lunes, 19 de septiembre de 2011

Casi hablamos de amor

Hay ciertas cosas que pienso que no le pueden pasar a uno hasta que nos suceden, son esos pequeños momentos llenos de insights cómicos de cuales uno ríe cuando ve comerciales. Ya que se ve un extraño parecido con lo que le sucedió en algún momento. Es que ha pasado tanto tiempo desde la última vez que salí con una chica, que creo que olvide como hacerlo.


Fue el viernes y sin previo aviso que, Pablo un viejo amigo, arregló sin preámbulos ni consultarme una cita doble en el centro de la ciudad con la chica que lo tiene loco y la prima. La idea me estuvo dando vueltas en la cabeza pues me llegó un mensaje suyo mientras aún estaba en clases, por una extraña coincidencia tenía una trabajo de campo en dicha zona.

En el salón, mientras el profesor explica la teoría de un sociólogo, un tal Maslow, me quedo perplejo mientras habla de que todos buscamos las mismas siete cosas en la vida. Él lo llamó la jerarquía de las necesidades humanas.

Lo primero que buscamos es la supervivencia. La salud, que nos permita seguir viviendo. Lo segundo es la seguridad, sentirnos protegidos, a salvo en nuestra casa. Después está el amor. Según Maslow nadie puede vivir sin tener amor o sin buscarlo. La cuarta es el respeto, que los demás valoren lo que hacemos. Nuestras decisiones. Aunque nos equivoquemos. Le sigue la necesidad de entender, de conseguir explicar porque la gente toma decisiones que nos duelen, la penúltima necesidad humana es la estética o espiritual. Sentirnos parte de algo especial y único. El plan perfecto de nuestras vidas. La última es la autorrealización, intentar encontrar nuestra propia naturaleza. Lo que somos.

Hace un año, una semana y dos días que ella se fue de mi vida. Maslow diría que está realizando la última de las necesidades humanas, pero Maslow no tiene ni idea de que es despertarse sin abrazarla o besarla. Así que se puede meter su teoría por donde le quepa. Porque lo único que buscamos todos en la vida, lo único, es ver a la persona que queremos cuando abrimos los ojos por la mañana.

Al terminar la clase tomamos uno de los cientos de taxis que pululan por las decadentes calles de la ciudad. La vista iba cambiando y se iba transformando en una ciudad paupérrima, pintoresca como fantasmal, nos dirigíamos al centro del Averno para realizar un estudio de campo; es decir, realizar encuestas a un público objetivo, de sector medio en un sitio concurrido.

Pienso en Nietzsche y el eterno retorno, no pienso en una extraña repetición del mundo, donde los acontecimientos siguen reglas de casualidad. Es decir, donde haya un principio y un fin que vuelve a generar a su vez un principio. Aunque a menudo se me viene la imagen cuando caí en el Averno por primera vez, a pesar de que todo tiene sabor a nostalgia.

Al bajar del taxi amarillo, Quilca nos recibía con unos niños corriendo tras una pelota de trapo, paredes pintadas con frases comunistas. Decenas de tipos vestido con ajustados jeans y chamarras negras. El plan era simple llenar todas las encuestas posibles con ayuda de dos compañeros de clase, y una ‘conocida estrella de pop local’ más conocida por sus portadas en revistas mostrando casi todo que por su talento. Luego tomaríamos unas cervezas en uno de los locales del centro. Hasta esperar a Pablo, su amada y su prima, así que recorrimos todo Quilca, Plaza San Martín, jirón de la Unión y la Plaza Mayor, 20 encuestas. A la llamada de Pablo, el cansancio del grupo era notorio así que mis compañeros se despidieron de mí.

Ahí estaba yo, mirando a mi pareja más por compromiso que por afinidad. Nos detuvimos en el Averno, se había cancelado el evento que habría ahí, pienso en mi ex, que diría ella si me viera aquí cómodamente, Pablo y yo salimos a fumar unos cigarrillos a la puerta.

-Te fue difícil llegar, le pregunto.
-Sí, en realidad nunca había venido aquí. O sea, sí pero de niño y de día.
-Bueno, todos siempre venimos al Centro siempre para impresionar a alguna chica verdad. Risas.

Minutos más tarde estábamos ahí, mirándonos parados en medio de Quilca, sin saber a dónde movernos. Decidí entonces crear un alter ego, no porque quisiera sino porque estaba en toda la potestad de hacerlo. Pablo es un típico chico sanisidrino, pero como él dice miraflorino de corazón y las dos chicas que lo acompañaban solo querían pasar una noche divertida en uno de los lugares más pintorescos que el Centro ofrece así que me convertí no solo en guía, si no que recomendaba a que sitio entrar y a cual no. Una gurú de la juerga pesada.

La prima se llamaba Alejandra, parecía verme de la misma manera que mi ex solía mirarme, entusiasmada, le hable de Nietzsche y de kundera, y que había sido más que una hermosa coincidencia que ella y yo nos encontremos en el centro de la ciudad, ella parecía agradarle la idea de estar con un ‘chico malo’ que no soy y que jugué a ser ese día.

-Cuál crees que sea el mejor lugar para comenzar nuestra travesía, me pregunta Pilar, la pareja de Pablo.

La miró como analizando cada una de sus palabras y contando mentalmente cuánto disponía en la billetera.

-Bueno, me parece que el De Grot es un buen lugar por donde empezar, siempre hay alguna banda tocando. La última vez que vine había un homenaje a los Beatles.

Convencidas por los Beatles y el por el chico malo que los dirigía nos sumergimos al De Grot. El lugar estaba casi lleno, no había muchas sillas donde sentarse. Hasta que vimos una mesa en la esquina, una de ellas preguntó si llevaba cigarrillos conmigo, y le dije que no.

Presurosos salimos a comprar a un ambulante, cabe recalcar que el más entusiasmado en impresionar a Pilar era mi buen amigo Pablo. Que no dejaba de felicitarme por llevarlo a dicho lugar, cuando regresamos las chicas ordenaron una botella de vino, nosotros cervezas.

Antes de que la banda empezara a sonar, Alejandra, me mirada de forma rara, me hizo toda clase de preguntas, eran tantas que tardaba en darle un buen sorbo a mi cerveza para responderle.

-Enserio también estudias comunicación audiovisual. Pregunta ella con mucho énfasis.
-Sí, de hecho, aunque la gente tiene a creer que somos otra especie de periodismo, no lo somos, no le digas a Pablo ni a Pilar, pero creo que nuestra carrera es más completa. Risas.

Lo que me llamaba más la atención de Alejandra era el polo blanco de The Clash que descansaba entre sus bien proporcionados senos. Que movía al reírse con una gracia mía. Aun cuando le derrame un poco de vino, cuando intente sacar una foto mía de mi billetera fue un momento tonto, que no incómodo para nada la velada.

Las chicas se dirigieron del baño, mientras Pablo, me dice que es casi probable que le simpatice a Alejandra, e hizo otro brindis por mí y el pintoresco local.

La banda instalada toco temas de The Strokes, suficiente para que invitase a Alejandra a movernos de forma desaforada entre la multitud que estaba bailando, fue en el coro que ella tomo mi mano, y yo no solté la suya. Tal vez era un preámbulo de que la besaría aquella noche.

Cuando regresamos a la barra Pablo y Pilar estaban algo más que cariñosos, había sido una velada exitosa me susurro Pablo. Salimos del De Grot, como unos conquistadores, embarcamos a las chicas en un taxi, sin antes cumplir la promesa de intercambiar números, llamar y salir de nuevo con Alejandra, quién me acompañaría ‘a tatuarme’. Me despido de Pablo, y espero que este tome un taxi, prendo mi último cigarrillo, mientras espero el mío. ¡Vaya noche, pienso!

Camino a casa y veo la luna contra mi cabeza, el sonido de la batería aún resuena en mis orejas. Mi taxi obligatoriamente entra por una calle aledaña de mi ex novia, la misma que no he visto en mucho tiempo, no sé si es producto del alcohol, nuevamente pero la veo abriendo la puerta de su casa en forma silenciosa, como siempre, miro y rió.

La mañana siguiente aún con el cuerpo mal trasnochado, hace su aparición Reiner, debajo de mi puerta, me pide que le cuente la noche de ayer, se excusó por no poder ir, y que se encontró con mi ex camino a casa. Yo le respondí, bueno creo que estoy enamorado de nuevo. Él me mira con la complicidad de viejos amigos y me dice, hasta que la beses, la llores y escribas de ella. Ambos reímos.

Hace un años hice un video a una chica a la que quise mucho, regresamos después de hacer este video por dos meses más, ahora que ha pasado un año de lo sucedido pienso que todo lo que sé ahora lo aprendí de ella.




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¿Están listos? Denle play.



Pronto volvemos con los videos del blog.

Y apúntense como PLUMAS INVITADAS. Saludos.

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