A veces gana el que pierde a una mujer
Joaquín Sabina
Imagen por Melimelo |
De tanto repetir el discurso, lo aprendí de memoria: “en la tradicional
Iglesia Nuestra Señora de los Ángeles, cerca a la Alameda de los Descalzos, la
fiesta será en el Club Revólver, ya tenemos mesa reservada junto a los novios
(claro, si aceptas). Empieza a las siete de la noche, el diez de noviembre.
Lleva tu mejor traje de noche, pero sólo bailaremos hasta horas moderadas”.
También estaba la broma: “ya te veo cogiendo el bouqué, miraré y te guiñaré el ojo, como en las películas. Que le dije a mi amiga que no se case, que la traté de convencer pero ella está necia, como las universitarias que no sueltan la botella. Que te invito, ¿lo estás dudando? Tienes media hora para pensarlo, amiga”.
Con esas armas, y agazapado en el chat del Facebook, cualquier chica me
acompañaría a la boda de mi mejor amiga Rosa, pensaba. El riesgo de mi
experimento era alto.
1
Tuve suerte a la primera. Virna Martínez aceptó. Ella era una morena de
figura torneada, pero un poco niña. Siempre quedábamos para salir y nunca
coincidíamos. Sus clases en la USIL de La Molina lo impedía. Recogerla era un
viaje interprovincial hacia Lima Este.
–Hola, Virna, ¿qué planes para el 10 de noviembre?
–Nada, ¿por?
– ¿Me acompañas a un matrimonio?
–Qué, ¿quién se casa?
–La mejor amiga de mi colegio, ya le dije que no lo haga pero ni modo.
Está neciaza.
–Sí, puede ser. A qué hora. Detalles.
–Iglesia Nuestra Señora... Y luego la fiesta a la que ya tenemos mesa
reservada, junto a los novios, en el Club Revólver. Fiesta hasta el amanecer
pero volvemos temprano.
– (Risas). ¿Seré tu invitada de honor?
–Bueno, sí. Y bueno me cruzaré con algunos patas del pasado que prefiero
evitar.
–Pero ¿por qué?
–Eran los intelectualones del salón, ir contigo será más
divertido.
–Bien. Entonces come on! (Carita feliz).
–Ok, Virna, prometo que ganarás el bouqué. Nos miraremos y te guiñaré el
ojo como en las películas.
–Nada más no me pidas matrimonio ahí como el
idiota de “Yo Soy” que seguro estaba stone.
Minutos después, peligrosas redes sociales, la impredecible Virna me etiquetó en: “Iré contigo entonces…”, escribió. Inmediatamente, le pedí que borrara tamaña falsedad. Felizmente, no se ofendió.
–Qué, ¿no quieres que se entere la marcación? Lo borro, no te preocupes.
– ¡Te me rebelas! Ya vi que en la boda, llego contigo y tú te quitas con
uno de mis patas nerds del cole.
–Qué chistosito. Siempre me gusta ser dominante. No me escaparé, a menos
que me dejes ir ––amenazó––.
E-MAIL QUE LUEGO LE ENVIÉ
[Mi estimada,
Por esos reveses del destino, ya no habrá boda. Primero, te confieso que
quien se casaba era Rosa, sí, Rosita Castillos, la de nuestra Promo de Trilce.
Lamentablemente, el novio no se apareció hoy para el matrimonio civil.
Disculpa, querida vecina, si hubo alguna molestia (igual creo que ya olvidaste
que te invité). Pero bueno, hoy día estamos de luto porque mi amiga no se
casará, ni civil ni religioso, recalco con pena. El maldito que la dejó está
desaparecido, escapó anoche con destino incierto, pero te juro que cuando lo
encontremos, te invitaré a su funeral. R. ]
2
A Aurora Cavenaghi la
conozco del mismo colegio que la novia. Rosa, que quiso total
discreción con los de la Promo, no la había invitado. Aurora está a
punto de concluir su carrera y va camino a convertirse en una administradora de
la belleza, pues trabaja en Unique. Es delgada, atractiva y es mi vecina, por
lo que no gastaría en pasajes para llevarla de su casa y volver.
Fue la que más detalles me preguntó. Estaba visiblemente emocionada, no
por ir conmigo, su felicidad era una expresión de solidaridad con la especie.
Alguien lo consiguió, alguien alcanzará el amor en esa boda, las almas gemelas
existen y ella estará en primera fila, agarrada a mí (como podría ser a
cualquiera) para maravillarse y desinflarse en el momento del sí. Le pregunté
por sus planes ese día y
– ¿Qué día cae? ––me preguntó––.
–Sábado.
–Aún no he planificado nada. Falta más de un mes.
–Es que es un día especial. Mi mejor amiga se casa y me ha dicho que
puedo llevar a alguien. Inmediatamente pensé en mi vecina que no veo hace
tiempo. ¿Quieres ir?
– ¡Wow! ¡Boda! Explícame. ¿Día? ¿Noche? ¿Dónde? ¿Religiosa? ¿Civil?
–Es en la tradicional Iglesia Nuestra… a las siete de la noche. Luego el
tono es hasta las últimas…, y como vivimos cerca, es un punto a favor.
– (Risas). Primero, dónde queda esa iglesia, que yo no sé.
–Es en el Rím… El tono será en el Club..., tenemos mesa... junto a los
novios casi (claro, si aceptas).
–A estas alturas, diría que sí, no tengo nada que recuerde para ese día.
–Separaré la mesa con tu nombre. Sería muy gracioso si me dices que sí y
luego me dices que no, tendré que llevar a otra amiga y tu nombre seguirá ahí.
Roche.
– (Risas).
–No te presiono.
–Ok, cero presión.
–Piénsalo, no sé, en media hora me respondes.
–O sea, estoy como invitada y sitio reservado a una boda de la que me
acabo de enterar mientras me aseguras que me llevas y me devuelves a mi casa.
– (Risas). Basta que le mande tu nombre y tus señas a mi amiga y en
algún lugar de Lima imprimirán tu nombre y colocarán en esa mesa.
–Pero, ¿puede ir cualquier chica y dice que es Aurora Cavenaghi y entra.
–Perdóname Aurora. Como tú no hay otra. Con esta invitación le rindo un
homenaje a nuestra amistad y tu belleza.
–Que tal floro.
– (Risas). Pero sí, me gustaría ir contigo.
–Por lo pronto diré que sí.
– ¿Hay alguna fecha de vencimiento para que ya no me digas no?
– (Risas). No, está bien, ¡vamos!
Le pido su teléfono. Y prosigo.
–Ya estamos listos para el matriqui. Ya te veo ganándote el bouqué…
– (Risas). Me conformo con buena música y el espacio suficiente para
bailar.
– ¡Y la buena comida, no lo olvides!
E-MAIL QUE LUEGO LE ENVIÉ
[Mi estimada,
se cancela la boda porque al novio lo durmieron. De buena fuente sé que
le hicieron brujería. La mamá de él nunca estuvo de acuerdo con el matriqui y cagaron a mi amiga. La
novia está destrozada por tremenda burla, como imaginarás, no le cree nada al
novio y ese niño que viene en camino crecerá sin padre. Hay que ver el lado
positivo: ya no será necesario que salgas más temprano de tu diario. De todas
maneras espero conversar contigo en otro momento, recibe mi caluroso abrazo y,
por favor, dejen de darle duro a mi tía Villarán en tu diario. ¡Chau! ]
3
A Hilda Portugal la conocí en la época de El Chirrión. Fue en una comisión en los
acantilados de La Perla, Callao. Una pareja se desbarrancó a bordo de una
camioneta. Para poder bajar al mar, yo la ayudé a caminar el largo trecho que
estaba lleno de gallinazos, piedras y tierra que le carcomió los pies. Tierna,
de ojos saltones y pardos, flaca por demás y reportera estrella de la
competencia (“Correo”), le dije que una amiga periodista se casará y, como
estará el Gremio, quizás quiera acompañarme a la boda.
–Como hace tiempo no te veo, pensé en ti para que me acompañes. ¿Qué dices?
– ¿Ahh?
– ¿Quieres ser mi invitada de honor a un matriqui periodístico?
–No. Apenas y recién estamos hablando. Si es un matri, tienes que ir con
alguien de confianza.
–Tienes que saber, Hilda, que te considero mi amiga. Tú eres buena onda
y por eso te invito. Pero acepto tu crítica.
Apenas sintió que la boda que ella no quería se iba de sus manos, me dijo que lo iba a consultar con sus padres, a ver si le daban permiso. Le dije que yo tenía todo el tiempo del mundo para esperarla. Ve nomás, cándida palomita.
–Bueno. Voy a ver, ¿el 10 dices no? Dame tu celular.
– (Le di mi RPC). Sería paja verte. Claro que si me dices que hay un
galán por ahí, yo comprendo que se pueda poner celoso.
–No tengo novio por si acaso.
–Igual nos vamos temprano, no quiero quedarme hasta ver al novio
borracho y sin poder caminar. Y sin poder hacer otras cosas obviamente.
–Ya, ya. ¿Pero dónde va a ser?
–En la tradicional…, luego tenemos una mesa reservada... Empieza a las 7
pm. Puntuales, por favor.
– (Risas). ¿A las 7 pm? Pero a esa hora yo salgo de trabajar.
–Bueno, como es boda de periodistas, fácil se puede ir vestida como
periodista (Risas solitarias). Tal vez puedas pedir permiso.
–Voy a ver pues. ¿Cómo se llama la periodista?
–Rosa María Castillos, todavía está en mi universidad –-mentí––.
– ¡Ahla! ¿y ya se va a casar?
–Así es. No se descarta que esté en Bolivia.
– (Risas). Oye, te dejo. Voy a averiguar a ver si me dan permiso.
Cualquier cosa me mandas mensaje a mi celular o me llamas, como desees.
E-MAIL QUE LUEGO LE ENVIÉ
[Mi estimada,
A que no sabes. Ya no habrá boda. Todo se fue a la mierda. Ayer me
enteré que el fin de semana el huevón del novio no fue al matrimonio civil y
cagó a mi amiga. Uno de los nerds de mi salón me llamó para contármelo, me dijo
que es mejor que nadie hable con Rosa. Al parecer, la están convenciendo de que
todo fue una ilusión. Será mejor porque sé que ella no aceptará la realidad. De
todas maneras, cualquier día bajo a la USIL para tomarnos un cafecito y ahí
quedamos para vernos en otro matrimonio, querida Virna. ]
Imagen por decouverte de Lorie |
4
El otro par de chicas que aceptaron, tuvieron el tino de cancelarme a
tiempo por distintos motivos. La primera me cambió de tema en el acto (1-3). La
siguiente aceptó pero días después me dijo que iba a cambiar de chamba y que
tenía “mil cosas que hacer” ese dichoso sábado 10 en su oficina (2-3). A la
tercera la dejé de lado cuando la cuarta me dijo que sí. La tercera y la cuarta
son amigas y se pueden pasar la voz (4-3). No imagino lo que pasaría si ambas
se enteran que irán a una boda conmigo o cuando les envíe el mail cancelando a
todas.
Todas, absolutamente todas, eran experimentos para el verdadero peldaño
que pensaba subir, tentar, para las verdaderas cumbres que pensaba llevar a esa
boda. Decidí apostar al sentimiento y jugarme la última carta: Sofía de los Cojones,
la niña fatal. Con ella debía ser directo y sin tanta floritura. Debía
asegurarme que haya tomado sus pastillas, que esté dulce y leve, para
preguntarle de madrugada qué haría dentro de dos semanas:
–Uhmmm… No uso agenda.
–Lo imaginaba. ¡Vamos a una boda!
– ¿Una boda? ¿Hablas de verdad, como quien dice en serio?
–Se casa mi mejor amiga del colegio. No puedo hablar más en serio.
– ¡Rayos! Tendré que vestirme como una chica buena.
–Sólo hasta que ya no resistas los tacos. Opacarás a la novia.
– ¿Y quiénes más van?
–Bueno, la familia y amigos de ella, ja.
– ¿Y si no voy a quién le dices? ¿O soy la segunda, tercera,… opción?
–Sofía, tú estás más allá de las opciones.
–No creo ser buena compañía para tu noche, así que diré que mejor nos
veremos en el Centro.
–Vale, Sofía, que no se diga que no tuve los cojones. Ojalá pueda bajar
al Centro esa noche.
–O nos veremos cuando puedas.
–Exacto.
–Gracias por convertirme en una opción.
– ¿Te has molestado?
– ¡Noooo!, no podría.
–Iba a dar un discurso para la novia esa noche.
– ¡Debería ver eso! Ya será otro fin. Espero que te diviertas, pero no
mucho, ¡ja!
5
La negativa de Sofía fue un golpe que dolió por todas las victorias
anteriores, pero no mermó mis ganas y tretas de mentiroso profesional. Es
menester decir que a la segunda chica que confirmó, ya me sentía un malnacido, timador, asaltante de amistades. Acabé el día con seis chicas engañadas
(tres me cancelarían los siguientes días) y eso gasta a cualquiera. La mentira
mella el alma. Es como una fiebre que sube paulatina, un veneno que circula por
mis venas y me invade poco a poco hasta marearme.
Estos días ajetreados, decidí que la broma había terminado y escribí los
mails para Hilda, Aurora y Virna. Todos debían ser parecidos, todos empezaban
con mi acostumbrado saludo: “Mi estimada,”. Debía decirles que ya no había
boda, que el novio recapacitó o que ella lo plantó, tal vez que los padres se
oponían o que yo me había roto una pierna y no podría bailar. El problema
comenzó allí.
Cuando leí los mails de respuesta. Todas fueron escuetas para
expresarse. Mucha sorpresa me causó que Virna Martínez me escribiera: “Oye,
Poquita Cosa, bien ganado tienes que te etiquete como #MentirosoDetected.
¡Trilces te voy a dejar las pelotas!”.
Luego, leí la respuesta de la periodista Hilda Portugal: “¡A cuántas
chibolas de la USIL habrás invitado, cafecito debería echarte en la cara,
friégate por PENDEJO! Ni me vuelvas a pedir prácticas, mequetrefe”.
Por último leí el de Aurora Cavenaghi: “Me suda Mariátegui y tu tía
Villarán, aggg, que la revoquen por incompetente, ¡nada hace por Lima! No me
vuelvas a venir con más invitaciones, periodista del orto, que con tu sueldo de diario chicha no vas a poder pagar mis gustos”.
Para mi mala suerte, confundí las direcciones de correo y auto-saboteé
mi experimento sociológico. Será mejor ir sin compañía al matrimonio de Rosa.
Bien mirado, será un buen lugar para conocer chicas y bailar. Prometo atarme mi corbata michi y contar impúdicamente en esta página, todo lo que pase esa
noche del 10 de noviembre en que me encargaré de beber mucha cerveza y evitar que triunfe el amor. ¡Salud y que vivan los novios!
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