domingo, 2 de octubre de 2011

Efecto rebote

Siempre he creído que para que nuevas parejas se formen es menester que otras terminen. Alejandra había terminado con Óscar y mi novia conmigo. Había conocido a Alejandra en el bar De Grot que  hace un par de semanas atrás. Esperé tres largos días para llamarla, para verla, para no sonar desesperado.


Imagen por Caiti Borruso


Quería verla, y me preguntaba constantemente si ella a mí. Así que tomé el teléfono, marqué los nueve dígitos que me llevarían a escuchar su voz, esa voz graciosa que la caracteriza. El sonido de espera me mata, me siento un primerizo, como si fuera la primera chica que haya abordado a lo largo de mis veintidós años de amores tormentosos. Aún así, marqué. Al otro lado de la línea estaba ella, en su laptop terminando de editar un video para su próxima clase.
 
-Aló, dijo ella emocionada.
-Alejandra, murmuré nervioso.
-Sí, qué pasá.
-Nada, soy yo. Jorge, el chico del De Grot.
-Si, si sé sino que me sorprendió tu llamada es todo.
-Sorry por no llamar antes.
-No, nada que ver no tienes nada de porque disculparte, aún no me has hecho nada malo. Risas.
-Bueno, me preguntaba si tenías algo que hacer el fin de semana.
-Uhmm, en realidad ¡Sí¡ Sí tengo que hacer, me dijo de forma repentita y entusiasmada.
-Ah, ok entiendo. Con voz derrotada y resignada.
-Pero, tú me puedes ayudar, me dijo voz juguetona y cómplice.
-¿Así, cómo? Le pregunté.
-Es qué tengo que hacer una crónica de todos los bares del Centro, y pensé en ti, que podías ayudarme.
-Claro, claro será un placer. Bueno, entonces te llamo más tarde.
-Si, está bien.
-Entonces te llamo. Le dije emocionado.
-Sí. Supongo. Risas.
-Bueno, chau.
-Ok, cuídate nos vemos.
 
Aquella llamada había sido el primer paso para 'conquistar' a Alejandra. No sería fácil, pero estaba convencido que había algo en su mirada que la hacía única e igual a todas, a todas  las chicas que he amado antes. Sin embargo, no todo siempre sale como uno quiere. Así que volví a llamar en la noche. Hablamos de nuestro día, nuestros trabajos, su proyecto y de vernos pronto, tan pronto como fuera posible, tan pronto que no estaba preparado, quizás ella tampoco.
 
-Tienes algo hacer mañana, disparó.
-No. Respondí emocionado.
-Te parece si nos encontramos en el parque Kennedy a las 7pm.
-Perfecto, Por mí está bien. Sentencié.
 
Así que después de clase tomé un bus camino a Miraflores, para verla, para verme en ella. Para ver si me recordaba. Si es que aquella química que hubo en el bar del Centro estaba presente en otro lado de la ciudad. Llegué como siempre puntual, quizás demasiado en un país donde el noventa por ciento no lo es. Esperé y seguí esperando, los nervios de que haya plantado empezó a asustarme. No quería parecer demasiado emocionado por verla. Así que deje que el tiempo transcurriera mientras terminaba un capítulo más de 'Claudia, cuídate cuando estés conmigo', mi libro favorito. Disfrutaba tanto de la lectura de aquel libro que, por un instante, Miraflores, el parque Kennedy y Alejandra desaparecieron de mi cabeza.
 
Cuando apareció lo hizo de forma extraña, corriendo para verme. Me causó mucha gracia y ahora, tiempo después, sé por experiencia que el tiempo que se demoran las chicas arreglándose para salir con un alguien y  el tedioso protocolo de hacernos esperar es simplemente una táctica para saber si seremos tolerantes con ellas.
 
Sentado en una banca de Kennedy puedo verme a mí y ella a lo lejos, como una figura repetida de un tiempo atrás con otra chica. Es inevitable, pienso en mi ex. Uso los mismos chistes, las mismas frases y los mismo comentarios que con ella. Me estoy repitiendo, tal vez solo muestro lo mejor de mí, no me importa, finjo ser feliz, y Alejandra no nota la diferencia. Hablo y sigo hablando, filosofeo un poco, exagero lo que sé y minimizo lo que no. Kundera, Nietzche, Camus, Sartre, entre tantos. Hago de la conversación un pequeño monologo, mi unipersonal que tiene como única espectadora a Alejandra que se ríe de todas las incoherencias que digo, acerca del arte, del sistema político y del amor en general.
 
Sus 19 años me observan, está callada, atónita, me preguntó qué pensara mientras hablo y no paro de hablar. Observo sus ojos castaños oscuros que podrían pasar por negros. Miro como mueve las manos, se moja los labios y se arregla el cabello tres veces mientras le cuento acerca de la última película que vi. Un pequeño silencio se apodera del ambiente, mientras pienso rápidamente qué decir, ella me toma de la mano y me lleva a dar una vuelta, espero no haberla aburrido me digo. Le ofrezco unas butifarra y un vaso de chicha que ambos tomamos y comemos desaforadamente entre risas y comentarios de los dinosaurios que adornan el parque. Otra vez la imagen de mi ex, toma mi cabeza por asalto y recuerdo el juego gracioso de palabras que ella decía tener su nombre 'Malesaurio'. Me río y Alejandra no entiende por qué, yo le explico que me parece muy gracioso aquel dinosaurio. Ella me mira diciendo qué tiene de gracioso. Miento, no sé si con el tiempo me he convertido en un experto mentiroso o es que ahora miento mejor. Le dijo que se parece a mi profesor de Dirección de actores y ella se ríe también, como si lo conociera.
 
Mientras caminamos por Miraflores nos detenemos en uno de los parques a ver el mar. 'Si quieres saber de mi vida. Vete a mirar el mar', Martín Adán. Le digo. Alejandra me sonríe, y me dice siempre tienes una frase para cada ocasión, y yo, eso intentó. Observamos el mar, y contemplamos lo minúsculo que son nuestros problemas, nuestra vida y nosotros mismos. Las ultimas brisas del invierno arremete contra nosotros, Alejandra se frota las manos, no sé si abrazarla o besarla. No sé si sea muy pronto. Creo que ella espera que haga algo y yo también. Le digo que es mejor volver antes que sea más tarde, que tengo que levantarme mañana muy temprano, creo que he arruinado el momento. Si me etiqueta como amigo, lo tengo bien merecido. Antes de despedirnos, Alejandra me enseña el dibujo de un tatuaje que planea hacerse. Lo miro y le pregunto qué es. Ella me responde que es su nombre en griego antiguo, de pronto se cae una foto de su billetera. Es Oscar, su ex novio, lo sé pero no me lo dice.
 
Recojo la foto, ella está algo desorientada, tal vez igual que yo. Quizás ambos pensemos en otras personas aunque fingimos que no. Se la doy sin observar la foto, ella me dice que es Oscar su ex novio, y un vomito verbal desprende de ella, la observo en silencio. Poco a poco empiezo a escuchar todos mis defectos en Oscar, por un momento ciento que habla de mí y por otro ella ha pasado a ser Malena. Interrumpo para decirle que quizás deba darle una oportunidad para arreglar las cosas. Ella me dice que no, que es mejor estar así mientras me toca el hombro muy suavemente. No quiero que pienses que quiero regresar con él, si no que me da una cólera. El simple hecho de verlo me enferma. Imagínate, está en la misma facultad que yo. Mientras observo la foto de Oscar, me imagino la relación caótica que tuvo con él. Oscar es un tipo bien parecido, y por la pequeña fotografía inclusive  puede parecer algo loco pero no un mal tipo.
 
Lamento haber arruinado nuestra conversación hablando de él, se disculpa la pequeña Alejandra, y yo, no tienes porque, le digo. Ahora caminamos en silencio, fumando unos cigarrillos por las transitadas calles de Miraflores, quizás pensando en alguien más estando juntos, al estar muy cerca de su paradero, le doy un suave beso en la mejilla, mientras Alejandra me da un enorme abrazo y me susurra muy lentamente 'espero verte el viernes', se despide y sube al bus.




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Esta historia en una canción




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2 comentarios:

  1. aburrido. como si no te gustara la flaka, escribe de otra (s), de alguien que te haga caso, o de alguien que no te de bola, pero que haya accion. (humilde opinion de alguien qe ya te ha leido antes)

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  2. RESPUESTA SOLITARIA:

    lAMENETO NO HAVERTE RESPONDIDO ANTES, PERO SOBRETODO QUE ESTE POST NO HAYA SIDO DE TU AGRADO ANONIMO.

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Aunque sea una carita feliz... )=D