sábado, 30 de enero de 2010

Pluma Invitada: Carta a mi Futura Ex


Escrito por Jesus Rosas



Hola... aún no sé cómo te llamas, aún no sé cómo te conoceré, aún no sé en qué circunstancias habré de verte, a decir verdad aún no sé absolutamente nada de ti y cualquiera que lea esto puede pensar que estoy loco por escribir algo que por el momento no tiene destinataria fija. Lo único que sé es que ésta carta es para ti: “mi futura enamorada” y por lo tanto tarde o temprano (talvez más temprano que tarde) MI FUTURA EX.

Como dije, aún no tienes nombre para mí, pero puede sin embargo que ya te conozca y por el momento seamos solo amigos, conocidos o compañeros de trabajo; o talvez no seamos precisamente amigos y por el contrario me odies, te parezca creído, te deba dinero (y por eso quizás me odies), o en un erróneo pero probable prejuicio tuyo, creas que soy medio gay por haber sido instructor de Ritmo Axe, toadas, samba, y una que otra canción de los N’sync en un lejano y oscuro pasado 2002 en el cual esos ritmos estaban de moda. (Dios, no puedo creer que lo haya confesado públicamente).
Sea cual sea el escenario, no importa sinceramente tu procedencia. Lo único que importa es que de antemano te quiero pedir disculpas ahora, porque en su momento seguramente no me las aceptarás. Discúlpame por no colmar tus expectativas, por haberte hecho perder el tiempo, por ser un pusilánime que no acepta correr riesgos, por hacerte pensar que un durazno verde tiene un mayor coeficiente intelectual que yo, por ser un insensible, desgraciado, mal hombre, canalla, o cualquiera que sean las frases y adjetivos peyorativos con los que efusivamente me califiques delante de tus amigas las cuales talvez por solidaridad secundarán tus ofensas hacia mí. Todo esto obviamente después de que dé por terminada nuestra relación.
Claro está que me reclamarías de esa forma tan elocuente, siempre y cuando en el poco o mucho tiempo que estemos juntos, te enamores de mí. Pero como eso –por lo menos en mi caso- no es muy común que suceda, también existe la opuesta posibilidad de que vayas a comenzar una relación conmigo sin el menor resquicio de amor, ya sea por despecho, o por pasar el rato, o por no estar acostumbrada a la soledad, o por apuesta (que seguramente perdiste), o por que te choteó algún amigo mío y me tomas a mí como improvisado premio consuelo, o bueno; sin ánimo de ser tan pesimista sino mas bien realista, tal vez comiences una relación conmigo sin muchas esperanzas de que funcionemos como pareja pero con un ánimo medianamente optimista de darte una nueva oportunidad en el amor.
En fin; si alguno de los anteriores o alguno similar es el caso, entonces créeme que más que un daño me harías un favor, me quitarás un peso de encima al saber que no te afectará tanto cuando te diga la gastada pero infalible frase: “El problema no eres tú…soy yo” que los humanos de todas las razas, etnias, condiciones sociales, y edades, usamos como último –y a veces único- recurso para finalizar un amor baldío.
Solo Dios sabe en cuántas lenguas se habrá traducido ese milenario“El problema no eres tú…soy yo” y más aún, a cuántas personas habrá salvado…
Ya que nos estamos sincerando déjame decirte que soy algo cobarde para terminar relaciones, y creo que es un padecimiento generalizado entre muchas personas de mi entorno, es decir: Cuando sabemos –algunos amigos y yo- que una relación debe de acabar; por alguna extraña razón preferimos que sean ustedes –las mujeres- las que digan “ya no te quiero”, ”no me busques más”, “me gusta otro chico”, “ SI, me importa el tamaño”, “soy lesbiana” o no sé, cualquier cosa que nos quite el cargo de consciencia de haberle roto el corazón a alguien –o por lo menos de pensar que lo rompemos- o en su defecto, simplemente para hacernos los ofendidos.
Por lo tanto lo más probable es que haga todo lo posible para que seas tú la que se aburra de mí, utilizando ruines tácticas en pro de tu desilusión y de mis egocéntricos intereses anímicos: Dejaré de llamarte al celular, te diré que estoy ocupado cuando quieras verme, preferiré quedarme en casa un sábado viendo “El Especial Del Humor” en vez de acompañarte a tus reuniones de amigas de promoción, buscaré cualquier excusa para no ir a tu casa al punto de decirte que tengo que comprar figuritas para llenar mi improbable álbum: “El fascinante mundo del caracol”…no lo sé. En ese momento algo se me ocurrirá. ¡Pero de que te aburres, te aburres!
Así endosaré a tu cuenta sentimental, la módica factura de “cortar conmigo.” Sin roche nomás me lavaré las manos de ese trabajo sucio. Haciéndome la víctima, fingiendo sorpresa ante tu inevitable “Jesús, lo siento pero esto no va más”. Simulando ante esa frase la más cruda indignación al mismo estilo de mujer maltratada en talk show de Laura Bozzo, y en un extremo de conchudez yo te responderé casi con lágrimas en los ojos algo como “No puede ser que me digas esto… ¡seguramente hay otro!.. -y si efectivamente hay otro y de casualidad acierto, eso te hará sentir más miserable aún- …Y yo que estaba preparando algo especial para nuestro aniversario”… -Frase que me diré a mi mismo pero en voz alta para que me escuches, obviamente con la mirada perdida en el vacío-.
Claro que no podré exagerar tanto porque qué tal en una de esas te conmueves con mi histrionismo y decides darme una nueva oportunidad… no pues, no puedo correr riesgos.
Chamba es chamba, lo justo pe’ varón… “Bisnes son Bisnes”.
Dejando de lado las escenas tragi-cómicas que se me cruzan por la mente, puede que no sea difícil que te aburras de mí sin que yo haga ninguna de las cosas antes mencionadas, y seguro no será necesario que terminemos yo con el rótulo de víctima ni tú con la de victimario frente a nuestras amistades. Pero de darse el caso discúlpame también por eso, por ser (por que voy a ser) tan mierda contigo.
Una prueba de que mis disculpas son sinceras es ésta carta, una suerte de “MEA CULPA” declarada y confesa que me roba ahora mismo, horas de sueño.
Si te escribo ésta carta hoy; no es sólo para excusarme por lo que haré, sino también para explicarte el porqué lo haré, y más que nada lo hago con la esperanza de que me entiendas, así no compartas mis ideas que en su mayoría son desvaríos…por lo menos quiero que me entiendas.
Hoy –y no hablo de éste día en particular sino del Tiempo Presente- tengo la seguridad de que sea en el momento que llegues, sea como sea que te llames, sea cual sea el tiempo que estemos juntos, seas como seas por dentro o por fuera… No terminaremos juntos atorándonos con perdices por la eternidad como terminan empachados los protagonistas de los cuentos infantiles.
Y no es algo personal, me refiero a que, no es que contigo sepa que me irá mal y con la que siga después de ti quizás me vaya bien. Hablo de ti Futura Ex como algo abstracto, como las que vendrán después, no sé cuántas…
Hoy estoy tan decepcionado del amor de pareja que no me quita el sueño pensar en cuándo llegarás, la verdad ya ni me acuerdo cómo se siente esa ansiedad por ver, tener, o querer a alguien. No es un decir o una frase populachera; créeme, LITERALMENTE ya no recuerdo qué se siente estar enamorado. Y ahora, por más que suene a la más irónica joda, lo digo en serio: “El problema no eres tú, soy yo”
Es cierto tengo un problema, pero no siempre fui así ¿sabes? Yo también me he enamorado, talvez con más intensidad que muchos. Me he enamorado no una, sino muchas veces, el detalle fue que me enamoré muchas veces pero de una misma persona, es decir en varias etapas y grados (mismo terremoto con posterior tsunami) y eso fue tergiversando mi concepción de la palabra “amor”. Hasta llegar hoy a significar tan solo un: amor = idealización.
Creo que todos -seguramente también tú- tenemos a alguien en la memoria que marca un antes y un después en la vida afectiva de cada uno. En mi caso te diré que más que marcar, esa relación borró algunas cosas. Borró por ejemplo la sección “ser detallista” en mi sistema, ese chip ya caducó en mi cerebro y a diferencia de los celulares, éste no tiene portabilidad para poder mudarme a otro operador.
Por otra parte, en lo que se refiere a sacrificios, antes por ejemplo podía correr kilómetros desde mi casa hasta la suya en medio de una enardecida huelga de transportistas solo para cuidarla de unos leves indicios de gripe, ahora en cambio a menos que sufras algo parecido al virus del Ébola, difícilmente prendería el auto para ir a verte si estas enferma.
Antes podía sentir una extrema adrenalina al entrar a su cuarto a escondidas y festejar eufórico la campante huida, ahora sin embargo no podría entrar ni siquiera a tu sala sin el oleado y sacramentado permiso de tus padres. (lo sé…en algún lado se me quedaron eso que ponen las gallinas)
Como dije antes, ya no recuerdo lo que se siente estar enamorado, dibujar corazoncitos en las últimas páginas de mis cuadernos con mi nombre y el de alguien más dentro, o sentir el estrés de ver que se acerca otro aniversario y querer hacer una cena romántica pero darte cuenta que en el bolsillo apenas tienes 4 monedas, 1 clip, 2 botones y varias pelusas mezcladas con restos de galletas.
…Claro que no recuerdo como se sentía eso, de lo único que estoy seguro es que era una sensación muy rica. Es como que seas viejo(a) y recuerdes la primera vez que te subiste a una montaña rusa, no puedes volver a sentir esa adrenalina pero sabes que fue increíble…
…Tengo miedo futura ex, miedo de NO ponerme nervioso cuando te vea llegar a una cita, miedo de no arreglarme el cabello disimuladamente y poner mi mejor cara de galán de pollada mientras te acercas. Tengo miedo de que me de igual que me veas en buzo o en terno. De no poder ver a través de tus ojos… y de que para los míos sólo estés rica, más no bonita… Miedo de no decirte cursilerías al oído, y más miedo aún de que de hacerlo no me las creas… Porque todas esas cositas tontas, esos detalles en los que pocos se fijan hacen (hacían) para mí, de la nada un todo.
Pero por sobre todas esas cosas de lo que tengo más miedo o tal vez será preocupación no lo sé, es de algo bastante simple pero que me tiene dando vueltas en la cabeza cuando pienso en ti, y es el motivo principal por el cual empecé a escribir este post:
…Tengo miedo a estar equivocado en TODO lo que dice esta carta. Y que cuando llegues cambies por completo mi actual y fatalista filosofía con respecto al amor, que cambies mi plan pre-establecido de ruptura al cual mentalmente ya me he preparado, miedo de que me sorprendas con alguna manía tuya o llames mi atención más que el común denominador de mujeres, de que de alguna manera hagas que quiera arriesgarme de nuevo a enamorarme, que me ponga nervioso al verte, que me guste conversar contigo, miedo de que sin proponértelo enmudezcas con un beso este extraño dolor y desconfianza que siento, que para gustarte un poco más este dispuesto hasta a usar crema humectante, hidratante y porqué no, también exfoliante… que me hagas creer de nuevo en los detalles, que gustoso también haga algunos sacrificios… que me saques del arresto emocional voluntario al que hoy estoy sometido; y que cuando llegues, así como la mayoría de cosas extrañas y buenas que me han pasado…me encuentres desprevenido.
Esos son mis miedos. De leer todo esto supongo que pensarás que es el peor currículum con fachada de carta que jamás has visto, y puede que no estés equivocada. Puede sin embargo que de algún modo te interese la sincera conchudez con la que me desnudo emocionalmente en éstas líneas y aún así estés dispuesta a conocerme. A conocerme verdaderamente. ¿Estarás dispuesta? Aún no lo sé.
De cualquier modo lo averiguaremos cuando llegues… futura ex.
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Jesus Rosas tiene un blog llamado Amor, Joda y Tentación. Lo recomendamos.
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Noticia de último minuto: El primer sábado de febrero vuelven del exilio los habituales redactores de este bloJ (Teniyreii). Prometen carnavalescas historias, levantar la Copa del Mundo y mucha, mucha arena (aunque solo cumplirán lo último).
Así, ponemos fin al Ciclo de Plumas Invitadas y a estas inmerecidas vacaciones de enero. Agradecemos a todas las Plumas por suplirnos con creces en este paréntesis.

miércoles, 27 de enero de 2010

Pluma Invitada: Lo que Facil viene, Fácil se va (Parte 1)


Escrito por Roberto Rojas




[Lima. Cuarto de Joaquín. Una de la tarde]
El zumbido del Messenger lo despertó. Se tomó todo el tiempo del mundo para levantarse de su cama. El ritual de todos los días era necesario para amanecer de buen humor. Cogió la coca-cola del velador. Tomó un par de sorbos. Prendió un cigarro y cogió un pedazo de pan que empezaba a secarse. Se lavó el rostro y se acercó a la laptop que seguía zumbando sin descansar. En el monitor lee:
Isabel dice:
-¿Joaco?
Isabel dice:
-Joaco, ¿estás?
Isabel te ha enviado un zumbido.
Isabel dice:
-Carajo te conectas por las huevas ¿no?
Isabel te ha enviado un zumbido.
Isabel dice:
-Cuando despiertas me llamas. Es acerca de mi cumple, ya hice las reservas. Me llamas ¿Sí? Cuídate Marrano.
El último mensaje se había enviado minutos atrás. Así que aprovechó para llamarla al instante. Sabía que no tenía que explicar que estaba dormido, porque todo el mundo conoce como es Joaquín cuando se trata del sueño. Del dogma del sueño. El cual, para él, es casi un sacramento. Pero aún así, por cortesía, tenía que disculparse.
-Aló. Chavelita. Lo siento estaba dormido.
-Lo supe después de mil zumbidos. No te preocupes.
-Dime. ¿Qué fue? ¿Cómo es tu cumple mañana?
-Mira, salimos en la tarde. Ya hablé con las chicas. Nos encontramos en mi casa con las compras listas y… -estuvo por silencio un tiempo, como si se hubiera olvidado que iba a decir- Ah sí, no te olvides de llevar a Goncha.
-Si, de hecho voy con Gonzalo. Pero ¿quienes más van?
-No sé, ya se verá.
-Ok. Entonces nos vemos mañana.
-¡Listo!
Colgó y volvió a observar su casa vacía. Tan sola, y deprimente como siempre. Se dio cuenta que cuando Gonzalo no está en casa esta se vuelve un poco deprimente; como una casa gris. Cogió lo primero que encontró en el suelo y se fue a buscar que comer.
[Lima. Aeropuerto Jorge Chávez. Cuatro y media de la tarde.]
Joaquín empezaba a desesperarse. Siempre había sido un tipo puntual, pero el retrazo del vuelo de Gonzalo y el celular que reventaba con llamadas de Isabel lo crispaban. Sin embargo salió de la sala de embarque al cabo de un rato. Subieron con rapidez al carro de Gonzalo, que siempre maneja Joaquín y condujo con brutal rapidez hacia la casa de Pamela. En el lugar los esperaban Isabel, su prima Cyntia y la hermana de esta, Pamela. Joaquín conocía a todas, ecepto a Pame. Ellas lo veían, y lo ven, como su hermano, y lo quieren como tal. Pero con Pamela era distinto. Ella no lo miraba al rostro, y contestaba a sus preguntas de forma cortante. A Joaquín le empezaba a gustar que no le tome importancia, y optó por actuar de la misma manera.
Cuando llegaron al hotel se encontraron con un pequeño problema. La dueña, después de disculparse mil veces, advirtió que solo había dos cuartos dobles disponibles. El primero tenía vista al mar. Y el segundo a la pequeña piscina. Isabel se disgustó. Dijo que había hecho la reserva para un mini-depa para cinco personas, y que eso era lo que debían recibir. Las hermanas la calmaron y Gonzalo en privado habló con la dueña, la cual seguía repartiendo disculpas.
-Parece que ha habido un problema con el sistema y no registró la reserva.- Explicó Gonzalo.- No nos queda de otra.
-No es justo pues. Como me cagan el cumple.- Se quejó Chavelita.
-Tranquila. Nos está regalando un vodka en forma de disculpa.- Trató de defender a la dueña.- Ya nos las arreglamos.
Ocuparon el cuarto con vista al mar, guardaron sus cosas y empezaron a poner música. Trataron de disipar la molestia de Isabel. Repartieron las camas entre todos. En el cuarto que daba a la piscina se quedarían Gonzalo y Joaquín. A Joaquín no le gustó la idea porque sabía que su hermano roncaba como un cerdo que chilla por su vida, pero no le quedaba de otra. En la otra habitación, en la de vista al mar, se quedarían las tres chicas. No parecía muy incomodo y estaban todos juntos, por ello la fiesta empezó a hacer retumbar el hotel. Todos bailaban y se divertían. Hacía un poco de calor, pero ya había anochecido. Eran las ocho y media y todos empezaban a tomar y tomarse fotos.
La noche terminó cuando todos se aventuraron a entrar a la gélida piscina que yacía en medio del hotel. El primero en lanzarse fue Joaquín, quién olvidó de sacar los cigarros del bolsillo. Luego Pamela. La chica que con unos shots de tequila y un vaso de vodka había aprendido a conversar. Joaco y Pame parecían conocerse de tiempo. El mar y el cigarro se convirtieron en sus amigos. Hablaron de ellos y de sus problemas con sus hermanos. De la familia y los problemas en la universidad. Pero todo ello tenía que terminar. La conversación paró cuando los cuartos se habían desorganizado nuevamente.
Isabel se había quedado dormida en su cama, pero había derramado una jarra llena de vodka con jugo de naranja en la otra. Gonzalo se quedó dormido encima de la cama mojada del cuarto de las muchachas y nadie podía despertarlo. Joaquín trató de pararlo, pero no podía cargar su peso muerto y arrastrarlo hasta la otra habitación. Cyntia prefirió dormir con Isabel pero no sabía que hacer con su hermana. A Joaquín le importaba poco lo que sucedía, sólo logró mover a Goncha de la habitación de las chicas y tumbarlo en la cama que le designaron. Luego apagó la luz y se echó en la suya.
Al cabo de unos minutos tocaron su puerta. Salió a abrir. Era Cyntia y estaba un poco avergonzada. Joaco estaba en Short y sin polo, como suele dormir.
-¿Qué fue? Ya hice que mi bro’ duerma aquí.
-Lo sé, pero la otra cama está mojada y no hay lugar para Pame.
-¿Y?- Respondió sin importarle.
-… Cyntia lo seguía mirando avergonzada.
-¿Qué duerma aquí? Has fumado hierba ¿No?
-Es que no entramos tres en una cama. Y tú eres como una amiga.
-…- Joaquín la miró por un segundo.- Eso es hiriente ¿sabes?
-Ya. Ya. ¿Puede o no?
-Está bien, pero no ronca ¿no? Basta con uno que ronque.
-No ronca, pero es un poco mañosa.- Luego se rieron juntos. Irónicamente, no distaba mucho de la verdad.
Joaquín se puso el polo y se echó en su cama. No le gustaba dormir con nadie, por eso cree que sigue sólo. Tocaron la puerta y él gritó “está abierta”. Pame entró en la cama. Estaba fría y un poco húmeda. El piscinazo no le había sentado bien. Él la tapó y ella le agradeció con la mirada. Cyntia se despidió, dio las gracias y cerró la puerta. Lo demás ocurrió por pura naturaleza. Gonzalo roncaba y ninguno pudo dormir. Pame sentía frío y Joaco la abrigaba un poco. Seguirían conversando pues no podían dormir, lo harían sin mirarse y con cierta incomodidad. Nada pasaría hasta que sus miradas se crucen. Ellos lo sabían. Pero era inevitable, lo hicieron y de pronto callaron. Se seguían mirando y empezaron a besarse. Uno que se prolongó hasta el amanecer.
-Ya es de día.
-Es mejor que duermas.- le dijo al oído. Le dio un beso y durmieron abrazados.
[Alto. ¿Qué creyeron? ¿Qué el final sería así de feliz y romántico? Para saber que ocurre al final con el melancólico Joaquín denle click a TECOSAMOCOS. El blog de las malas historias.]
Lean inmediatamente la segunda parte (¿final?) en el bloJ de Roberto. Denle clic, la recomendamos.
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Esta historia con canción.



sábado, 23 de enero de 2010

Pluma Invitada: La Nieve Indeseada

Escrito por Paulín lín lín




Tan solo hice mis maletas y viaje, pensé en pasarla bien y quizá en hacer todas esas cosas que uno no haría en el lugar donde se mueve regularmente y con su círculo de personas que saben y conocen hechos de tu vida: estas en otro país y eres un desconocido.
Solo pensé en diversión, chicas y harto trago. Entonces estas ahí, con gente que piensa distinto, que ve las cosas distintas a ti. Pero que también en ese contexto solo desea pasarla bien. No te importa, solo deseas agarrarte a la flaca más buena (o la más dispuesta) y pensar luego en como deshacértela (si es que ella piensa que puede pasar algo más). Esa fue la mentalidad con la que viajé. No enamorarme de nadie y solo divertirme. Exiliarme de los tristes recuerdos que me dejaron los desamores del pasado y otorgarle unas vacaciones a mis sentimientos.
Llegan los primeros tonos y uno trata de involucrarse en ese mundillo. Corren alcohol y drogas hasta para botar. A veces esperaba que mis amigos extranjeros se emborrachen para que me regalen trago, y así sucedió. Debo reconocer que fue una de mis técnicas más efectivas para ahorrar dólares.
Fue así en uno de esos tonos en que conseguí agarrarme a una flaca, era bonita y muy alegre y se llamaba Gabriela. No era bueno para florearla, pero salió y fue divertido. Tenía muy buen ritmo para bailar y logro hacer que tuviera coordinación (algo que siendo yo ha sido un verdadero milagro). Estuvimos toda la noche juntos… pero solo esa noche. Ni loco pensé en algo más allá con Gabriela, total ella era de espíritu libre cuando estaba en tragos y llena de chicos buscándola.
Fue entonces cuando llega lo que uno a veces teme y mira con recelo, el hecho que te guste alguien de manera fuerte y que sientes que te mueve el piso. Más aun cuando crees que alguien te importa mucho y te empieza a gustar lo niegas y te llegas a mentir a ti mismo. Y me toco a mí. Pero ese sentimiento no fue por Gabriela, sino de otra chica a la que ya conocía pero que no me había fijado antes. Francesca era una chica que curiosamente la conocía desde el inicio de mi viaje por allá. Ya sospechaba de su belleza y de la atracción que me hacía sentir, pero fue en una fiesta cuando me deslumbró y no me quedó otra opción más que admitir lo que dentro de mí trataba de negarlo fijándome en otras chicas.
De Francesca, de quien quede deslumbrado una noche de enero, noté que me empezaba a obsesionar cada vez más. Gabriela, curiosamente, seguía detrás de mí. Las fiestas ya tenían asegurada la presencia de ella. Pues me buscaba, y yo también a ella. Ya no estaba tan ebria como para creerme el cuento de que solo me vio como un agarre, de verdad estaba interesada en mí.
Entonces estaba en un dilema, renunciar a los besos seguros de Gabriela, o llegar a intentar demostrarle mis sentimientos a Francesca. La obsesión por Francesca pudo más.
No sabía cómo empezar el acercamiento a Francesca de un modo que fuera diferente al de alguien que no busca solo amistad. Quiero creer que un día tuve la oportunidad de besar a Francesca, pero en ese momento vino Gabriela un poco alegre (por alcohol y hierba) y se me abalanzó. Aun estoy seguro que si en ese momento no se aparecía ella, el tan deseado beso a Francesca se hubiese hecho realidad.
De la nada apareció un chico extranjero que no había escuchado de su existencia hasta ese momento. Y bueno, notaba que ya frecuentaba a Francesca y se hicieron amigos rápidamente. Llego una fiesta donde quise abordarla, bailamos un par de veces, pero cuando llego el extranjero, se fue donde él y se quedaron toda la noche conversando. Fue en esos momentos cuando sentía rabia y tristeza dentro de mí. Procure en una reunión decirle todo lo que sentía sobre ella, pero ya las chicas comentaban que había algo más entre el extranjero y Francesca. Eran inseparables, él iba a su casa y ella a la de él. Dentro de mí trataba de negar la realidad y aun sentía que tenía esperanzas por estar a su lado. Me decía: Mientras no vea un beso entre ellos aun sentiré que podré llegar a ella…
Llego marzo y con ello las últimas fiestas antes de volver a casa. Ella llegó con su amiga y media hora después vi al extranjero. Me puse a perseguirlos con los ojos durante todo ese tiempo aun negándome la evidencia y creyendo que eran amigos. Vi que se pusieron a conversar… todo va bien, pasaron un par de horas y se pusieron a bailar en la pista: todavía respiraba tranquilo. Cuando vi que se pegaron y se pusieron cara a cara empecé a desear que pase cualquier cosa con tal de evitarlo, pero todo paso tal cual era lo previsto. Fue una amarga noticia.
Empecé a maldecir ese momento y solo pensé en emborracharme para olvidar lo que acababa de ver. Apareció Gabriela y me quede con ella toda la fiesta tratando de imaginar que su rostro pertenecía al de Francesca. Fue inútil y nada me sirvió para borrar la escena que retrata la cruda verdad sobre un amor no correspondido.
Llegue triste a Lima con ese recuerdo dentro de mí y me propuse no volver a enamorarme en un buen tiempo. Curiosamente fue la misma promesa que me hice al inicio de esta historia cuando empezó el viaje. Pero espero que esta vez sea en serio y que esa enfermedad al que muchos le rinden tributo llamándolo amor no se aparezca en mí en un buen tiempo.
Ahora sí me divertiré, lo juro.
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Imagen gracias a Petite Poupée7
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Esta historia en una canción

miércoles, 20 de enero de 2010

Pluma Invitada: El Beso Sangriento

Escrito por Malena Aries



La verdad, la sola idea de escribir algo me aberra. Si escribo es algo personal.
Las ambiciones estúpidas de la vida me han llegado ha artar, he renunciado a mi explotador trabajo. El hecho de estar en un call center de 2 de la madrugada a 10 del día es sumamente estresante, observar cuartos llenos de locutorios con gente con voces estridentes repitiendo el “alobuenasnochessoyJoseCarlosBuendiaconquientengoelgusto” es agotador. Qué decir del mal trato que me han de dar aquellos que se creen opresores en la actualidad, me quieren explotar, creen que mi fucking mano de obra valdrá menos que un higo con queso en Trujillo. Me dicen que si no repito el “protocolo” del empleado call center me descontaran del sueldo, que vale decir es una miseria. Así estuve 4 años, hasta hoy que decidí dejar la suerte de trabajo para dedicarme a hacer nada, sí a hacer nada, a morirme de hambre si es posible con tal de realizar mi sueño: hacer nada.
Y que diga Kant lo que quiera, que mis acciones se acercan a lo que quiero si es que no hago nada para obtenerlo; que a Sartre le den las Palmas Magisteriales por haber dicho que estamos condenados a ser libres; pero qué mejor que Heiddeger por decirnos los primeros pimpollos de ambigüedad y no sobre senos de algun transexual, sino sobre los bosquejos de vida auténtica. Y a la mierda lo que venga, y a la mierda que me boten del partido político al que pertenecí por tantos años, solo donando dinero, porque de política no sé ni un carajo, lo hice para figurar. Y créanme que ahora la situación de fama que añoraba cuando adolescente se me ha hecho trizas, me han bajado la moral como tanga de yegua en celo y qué decir de mi rostro. Está con marcas de acne y viruela que muestran un monstruo en potencia, si no fuera por las cremitas de la tía Peta no me atrevería ni lavar la ropa porque no soporto ver mi reflejo en la batea. Esa es una de las razones por las que no trabajo con trato directo con el usuario.
La tía Peta es una señora de ambiciadas carnes, de gran trasero y pequeño corazón. Madre de cinco hijos, divorciada cuatro veces y viuda de cinco esposos (porque el último compromiso fue una suerte de “relacion-abierta”) es la mujer más malvada del callejón donde vivo. Por los domingos prepara ceviche de pota que lo vende a 3 soles el potecito y eeso! 2.50 si tú traes tu taper. Que decir de sus ceviches, son deliciosos aunque más de una vez la SUNAT ha cerrado por el floro de evadir impuestos cuando todo el barrio sabe que es por la venta de cocaina.
Hoy que es mi primer día libre en cuatro años he decidido pedir 3 porciones de ceviche, 2 para mi y una para la invitada de hoy. Su nombre es Matilda, parece una gata persa de algún dueño adinerado del jet set de los años 30. Matilda vive a cinco cuadras de mi casa, la he conocido por medio de cartas, casualmente ella también está afiliada a una correspondencia en línea no virtual. Es decir nos enviamos en vez de mails, cartas; siento que es mas personal en cierto sentido.
La manija pequeña ha llegado al dos, parece que es hora que llegue, me siento encima del cojín del sillón, me arreglo el zapato, chequeo mi aliento y planeo prender la televisión y escuchar tangos gardelianos. El canal 567 es bueno, parece que han decidido solucionar la queja que comuniqué sobre la mala calidad de imagen.
El timbre acaba de sonar, es la primera vez que veré realmente a Matilda, podré darme cuenta de los hoyuelos de la cara y ella podrá sentirme a través de su saludo formal entre varones.
Cojo la manija de la puerta, la dirijo hacia la izquierda, se abre y diviso un seudohombre vestido de mujer y maquillado ostentosamente, como si estuviera de gala en mi casa como si el banquete fuera de ceviche. La primera reacción fue el cansancio que producía verla, sus ojos enormes y arreglados por el lápiz de cejas era espelúznate, sus labios rojos eran color sangre de mes y sus enormes pies talla 45 rebalsaban del zapato talla 37 al ojo humano. Se sienta en el cojín antes mío, cruza las piernas y diviso una suerte de vello púbico salir de su vientre; me rehuso a mirarla, no es tan agraciada como me la había imaginado (uno imagina lo que quiere ver), pero esperaré a ver qué tiene en el cerebro.
Después de charlas sobre belleza, fealdad, capitalismo, inutilidad, etc me he dado cuenta que su cerebro está más que bien, tenia la inteligencia de Einstein, de un cuasi genio influenciado por el movimiento homosexual de la época. Créanme que seria sensual verlo de Drag a lo Einstein en alguna discoteca de ambiente. Cuando abre esa bemba colorá explaya los mejores versos jamás escritos en sanscrito y las mejores ideas filosóficas jamás creadas.
Matilda se va y, a pesar que me quedo la gran duda de su sexualidad, me atrajo; a pesar de sus casi imperceptibles senos cuasi atrofiados que creen, ingenuamente, saldrán por inyectarse unas cuantas hormonas femeninas, me atrajo, y he decidido invitarla a comer, esta vez, en el mismo rincón de la SeñoraPeta, es decir en el mismo restaurant campestre como suele llamarlo. Aunque de campestre no tiene mas que la C “carajo qué campestre”.
Las visitas recurrentes de Matilda han hecho que empecemos a intercambiar fluidos (entiéndase cómo quiera), una que otra vez se me ha pasado la mano, pero es que más que su cuerpo recto y fornido y su dura voz de obrero de construcción civil, ella o él tiene algo que me escalofría el cuerpo. Le he susurrado al oído infinidad de veces que se coloque el anillo de mi madre, que viva conmigo y que seremos alimentados por la tia Peta; pero no acepta y no me acepta. Empiezo a creer que es por su horrible cara, pero la verdadera belleza está en lo feo, y espero que lo entienda. Créanme que he decidido salir a la calle por ella. Créanme que he empezado a dejar las cartas por pinturas.
Han pasado 3 semanas de la última vez que la vi, algo me dice que está saliendo con otro, ya no me llama ni me envía correspondencia no conozco su casa así que me es imposible llegar. Las marcas en mi cara han enrojecido y se hacen cada vez más profundas, parece un cráter marciano. Me empiezo a preocupar más y más; la señora Peta ha preguntado por MATILDA, yo no sé qué responderle, no quiero volver a ser el hazmerreír.
He decidido finalizar la relación, se ha burlado de mí, hoy vendrá a recoger sus cosas de cocina que dejó hace ya un mes. He dicho que le invitaré una pierna de pollo para comer. Parece que el pescado no era de su agrado. Tal vez le guste más otra sazón.
La manija pequeña ha llegado al dos, parece que es hora que llegue, me siento encima del cojín del sillón, me arreglo el zapato, chequeo mi aliento y planeo prender la televisión y escuchar tangos gardelianos. El canal 568 es bueno, parece que han decidido solucionar la queja que comunique sobre la mala calidad de imagen.
El timbre acaba de sonar, Matilda hace su último ingreso. Instintivamente la beso, ella me empuja y me prohíbe tocarla, mi libido está a mil, le arranco de una buena vez la faldita plastificada que tapa sus sucias nalgas, se deja ver la faja q se acomoda para hacer menos grande el bulto que posee entre las piernas. Me mira escandalizada, me éxito más, le tiro un par de puñetes en la nariz aguileña y queda inconciente. Camino lento y seguro a la cocina, cojo sus cosas de cocina, extraigo una espátula badilejo y un cuchillo que parece más bien un bisturí. Corto la faja que le sirve como caratula de feminidad, extraigo su sexo, lo tengo en mis manos, lo llevo de sur a norte pero esta flácido, frío, parece fuera del mundo. Estiro el miembro, Matilda permanece inmutable, y con el fino bisturí le extraigo el “pellejo”, sí, intentaba circuncidarla, pero se me pasó la mano y corte de casualidad a su ya aborrecido miembro. Matilda salta de un grito y hace perder mi precisión, suelta un chorro de sangre que se mezcla con el FreeTea de ayer y entre una mezcla de rojo y marrón empieza a llorar y gritar estrepitosamente. Imposible dejarla ir, ya era mia, su carne estaba en mí.
La espátula está otra vez en mis manos, Matilda está en un rincón de la pared, la espátula está justo debajo de su manzana de Adán, sus ojos están desorbitados pero aun puedo ver sus pupilas y el vello de su nariz. Penetro poco a poco la punta de la espátula en su garganta, ella sin fuerzas intenta darme manotazos, no lo logra, la espátula atraviesa su delgada y fino garganta y mi Matilda cae en mis brazos. La recuesto en la mesa ya cadáver y me dedico a rebanarle un pedazo de carne de la pierna; le había prometido una pierna de pollo, pero ya que ella tenia el afán de experimentar cosas nuevas, no me quedó otra que servirle su propia carne, que por cierto estaba exquisita, un poco dura pero exquisita. El sabor había penetrado hasta las venas y los cartílagos tenían esa textura tan melosa que provocaba embarrarlas con tamarindo y sobarte con ellos el tórax.
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Imagen gracias a jublin
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Esta historia en una canción.

sábado, 16 de enero de 2010

Pluma Invitada: Madre Luna, Padre Piedra


Escrito por Bruno Serpa Carrillo




El comienzo de tantas, como otras cuantas que no me dicen nada, pero, por alguna razón me lleva cada vez más lejos de una simple definición… extraño aquel cielo de tus ojos, aquello que nunca debió interrumpirse mientras reías… te extraño mucho… me gustaba cuando preguntabas en silencio… si mañana estaría el sol, si el mar estaría mejor que hoy, si ya no habría que llorar para sentirse mejor… extraño… extraño aquellas tardes de caminatas por marginales eternas y ocasos de ensueño… la arena … en tus pies… mamá y la orilla ,parecía que hablaban y reían juntas ,como si entre ellas hubiese un sentimiento sacrificado al dolor de una esperanza que se escribe en sus líneas marcadas… su piel… pero en ese momento parecía estar fuera de aquí y sentirse cómplice de un juego de amores encontrados…
Ella… el mar
Ella… el cielo
Ella... la arena
Ella… y su niño… que solo sabía jugar con su soledad
Aun recuerdo eso como ayer, tanto como hoy, y como siempre, no faltarán lágrimas para ese sublime y tatuado recuerdo que me fue encargado llevar como amuleto de vida…
Son tantos momentos de mí, pero tan pocos que sé de ti… cuantos años me perdí, cuantos días te falté… en qué mano escondiste la llave de nuestro lenguaje… y en qué momento emprendiste tu viaje, sé que no tenias equipaje que llevar ni consuelo que guardar, tan fuerte de tus simientes estas, pero tan frágil y suave como brisa nocturna, y tan tibia como tantas veces que comulgué entre tus brazos… ahora solo quedan fotos… ¿Qué?... ¿Cómo?...
¿Que papá las tiene?... ¡¡ohm!!... no sé que puede guardar él más entre sus viejas cosas, esas que solo traen recuerdos baratos y de baja autoestima…y contando viejas glorias… no… no lo odio… solo que… no puedo… no puedo asimilar su aire, papá es una persona con grandes caracteres, pero de poca gracia espiritual, de solo pensar que soy parte de él y que mi lenguaje es diferente al de él, no puedo lidiar con mis ideas si en un segundo está martirizando el concepto del Dios de mi madre, y la metodología musical de mis andares, hoy en estos días las canas de sus raíces negras se funden en sus olvidos… de igual manera, mis aficiones te las debo a ti… gracias, humildemente.
Tu hijo.
Cómo te vas… y a lo lejos te veo
Cómo mientes… a tus ganas de sentirte frágil
Cómo callas… respondiendo a esos curiosos ojos cafés
Cómo recuerdas… sentándote en la misma banqueta a las tres
Una plenitud longeva pernocta en tus días... y yo... solo...
sin saber cuántas fueron tus miradas al cielo.
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martes, 12 de enero de 2010

Pluma Invitada: La Demostración (Capítulo I)

Escrito por Tucuyricuy




Luis Alonso es un adolescente grotesco, vanidoso, egocéntrico y mujeriego. Aficionado a la lectura y a la mala escritura. En ninguna manera se relaciona con el escritor aficionado. Luis Alonso es el narrador; y yo Juan Antonio soy el escritor.
A dos putas cogí las tetas y a ninguna penetré. Las circunstancias del amor pueden generar complicaciones tan fuertes, que el burdel puede resultar siendo la peor opción. Empezaré a relatar esta parte de mi vida, no contada antes, donde la causa neurálgica de tan terrible mal tuvo por nombre Anita.
Mi nombre es Luis Alonso, hoy tengo 19 años, y todo se remonta a mis 17 cuando tuve una enamorada con la que duré tres larguísimos meses. Sí larguísimos, parece haber sido la relación más larga que he tenido en toda mi vida. Estudiábamos en la misma universidad, la misma carrera y en el mismo salón. A ser sincero, siempre me pareció curiosa pero jamás me fijé en ella como muchos otros del salón. Fue ella la que me buscó.
-¿Es cierto que eres gay?-arrojó esa interrogante la primera vez que hablamos por MSN.
-¡Qué!, de dónde sacas eso. Seguro los patas que se sientan al fondo te han dicho eso. Lo dicen porque me tienen envidia. Sarta de energúmenos-encolerizado respondí.
-No, las chicas también dicen eso de ti-frescamente presionó el enter.
-¡Qué!, seguro que no les he dado bola- sentía mi virilidad aplastada.
-No sé, pero dime la verdad, ¿eres o no eres?-fría y con todas las de hacerme enojar, o sabrán los dioses las intenciones que guardaba esa loca que me cuestionaba de tal manera.
-No te basta con lo que te digo. Claro que no lo soy, ¡qué!... ¿quieres que te lo demuestre?-Contraatacado lancé la arrebatada pregunta.
Pasaron cinco minutos y me di cuenta que le hice callar con todas sus tonterías, jamás habíamos hablado en persona, pero por los medios virtuales sí que se desenvolvía muy bien la desgraciada. Como pasaron los cinco minutos, ansioso yo, le lance otra ofensiva.
-Huy, calladita te quedaste.
-No, ya pues demuéstramelo-respondió al segundo. ¿Y cómo lo harás?
Fui yo el que esta vez me demoré en responder, mis dedos se trabaron.
-Huy, calladito te quedaste.
-Con un besito-escribí.
-¡Ja! Un besito hasta una chica me lo puede dar- descargó su ironía.
-Pucha, eres desesperante. Está bien te daré…una de esas arrinconadas que jamás olvidarás, con la lengua hasta el fondo y todo.
-jajajajaja // de acuerdo // eso espero.
Todos los días la veía en la universidad sin atreverme a decirle palabra alguna. Las veces que me veía pasar, sólo me miraba y sonreía. No sé cómo, pero más allá de querer besarla sólo por orgullo me parecía día a día más bonita. Su sola sonrisa, llenaba mis emociones con unas ganas tremendas de besarla. Me encantaba cada vez más y más. Quería hacerla mía.
-No me demuestras nada, creo que lo que se dice en el salón de ti es cierto-sólo por el alcahuete MSM se atrevía a hablarme.
Sabía que lo hacía para provocarme, sabía que lo hacía para que me decida de una vez, sabía que le gustaba. Pero odiaba la manera de cómo quería conseguirlo. Muchas chicas me han mandado indirectas para que las agarre como bacilón, pero jamás con ese método. ¿Qué soy maricón? Qué cólera me da. Sólo porque soy musculoso, y toda mi ropa me queda apretada. Me veo sexy, es la diferencia. Lo que me llama la atención es que jamás en mi puñetera vida me han dicho algo parecido. Me han dicho de todo, pero jamás maricón. Y eso es lo que más detesto. Odio las calumnias.
La Universidad Nacional del Santa (UNS) empezaría una más de sus estúpidas huelgas: profesores incompetentes que quieren ganar más, bueno, no generalizo hay tíos que enseñan muy bien (uno por ciclo). El hecho era que ya no volvería a ver a Anita y no podía quedar mi orgullo así. Tal vez la huelga dure tres meses o más como era de esperarse, y hasta ese momento la chispa del agarre se me iba a pasar. Quería agarrármela, sí o sí, ya tenía el bicho en mi cuerpo y no se me podía quitar.
-Hola Anita-envié un desesperado zumbido.
-Hola Alonsito, dime qué pasa J.
-Mañana ya no hay clases-para lo mucho que me importaba.
-No pues-ese era un “no pues” frío y sarcástico.
-¿Quieres que te lo demuestre?
-Jajaja ¿hablas en serio?
-Ya vez, se ve que eres tú la que me tienes miedo. No quieres que te demuestre nada, eres puro bla bla bla.
-¿Cuándo? ¿A qué hora? ¿Dónde?-me sorprendió la velocidad con la que me respondió.
-Hoy a las ocho de la noche en la Plaza de Armas-tecleé.
-Ok.
-Ok, voy saliendo nos queda media hora, chao.
-Perfecto, yo también salgo. Bay.
Me puse una de mis casacas de cuero más caras, un pantalón al cuete, y mis lentes de contacto gris. Salí presuroso de mi casa. Ya me había pasado quince minutos (a pesar de que me había bañado lo más rápido posible), y entre mi me decía “pucha, qué roche, ya llegué tarde, a pique ya se quitó.” Mientras eso le decía a mi mente cuando llegaba a la Plaza de Armas, observé a lo lejos una linda muchachita caminar por la panadería Don Lolo. No podía creerlo, ¿era Anita? Sí, sin lentes, y bien arreglada. Dicen que las chicas suelen ponerse pantalones con truco para que se les vea más grande la pompa, y polos que tienen una especie de magia para generar cierta silueta perfecta. Sea como sea la vi espectacular. No me había dado cuenta que era la más hermosa del salón; a diferencia de cómo iba siempre, aquella vez se le veía genial, fantástica.
-Hola Anita.
-Hola Luis Alonso.
-Bueno a dónde me llevarás-dije como si yo fuera el cortejado.
-Cómo que a dónde te llevaré-frunció su ceño con cierta rareza.
-Tú tienes que agasajarme pues…ja…no mentira, vamos para allá.
Nos dirigimos al Malecón, y hablé demasiado, muchísimo. Era evidente que estaba nervioso. No sé como reaccionarán los demás pero cada vez que lo estoy hablo en exceso. No sabía en qué momento decirle “oye, ¿y la demostración?” Hablábamos casi de todo: amor, cine, mitología, política, sexo, economía, psicoanálisis, antisemitismo. Era una de las pocas chicas que le encantaba escucharme hablar de esos temas (al menos no era por compromiso como otras), y no sólo eso, luego me di cuenta que ella también investigaba para preguntarme algunas cosas después. Bueno, ese no es el punto. Ya habían pasado dos horas y nada de nada. Fue entonces cuando pensé: “Al parecer no pasará nada.”
-Ya es tarde, quizá tu familia esté preocupada, ya vamos a tu casa-le dije.
-Sí, Luis Alonso. Tienes razón. Ya vámonos.
Hacía demasiado frío, y en ese momento le dije a mis adentros: “esta es mi oportunidad.”
-Hace frío, ¿no?
-Pucha, sí Alonsito. Estoy temblando.
-Entonces…-titubeaba- te abrazo para que se te pase.
-Ya-fue un “ya” tímido y casi imperceptible.
-¿Crees en la quiromancia?
-Ah ya, eso que tiene que ver con la lectura de manos que adivinan tu destino.
-Exacto.
-No, no creo.
-¿Qué no? Yo tampoco, pero hay algo interesante, mira trae tu mano.
-No, yo no creo.
-Pero trae nada más, no te va pasar nada.
-No, no me gusta.
-Confía en mí. En serio-no le di chance y le cogí la mano sin darle tiempo de quitarla.
Sentí el calor de sus manos. Una gran energía se desprendió de nuestros organismos: ella lo sintió y yo también. En ese instante al fin se dio cuenta que mi intención no era leerle su aburrido destino sino sólo tocarla.
-Esta es la línea de la vida-tocaba delicadamente su pequeña mano. Vas a vivir mucho tu raya es bien grande.
Empezamos a reír con una y diez idioteces que se me ocurrían en ese momento. Fue divertido, poco a poco me fui pegando más a ella. Le cogí la otra mano y así andamos pegados buen tiempo.
-Luis Alonso, acompáñame hasta aquí, no quiero que los que viven por mi casa te vean cerca. Son chismosos y habladores.
-Te entiendo perfectamente. No hay ningún problema.
Antes de despedirnos seguíamos así de pegados. Tanto ella como yo, no nos quisimos soltar. Bien pegados, muy pegados. La miraba fijo, muy fijo. En realidad se me hacía imposible atreverme a darle un beso. Le arrugaba, tontamente me imaginaba una choteada por parte de ella. En eso para romper el hielo del silencio y mi nerviosismo le dije: “¿y la demostración?”
-Qué, de verdad-un tanto nerviosa se mostró.
-Ja, no sé-no supe dar respuesta.
Me acerqué lentamente a sus labios, pero ella por un impulso desconocido o autorreflejo me esquivó. Me alejé un tanto, le di un beso en el rostro, bajé lentamente a sus labios y ella parsimoniosamente subió los suyos a los míos. Fue bomba, una explosión colosal. No lo podré olvidar, ¡qué beso! Nunca pude imaginar que aquella chica que se sentaba al fondo toda tranquila y media monce me dé un beso como lo hizo ella.
La demostración duró cerca de dos horas, a punta de puros besos. Éramos incansables. Me introducía su lengua de una manera tan dulce y excitante, sus labios carnositos, recorrían todo el dorso de mi rostro. Me soplaba la oreja y yo uf. “Esto amerita un telo” pensé. Pero tenía diecisiete años y aún era casto. Siempre tuve una idea diferente para mi primera vez a diferencia de cómo pensaban mis amigos: “Mi primera vez será con alguien que también sea su primera vez, ambos debemos querernos demasiado, tal vez amarnos, y hacer de aquel día muy pero muy especial.” Vaya idiotez, en fin, por esa razón no pasó nada aquella vez.
-Ahora sí me voy Luis Alonso-se dio cuenta tal vez, que no habría telo esa noche.
-Yo también-nos dimos repetitivos besos sin querernos soltar.
-Adiós.
-Adiós.
Dice un proverbio popular que lo que ocurre una vez puede que jamás vuelva a suceder, pero lo que ocurre dos veces puede que suceda una tercera y quizá más. Ojalá esa hubiera sido la única noche, pero sus besos malditos con brujería no lo permitieron así, y por culpa de esos besos es que me encuentro ahora cumpliendo una puta pena en la cárcel.
(Para mis amados lectores: Aún no saquen conclusiones apresuradas, todavía faltan más capítulos que serán posteados en mi blog).
El segundo capítulo de este post puedes leerlo inmediatamente haciendo clic aquí: Capitulo 2

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TucuyRicuy, a parte de ser un destroza-corazones en su natal Chimbote, está impulsando la cultura en esa ciudad desde su blog Operación Fishland (donde los espera a todos ustedes). Desde aquí, recomendamos su calenturiento blog.