domingo, 9 de mayo de 2010

2. Historias mínimas


(Cuentos crudos y pequeños, para expiar las culpas del narrador)






La abogada

Yo hacía encuestas en la Universidad. Felizmente, me pagaban por eso, aunque me pagaban poco. No era el único, muchos otros estudiantes desempleados, como yo, paseaban por todas las aulas que pudieran para encuestar a los alumnos desprevenidos. Más aulas, más sueldo.

Fue donde conocí a Jerónima, futura abogada de ciclos avanzados. Recuerdo que ella quería conmigo. No tenía los ovarios suficientes para encararme y decírmelo, bueno, tampoco las cosas funcionan así (pero serían mejor así). Yo era un chico silente y ella me habló. No estaba muy interesado en ella así que no hice nada, sólo me regodeaba con sus escandalosas muestras de afecto.

Por ejemplo, ¿cuál era la necesidad, Jerónima, si me estás leyendo, de que me agarres las manos mientras me comentabas que los del salón H-201 fueron muy colaborativos con la encuesta? O qué culpa tenían mis pequeños rulos que acariciabas mientras me contabas que los chicos del H-407 no se habían robado ninguno de tus lápices. Tampoco hacía tanto frío en el ascensor del pabellón Z para que te pegaras tanto a mí, considerando que el ascensor estaba lleno y yo hincándote las espaldas.

Esas y las veces que me traías galleta o hablábamos de lo más animados en la carpeta que nos asignaban para corregir los errores de los alumnos en las encuestas, esas pequeñas insinuaciones hicieron que al ciclo siguiente te buscara sin complejos ni impedimentos para agarrar un rato escondidos en el juguetito que papá me había prestado.

Primera semana de clases, quedamos en que yo la llamaría, la esperaba en el estacionamiento, conversaríamos. Sí, como no.

Llegó con su bolso rojo. Sentados atrás. Soy un puto pudoroso, por eso hablamos un rato. Dijo que se iba, que tenía que hacer. Nos despedimos, la jaloneé, me besuqueó la boca y el mentón a la vez. Se despojó de los lentes que chocaban mis cachetes. Yo bajaba y ella me subía. Y si subía mucho, tenía que bajar. Primera, segunda, tercera, cuarta, quinta y ya era suficiente. Nos peinamos y salimos, la acompañé a su clase. Quiso darme un beso de despedida pero eso no se hace, amiga.

Seguro se fue molesta por eso, a los días se le pasaría. No la conocía bien pero estaba seguro de eso. A los dos días la volví a ver, era de noche. Siempre me la cruzo cuando está con otro chico, no sé, un amigo quizás. Tengo suerte ya que los deja y viene conmigo. Ahora caminábamos, ella era una parlanchina y yo ya suponía adónde me llevaba con la voz que no paraba de brotar de su boca lamedora.

Llegamos a la meta, las bancas de un lugar oscuro de la Universidad. Nos sentamos, nos miramos, nos besamos, nos apartamos, nos acomodamos y continuamos en la casualidad de esos besos. Le dije vamos a tu casa, me dijo sólo hago eso con mi enamorado. ¿Tienes enamorado?, no, pero cuando tenía. Pero somos amigos, los amigos hacen estas cosas, tú vives sola. Pero igual no llevo chicos nunca a mi casa, pues. Bueno, que siga la fiesta entonces.

Me pidió estar, ser de ella. Le dije que yo era muy chibolo para ella, que tres años de diferencia es mucho, que no tenía nada que ofrecerle o enseñarle. No me comprendió, pensó que la edad no importaba si le gustaba estar conmigo. Le propuse que si se sentía sola que me llame, que yo bajaría, que si vivía sola no había problema ¿no? Se mostró convencida. En cinco minutos le quite las ganas amorosas sin desilusionarla. Ahora le parecía más divertido una relación ligera, que el peso del novio que te busca, que te acosa, que se hace el celoso. Ya no estamos para esos trotes, le dije, como un sabio niño viejo.

Ahora Jerónima se ha perdido, a veces aparece. Cuando nos cruzamos, la saludo como un chico  que saluda a su miss de primaria.
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La mandada

Amanda me adoptó desde el primer día que entré al salón. Tan guapa ella. Si me abrazas así yo te querré siempre, amiga Amanda, le decía.

Cuando estaba con la mirada perdida en el salón me llamaba para conversar. Me preguntaba por mis enamoradas. Yo le decía que no había tenido y le preguntaba por sus queridos. Me decía no te creo y me contaba de su último chico, el popular E.T.

Decía que siempre quería terminarle, además no lo veía mucho, el tipo estaba en otra sección y venía sólo para los descansos. Amanda se iba con él, dejaba a sus amigos y eso no le gustaba, la ponía triste. Pero E.T., terco, la llevaba a su planeta.

Se acercaba el final de año y las clases se iban relajando. Los profesores venían para cumplir, no daban sus clases a los de quinto para no jorobarlos más. Faltaban pocos días para salir de ese cole de miéchica. Todos nos guarecíamos atrás, con la guitarra de Walter a tararear canciones ré-cursis desde Daniel F hasta Alejandro Sanz.

Cierto día, sacamos la pica-pica y la música, alguien conectó una radio y empezó una juerga en el salón. Venían de otras secciones y movieron las carpetas para bailar. E.T hizo su aparición y, gaseosas van, gaseosas vienen, le reclamaba a Amanda su desgano. Estaban en una esquina y todos mirábamos de reojo, E.T. estaba un poco faltoso así que Golo-Golo, el más bravo del salón, le increpó su actitud y en pocos segundos todos lo sacamos a las patadas.

Una vez expectorado E.T., cerramos el salón y volvimos a la bulla. Amanda se recuperó rápido y me sacó a bailar un perreo, hice lo que buenamente pude. En un momento, Amanda se acercó y me dijo “estoy sola, ¿no conoces algun chico que quiera estar conmigo?”, sin entender la indirecta, le respondí “ya va a llegar ese chico Amandi, no te apures”. Se dio una vuelta entera, abrió los ojos y “ese chico eres tú, ¿quieres estar conmigo?”. Dejé de moverme, esperé unos segundos y dije, con el candor de mis dieciseis, lo primero que me vino a la mente para zafar “ahora no me siento preparado para estar con alguien”.

Amanda entristeció un rato, pero su sonrisa siguiente y las ganas con las que coqueteaba luego con Golo-Golo me quitaron el peso de sentirme choteador.
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La chica de la multitud

Los dados del azar me han traído al pie de la multitud que espera a sus dioses roqueros bajo la llovizna limeña. Soy yo o estos miles de fanáticos enardecidos, los miro como una polilla mira un pedazo de madera, siento que mi misión es despedazarlos, carcomerlos, agujerearlos para llegar a la primera fila, el objetivo ciego e inexplicable que me he trazado. Si un hombre reza no es por fe.

Penetro suavemente las últimas filas, pero a medida que avanzo se hace más difícil. Busco camaradas que se unan a mi causa y encuentro que una mancha considerable de ganapanes, al grito guerrero de “avalanchaaa”, pujan hacia adelante. Me uno a ellos rápidamente, avanzamos unas filas más y esperamos. Nadie mira atrás, nadie retrocede, todos empujan y dicen palabras deshonestas; más gente se une a la causa. Por qué me sigues ahora, si antes nunca lo hiciste.

De pronto mis ojos se posan en la chica más loca del concierto. Con un polo rojo ceñido de media manga, un jean azul añejo, una leve sonrisa que juguetea en sus labios y sus cabellos castaños, me ha seducido. La preocupación por avanzar hizo que no la viera antes, a dos cuerpos de distancia, empujaba y era empujada por el tumulto al que habíamos vendido nuestras almas. Por no dejar pasar la flecha que al azar voló.

Ya estábamos cerca de la zona VIP, así que la mancha tomó un descanso. Aproveché para acercarme silenciosamente a aquella mujer. La banda canta el tiempo va acelerando marchas, es una de sus canciones principales y los fanáticos saltan, zapatean, gritan con el dedo apuntando al cielo. Estoy detrás, la multitud hace el favor de empujarme contra ella, todos se mueven, todos gritan y patalean, a ella le late el corazón locamente. Sin que sus amigos adviertan mi atrevimiento, me acerco, mis dedos están en su cintura y le canto un par de estrofas al oído. Dos corazones solos y empiezas a volar.

La turba me empuja, me lleva de derecha a izquierda. El grupo canta ra-ra-ra-ra-ramera dejarás al niño… y, previsiblemente, el público se enfurece, todos están entregados. Braceo en ese mar humano para volver con la misteriosa fanática que aceptó mis primeras caricias, o tal vez ni las sintió. El caso es que el siguiente fue mi último acercamiento. Se dejó atenazar suavemente por mis brazos en su cintura, dejó que le acomodara los mechones que tapaban su blanco rostro y echó su cabeza en mi hombro. La vi por las alturas arriba de mí.

Bajo la lluvia y la bulla, me dice que se llama Magdalena. Magda, le digo, dónde te vuelvo a encontrar. Búscame entre los árboles, me dice parafraseando al puto del vocalista que ahora maldigo pues el verso que él inventó le dio la escapada perfecta a esa chica que, al parecer, confiaba que los vientos malignos de Lima nos volvieran a juntar luego. Y has de saber que a tu conjuro, respondo con una flor.

Se abanica con las manos, hace calor y la lluvia no es suficiente, está hirviendo, al parecer se da valor pues toma del brazo a su amiga y le dicen al ACOMODADOR, esos forzudos chicos de seguridad, que les falta el aire, que las saque de allí. Veo que es una actriz de cuna, el tipo les cree y carga con un brazo a cada una, las lleva al sector exclusivo, que son dominios donde ya no la puedo perseguir. Una vez más el juego terminó.

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Lee aquí las Historías Mínimas (parte I)
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Fotografía por marcarambr
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Las Historias Mínimas en una canción, recomiendo el video, como dijo mi amigo Huarcaya, es casi casi una película de terror.


LEAVE BEFORE THE LIGHTS COME ON from Christian Arceo on Vimeo.

12 comentarios:

  1. Pensar Reinercito que, hace unos años, no hubiera pensado que pudieras publicar aquellos aspectos de tu mundo íntimo en una esfera cada día más pública. Me asombras cada vez más con cada post más inescrupuloso.
    Suerte reincecito.

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  2. me gusto mas la primera historia que las demas,pero porque ese nombre tan feo.

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  3. Reiner, esas historias me sorprendiron la mas me impacto es la primera, la hubieras linkeado con la primera parte, pero Reiner, no lo hubiera sterminado asi, me dejsta con las ganas de saber mas.

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  4. Rei!! A ver, en primer lugar k pasó? tantas chiks x ahii te han merodeado y t has hexo el dificil, sin embargo, yo sé kién deja huellas ahh! jajajaja...Oye ese nombre Jerónima, ta feo!!! Ké sigan los éxitos..=)

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  5. Buenas historias, sigan escribiendo. Acá algo nuevo. http://sinbesosnilunasniestrellas.blogspot.com/

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  6. Reiner, si estas solo es porque quieres chicas te sobran, aunque quizas cambiarias todas por un beso de "S" ¿no? ¿ volvera aparecer?

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  7. Pero que es lo que bucas en una chica, Reiner, parace que te gusta sufrir por amor, o no crees en el amor.

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  8. RESPUESTAS (escuchando Nube Gris de J.Cuadra)


    Rrrrrrrroberto, mi querido amigo electorero, y visitante estrella de la semana, no me comentabas la vida hace (si mal no recuerdo) el post de ANA LA ARGENTINA, Pero bueno, como te dije en la cafetería, gracias por el comentario. Ojalá tú o yo conquistemos la amistad de la chica de tez blanca (y rizos incólumes) que te miró en la cola eh. Se llama Micaela :)

    Hola Jazmin, bienvenida al bloJ. No entendí tu comentario pero vale la visitada.

    Anónimo, Jerónima es un nombre que tiene su encanto, no te creas.

    Hola Gastón, lo demás no ha sido extraordinario, sólo quería contar ese pasaje, pero si se revive en el futuro te cuento. Gracias por la fidelidad, hermano.

    Hola Rósa! siempre sabiendo de más. Un beso.

    Hola Silvia, siempre tan cariñosa. Sobre S, pa´ que te digo que no, si sí. Ella volverá a aparecer, no con la extensión pero sí con la intensidad de siempre. Abrazos.

    Hola Helena, solamente busco que tenga un lunar en el lado derecho del cuello para tener cuidado mientras la besó allí mismo. Gracias por visitarnos, abrazitos.

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    Saludos a todos. Que sean felices mientras yo busco abrigo.

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  9. Reiner, creo que te has vuelto algo egocentrsita y algo creido jum jum :/

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  10. RESPUESTA FINAL

    Hola Marielita, lo que me dices es poco y lo acepto. La trama exigía de mí un desparpajo brutal, y a veces la sinceridad no cae bien, pero soy más conservador de lo que quisiera. Un abrazo fuerte.

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    EL POST DE TENI ESTARÁ SALIENDO A TODAS LAS ROTATIVAS DEL PERÚ EM HORAS DE LA NOCHE.

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  11. tmr reiner has bajado el level, las historias mínimas uno, me gustaron más, aunque el primer acápite de esa denominada segunda parte me gusta más.

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Aunque sea una carita feliz... )=D