lunes, 16 de enero de 2012

Tenemos que hablar


Te espero cuando la noche se haga día, 
suspiros de esperanzas ya perdidas. 
Mario Benedetti.
  
Imagen por WillemGT

El tiempo se detuvo. Cierra los ojos. Le dice a ella mientras pasa las manos por sus mejillas, de abajo a arriba y viceversa. Y ella, para que sirve, y él, ayuda a la memoria sensorial, para no olvidarnos de cosas básicas. Las orejas, los ojos, la nariz, la boca. Y ella, ¿quieres saber lo que me gusta de ti?, que me rechazaste. Que eres delicado. Que estas asustado. Que estés fuera. Que me provoques ternura. Que me excitas. Que igual estás dentro de mí. Los dos abrieron los ojos.

Tengo que hablar contigo. Me dijo David, al otro lado del teléfono. Estoy en tu casa en cinco minutos. Colgó. Cientos de preguntas revolotean en mi cabeza. Estoy casi convencido que aquellas palabras conllevan nombre de mujer. No me equivoqué.

Él, como yo, ha sucumbido más de una vez a los encantos de alguna fémina que ha mellado su ingenuo corazón. Pero así es él, un romántico empedernido, un chico de  banco que  ha renunciado momentáneamente a su sueños de ser músico. Es a su vez un luchador de batallas perdidas, debe ser por eso que es mi amigo.

Cuando conoció a Amanda, no paso mucho tiempo para que se enamorara de ella. La conoció en el trabajo, me contó. Ambos pasaron la prueba. A él lo contrataron y a ella no. En compensación la invitó a tomar helados, caminar un par de cuadras por el malecón. Se perdieron por las calles de la ciudad y deambularon felices quizás por haberse encontrado.

Dos semanas después y ella era su novia. Su relación fue como todas y como todas llegó a acabarse. Él siempre trato de ser el novio perfecto. Quizás fue esa misma perfección la que fue desgastando esa extraña relación.

El único recuerdo que yo tengo de ella es su traje de novia una noche de brujas en la que salimos los cuatro; es decir, ellos, una ex y yo a bailar a un antro barranquino. Quizás yo también recuerdo esa noche por la dulce compañía en la que me encontraba. Nunca habíamos bailado tanto como aquella vez, nunca, recuerdo con él, mientras caminamos.

Luego de la ruptura él no solo perdió casi todo contacto con ella, si no trato como todos en reconquistarla desesperadamente. No obstante, fue inútil. También perdió su trabajo. Fueron duros meses que en los que le costó recuperarse.

Nos gustaba conversar en las noches y analizar nuestros errores .Los buenos y malos momentos que pasamos con ellas, las que no estaban. Yo siempre traté de ser más fuerte, y así convencerlo de a pocos de que empezara a salir.

Pero claro, eso fue hace muchos meses atrás. Antes de consiguiera otro trabajo en otro banco y de mejor prestigio. Y después de su pequeña aventura con Viviana Dallas en la fiesta de fin de año. En aquella noche me preguntó por ella. Que si yo creía que estaba bien si intentaba algo. Yo le di una palmada en el hombro, deseándole suerte y que contaba con mi apoyo y aprobación.

Durante toda la noche observé de forma sutil cómo ella se reía de las frases sueltas que David le decía en la oreja. Los abrazos en la oscuridad de una playa del sur, sólo iluminada por los cohetes que alumbraban el cielo por segundos. De regreso en la casa de playa, se perdieron entre la multitud, hasta las escaleras del segundo piso. La besó de forma frenética. Ella lo tomó del cuello y dejó que él la tomase por la cintura. Hasta que los vio el dueño de la casa, y ella separó a David a empujones. Él consciente de lo que había pasado solo atinó a reírse. Ese fue su pequeña aventura con la coqueta estudiante de periodismo y aspirante a escritora.

Ahora, ambos estábamos apoyados en una mesa de billar. Jugamos en silencio. Mientras él aplaudía una de mis jugadas usando una banda para colocar la negra en la esquina y aún así no ganar la mesa.

-¿Por qué estas tan callado?, le pregunto. ¿Es por mi jugada?, me rio.
-No, no es nada de eso.
-Por cierto, de que querías hablar. Le digo mientras me preparo para tirar de nuevo.
-Qué pasaría si tuvieras la oportunidad de volver ver a tu ex. Qué harías.
-Depende cuál, supongo. Hoy es cumple de Alejandra. Mi ex, la que duró dos semanas. Risas. Me ha invitado a su fiesta. Su prima también me llamó para que vaya.
-Qué y vamos a ir.
-Claro.

Camino a la fiesta de Alejandra, David caminaba en silencio, pensativo. Mientras Reiner siente más que curiosidad por conocer a Alejandra, la ex de la que le estuve hablando días atrás, él tiene un plan entre manos que no me va a contar. Él lo sabe todo de mí y yo casi todo de él. Llegamos a la casa de Alejandra con dos botellas: un ron y un pisco.

Mientras Alejandra me saca a bailar y Reiner baila con la carismática Carlina, amiga de Alejandra que conoció camino al baño, lugar habitual donde conoce a las chicas. David está sentado en una esquina fumando un cigarrillo como si lo más profundo de sus pensamientos divagara en el humo que desaparece en el techo.

Horas más tarde y con unas copas demás, llega Nicolás. Que a vez es amigo de Reiner, y al cual conozco por él. Debe ser cierto Lima es un pañuelo, pienso.

Alejandra se ha olvidado de mí. Saca a bailar a Nicolás todas las canciones que suenan. Tengo celos. Sí. Los tengo. De la chica con la que termine hace más de un mes. Reiner  trata de calmarme como siempre. No es suficiente para mí. Cuando la canción termina me despido de la cumpleañera. Ella me detiene en la puerta, pidiendo que me quede. Yo la miro con mis ojos desorbitados por el alcohol. Le digo espero que no hayas perdido tiempo despidiéndote de mí para que puedas bailar con Nicolás.

-Silencio.
-Estás celoso. No me jodas que estás celoso porque sería estúpido. Tú terminaste conmigo y dijiste que querías que fuéramos amigos.
-Sí, discúlpame. Tengo que irme. En serio, hablamos otro día.
-Como quieras, Jorge. Pero eres un tonto.

Mis amigos esperan en la esquina, me preguntan si besé a la cumpleañera. Me quedo en silencio mientras tomamos un taxi camino a nuestras casas. Reiner es el primero en bajarse.

Minutos después, mientras caminamos las dos últimas cuadras para llegar a mi casa, David me cuenta que vio a Amanda hace poco. Dos días para ser exacto. Yo me quedo en silencio. Nos sentamos en la puerta de mi casa, mientras prendemos los últimos cigarros de la noche.

-Cuando la vi, fue para pedirle disculpas acerca del pasado, me cuenta David.
-No sé que decir. Le respondo.
-No, no digas nada hasta que termine. Le invité algo de comer, pero nunca tocamos el tema de nosotros ni del pasado. Era extraño, por un instante todo era como siempre pero distinto sabes.
-Y qué pasó después.
-La acompañé a su casa, me invitó a pasar. Entré y bueno, me acosté con ella. Pero no es sexo. Es mucho más que eso, creo que la amo.

Silencio.

-Qué harás ahora, le preguntó.
-Por lo pronto, irme a dormir, mañana hablaré con ella.
-Las ex son un campo minado donde uno debe saber dónde pisar, no vayas a salir herido de nuevo.
-Pequeñas risas.
-Hasta pronto, amigo.

David se va alejando, quizás con más dudas en la cabeza que yo. La noche se hizo de día en la puerta de mi casa, pienso en Alejandra. En David y Amanda. Mañana tendré todo más claro, me digo. Sé que cuando me duermo ebrio, me despierto triste.


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Esta historia en una canción



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