chicas de hábito morado: es decir, se iba a ver mal. Así que esperó a que bajara y le hablaría a la salida del Bermúdez. ¿Y cómo?, le pregunté. No sé, inventaría un tropiezo con ella o lo que sea, me dijo, meses después de ocurridos los hechos.

Afortunadamente las señoronas de morado le habían dado un papelito donde apuntaron la dirección de la Iglesia a la que podía ir para reunirse con otros creyentes para que siguieran conversando de esos temas tan dejados de lado hoy por esta sociedad pervertida, hijito. Papelito en mano, supo que ahí tenía la excusa: simular devoción al Altísimo para iniciar el proceso tortuoso de conocerla y que pase algo más.

Fue así que, antes de llegar al paradero de la avenida Arequipa, Osquítar entró en valor y le dijo hola, te vi muy interesada con las hermanas ¿cómo te llamas? Julia se sorprendió que ese chico viniera tan campante a preguntarle sobre esa conversación que ella suponía privada: pero le contestó amablemente. Soy Julia, ah, ellas, la verdad que siempre es bueno conversarles y estar con Dios. Ahora Osquítar caminaba a su ritmo, preguntó ¿entonces vas a ir a las reuniones? Ella dijo que no tenía tiempo, que tenía dos hijos, un esposo que atender y una casa que, sino por ella, se caía a pedazos. Todo eso, de golpe, le cayó a Osquítar como miles de heladas Brahmas sin destapar.

Osquítar insistió con el tema, fingió ser un chico creyente, entrador e interesado en la Salvación. Mentira, para él la Salvación era que Julita le diera pelota. Pero el tiempo se acababa, el microbús de ella llegaba. Julia no se despidió de Osquítar, es más, lo dejó con la palabra en la boca y subió al micro rumbo a Cercado de Lima. Osquítar, que confunde las cosas, pensó que no se despedía porque ella quería que subiesen juntos al bus y, aunque él debía volver a su casa en Lince, subió: se sentó con Julia por los últimos asientos. Empezaba a incomodarse con ese microbio que la seguía desde el Bermúdez.

Ella se sentía acalorada, pero no por los dotes gilipollescos de Osquítar, sino que ya le parecía incorrecto que un mocoso porfiado le hable a un ama de casa: el acoso era inminente. Pensaba: en cualquier momento sube la vecina y me ve con este. Osquítar le pidió su número, ella no estaba obligada a dárselo pero flaqueó y le dictó los siete dígitos que, maravillado, apuntó el chico. Te timbro para que grabes el mío, dijo él, muy optimista. Ya, aceptó Julia con media sonrisa pero con el rostro volteado hacia las sucias calles de la avenida Wilson. Semáforos más allá, se dejó dar un beso en la mejilla y bajó con prisa, sólo quería escapar.

¿Por qué le diste tu número, sonsa?, se preguntaba Julia mientras abría la puerta de su casa. Al entrar, ya sabía la respuesta.

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{ QUIERO CREER QUE NO SE PERDERÁN EL DESENLACE EN EL CAPÍTULO II }

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Fotografía gracias a woolloomooloo

Esta canción de la Mosca Tsé Tsé se la habría susurrado a los oídos el acosador Osquitar a la prohibida señora Julia si es que ella, en el microbus, le hubiera hecho mayor caso.



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sábado, 18 de julio de 2009

Mañana Será Ayer


Es curioso cómo se conoce la gente pero siempre hay un suceso gracioso o una anécdota que contar pero siempre hay algo que decir. Blue y yo somos amigos desde que tengo memoria o tal vez desde siempre. La primera vez que la vi fue porque su madre es amiga de la mía desde el colegio. Y es así como la conocí, Blue vivía a pocas casas de la mía así que casi siempre iba a mi casa o me obligaban ir a la suya. Aunque suene paradójico yo la aborrecía hasta el punto de decir basta.

Estudiamos juntos los primeros años de primaria hasta que su padre consiguió un mejor trabajo en Sevilla (España) y no sólo se mudó del típico barrio de Pueblo Libre (de parques con una virgen al medio) sino que también de colegio al otro lado de la ciudad así que perdí todo contacto con ella por muchos años.

Por esas casualidades de la vida nos volvimos a encontrar en secundaria. Qué distintos éramos de aquellos niños que se hacían la vida a cuadritos pero que se la pasaban muy bien. Al reconocernos después de años en el salón hicimos lo que hace cualquier adolescente a esa edad: nos ignoramos. Al ir creciendo, tuvimos fines distintos como los juegos, la música, hobbies y amigos, aunque uno que otro teníamos en común.

Fue en Tercer Año, si lo recuerdo bien, que Jimena (la chica de la cual estaba enamorado) me hizo la vida a cuadritos sin razón alguna (con ayuda de Blue). Poniendo goma en mi asiento, manchándome la camisa de liquid paper y ese tipo de cosas que no me acordaba hasta que empecé a escribir este post. Más de una vez casi pierdo el control pero nunca lo hice porque eran mujeres pero ganas no me faltaban, Blue pasó a ser una mala imitación de Jimena, una especie de copia barata y lo peor es que estaba enamorado de Jimena desde los pies hasta los rulos de mi cabeza.

A pesar de que Jimena buscaba siempre herirme con alguna broma pesada lo hacía tal vez porque sabía lo que sentía por ella. Yo le dejaba poemas, cartas, dibujos, chocolates, etc. Es más, creo que empecé a escribir por ella. El tiempo siguió pasando hasta que el grupete de Jimena le hizo una broma pesada a Blue, aunque nunca me contó supongo que debe de haber sido grave porque a raíz de eso se distanciaron bastante. Con la hormonas en explosión y efervescencia adolescente le dije a Jimena todo lo que sentía por ella y me respondió con un rotundo ¡no! y no sé cómo todos mis compañeros terminaron viendo mi papelón triste y con la cabeza gacha me sentí el hazme reír del salón y porque no del colegio.

Por irónica que es la vida el profe de Mate tenía la estúpida costumbre de sortear los asientos y a mí me toco con Blue. Los primeros días fueron incómodos pero fueron las historias graciosas que siempre tenía que me hicieron olvidar y sanar las cosas que me hizo alguna vez.

Fue el último verano antes de acabar el colegio que me llamaba a mi casa y planeaba salidas en grupo con chicos del cole o solos a los juegos mecanicos, cines, bowling, tomar helados, ir a fiestas y sin darnos cuenta nos hicimos mejores amigos. Justo tres semanas antes de comenzar el primer día de clases la noté cambiada, estaba espectacular. Ya no era la niña insoportable, ni la sombra de Jimena, ni la chica fea ni linda, era Blue en todo su esplendor adolescente. Pero el amor nos distanció de nuevo cuando se volvió enamorado del chico más popular de la escuela y yo que estaba de novio con “X”.

Ya no habían llamadas telefónicas, ni salidas de grupo ¿Ya no éramos amigos? Se lo pregunté una vez y me pidió que la entendiera ¿Pero me entendía a mí? O es que acaso necesitaba de ella, nunca lo sabré pero la extrañaba y eso era suficiente.

Al terminar el colegio, el idiota con el que estaba la dejó sin terminar con ella, sin avisarle, y yo que siempre estaba cada vez que me necesitó, estuve ahí. Volvieron las llamadas, las salidas (las entradas) y de más mientras yo trataba de equilibrar mi tiempo entre “X” y Blue. Hasta que después de un año y tres fines de semana “X” me dio el adiós: estaba enamorada de otro chico y yo tenía que dejarla ir. Así que con Blue pasamos más tiempo que antes, siempre intentábamos hacer cosas nuevas como la vez que entramos al circo sin pagar (¿te acuerdas?). Pero como siempre lo hecho todo a perder pensé, ingenuamente, que si éramos tan buenos amigos podríamos ser novios. Nunca me respondió simplemente me dejo de hablar por tres largos meses (verano) hasta que volvimos a encontrarnos en una fiesta de un amigo en común conversamos y le prometí nunca más decirle lo que siento por ella (hasta el día que regrese, eso quedo en mis pensamientos) y poco a poco todo volvió a la normalidad. Nos volvimos como pan y mantequilla, Batman y Robín, inseparables, como un niño con su pelota, pero como todo en mi vida no puede tener un final feliz cierta tarde de las que duran poco y duelen mucho me conto que se iba a España que le había salido la visa de residente y que se iba en un par de semanas y sin más ni más se fue… y salió una vez más de mi vida. Han pasado tres años que no la veo y sólo hablamos por Messenger. Voy camino al aeropuerto se quedara unos días en Lima y espero ser nuevamente como pan y mantequilla.
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Fotografía por Daniela Rieckhof

lunes, 13 de julio de 2009

La Construcción


O de cómo dos amigos

se reencuentran para crear un bloJ

Dos albañiles acordaron dejar de lado las herramientas, los picos, las palas, los clavos, los martillos y aquel edificio que prometía ser el más grande de su atribulada ciudad, y del que iban a ser, casi sin importarles, pequeños y mártires hacedores, para dedicarse ahora a picapedrear en las vidas de los demás: a pesar que consideran esta labor más sacrificada y dolorosa tienen que hacerlo porque está malditamente escrito en su sancochado camino (que los llevará a no saben dónde). O tal vez todo sea por un tiempo quizás y esa inmensa seriedad con que se toman el papel de escribidores se convierta luego en una pantomima y un irresuelto espíritu de abandonarse para terminar en mal puerto esta aventura que con el puteadísimo post anterior emprendieron.

A mí me toca contar cómo fue que reencontré a Teni, ese chico que salió del hogar de Pony, con el que vengo naufragando tantas tardes de ocio intranquilas y fines de semana de imperecedera búsqueda sentimental.

A él no le gusta recordarlo, pero lo conocí en el colegio más pituco de Breña: el Santa María. Estudiamos juntos dos años y luego yo abandoné ese colegio por uno pre-pre-universitario de la avenida Salaverry. Y fui un ingrato, lo acepto. Nunca visité a mis compañeros, fui una buena mierda con ellos, pero el Teni y toda esa promoción han sabido no reprocharme eso (aunque lo más probable es que nadie me extrañó allí).

Mucha agua corrió bajo el río hasta que lo reencontré en un subterráneo bohemio después de seis años: yo recordaba a un chico pulcro; con peinado raya al medio como un libro abierto; con camisa metida al pantalón sanmabrino; una hombría al parecer bien dirigida y ahora me lo cruzaba todo poseril él, con cuerpo esbeltetudo, el cabello desarreglado y largo, cervezas en las cuatro extremidades, camisas huachafas, legalizando, hecho un taquero sin futuro y todavía jugando en mi mesa. Y lo mejor, con una nueva manía, su ya clásica pregunta: oye, Pato, y este fin de semana –los ojos despegando, moviendo los dedos- ¿dónde la haces?

Teni había cambiado, es más, sí le recordaba ansias por ser famoso y salir en las portadas pero no por medio de la escritura como ahora intentamos (lo que nos depara un destino de famosos pobretones).

Hace unos meses lo describí en su perfil como el “chico con nombre de galán de Televisa, pero que aspira a algo más noble que eso como ser escritor, y yo respeto demasiado eso porque cada quien aspira lo que le haga más daño. Al que no quiere buscar trabajo por temor a encontrarlo y por seguridad de no perderlo. Al chico del millón, del millón de amigos que se siente como pez en el agua en esa piscina olímpica y sin agua que es la soledad. Al chico de las interminables fiestas y matinés bohemias limeñas y asiáticas. Al preso de su libertad. Al chico que hoy quiere que lo miren (y hoy quiere que lo vengan a buscar). Al chico que sabe que el amor y la tos no se pueden ocultar. Al que siempre sigue la misma dirección, la difícil, la que usa el salmón. Al que le exita cagar en el mar. Al Pedrito Suarez Vértiz de la blogósfera. Al que no aguanta ladillas en la ingle pero sí pulgas en el corazón”. Esas frases creo que le arrancaron carcajadas y por eso las repito aquí.

Pero es el Teni que sueña con una vida llena de glamour y belleza, sino por su parte, por parte de las chicas que no se dejan conquistar. Fue ese mismo Teni (o Jorge Luis, para efectos mediáticos) que una tarde risueña de junio en el billar abrió su corazón y me contó su idea de publicar algunos textos en Internet. No le hice caso y procedí a embocar un par de bolas para salvar el honor en esa mesa que perdería luego. Teni seguía paradito, resuelto a que le haga caso y me lance junto a él a esta piscina bloguera. Y cómo desencantarlo, cómo decirle que no a esos ojitos que miraban vírgenes, pedilones, serpentinos, atravesándome de oreja a oreja. Y fue que lo comprendí. Mi amigo, futuro periodista me convencía así de ser un futuro periodista con él.

De los dos, yo he tenido un breve paso por la Blogósfera y ahora quiero apoyar a mi amigo Teni para que se haga famoso, como él quiere (no con mi poca fama, sino con mis conocimientos informáticos ya que él casi ni sabe usar el mouse). Él está convencido que pronto le harán notas en revistas como Cosmopolitan, Vogue, Soho, Hola!, etcétera y en Magaly también. Su entusiasmo peliagudo me ha encabritado a seguirlo, a auspiciarlo, a ser su mecenas y hasta su media naranja, aunque estemos condenados, y ya lo sabemos, a terminar como Abencia Meza y Alicia Delgado. O, para ir más lejos, separados por puñetearnos en algun cine, merced de los caprichos de una dama intrigante, como le ocurriera a Vargas Llosa y a Gabito.

Y aunque yo creo que la próxima generación de buenos periodistas no se ha visto tentada a abrir bitácoras como esta (tan de moda en estos tiempos) y permanece en la sombra (pues esto es muy poco para ellos) ya no me importa eso. Abriré un bloJ más, expondré al amigo Teni al barullo informático, al peligro de gol, al chongo fácil, a la peliculina. Vamos a chotear al periodismo nacional, porque nosotros ya no podemos esperar a que nos contraten en las rotativas de esas prestigiosas agencias como Reuters, EFE, la BBC, El Clarín o Andina. Nosotros somos y nos nombramos, desde ahora, los periodistas del corazón.

Es así que decidimos dejar la construcción de edificios ajenos y polvorientos, dejando a otros amigos albañiles en la construcción, y ahora pasamos a habitar este techo propio, esta pequeña pensión informática, este cuchitril del ciberespacio, esta alcoba donde ventilaremos cuentos de dudosa reputación, que irá tomando forma con el transcurrir de los posts y las choteadas varias que traspasen nuestros esponjosos cuerpecitos.

Y para terminar esta presentación en sociedad, bien se ha dicho ya que la manía de los hombres es creerse eternos en el diminuto damero en el que se mueven prolíficos y olvidados por su subyacente impotencia. Esperemos no marearlos. Mientras dure, mientras podamos, y si de paso nos hacemos famosos, les agradecemos a todos nuestros seguidores por estar literalmente a nuestro lado siempre comentando (literalmente, repito), aunque sea con una carita triste o una feliz (o con esa que lleva dos puntos y una ese).

Fotografía por LeCazador

martes, 7 de julio de 2009

A Modo de Carta



13 de julio
Hola, ¿Cómo estás? Espero que bien. Y al deciresperodeseo que así sea.
Pensé cada palabra, cada frase y cada oración inscrita en este papel, para tratar de no sonar tan patético como suelo ser y, contradictoriamente, por serlo en este primer post.
Tengo la pequeña y vaga ilusión de que leas cada una de estas letras aunque sé cuanto odias leer (un poco menos de lo que me odias a mí) y que de Mafalda y Condorito no has pasado.
Quiero aprovechar para pedirte disculpas públicas por todo lo malo que te he causado. No te preocupes, no diré tu nombre pero sabes que es para ti, así que simplemente te llamaré “X”. Lanzo este, mi primer bloj, esperando la aceptación o negación de mi público (conocidos amigos y familiares) antes de lanzar un libro.
Yo que sigo siendo el mismo chico con desayunos de “Capitán Crounch” con leche porque me da flojera comprar pan, que no me gusta el reggaetón y menos la cumbia, que creo ser de Derecha porque aun no sé muy bien que es la Izquierda, aunque creo que es comunista, que suelo tocar guitarra por las tardes, jugar pool (sobre todo los viernes) y perder dinero cuando me reúno con mis amigos para jugar al Póker. Yo que adoro las películas extranjeras (italianas y españolas) y no sólo las de Hollywood, que me encanta leer novelas de Coelho, Bayly, García Márquez, Dan Brown, José Luis Mejía entre otros. Que pienso que el mejor comediante de todos los tiempos es Cantinflas porque me hace reír, llorar y trasladarme a épocas pasadas donde fui más feliz, a épocas donde no tenía responsabilidades, donde no existían los parciales, que no tenía que pensar qué camisa usar el fin de semana para ir a una discoteca barranquillera (Carpe Diem, porque es la única que paga) o miraflorina (Casa Vieja, porque es la única que puedo pagar; y Aura, porque me ponen en lista), porque no salía con chicas equivocadas para salir de la rutina. Y sobre todo porque los (adultos) mayores dicen que todo tiempo pasado fue mejor.
En fin hay muchas cosas que podría contar y aun no he empezado: espero no aburrirte. Me enteré que estabas trabajando de anfitriona o modelo en una exclusiva discoteca de esta inmunda ciudad y creo que alguna vez (que estuve en lista) te vi. Sé que tienes novio nuevo (que para ti es como tener un esmalte nuevo de L´bel) y me parece que lo quieres y cuidas bastante (como a tu iPhone). Como debe de ser.
Pero a ciencia cierta nunca supe cómo te fue después. Nunca nos reunimos a hablar de lo que pasó y tal vez es mejor así, querida X. Pero daría todo por tomar un café contigo, y de los caseros no porque solo frecuentas el Starbucks, y charlas contigo de todas las cosas que han pasado este tiempo y reírnos de todo y de nada. Y, si se puede, llorar un poco al despedirnos.
Yo, en cambio me dedico a las letras, sabes que siempre fue así. Yo que soy la oveja negra de mi familia pero el mejor amigo para mis amigos. El modelo que todas mis amigas quisieran como novios para ellas pero que ninguna es mi novia. Que mis amigos me han tildado de rompecorazones cuando son las chicas con las que he salido las que han roto el mío. Que abiertamente me han dicho remedo de Renato Cisneros y que mi bloJ es una copia del famoso Busco Novia.
Te escribo porque hoy se cumple un aniversario más que no estás conmigo y eso me hace sonar más patético. Este verano fue sin duda el mejor de todos porque hice tantas cosas que los días se hacían largos y las noches cortas. Aunque mi burdo intento por surfear terminó en casi mi propia auto-eliminación pero aun así me divirtió mucho.
Como aquel día en que Mario me presentó a su amigo Juan Diego (que no es ni Flores, ni González Vigil), que a su vez nos invitó a una aventura playera rumbo al Sur. Juan diego conducía un hermoso Mustang blanco que era, obviamente, de su madre pero se lo había prestado por todo el fin de semana. Así que con las mismas alistamos nuestras cosas y nos fuimos para allá. Mientras JD conducía por la avenida Bolivar se detuvo el carro y tuvimos que empujarlo hasta el grifo más cercano, el idiota se había olvidado de echarle combustible. Nuevamente en la autopista mientras escuchábamos a todo volumen Don´t Matter de Akon la policía nos detuvo ya que JD tiene pinta de chiquillo y pensaban que no tenía licencia. Yo sólo atiné a reírme. Puestos ya en la carretera, mientras nos alejábamos de la bulliciosa ciudad, contemplábamos las cálidas playas del Sur.
Una vez en la playa (y no de estacionamiento) nos pusimos el wetsuit: aunque no sé surfear lo hice de mono. Sacó sus dos tablas y me dejó una morey morada. Ellos se fueron a correr los mejores tubos que les daba el mar y yo me quedé cerca del carro disque calentando antes de entrar. De pronto una hermosa chica de rizos castaños se me acerca y me pregunta si yo también corría tabla. A lo cual respondí con un enérgico ¡! Tanto fue mi entusiasmo por impresionarla que me lancé al mar (aunque del estilo perrito no paso). Una vez adentro, cogí lo que sería una buena ola pero fue muy grande para mí. Luego de revolcarme bien duro, terminé en la orilla adolorido pero no lo notaste porque me hice el fuerte. La chica corrió hasta la orilla y preguntó entre sonriendo y preocupada si me encontraba bien. Yo la miré como quien dice tú qué crees, mamita. El mal rato valió la pena cuando después de varios minutos de conversación sin sentido intercambiamos números y me invitó a la fiesta que daría de regreso a la ciudad. Al salir del mar, Mario y JD, les conté lo sucedido. Ellos rieron pero aquel fin de semana con aquella chica y sus amigas fue increíble, quedará en mi memoria por siempre. Mario tuvo un pequeño romance con una de ellas y lo echó todo a perder por cosas que no puedo contar (no, por lo menos, en este post, tal vez en el siguiente). Espero no haberte aburrido, mi estimada X.
Fotografía por Nathalie Gates.