lunes, 30 de abril de 2012

El malo soy yo

Imagen por Stink Pop

La fiesta había terminado. Igual que los excesos aquella noche oscura y sin estrellas. Éramos simplemente ella y yo deambulando por la ciudad con rumbo desconocido y sin querer alejarnos mucho. Luego nos besamos. Fue el beso más sobresaltado que me hayan dado. Era una carnaval de sensaciones. Labios mordidos, lenguas entrelazadas y manos extraviadas. Eran movimientos descordinados propios del alcohol y la noche.

Tres horas antes, estaba sentado en una banca en la terraza, fumando un cigarrillo casi en soledad de no haber sido por una parejita que, no se les ocurrio mejor lugar para darse besos acaramelados. Mientras yo,  golpeaba de forma consecutiva mi segundo cigarrillo y pensaba en cómo acabar aquella extraña relación que mantenia con la desconocida con nombre. Quizás la había dejado entrar mucho a mi mundo del que ella no  era parte y no quería que lo fuera. Era tan sólo otra chica confundída como las demás que conozco. O tal vez ella sólo era el producto de un corazón danmificado por tres chicas conflictivas y una hippie.

Había tratado toda la semana de escubillirme de su llamado, de su voz, de su presencia. Pero tenía que verla para terminar con todo esto. No es que no lo haya intentado. Lo hice. Lo intenté. No se pudo. Lo siento. Por otro lado, a ella la idea de etiquetarnos le desagradaba al principio. Amaba su tan ansiada libertad, libertad para poder salir con quien quiera, incluido su ex, su 'mejor amigo' y un tipo del que no me hablaba mucho. A los cuales había estado viendo al mismo tiempo que a mí.

Es verdad, no puedo negar que al principio, sentimental como siempre, me enamoré o creí estarlo. Sentí celos o algo parecido. Pero no me atrevía a decirle nada. No queria perder 'lo que teniamos'. Pero me cansé, me abrumé, me aburrí. No quería ser su novio a medio tiempo ni a tiempo completo. Era mejor decirte todo antes que algo pueda salir mal, antes de que alguien salga realmente lastimado. Estaba al otro lado, donde casi nunca había estado. ¿Cómo terminar algo que nunca ha empezado? Cómo, me decía. Cuando mi celular empezó a vibrar. Era ella, habiamos quedamos en vernos. Lo había olvidado.

La noche ya estaba un poco avanzada en la casa de mi viejo amigo Franco al quien los estudios, los trabajos y las novias habían distanciado parcialmente. Pero aquella noche no. No la noche de su cumpleaños. Dos vasos de pisco puro y contesté el telefono. Era ella del otro lado. Me preguntó cómo estaba, dijo que me extrañaba y que quería verme. Le dije que estaba en la casa de Franco celebrando su cumpleaños y que no pensaba moverme hasta que la fiesta termine. Le pedí que tomara nota y alguna referencia de como llegar sin insistir. 

Me consultó si podia llegar con Moises, el amigo de su ex convertido en el mejor amigo de ella; era un moreno poco agraciado, de pecho hundido y omóplatos sobresalientes, su cabeza era tan grande como la devoción por su amiga, a la que quiere como su hermana y le demuestra su cariño cocinando para ella "Saltado a la Chorrillana", ya que Moisés es chef y ha participado en Mistura. No puse objeción. Se despidió de mí, asegurando que en menos de veinte minutos llegaría.

Su llegada cambio el panorama de la fiesta. Era tedioso tener puesta su mirada fija en mí; con esos grandes ojos celándome, siguiéndome, cuidándome. Cada vez que podia me excusaba para perderme varios minutos en el baño. Al salir conversaba con conocidos que no veía hace mucho y tenia la firme intención de que así sea. Casi por promiso mi voz interior me reclamaba que regresara con ella, aunque otra parte de mí no lo deseaba.

Ahí estaba yo, sentando en una mesa con dos vasos medio vacios conversando con ella. Escuchándola. No era más que una chica llena de maquillaje, escote pronunciado y risas impostadas. Me tomé el vaso que tenia en la mano, y me serví otro para armarme de valor. Sabía que debía terminar con aquella situación pero no sabía cómo.

Debia ir de frente, sin preambulos ni anestesias. Creo sinceramente que no deberiamos seguir saliendo porque te falta esto, esto y lo otro. Pero no tuve el valor para hacerlo. Quizas debía ser amable con ella y decirle que no debería seguir perdiendo el tiempo conmigo: un chico idealista, inestable e inmaduro. En verdad los minutos pasaban y la tensión era sofocante.

Las dos botellas de Barceló estaban por terminarse. Franco me llamó sutilmente tocandome el hombro, me disculpé con ella. Me ofrecí como voluntario para ir a comprar unas botellas en la licoreria más próxima. Lo que me daría tiempo suficiente como para saber por dónde empezar y dejar de una vez por todas aquella extraña situcación. Para mi sorpresa, Moisés decidió acompañarme.

Es gracioso cómo me habló Moisés. Con ese extraño dejo entre colombiano e israeli. Me contaba acerca de su vida, su familia, los hijos que perdió y de sus negocios turbios: la cocina era pura fachada. Su presencia era extraña, no era mi amigo ni lo será. Espero que haga su pregunta, que dispare de una vez, que me diga por qué está aquí conmigo. Me pregunta por su amiga antes de llegar a la tienda. El silencio se hace más notorio que incomodo, él espera mi respuesta.

Él paga la cuenta, no le importa que me quede con el vuelto de las compras, sólo quiere que abandone a su amiga. Ella atraviesa una situación dificil. El divorcio de sus padres, la hospitalización de su abuelo, la inestabilidad de su casa. Ella necesita un hombre que pueda afrontar esa situación, que pueda sacarla adelante que luche con ella, que tenga algo serio. Camino seguro, decidido de mí mismo en cada paso que voy en silencio. Yo sé, es verdad, que está confundida que sale contigo y, con Tomas pero es tu deber pedirle que sea tu novia y que formalizen esto que tienen, sino te voy a pedir que te alejes de ella, que no lo hagas por ti sino por ella. No quisiera tener problemas contigo, concluyó.

Cuando le hablé fue para contarle acerca de Sartre, Poe y Kundera. Era mi manera de hablarle de las libertades individuales de las personas. De que cada quien es libre de sus actos, y que nosostros no estamos atados el uno del otro, allí se basaba nuestra complicidad. Era nuestra tonta manera de ver al amor y el enamoramiento sin estarlo. Por la expresión en su rostro pude ver que se habia perido cuando citaba alguna frase de Kundera. Caminamos el resto del camino en silencio hasta llegar a la fiesta.

Estoy sentado en una banca fumando con mi soledad, pensando en las palabras de Moises, y en ella. Hasta  que Santiago, el hermano menor de Franco, ha subio hasta la terreza con su prima. A tan solo dos metros de donde estoy yo, mirando a la gente bailando. A Santiago parece no parece importale que lo estoy mirando y  sigue besando a su prima, la sigue calentando allí abajito. Es tiempo de bajar al mundo y terminar con esto.

Ella me ha estado buscando por toda la casa. Sabe que hay algo distinto entre nosotros. La miro y nos sentamos en las escaleras entre la hermosa terraza y el salón de abajo. Soy un tipo lleno de dudas, conflictos y emociones. A veces tengo ganas de comerme al mundo, y otras tantas no quiero salir de mi cama e ir por él. Me gusta estar muchas veces solo y otras tantas no. Necesito mucho tiempo para mi mismo y por ello no sé sí pueda estar siempre ahí, contigo.

Su respuesta me dejo más consternado que su silencio. Lo sé, siempre lo supe. Por eso me gustas, por eso te quiero. Por haber tenido el valor de decirme esto. No importa cómo me quieras, o lo que sientes por mí. Lo importante es siempre el ahora, me dijo; y yo, no tengo palabras para decirte cómo me siento; y ella, no digas nada. También disfruto de tus silencios.

Moesis, la llamó dese la primera grada. Anda y ve con él, le dije, y ella, frunció el ceño asegurandome que quería quedarse hasta el final conmigo. Ella bajó las escaleras, habló algo con Moises que no llegué a escuchar y él se fue molesto, sólo me extendió la mano en señal de despedida.

Nos quedamos solos, le dije mirandola.Ella me regaló una extraña risa. Nos despedimos de la poca gente que quedaba aún la sala. ¡Lima es solo nuestra!, le dije iracundo y mermado de alcohol; y ella, Lima es nuestra como yo soy para ti. Caminamos hasta alejarnos de aquella casa.

Sin darme cuenta nos estabamos besando. Como sólo dos amantes que después de tiempo lo hacen. Luego susurró casi de puntas en mi oreja 'podemos hacerlo, no hay ningun problema'.Yo la miré a los ojos y sonreí, era la primera vez en varios meses que decía algo de tremenda magnitud.

Quizas no era el momento correcto; sin embargo, nuestros deseos vencieron los cuerpos. Sin amor pero con romance. Sin compromiso pero con ilusión. Yo libero mis miedos y ella juega con mis perversiones. Monta sobre mí, quería sentirme de verdad. Entramos al viaje de la muerte. Hasta que caímos exhaustos en la cama. Ella me dice te quiero, y yo, no le dijo nada.

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GANADORA DE PLUMAS INVITADAS 2012
Anunciamos que el premio Choteadas Awards 2012 ha sido ganado por Fabiana Cantilo por su texto llamado "Gritos / Silencio" (08). 
En segundo lugar quedó Wavis con su texto "Pérdida de tiempo", que logró (03) tres votos. Agradecemos a todos por participar, pronto revelaremos a la ganadora en una entrevista. Saludos.

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