martes, 3 de mayo de 2011

Camino a casa

Fotografía por Pato.v

Aún cuando el bus había dejado Máncora y emprendía mi tan añorado regreso a casa, extrañaba lo que estaba dejando atrás. Era algo que estaba más allá que los paisajes, campos, ciudades, gentes. Algo que me entristecía. Era acaso que estaba dejando mi tan ansiada libertad, o será que los seres humanos extrañamos algo, aún así vayamos a su encuentro. Sea como fuere, mi emoción disminuía a medida que el que carro se acercaba más a mi destino.

Vista desde mi ventana la distancia que había transcurrido con mis dos amigos se reducía solo a veintidós horas de un Interprovincial. De cuando en cuando, las palabras de Lagarto, el chaman del norte, pululaban por mi cabeza, “el verdadero viaje está de regreso”, algo no me cuadraba pero presentía que estaría por descubrirlo cuando llegara a Lima.

Dormí casi doce horas, presa del cansancio y porque no tenía nada más que hacer, que escuchar, o leer. Nadie se había sentado conmigo, sin embargo, cuando el bus hizo su primera parada pude hablar con una amigable pareja de chilenos, que les sorprendió que viajase solo. Les explique que había llegado mochileando con dos amigos, pero yo tenía que regresar por motivos educativos. La conversación fue amena y amigable, reconocieron la superioridad de nuestro pisco, hasta me ofrecieron un cigarrillo e intercambiamos ideas políticas sobre esta parte del continente: Sudamérica.

En la segunda parada del bus, mientras compraba una gaseosa y una galleta, pues Miguel y Salomé, nunca me devolvieron el dinero que les preste. Conocí a Alex, una bella germana de padres norteamericanos, que me preguntó por qué no me despojaba de mi guitarra en un casi aceptable español, y yo, le respondí, ella es mi novia y me ha acompañado todo el viaje, y con eso pude robarle una sonrisa; luego hablamos largo y tendido sobre Berlín, Máncora, Piura, Cuzco, Trujillo, Chiclayo; y los contrastes con las ciudades europeas que había recorrido a mi edad, posiblemente ella tendría unos 27 años, unos cinco años mayor que yo.

Ella, se sentaba a tan solo a dos asientos a la izquierda de donde me encontraba yo, seguimos hablando aún cuando subimos al bus, no dejábamos de hablar, era realmente simpática, no me sentía solo, y me hacía ilusión de que pasara su fin de semana conmigo, pero cuando estábamos en lo mejor de la conversación y me contaba su vida amorosa, el bus hizo una nueva parada, para hacer subir a una señora de edad mediana que se sentó a mi costado; es decir, entre ambos, no me quedaba otra alternativa que volver a dormir.

Unos días atrás en Lima. Bruno, quien se puede considerar que es un viejo amigo, chateaba con Malena atreves del Facebook, ella le hablaba de su nuevo trabajo como practicante en un notable estudio de abogados, de sus fiestas, sus citas, y el posible retorno con Marco, su primer novio; sin embargo, ella decía extrañarme, sobre todo que la haga reír, estar sentados en medio del campus de su Universidad, mis movimientos estrambóticos, o cantar y bailar en medio de calle, y mi risa. Pero al mismo tiempo, odiaba como habían terminado las cosas, que lo había echado a perder, no creía posible una amistad conmigo debido a mi obsesión por ella y las últimas palabras que le dije. Él, por su lado, le hablaba de su trabajo en el banco y su complicada relación amorosa con su novia, ambos estaban jodidamente decepcionados del amor. Ambos habían pactado encontrase y conversar, mientras se tomaban un café; no obstante, hasta el día de hoy, me pregunto por qué él, aún guarda contacto con todas mis ex enamoradas, eso me jode y a él parece gustarle. Curiosamente, no soy su única víctima, es amigo de las exs de todos en el barrio, es el terror de las exs novias.

Asimismo, Bruno decidió contarle su conversación con Malena a Reiner, que no veía con buenos ojos, moderado interés que Bruno había puesto en mi ex enamorada. La idea es juntarlos, le digo a Reiner, mientras jugaban naipes en un tragamonedas de la transcurrida avenida Brasil.

A mi llegada a Lima, no hubo bombos ni platillos, nadie esperaba por mí. Le había dicho a mi madre que llegara tres horas después, para darle una sorpresa.

Lima lucia diferente, sus carros, sus edificios, su aire, su gente. La vida parecía ser otra y debe ser por eso que, por un instante se me pasó por la cabeza ir a buscar a Malena, decirle cuanto la he extrañado, que aún la necesito, que en todas las ciudades que he recorrido, que todas las personas que he conocido, ella siempre estuvo presente en mis pensamientos, que todo lo que buscaba era simplemente olvidarla, pero rompí el papel, donde lo había escrito y pasé por su casa, observándola, pensando los momentos que pasamos ahí, con la nostalgia de saber que era hora de ir a la mía.

Mi madre me recibió con un enorme abrazo y lágrimas en los ojos, “¡Has vuelto mi hijo prodigo!” me dijo, y ambos reímos entre sollozos. Ella me mostro mi cuarto, limpio, ordenado y amoblado con un cuadro de perros jugando billar y la Notebook que tanto le había pedido. La abrace con fuerza, la llené de besos; luego fui a darme un duchazo, cuando me miré al espejo me di cuenta de que estaba negro, y barbón. En la noche, mis amigos, informados por Reiner, me preparaban una reunión de bienvenida.

Más tarde esa noche, mis amigos y yo brindamos por mi regreso, entre risas y bromas. Todo volvía a ser como antes, aunque ya no estaba ella. Pero puse mi mejor cara e hice un salud con todos, di unas cuantas palabras bajo las jodas de uno y otro.

En una esquina de la sala, se encontraba Mirja, una peculiar morena de sonrisa alegre, y de piernas largas, que me regalaba miradas coquetas de antigua complicidad. Tal vez debido a los besos que nos dimos hace varios veranos atrás. Cuando ella quería tener una especie de romance escondido conmigo, o algo así, que no entendí o no me explico bien y que, además se complicó por terceros. Sólo atiné a acercarme a saludarla, hablar sobre nuestros viajes, ella había regresado hacia poco del Caribe, debido a su trabajo como traductora de inglés. Me dio cierta picardía volverla a ver, aunque nosotros ya no éramos los de entonces. Bailamos un par de canciones, luego nos pusimos al tanto de nuestras vidas, me contó sobre Enzo, un nicaragüense con el que había tenido un amorío en su estancia en el crucero, no ahondó en detalles, yo tampoco quise saber más al respecto, intercambiamos números y prometimos llamarnos para salir un día de estos.

Cuando la noche estaba mucho más avanzada, y fumaba un cigarrillo en solitario desde el balcón de la casa verde, Bruno se acerco en forma sigilosa, me tocó el hombro y me dijo que tenía que hablar conmigo, respecto a Malena, no lo tomes ni mal ni bien, lo que te voy a decir, se quedó en silencio por cuantiosos segundos, y yo, habla mierda, no te quedes callado, que cosa quieres decir, y él, ya huevón, mira hablé con Malena, y aunque ella sale con otros chicos, les habla de ti, no puede evitarlo, sabes incluso salió con Marco y me juro que no pasó nada, que piensa en ti, y yo, huevón qué mierda te pasa, como se te ocurre hablarme de ella, si sabes que estoy muerto por esa cojuda, y por lo mismo quiero dejarla en paz, ahora pensaré más en ella. Algo picado, Reiner hizo su aparición y me dijo, qué pasa cholo, ya te conté lo de Malena seguro, tú tranqui, ahora lo que tienes que hacer es -eructa largamente- hacer nada, y yo, como que no hacer nada quiero ir a verla, la necesito, y Reiner, bueno ya estas grande, sabes lo que haces. Y la madrugada nos dio sentados en la terraza mirando cómo amanecía Lima nuevamente.

Dos días después sentado frente a la computadora decidí escribirle un mail, donde dejaba expuestos todos mis sentimientos en cada palabra, coma, renglón, párrafo o oración. Pero fue inútil, no obtuve respuesta, decidí entonces mandarle un mensaje de texto “es otro viernes caminando solo, un mundo dando vueltas y dos personas volviéndose a encontrar”, lo que le debe haber parecido más estúpido aún. Según Bruno, ella seguía pensando que yo era el mismo idiota al que había dejado, y en vez de mandarle una canción antigua de Diazepunk, debí haberla saludado por el día de la mujer. Es que a veces no entiendo a Malena, dice que es socialista y a la vez celebra esos días inventados por el ala capitalista más férrea de Occidente.

Una semana después del incidente del mensaje de texto, fui a visitar a Bruno y éste me invitó una lata de cerveza y un cigarrillo, debía sacar plata del cajero debido a ello, debía esperar afuera, por una extraña coincidencia pasó Malena. El corazón se me detuvo de golpe y las piernas se me endurecieron y no pude moverme, esperé que Bruno saliera, y decirle que debía ir por ella, que era la señal que estaba esperando; sin embargo, al alcanzarla y llamarla por su nombre, ella me dijo, qué quieres, y yo, solo vine a saludarte, saber que estás bien, y ella, porque no te vas, no te das cuenta de que estas obsesionado conmigo, y yo, solo quería pedirte disculpas por el daño que te hice, me fui de viaje, no sé si sabias, y ella, si te fuiste porque a mí me parece que sigues siendo el mismo idiota de siempre, y yo, dame solo cinco minutos de tu tiempo, déjame hablar, lo hago para sacarme todo esto que siento, y ella, tú y yo no tenemos nada que hablar, no me interesa tu vida, me importa un carajo lo que hagas o dejes de hacer, y yo, pero por qué me tratas así, y ella, encima tienes la poca inteligencia para saber que estoy molesta, piensa un poco pues. Y yo, por eso estoy aquí, para explicarte todo, mientras la tomaba del hombro, y ella, no me toques, déjame en paz, me vas a obligar a llamar al policía que está en la esquina, y yo, sabes estoy cansado de rogarte, de ser el mismo imbécil de siempre, solo quería disculparme es todo, pero sabes me he dado cuenta que no vale la pena. Yo no vivo en una burbuja a diferencia de ti, que eres muy de izquierda y no puedes vivir sin cable, agua caliente y las mesadas del fiscal de tu padre, a mí no me interesa si sales con Marco o no, ahora sé que me mentías cuando decias que no sabias nada de él, que lo habías olvidado totalmente, lo único que quiera era cinco minutos de tu tiempo, pero es mejor así, que lastima, ahora sí me voy. Y ella, se detuvo y me dijo, sí mejor vete, se perdió entre el edificio del Británico de Pueblo Libre, se dirigió al baño, y dejó caer las ultimas lágrimas que yo le había causado. Sonó su celular era Marco, preguntándole si estaba bien, ella le respondió que había tenido una pequeña discusión con su madre que eso era todo, ella siempre mentía y lo hacía bien.

La última vez que la vi, fue un sábado cualquiera, mientras deambulaba por las calles, con un cigarrillo en la boca, volvía de una noche en el Etnias donde los humos circundantes hornearon mi cabeza, sosegaron mis palpitaciones y dispusieron mis sentidos para el siguiente y definitivo evento de una de mis últimas noches vividas, que hasta ahora no sé si catalogar como una perfecta alucinación o una traviesa ficción calcada de mi mente. Tal vez siempre quise que pasara esto: dos cuadras más adelante, Malena se perdía entre las sombras de un árbol, sujetada de la mano de un tipo alto, delgado y castaño, a simple vista no pude reconocerla, si no hubiera sido por sus raros vestidos floreados verdes. Al verme se adelantó repentinamente, ella jaló a su chico de la mano, casi con temor estoy seguro, quizá pensó que buscaría pelea, pero yo estaba más que paralizado, la mitad inferior de mi rostro se desvaneció. Y seguí mi camino que también era el suyo. Él la detuvo en medio de la cera del frente, y ella lo besó con la misma intensidad que me besaba a mí, en el mismo lugar que me besaba a mí antes de entrar a su casa a soportar los mismos gritos que su madre le propinaría por llegar tarde viniendo Dios sabe de dónde con ese tipejo que antes era (y me gustaba ser) yo. Me detuve a contemplar el cuadro, ¿fantaseaba todo?, ella me miraba mientras besaba a su nuevo novio, ¿era otro espejismo, cómo los del desierto mancorino?, seguía caminando lento e inseguro, me detuve en la esquina y ya no sabía dónde estaba parado realmente, ¿al otro lado del océano?, ella lo llevó hasta la puerta de su casa, hablaron un par de cosas, y su novio me buscaba con la mirada, yo lo miraba también. Con la última pitada devolví las lágrimas a su sitio, pisoteé mi cigarro en señal de haber vencido al hombre que besaba a mi chica y no se atrevía a cruzar la pista para trenzarnos por ella, abrigué mi cabeza con la capucha que ella me había regalado meses antes y le di la espalda a mi pasado.

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4 comentarios:

  1. Ya he leido todo el blog, y eso q yo no soy de leer, este blog me ha gustado demasiado y hay veces q me gustaria q los post sean mas seguidos

    Mas me loquea como escribes, aunq reiner tbm escribe de la ptm, o tal vez sea tu historia q desde un inicio no se sabe que sucedera

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  2. Respuestas Tardonas:

    Pido mil disculpas, a la gente que se toma el tiempo de leer este blog, pero sobre todo a los que comentan y no respondido o me he demorado en hacerlo.

    Rosa: A mí me parece chevere que realmente, sigas este blog pero sobre todo que comentes. Gracias.

    Daviko:Gracias por tomarte la molestia de leer este modesto blog de choteados, y es que quién no ha sido choteado algunas vez. Seguro que todos verdad. El hecho es que sí, trato de que cada historia sea única y diferente, sin dejar al lado un reflexión. A mí regreso yo iba a reconquistar a mi ex novia. Pero descrubri que, ya la habia perdido.Aún asi, por terceros como siempre, me entere que ella esta muy bien, y esta feliz. Valla después de todo siempre quise eso aunque no sea conmigo.

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  3. que genial tu copia de los amigos que perdi de jaime bayly.

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Aunque sea una carita feliz... )=D