lunes, 30 de agosto de 2010

De cuando fui secuestrado


Siendo las 4:52 pm, llamó a mi casa un sujeto que se hizo pasar por policía. En mi teléfono, quedó registrado el número 98146-8720. Contestó mi madre; estaban solas, ella y mi hermana menor. El tipo dijo que yo estaba detenido en la comisaría, que me habían intervenido en un auto station wagon tomando drogas con cinco amigos más. El supuesto efectivo policial solicitó a mi madre mi número celular para saber cuál de los seis celulares que tenían en su poder era mío. Mi madre, ingenua, cayó en la treta y, habiendo conseguido mi número esos ladronzuelos, choros de mala concha, decidieron ir por mí.



Yo, que todo el día estuve en la universidad (en teoría, secuestrado ahí adentro), volvía de almorzar con unos viejos amigos. Luego de eso me había quedado con dos de ellos, mi amigo periodista y mi amigo grafitero. El primero nos invitó a fumar: accedimos y se cumplía así la primera pista que el tonto hampón le dio a mi madre.



El policía mentiroso dijo que me tenía a su lado y un chico dijo llorando “ayúdame, me han detenido” (imitar mi modo quinceañero de llorar ya era un mérito). Mi madre no sabía que yo estaba fumando pero, como sospecha que cultivo esas prácticas astronáuticas, creyó en los falsos comisarios, no sin antes reñirme por teléfono “¡con quién paras hijo, cuántas veces te ha dicho tu hermana que no andes con gente malograda!, ¡ya ves lo que pasa por desobedecer!”. Pobre mi madre, realmente la lastimó tremendamente la noticia de que su hijo había caído en una redada policial.

Inmediatamente, el tipo que hablaba con mi madre, la comunicó con el “Comandante” para que le dijera sus requerimientos. “Señora, ¿quiere que la ayudemos o no?”, dijo antes de lanzarle un chantaje a mi madre. Ella dijo “sí, sí, pero díganme si está bien”.
Todo fue cuestión de minutos.



Por mi lado, a las 5:01 pm recibí un mensaje del número 98820-0934, que no leí en ese momento. Decía “FELICITACIONES, GANASTE UN BONO DE 250 minutos Mensuales… ¡VIVE LA PROMOCION OSIPTEL 2010. RECIBIRÁ SU BONO EN 60 minutos. MANTENGA SU EQUIPO APAGADO X 60 minutos”.

Un minuto después, a las 5:02 pm, me llamó un sujeto de un número privado dándome la buena nueva: que era ganador de una bolsa de minutos y que debía darle mis datos para confirmar la entrega. Dije en voz alta, para que mis amigos escucharan, “¡me vas a dar 250 minutos gratis, que tengo que hacer!”. Mis amigos rieron, uno se animó a decir que era floro, que me cobrarían luego. Pero me interesó más el efecto que causó en el cochino ladrón, mentiroso y perdonavidas: se quedó lelo durante dos segundos, larguísimos, ladrón que se respeta no está callado ni medio segundo.

Su nerviosismo demostró el engaño del que me quería hacer víctima. Volvió a pedirme mis datos, le dije que me esperase y le corté la llamada. El tipo insistió y le di el celular a mi amigo grafitero para que lo mandase bien lejos. Él contestó y le dijo sin más, “oye, ¿no me quieres chupar la wasa?”. Reímos, pero el sujeto insistió, pero ahora sólo timbraba. Me dio un poco de temor, pensé que podía haber estado clonando mi línea, o hackeandome.



Ofuscado, el malhechor del teléfono confesó a mi madre que eran unos secuestradores, que me tenían atado y que si me quería rescatar, debía depositar la suma de 10 000 dólares en una cuenta bancaria para liberarme. Mi mamá escuchó mal y preguntó “¿500?”. El del teléfono respondió “¡esos 500 métaselos por el culo!”. O sea que encima de menospreciarme al pedir un rescate tan humilde, se puso bravucón con mi madre.

Nunca le perdonaré a ese bribón hijo de fruta, haber engañado y provocado el llanto de mi sacrosanta madre. Imaginar los 20 minutos terribles en que ella no se pudo comunicar conmigo, me produce una ira irreversible contra esa tramposa alimaña.

A las 5:12 pm, una chica me llamó de un teléfono público y me preguntó si estaba bien y dónde estaba: era mi madre. Apenas me preguntó eso, entendí todo. El aprendiz de raptor, había querido que yo apague mi celular por una hora para que mi madre, desesperada, al no responder mi celular, depositara en alguna cuenta bancaria los menudos 10 000 dólares americanos. Dinero que tampoco tenía.



Pero esos tipos qué creían, que yo les iba a dar mis datos para que me ubiquen, o para que me clonen el número. Creyeron que yo, el rey de los posts que destruye su propia privacidad, les iba a dar mis números bancarios (cuentas sin fondo, claro). Que les iba a dar el gusto de que ellos me calateen antes que yo mismo lo haga. Qué creen, que yo no conozco sus métodos, que no he leído novelas de espías y hackers, que no me he ido entrenando en el oficio de engañar gente, de vender cebo de culebra, de contrabandear con mi propia vida. Me creyeron tan ingenuo y barato que me ofenden.

Algo sí es seguro, esos cabrones saben mi número de casa; lo buscaron en la guía telefónica. Por lo tanto, les sería fácil encontrar mi dirección. Eso me preocupa, me jode pensar que podrían un día tocar mi puerta. Espero que me encuentren porque tengo unas cosas que conversar con ellos. Otra posibilidad que se me ocurrió fue que me hayan encontrado por el blog. Si fue así, y están leyendo esto, envío desde aquí un saludo a mis queridos plagiadores, encomiéndense a Dios, putos, que ya los denuncié, pero antes que los agarre la policía, les enviaré un sobre cerrado con ántrax o los caparé por haber sido tan descuidados de haber hecho llorar a mi madre a los ojos de mi hermana menor.

Vengan por mí, no les tengo miedo. Después de aniquilarlos, este planeta será un poquito más habitable.



Al día siguiente, acudí a la comisaría del sector para notificar la denuncia (sólo para dejar constancia). El teniente de turno (parecido a Porky) me atendió casi a regañadientes. Me hizo esperar sentado al lado de una chica joven, no mayor de 24 años calculo, de pelo castaño y tez blanca, lo que hizo la espera menos larga. Al levantarse un silencio entre nosotros, ella me habló, me preguntó qué hacía yo allí. Le conté un resumen efectista del caso. No se sorprendió y me contó una experiencia parecida que le había ocurrido a su vecina.

Me animé a preguntarle qué hacía ella allí. No me quiso contar mucho, “nada importante, un lío con mi enamorado”, dijo acomodándose el cabello detrás de las orejas. Llegaron los tenientes y cada uno fue a declarar los hechos ocurridos. Por mi parte dije lo que tenía que decir. Pero me llamó la atención lo que aquella mujer ojerosa, con las manos hundidas en las piernas, declaraba.

Su novio la había agredido. Un tal Joseph Chacón por lo que pude escuchar. Un maldito hombre que no ama a las mujeres, que las repudia y que, en su impotencia, no sabe tratarlas. Yo creo eso firmemente. La violencia (física y psicológica) se funda en la impotencia de no poder controlar a una persona. De no tener la capacidad de arreglar un problema con palabras. La violencia no se justifica en ningún caso, por eso celebro que aquella chica denuncie al tal Joseph Chacón Vegas, y digo su nombre verdadero para desenmascarar a este violentista, poco hombre y chanca-mujeres.

Era la segunda vez que asistía a una comisaría. La primera fue para denunciar el robo de mi bicicleta doce años atrás. Mi querido teniente demoró un poco en entender mi caso, en parte porque otro policía caminaba por los pasillos gritando “¡Sargento Gómez Huarcaya donde está!”.

Porky tampoco sabía qué delito me correspondía, si extorsión, estafa, chantaje u otro. Recordé que mi amiga abogada Lucía, a quien le conté el caso, me dijo que correspondía “delito contra la fe pública”, y como la ignorancia es atrevida, le dije que era tal delito, pero Porky hizo una mueca de sonrisa como diciendo “tú qué sabes, huevón, déjame hacer mi trabajo”.


...

Quiero terminar esta crónica roja reflexionando sobre la preocupación de las madres. Comentando mi caso con unos amigos, me di cuenta que todas las madres caen al recibir una llamada de éstas. Ya sea por unos segundos, ellas se preocupan tanto que son capaces de cambiar su vida ahí mismo, por teléfono, para salvar la de su hijo. Sobre esto, mi mami sabe mucho.

Al salir de la comisaría me llamó otra chica, adivinen, quién más que Teni. No sé cómo se había enterado pero llamaba para preguntar cómo estaba. Le dije que bien y que no se preocupe, que de todas maneras cerrábamos esta semana anormal al lado de los subnormales que asistan al día del blog, y en lo posible haré todo lo que esté a mi alcance para robarnos algún premio, así me atrape la policía. Él cortó contento.


_____________________
Esta historia en una canción.



________________________
Fotografía por :)gab(:

domingo, 22 de agosto de 2010

Revanchas sentimentales




Los fantasmas y demonios del pasado revolotearon mi cabeza. Ella lo había hecho de nuevo, se había ido de farra el viernes por la noche, llegó ebria a su casa, por lo cual, no pude verla al día siguiente, pues estaba castigada. Me contó todo por Messenger, dos de los tres tipos que la acompañaban intentaron besarla. Uno fue más agresivo, el otro le dedicó una canción con el mismo fin. Cuando le pregunté desesperado si había besado a alguno de ellos, me respondió que no. No le creí, pues, en el pasado ella ya había besado cuatro chicos en una noche, estaba furioso, y quizás por Messenger me excedí un poco, probablemente se sintió ofendida. Después de mandarme a la mierda se desconectó. Intente llamarla muchas veces esa misma noche, no contestaba, me castigaba con su indiferencia. No sé si lo merecía o quizás ella siempre fue así.

Salí enardecido pero culpable, siendo culpable me sentía inocente, traté de odiarla pero la quería, la había perdido y quería recuperarla, no obstante, esa noche no. Pensé bien, la venganza era mía. Entonces, pensé en lo único que un hombre despechado, inseguro e inmaduro haría: buscar a una chica para desquitarse. Lo pensé, pero no lo hice. En su lugar  llamé a Mario, uno de mis mejores amigos, hacía un buen tiempo no lo veía, necesitaba sus consejos. Lo último que sabía de él era que salía con una chica mayor. Él, tanto como  Piero, con las chicas son como Maradona con la pelota, saben cómo y cuándo hacer lo que deben hacer.

El plan era simple, llamaría a Mario, tomaríamos un par de cervezas en su casa, le contaría lo sucedido me daría un par de consejos como: “Oye, no te sientas mal, una chica que ha sido fácil, siempre lo será, tú sabes a qué vas, diviértete con ella, como ella lo hace contigo, y tranqui, que chicas sobran”. Sin refutarle nada, seguiríamos tomando, haría un par de llamadas y buscaríamos un par de chicas fáciles, las llevaríamos a algún antro de Barranco, nos emborracharíamos juntos. Según la suerte, las ganas y alcohol, nos acostaríamos con ellas.
Al salir de casa, una leve garúa se apoderó del cielo, aun no sabía lo que esa noche me deparaba. Caminé presuroso, caminé entristecido, caminé con un corazón destrozado y con un cigarrillo a medio consumir. Al paso de las cuadras, me pareció ver a alguien a lo lejos, como si nos conociéramos de una vida pasada ¿podría ser ella? ¿era posible? La vi a lo lejos, entró a un conocido fast food. Entré siete minutos después, la vi, y me vio, me hice el distraído, mirando los paneles, miraba superficialmente como si mi estresada vida dependiera del combo uno o dos: una gaseosa o las papas. Se acercó, me tocó el hombro y me dijo: “¿Teni?” - odio que me digan así, sin embargo, no había dudas, era ella: Clarisa Lombardi.

Cierro los ojos y la miro, el tiempo no ha pasado por ella. Aun conserva esa mirada tierna, esos ojos almendrados, sonrisa fácil, cabello castaño oscuro: color café, mejillas prominentes, cejas ralas y labios carnosos, muy parecida a Katie Holmes, cuando interpretaba el papel de Joey, en “Dawson Creek”,  una seria noventera que nos gustaba mucho. La recuerdo todavía con su uniforme perfectamente ordenado; largas cuadras hasta la puerta de su casa, más media hora  de conversaciones con dos cachitos de majar blanco que yo siempre compraba.  La mitad del tiempo, hablada de lo hermosa que era, la otra mitad ella hablada de André (que más adelante fue novio de Blue y posteriormente de Ximena, dos chicas a las que amé).

Clarisa y yo éramos mejores amigos, casi inseparables, allá por la lejana secundaria, cuando yo cursaba el tercer año de secundaria y ella el segundo. Todos los recreos nos juntábamos en el patio del colegio: André, Ximena, Clarisa y yo. Entre los cuatro habíamos conformado un grupo de amigos que se reunía casi siempre más por insistencia mía que por las ganas de André, pues, todo esto era un enredo sentimental Clarisa y Ximena suspiraban por André, mientras yo me desvivía por Clarisa, aunque nunca se lo dije, ni lo mencioné, siempre cumplí ese rol de mejor amigo y nada más. Era una especie de premio consuelo, que a muchos chicos como yo nos conformaba.

Una tarde de julio, Clarisa me confesó que André le había escrito una carta, donde plasmaba sus emociones, que él estaba confundido, que no la quería lastimar, quería seguir siendo amigos, sin embargo, la había besado un par de veces, a escondidas, los viernes después de banda, cuando ella iba a recoger a algunas amigas y se iban juntos bajo la sombra protectora de la noche. Cuando ella quiso formalizar su relación y contarle a los cuatro vientos que era novia del André, este lo negó todo, pues, él estaba de novio con Verónica una chica de nuestra promoción que vino de Japón.

Después  de la primera decepción sentimental causada por André, Clarisa mantuvo una relación sentimental con Bruno, un tipo de aspecto bravucón y malicioso, de rostro muy parecido a un triceratops, hasta el día de hoy no entiendo que hizo una chica como ella con un tipo como él. Las cosas tampoco le fueron del todo bien, Bruno la engañaba con una chica del salón del costado, de mi aula, nunca le dije nada, Clarisa nunca me hubiera creído, y seguramente todo hubiera terminado en una paliza de Bruno y su banda se secuaces aliancistas.

Por problemas económicos, Clarisa dejo la escuela en cuarto. Esporádicamente la volví a ver un par de meses después, estaba en un colegio estatal, lo cual la hacía muy infeliz. Para consolarla la acompañé hasta su casa y, como siempre, compré un par de cachitos de manjar.
El tiempo había pasado ya habíamos acabado ambos el colegio, y casi sin querer dejamos de frecuentarnos, llamarnos, visitarnos, hablarnos y de vez en cuando saludarnos. Habíamos crecido, conocido personas diferentes, y todo lo que escuchaba de ella me decepcionaba, no podía creerlo, ahora estaba frente a mí, dándome un fuerte abrazo, había creado este momento, para verla o porque aquella noche me sentía solo y que mejor que ver a una vieja amiga.

-¡Teni ¡¿Cómo has estado?
-Bien -nervioso dije.
-Que coincidencia que nos encontráramos ¿no?
-Bueno, que quieres que te diga, “Lima es un pañuelo”.
-JAJAJA sí pues ¿y adonde ibas?
-No tenía planes –mentí, aparte si Mario llamaba, entendería.
-Y te provoca si comemos juntos -me miró.
-Sí, por mí está bien.
-Te había visto desde que llegaste, pero no estaba segura si eras tú. Cómo has cambiado Teni.
-En cambio tú, estás igual de linda como siempre.
-No por favor, engordé un par de kilos.
-No, nada que ver.

Nos sentamos en la misma mesa, mientras la miraba devorar su hamburguesa, me excusé para dirigirme al baño, no podía creerlo, seguía igual de hermosa ¿tendría novio?- pensaba, ¿qué te pasa? tu novia te engaña y tú piensas cambiarla por una vieja amiga, me decía esa vocecita interior. Me mojé la cara, volví a sentarme al costado. Mientras miraba de reojo su escote, Clarisa  había dejado de ser una niña, se había convertido en toda una mujer.

Sentados, en la mesa, me ponía al tanto de su vida. Me contó que había estudiado Hotelería y Turismo en un instituto que no tenía tanto prestigio, no obstante, es lo que sus padres podían pagar, ahora trabaja en una agencia de viajes y en cuanto al dinero no se podía quejar, ganaba lo suficiente para sus gastos y le daba parte de su dinero a su mamá. Había terminado su relación con un conocido “grafitero”, pues, este era muy posesivo. Y ahora estaba sola, independiente y disfrutando de su soltería. Aunque no se le escuchaba tan convencida de esto último.

Por mi parte le conté que  estudio comunicaciones, que siempre fue lo mío, que en mis tiempos libres escribo en un blog, que tiene una relativa fama mediática, que un par de lectores me había reconocido en la calle, y quizás un día escriba sobre este encuentro, alardeé.
Fue una conversación amena compartiendo recuerdos, risas, anécdotas, hablando de profesores, del colegio, de alumnos, compañeros, de las que habían quedado embarazadas, de los que eran papás, quienes estaban en la universidad y quien aun no hacía nada por la vida.
Sabias que André, estando con Ximena, me invitó a salir el descarado, cuando vi, que Ximena me había contado días atrás que era su novia, quizás a él le daba algo de pavor o vergüenza, sabes, creo que nunca valió la pena. “Pero tú como lo tomaste”-me preguntó.  Aunque no lo creas, me dio mucha ira por lo que André le hizo a una vieja amiga, segundo por Ximena, a pesar de todo espero que no le rompa el corazón, parece ser que al final de todo ellos terminaron juntos ¿no? “No, Teni, tenemos 21, este no es el final”, dijo.

Más en confianza, le propuse ir por un vino o un café. Ella optó por lo primero, sin embargo, tendríamos que pasar por su casa primero, caminamos por nuestras calles, aunque ya no parecían ser las  mismas, y no nosotros, ya no somos los de entonces, ella ya no usaba su uniforme de colegio, ahora posee un sexy uniforme de trabajo. Ya no era aquel chico inocente que solía ser pues aquella noche intenté ser otro.

Clarisa, me propuso ir por unas latas, que tomaríamos en su casa, pondría un poco de música y celebraríamos ese encuentro espontáneo que se había dado. Una vez en su casa, mientras escuchábamos música, sonó su celular, contestó y se alejó considerablemente de mí, se notaba algo tensa, triste y molesta. Luego de varios minutos, me contó que se trataba de Brian, el nuevo chico con el que salía, era tierno, cariñoso, sensible, sencillo, educado y buen bailarín. Lo había conocido en el trabajo y su primer beso fue en un salsódromo, el problema es que tenía un hijo, y aquella noche, se iban a encontrar en Fast food, él nunca vino.

-¿Porqué siempre me fijo en los chicos equivocados? -dijo.
-Quizás, porque nunca le diste chance a los chicos buenos ¿no?
-Quisiera encontrar solo a uno.
-JAJAJA, no puedes meternos a todos en el mismo saco.
-Si me hubieran  gustado los chicos buenos, créeme tú hubieras sido mi primer novio.
-¿Queé? -dije nervioso.
-Vamos, acaso crees que las chicas no nos damos cuenta quién babea por nosotras y quién no. Pero eras tan bueno conmigo, que tenía miedo de herirte, aunque ahora me pregunto, que hubiera pasado si…
-Sí, es verdad estaba enamorado de ti, aunque eso parece haber sido una vida atrás. Pero ahora ya no somos los mismos, ahora somos dos viejos amigos, que comparten la pena de estar enamorados de las personas equivocadas, es todo.
-¿Y tú tienes a alguien?
-Lo mío es complicado. La chica con la que salía o salgo, tiene un pasado turbio, siento que ha vivido tres vida mías y eso me jode, y desconfió de ella sabes.
-Nunca intentes indagar en el pasado de una mujer, podría decepcionarte –asentí-. Bueno, ya es tarde, es mejor que te vayas antes de que te bese y después me arrepienta de haberlo hecho.

Nunca entendí que quiso decir con eso, creo que simplemente quería vengarse como yo de Malena, le di un fuerte abrazo, sentí el viento del planeta y me marché. Mi celular no dejaba de sonar, era Mario, me esperaba para salir juntos a buscar nenas.

Camino a casa de mi amigo, pensaba que ese encuentro con Clarissa había sido como un rapto de los marcianos. Ahora, vuelto a la tierra, luego de haber hablado con mi pasado extraterrestre, quise arreglar las cosas con Malena. Si no tuve el coraje de serle infiel era porque una luz tan lejana, una estrella tan abstracta me pedía a lo lejos que volviera a buscar  Malena. Fue lo que hice. Llegué a su casa dudando todo el camino si tocar o no el timbre. Un par de cigarrillos terminaron por empujar mis dedos al timbre. Antes de dar dos pasos, las compuertas de su casa se abrieron.

Un ser (en bata) verde llevaba una bolsa negra entre manos, del tamaño de un cuerpo humano. Pensé que ahora sí los extraterrestres habían venido a llevarme finalmente a esa galaxia paralela que es mi pasado, donde me cobraba revanchas con los amores perdidos. Pero no. Era la mamá de Malena, con una pomada viscosa y blanca en la cara (dudo si era solamente pomada), una bata verdusca y percudida (felizmente no transparente) llevaba la bolsa con los brazos extendidos y caminando como marchando (parecía sacada de un videocliop de Thrihllert). Era extraño ver a esa señora pituca sacando su basura, peor bien merecido se lo tenía, por no aprobar mi relación con su hija y por haber sido tan tacaña de no renovarle a la empleada el contrato.

Inmediatamente me escondí entre los arbustos. Probablemente los pepinos que llevaba en los ojos no le permitieron verme mientras tanteaba una caminata. Contuve la respiración y dejé que esa señora cerrara la puerta. Era claro que si pensaba tocar el timbre me encontraría en líneas enemigas. Cogí una piedra de tierra y la lancé contra la ventana de mi amada enfurecida. Demoró un rato, salió por el balcón (temía que hubiera estado en una sesión de belleza como su madre) y me dijo, con un tono que parecía que ya me había perdonado: “qué haces acá, sabes qué hora es?”.

Yo le dije, Maleeena, perdóname, con las manos juntas. “Vete a la mierda, Jorge, has atentado contra mi sueño, te odio de nuevo”. “No me voy si no me perdonas”, dije. “Ya, hablamos mañana, ahora déjame dormir, que esto es ridículo, ni tú eres Romeo, ni yo Julieta, deja de inventar mundos que solo existen en tu cabeza”, me dijo contundentemente.

Si bien sangraba, no había perdido la guerra, solo esa batalla.

______________________

Fotografía por Fancast
______________________

Esta historia en una canción



_____________________
Invitación Blog day: Este viernes 27 estaremos, como buenos perdedores, en la ceremonia de los 20 mejores blogs a realizarse en el auditorio de Telefónica a las seis de la tarde. Ojalá puedan ir para compartir algunos momentos. Habrá mucha comida y cerveza gratis, además de una fiesta exclusiva luego luego lueguín. Vayan, habrá cola porque son vacantes limitadas, pero si llegan temprano podrán entrar. Saludos.
_____________________

lunes, 16 de agosto de 2010

El idiota del amor





EL CASO ES QUE la vi acomodándose en la butaca que le asignó el hombre de seguridad con su linterna. Como toda esa semana de Festival, había llegado un poco tarde a la función. La había visto desde el lunes en la cola en la avenida Arenales. Yo cruzaba el atardecer en un auto japonés del 96.

Ella leía la guía de películas y documentales que proyectaban gratis esa semana en el Centro Cultural España. Dejé de pisar el acelerador apenas introdujo en mis ojos sin querer su belleza, antes de decidir hacer la cola para enterarme de las aficiones que cultivaba. Fue así como me animé a estacionar, cerca de la embajada de Israel. 


Cerré el auto, eché las llaves al bolsillo, caminaba apresurado cuando un silbatazo me hizo voltear. El pitido fue a dos tiempos como cuando un árbitro da por terminado un partido de fútbol. Un hombre de verde al pie del auto me llamaba moviendo su cachiporra en el viento, en armonía con su cabeza. 

-Sí jefe, le dije. 
-Usted a qué viene, me espetó, celoso de su territorio. 
-Aquí al Cecé España, le respondí.
-Entonces no se puede cuadrar acá, está prohibido, advirtió. 
-Pero por qué, dije, sacando las manos de los bolsillos de la casaca. 
-Porque es una embajada señor, ¿no ve?, y me señaló el edificio azul humo que resguardaba como fi fuera obvio que aquel edificio-ratonera era una embajada. 
-Pero yo no hago nada, sólo es un rato, supliqué. 
-En todo caso eleve una solicitud al Centro éste de España pidiéndole permiso para que cuadre en sus inmediaciones, señor.



No había tiempo, la cola había empezado a avanzar. Tampoco sé elevar peticiones a centros culturales, y menos al español que ya de por sí me producía cierta regresión colonial. Al fin y al cabo sólo era un pedazo de feudo automotriz. Era una pérdida de tiempo. Apenas observé que Lissa entraba ordenadamente con la cola, me apresuré en parquear el auto al otro lado del parque Washington. 

En la entrada me dijeron que los asientos estaban copados. Que vuelva otro día si quería. Que toda la semana habría funciones gratis por el festival de cine. Que era un ciclo de cine independiente dedicado a Ventura Pons, un director catalán del que recién oía su nombre. Me molesté, quise ponerme violento para que me dejaran entrar, pero nuevamente ser tardón me pasaba factura.



Sin remedio, retrocedí el ímpetu, recogí mis pasos y volví al auto. La consigna era volver el día siguiente para ver las películas de Ventura pero, sobre todo, estar cerca de Lissa y tentar suerte de que me mire, por lo menos, derramando un bowl de pop-corn en sus piernas. 


El martes estuve temprano en la fila, aunque pensé no alinearme hasta no encontrar a Lissa. Ver la prometedora “Anita no pierde el tren” sin ella a pocas butacas de distancia no tenía sentido. Me quedé en una banca del parque esperando. La cola dio la vuelta a la esquina y ella no aparecía. De pronto, una chica salió detrás de mí, llevaba un jean viejo y una polera negra, venía de algún paradero de la Arequipa, ¡era ella! Hicimos la cola, pero eso último suena a un eufemismo pues ella no se percató de mí ese martes en que perdí, como Anita, el tren. 

Así pasaron el miércoles y el jueves, sin novedad. Fue hasta el viernes que el destino cocinó algo para mí, era tal vez el último día de mi persecución pues acababa el condenado festival. Era el turno de “Amor idiota”, me atrajo el título desde que lo vi en cartelera esa semana. Fue el día que pude sentarme junto a ella. Pude oler su perfume.



Ella se recostaba en la butaca, recogía sus piernas y las abrazaba con sus cortos brazos. Lissa estaba en sus rodillas. Yo permanecí erguido para no dar la impresión de un lacroso ser que se desparramaba sin cuidados en los asientos: fingir ser otro, la base de todo flirteo (ocasional). 

La película me pintaba de cuerpo entero. El protagonista perseguía a una sensual mujer rubia que trabaja colgando anuncios publicitarios en los faroles de Barcelona. Conocía su casa, sus horarios, su trabajo y la espiaba en los bares donde ella descansaba, al terminar la jornada, y esperaba a su esposo (y dueño de la empresa, que la recogía siempre en el bar) mientras se tomaba un trago.

Cierto día en que el esposo hace un viaje de negocios, él entra a la casa de ella pero es descubierto. Ella pensó que era un ladrón y le rompió un florero en la cabeza. Él le dijo que no haría nada y que si quería podía llamar a la policía, que solo quería conocerla. Ella le creyó o se dio cuenta que era un idiota. Cierta noche, en un bar, le dijo que si quería ligar que se vaya, pues, a una exposición de pintura o, por último, al cine. Pero iniciaron una relación muy caliente y tenían sexo cada vez que se veían.



Al terminar la película, infectado por ella, me sentía un idiota. Mejor aún, sentí que si quería conquistar a Lissa debería ser tan o poco más idiota que el protagonista de la película y perseguirla hasta que me odie y repulse tanto como para meterme en sus pensamientos más húmedos, madrugadores y torturadores. Que comprenda que en nuestro futuro amor será su huida la que desatará mi locura por andar (con ella y con otras). Nada de flirteo ni cositas ni dame tu teléfono para vernos otro día; no había otro día, era ese.


Animado, entrado en el personaje del idiota, me acerqué a Lissa para preguntarle quien sabe qué nimiedad sobre la película. Ella me dijo que se llamaba Lissa y yo Javier. Le conté que eso del amor idiota sí existe: el típico chico obsesionado y enfermizo. Ella rescataba el lado salvaje de la pareja de la película y decía que las parejas no deberían adornarse de tantos antecedentes e ir de frente al hecho del amor. Qué era amor no era la pregunta, sino quiénes lo podríamos entender.

Los dos estamos malditos por esa película, le dije, antes de proponerle ir al auto para llevarla a casa (la de ella). Llévame a pasear por el Centro, me dijo. Así fue que subimos al coche y pasó lo que tenía que pasar: bajamos en el McDonalds del Jirón de la Unión, le invité esas costosas grasas, me colocó tres french fries en la boca, hablamos de Dios y del destino, me sacó unos soles más y se despidió de mí con una sonrisa torcida como diciéndome que no volviera a tener el mal gusto de flirtear a la salida de los festivales de cine y advirtiéndome con ojos asesinos que no vuelva a cruzarme en su camino.





San Miguel, setiembre 2009.


_____________________
El trailer de la película.


_______________________


PLUMAS INVITADAS. Acabó la encuesta de las Plumas Invitadas. Respondieron 34 personas, de las cuales 25 confirman que quieren participar escribiendo para este blog. Aquí algunas condiciones:

-Escribirás sobre una choteada, donde hayas sido la víctima o que hayas ejecutado.

-Enviarás la entrada (post) al correo BLOG.CHOTEADAS@YAHOO.COM . Nosotros responderemos apenas lo recibamos.
-Si deseas, tu nombre no será publicado, eso sí, tendrás que elegir un seudónimo (que índicarás en el correo junto con tu post).
-Puedes hacerlo en clave de poema o como cuento. Se agradecerá la originalidad y el menor derramamiento de sangre.
-Serán, máximo, 1000 palabras.
-La fuente es Georgia de 11 puntos. El Interlineado es simple.
-La fecha de entrega límite es el 15 DE DICIEMBRE DE 2010. Tienen CUATRO MESES. Si lo entregas antes, mejor. No creemos que los primeros sean los últimos.

Avisamos con tiempo para armar un buen calendario enero 2011. Si los 25 cumplen, calculamos que sus posts permanecerán al aire un día y medio. Al final de esta actividad se decidirá, en concurso público, quien fue la pluma ganadora.

Si alguien más desea unirse a esta aventura, sólo anúncielo en un comentario para tomarlo en cuenta.  Será como formar una pequeña selección de choteados. Queremos que ustedes participen, esperamos sus escritos y sus gritos. Suerte.
____________________

Fotografía por Cine5x

domingo, 8 de agosto de 2010

Llámalo inseguridad si quieres



Si hay algo de lo que estoy casi seguro, es de esa inseguridad que caracterizaba mis primeras relaciones sentimentales. Tal vez ayudado por las experiencias fracasadas de mis amigos. O de repente porque había sido lastimado una vez y nunca me repuse del todo.

Ximena, mi primera novia, me había dejado por un tipo al que hoy etiquetaríamos como “emo”. Y es que, cuando las chicas terminan con uno, lo han venido pensando hace ya buen tiempo, esperando que cambies. Sin embargo, tú persistes en ser el mismo y no notaste las indirectas.

Pero el tiempo me ha enseñado a perdonarla tratando de perdonarme a mí también. Con ella aprendí lo básico del amor. Amar, sufrir y llorar para olvidar. Le agradezco, aunque suene paradójico. Sentí cómo aman, sufren, se entregan y lloran las mujeres en general. Entendí lo que se debe hacer y no. Eso no me convierte en el gurú del amor, por el contrario, creo que cada mujer tiene un universo interno en el que uno va aprendiendo algo nuevo. Sin embargo, lo que despertó esa inseguridad, es haber sido cambiado por un tipo que uno cree que no te llega a los talones, que son esos chicos que no merecen desconfianza de los que se debe cuidar mejor.

Por otro lado, está Malena, a quién juzgaba tontamente por ese pasado turbulento, lleno de amores al paso, frívolos, vacíos. Ambos éramos muy parecidos. Los dos habíamos sido las timados. En su caso, su ex, Marco, volvió con ella con el único fin de burlarse, de hacerla sentir inferior y tenerla en su mano cuando él disponía. Ella y yo reflejábamos el desamor de diferentes maneras.Yo lo hacía en libros, poesía, amigos, fiestas y en una que otra cita formal. Ella, por su parte, hacía lo propio en borracheras, besos de extraños, estupefacientes y frecuentando amigos tan extraños como ella.

Ya había pasado dos semanas desde el pequeño incidente llamado Úrsula. Malena había conseguido sus prácticas pre-profesionales en un estudio de abogados (curiosamente, su jefa era amiga y amante de padre de Queen). Ella parecía estar muy feliz en aquel trabajo al que meses antes, había acompañado a dejar el currículum. Ella era feliz y yo lo era por ella. No obstante, sus pronunciados escotes y sus diminutas faldas me enardecían, pero yo jamás dije nada, pues, creo que en la ropa es lo único que las personas tenemos poder.

Nunca o mejor dicho casi nunca la recojí en la puerta de su trabajo que quedaba a tres cuadras de Javier Prado con Aviación, me obligaba a esperarla sin moverme de ese cruce. Yo, para no aburrirme, pues siempre llego temprano, había sacado mi carnet de la Biblioteca Nacional, para prestarme libros de Neruda, para recitarle versos al oído, que no eran míos, pero le gustaban.

Ir hasta el trabajo me tomaba 40 minutos, soportando gente tediosa en los micros malolientes, todo parecía valer la pena solo para verla y dejarla en la puerta de su casa. Fue una de esas tardes que no podía dejar de hablar del concierto de rock al que iría. Lima, debido a la reducción de impuestos, se había convertido en la metrópolis de estos eventos. Un amigo la había invitado e iría con Úrsula.

Un chico no te paga cien soles de entrada si no quiere nada contigo, le decía a Malena. El caso de Úrsula aun seguía fresco pero ella parecía no importarle. Me tragué mi dignidad y le dije “espero que te diviertas”. Mientras ella disfrutaba de un concierto metálico, yo por mi lado, recorría las calles con Piero, que sosteniendo unas latas de cerveza defendía la teoría que lo ha inmortalizado. ¿Por qué los hombres somos infieles? Me preguntó a lo que no tuve cómo responderle.

-Somos infieles, mi pequeño Lucho, porque somos inseguros. Yo prefiero engañar a mi novia antes que ella lo haga conmigo. Y si te lo hace, le dices yo lo hice primero. Así no te dolerá mucho. No seas tan bueno Lucho, las únicas mujeres que valen la pena son las madres.

Después de media caja de cerveza, era hora de ir a casa, ver un poco de TV o alguna película, que no me haga pensar en ella. Malena que, al día siguiente, colgó fotos de una noche inolvidable para siempre. Un par de días después, le pregunté y el chico, un tal Enrique se llamaba, me dijo que le sirvió para tomarse fotos, y cada vez que podía ella se hacía de lado. No le creía pero que me quedaba, es eso o aceptar que era cachudo y con permiso.

Luego de la pelea por aquel concierto, y dos semanas después, decidí expiar culpas, reservando una cena en El buen Mangare, un restaurante italiano. La había reservado para el sábado, el jueves cuando la fui a recoger entre las avenidas de siempre, le pregunté, qué haríamos ese fin, Malena me dijo que el viernes tenía una fiesta con la gente del trabajo. No me invitó, y n me invité. Le pregunté donde era y me dijo que sería seguro una fiesta monse en algun antro de Barranco. Que ella iba solo para socializar con sus compañeros y si quería nos veríamos el día siguiente. Un poco desilusionado, tenía el premio consuelo de verla un día después.

Era sábado en la tarde, no había recibido una llamada de ella, estaba preocupado. Hasta que recibí un mensaje. “Go… conectate, estoy en messenger”. Presuroso, corrí a la computadora y espere impacientemente hasta que iniciara, los segundos me mataban. Una vez en Messenger, fueron mis dedos y no yo los que hablaron.

-Hola Gordo, ¿cómo estás?
-Bien, y qué tal tu fiesta de ayer – zumbido de por medio.
-Sí, estuvo chévere, me divertí creo.
-¿Te veré más tarde?
-No creo, estoy castigada.
-¿Por qué, qué pasó?
-Llegué algo picada a mi casa y mi mamá me esperaba escondida en la cocina. Me vio mal.
-¡Queeeé! ¿Cuánto tomaste? Si tú te emborrachas con una lata y media, Malena.
-Por Dios, Jorge. Ya pareces mi padre. Ya tuve bastante con aguantar su sermón.
-Pero no había chicas para cuidarte ¿Quiénes fueron?
-Ya te dije, unos amigos. Uno de ellos quiso besarme pero no pasó nada y otro me dedicó una canción.
-Y quien se ha creído ese imbécil para besarte y ese otro tarado para dedicarte canciones. Seguro les diste mucha confianza.
-Nada que ver, cuando me sentí mal pedí que me acompañaran a tomar un taxi a mi casa.
-Toda la vida la misma historia contigo Malena, cuándo vas a cambiar ¿por qué debo creer que no agarraste con nadie, si antes has agarrado con cuatro tipos en una noche?
-¿Por qué? ¡Porqué ahora estoy contigo! Jorge, te quiero putamadre.
-¡Qué chica va a tomar con tres chicos a un bar!
-Mira, tranquilízate, no pasó nada.

Ofuscado, los fantasmas de su pasado regresaron a mi cabeza.

-Putamadre, Malena, sabes había reservado una cena en el restaurant italiano que te dije que iríamos a comer.
-Bueno, iremos otro día.
-¿Qué? Ya no Malena.
-Como quieras.
-Me jode que seas tan fresca, putamadre, te agarras a tres huevones y yo soy tan estúpido.
-Como puedes pensar eso de mí.
-Porque ya lo has hecho antes.
-Sabes qué, vete a la mierda. Jódete, jódete.
-Perdón, me excedí.
-No, vete a la mierda ¿Quién te crees tú para increpar y juzgar mi pasado? Vete a la MIERDA.
-Ya, perdón.
-mailto:-Malenita17…@hotmai.com acaba de cerrar sesión.

Salí eufórico, pero culpable, sentí cólera, empecé a llamarla, no contestaba y debido a mis insistentes llamadas, apagó el celular. Entonces, pensé en lo único que un hombre despechado, inseguro, haría: buscar a una chica con cual desquitarse. Lo pensé, pero no lo hice. Llamé a Mario, hacía un buen tiempo no lo veía, necesitaba sus consejos. Lo último que sabía de él era que salía con una chica mayor.

Al salir de mi casa, una leve garúa se apoderó del cielo, aun no sabía lo que me tenía preparado aquella noche, antes de llegar a su casa pasé por un conocido fast food, a lo lejos alguien me había observado, la conocía tal vez de una vida pasada, se acercó y me dijo “¿Teni?”.
________________________
Esta historia en una canción.



________________________
Fotografía por guadags
________________________


PLUMAS INVITADAS. Acabó la encuesta de las Plumas Invitadas. Respondieron 34 personas, de las cuales 25 confirman que quieren participar escribiendo para este blog. Aquí algunas condiciones:


-Escribirás sobre una choteada, donde hayas sido la víctima o que hayas ejecutado.
-Enviarás la entrada (post) al correo BLOG.CHOTEADAS@YAHOO.COM . Nosotros responderemos apenas lo recibamos.
-Si deseas, tu nombre no será publicado, eso sí, tendrás que elegir un seudónimo (que índicarás en el correo junto con tu post).
-Puedes hacerlo en clave de poema o como cuento. Se agradecerá la originalidad y el menor derramamiento de sangre.
-Serán, máximo, 1000 palabras.
-La fuente es Georgia de 11 puntos. El Interlineado es simple.
-La fecha de entrega límite es el 15 DE DICIEMBRE DE 2010. Tienen CUATRO MESES. Si lo entregas antes, mejor. No creemos que los primeros sean los últimos.


Avisamos con tiempo para armar un buen calendario enero 2011. Si los 25 cumplen, calculamos que sus posts permanecerán al aire un día y medio. Al final de esta actividad se decidirá, en concurso público, quien fue la pluma ganadora.


Si alguien más desea unirse a esta aventura, sólo anúncielo en un comentario para tomarlo en cuenta.  Será como formar una pequeña selección de choteados. Queremos que ustedes participen, esperamos sus escritos y sus gritos. Suerte.
_____________________



Vótanos



Estamos participando en este concurso, tan mentado por algunos, para que nos reconozcan de una vez como el mejor blog peruano en la categoría Teen Blogger. Entran dándole clic al botón, ponen todos los correos que tengan, uno por uno, se toman su tiempo, se preparan un café, entran a su mail y confirman. Así de fácil. Este año, la copa se queda en casa.


No olvides confirmar el email que recibirás en tu bandeja :B


SALUDOS. Quiero mandar un abrazo grande a mi amigo Víctor Salaverry, quien ayer me tomó por sorpresa en una panadería miraflorina. A él no lo veo hace mucho así que fue un gusto cruzármelo. Si no era tan temprano nos tomábamos una chela. Fue un gusto saber que leías el blog. Un saludo a la distancia, Victorsín. Y a la gente de tu chamba también.