lunes, 16 de abril de 2012

Mi chica del Facebook

Imagen por Amanda Michelle
Podría ser cierto. Era tan linda de los pies al alma, como leí alguna vez en un poema de Benedetti. Eran tiempos confusos, de cabeza gacha, manos en los bolsillos y mirada pérfida. Aún pensaba en otra. La única chica que de vez en cuando deambulada por mis recuerdos y me dejaba nostalgias. Por mucho tiempo no hubo alguien que cubra mis expectativas. Pero llegó ella.

Diez latas de cerveza giran por mi cabeza, me siento el protagonista  de aquella canción ochentera 'Cuando la cama me da vueltas'. Prendo la televisión para llenar el molesto silencio, silencio de un domingo de resaca. Reviso mi laptop nadie me escribe. Duermo. Son las dos de la tarde, y la bulla de un nuevo gol del Barcelona me despierta, es Messi otra vez marcando su primer hat trick de la temporada.

Tomo todo el agua que puedo. Hoy no saldré de casa, me digo. Reviso mis correos, mi Twitter y hasta ese momento tedioso Facebook. De repente un pequeño letrero rojo salta a la derecha de mi monitor. Mafer te ha enviado una solicitud de amistad. ¿Aceptar? O ¿Rechazar? Tras una rápida revisión me percaté que teníamos más de tres amigos en compun pero con los cuales no hablo nunca. Nació en el 91, eso quiere decir que tiene tres años menos que yo. Estudios universitarios en Ciencias de la Comunicación. Cita favorita, una de Oscar Wilde. Qué interesante. Tiene un blog, enrevesado con una escritura moderna, tierna, furiosa, descontrolada y algunas veces redundante. Estado civil: soltera.

Luego navegué entre sus centenares de fotos. Fotos blanco y negro, sepia y a colores. Me quedé varios segundos viendo su foto de perfil. Una en blanco y negro, cigarrillo en la boca, mano izquierda sosteniendo su largo cabello albo. Con el fondo oscuro. Y es que cada foto transmitía una cierta emoción llena de vida y de pasado.

¿Parejas? Un tipo trigueño, confianzudo y de mal tino para vestir, su ex novio seguro. Un señor entrado en años dándole un gran beso en la mejilla. De seguro es su papá o algún tío. Un gordito querendón ajustándola de la cintura, pero sin demasiada emoción, seguro su mejor amigo. Parecía soltera.

No lo había notado pero estaba ahí en línea. ¿Le escribo? Sí, pero qué. ¿Y si comienzo con un hola, qué tal tu fin de semana? Obvio que no recordarías a una chica así. Seré yo, al diablo. Así que fiel a mi estilo escribí cualquier estupidez.

–Hola, ¿tú también estudias en la San Martín?

Varios minutos después.

–Hola, lo siento, se me colgó la laptop. Ahora sí, ¿qué decías?

–Nada, si no como que me percaté que tenemos un par de amigos en común, pensé que tú también estudiabas ahí, pero me acabo de percatar que no.

– ¿Así, quienes?

–Bueno, este… Melissa, Adrián, Renato, Sandra.

–Uhmmm, no sé, tu rostro se me hace cencido. Espérate, tú, tú, ¿tienes un hermano?

–Sí, ¿por?

–Yo lo conozco. ¿Tú estudiaste en el mismo colegio que él?

–Sí, toda la secundaria. Qué raro nunca te vi.

–Eso debe ser porque no acabé ahí, me fui a otro cole. Pero qué pequeño puede ser el mundo, ¿no?

–Sí, bastante supongo, ¿entonces vivías por aquí?

–Sí, bueno, vivía. Hace una semana me mudé, ahora vivo en San Borja.

–¿Cómo es posible que viviendo tan cerca no te haya visto?

–Sí, qué rarazo, ¿no?

–Quizás sí, o tal vez sí. Fácil sí, pero no nos hemos dado cuenta.

Hablamos casi toda la tarde hasta bien entrada la noche. Tocamos los temas más trascendentes como los más bobos. Ella era divertida, espontánea, graciosa y malintencionada. En ese instante comprobé que aun hay chicas que pueden interesarme, pero ¿yo le interesaré a ella? Aceptémoslo, no era el tipo más inteligente del mundo, pero tampoco el más tonto, había leído libros como La insoportable levedad del ser y El amor en los tiempos del cólera, ambos hablan sobre mujeres, ¿no? De acuerdo, sólo bromeo. Pero siempre suelo ser muy torpe con las mujeres y otras demasiado “tierno”, como dicen muchas. Más cercano del “amiguis” que del galán. Aunque tengo mis momentos. Soy bobo para las intelectuales y bohemio para las chicas chick. Soy un genio para las tontas y un yuppie para las hippies.

Durante las siguientes dos semanas y tres días esperé encontrarla en línea. Si tenía suerte iniciaba la conversación con algo anecdótico, gracioso o interesante. Sin embargo, de vez en cuando le dejaba de hablar para no mostrar demasiado interés. Y es que la experiencia me ha enseñado que la mayoría de chicas no quieren un chico diferente, sino un indiferente. Yo jugaba mi juego y ella el suyo. Sólo tenía que mostrar un mínimo de interés por mí, para no perder mi tiempo. Nunca la invité a salir, aunque una vez quedamos en encontrarnos pero ninguno de los dos confirmo nada.

Son las siete de la noche y camino por el parque Kennedy de Miraflores. Luego de casi tres semanas conoceré a la chica del Facebook. Ella ha propuesto encontrarnos y tomarnos un café. Estoy algo nervioso y emocionado. Ella ha llegado antes que yo, diez minutos para ser exactos. Está parada de espaldas jugando con un gato de esos que pululan el grass del parque. Vaya sí que es linda, pero no es tan alta como pensé. Parece ser sencilla pero no lo es.

La saludo y me regala una enorme sonrisa. Desde que nos encontramos ella no ha dejado de hablar, hablar de su hermana, hermano, clases, profesores y compañeros. La miro con atención aunque no la escucho. Quizás habla demasiado porque está nerviosa, igual que yo o tiene miedo al incómodo silencio que puede haber entre dos extraños que recién se conocen, dos extraños que son amigos por la red.

Caminos por andar. Fumando unos cuantos cigarrillos, hablando de casi nada. Reservando lo peor de nosotros y coqueteando sutilmente entre sí. Nos sentamos en medio del Olivar. Riéndonos, mirándonos bajo la enorme luna coqueta que nos embriaga. Mientras ella habla yo la miro con sutileza, no sé muy bien lo que está hablando pero no puedo dejar de mirarla, de querer besarla, me pregunto si ella pienso lo mismo. Hasta que tengo el valor suficiente de hacerlo y lo hago, la beso y ella a mí. Como si ella también hubiese esperado ese momento toda la noche.

Mi deseo se enredó con el suyo. Mis besos eran más intensos y llenos de lujuria y pasiones escondidas. Éramos dos extraños, dos amantes, dos enamorados. La noche nos cubría y el Olivar nos ocultaba. Mis manos viajaban constante al sur y norte de su cuerpo, mientras ella no ponía resistencia y parecía disfrutarlo tanto como yo. Pero su celular interrumpió la partida, era su ex novio al teléfono, con el cual no había terminado del todo. Después de varios minutos de silencio le pregunté ¿y qué es todo esto? Y ella me respondió, con una risa, tan solo es el verano.

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Para quienes reclamaban videos nuestros, el viernes fuimos a un concierto de Los Mojarras en San Marcos. Estuve en primera fila y Reiner me grabó bailando y resistiendo el pogo (presten atención a sus dedos jeropas), a la vez que cuidaba las mochilas. También estuvo La Nueva Invasión, banda que recomiendo. Espero que comenten el video.

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