Hello darkness, my old friend
I've come to talk with you again
Simon & Garfunkel
LA OSCURIDAD es propicia para que yo exista. Que aparezca en tu mirada es un capricho de la luz que no vino a resguardarte. Fui desterrado hacia este balneario para encontrarme con tu historia. Me dieron las doce caminando, cambiaba el año nuevamente, llegué antes que ellos para preguntarte qué pasaba.
Imagen por Dalla |
Las bombardas en el cielo hacían saltar a las ratas de sus madrigueras.
Mis pasos arenosos eran acompañados por el júbilo de las personas escondidas en
sus casas de playa. Puedo entender las luces, es hasta poético ir tan alto para
iluminar la noche, lo que no comparto es el ruido, la explosión, la mamarata
con que el mundo festejaba la llegada de la tristeza a tus ojos.
Primera comprobación. Punta Negra todavía es un barrio agreste. Las
calles son una suerte de maraña desértica flanqueadas por casas de paredes
blancas con comodidades de las que conviene disimular. Los Pingüinos, las Garzas
y los Manatíes son los nombres de las calles por las que caminé hasta
encontrarte, niña sola, tú no tenías nombre y yo olvidaba mi pasado en cada
paso.
Tú sentada en la calle vacía. Te hablé y me dijiste que esperabas a tu amigo
o novio, no sé, lo mismo da. Así que te acompañé. Me contaste que a las doce tu
amigo te raptó y caminaron buscando un hotel pero todos estaban llenos. No
aceptaron esa respuesta y se escondieron en una esquina donde forzaron las caricias
y cabalgaste sobre él.
– ¿De verdad pasó eso? Cuéntame más –dijiste–.
Venían de una fiesta y querías volver a ella. Él te llevó por el camino
contrario y tú te dejaste llevar, le reclamaste que era un mal hombre, pegaste
el grito al cielo, lo golpeaste hasta que tus pies no aguantaron y te quedaste
sentada. Él te preguntó qué harían y le pediste que trajera tus cosas, vámonos
a Lima.
Él estaba asustado. Si volvía, todos le reclamarían por ti. Aun así,
dejó su celular contigo, te dijo que no te movieras y volvió a la casa para
recolectar las cuatro cosas que le pediste: tu cartera, billetera y no recordó
más. Le pediste tantas cosas que lo aturdiste, no sabías lo que él quería.
Desbordado por la situación, pidió ayuda, él y su amigo se subieron a un auto
plomo y fueron a recogerte. Cuando llegaron en el auto me escondí en la
oscuridad.
– ¿Y no viste quien bajó del auto?
Sí los vi. Bajó un moreno flaco, alto, era el que conducía, parecido a Neymar,
el futbolista brasileño. Te tomó en brazos y detrás de él bajó el copiloto, era
él, el que te había dejado allí postrada, se quedó mirando la escena. Había
soportado las riñas de Neymar en todo el trayecto, “¡putamadre, a dónde te la
has llevado!”. Te acostaron en el auto y arrancaron.
Imagen por xd360 |
Segunda comprobación. Hay favores que llegan sin pedirlos y personas
nobles para ejecutarlos. En el auto, negaste todo porque eres una dama,
confundida, que quiere divertirse y no encuentra el rumbo todavía. Dijiste que
no había pasado nada. Neymar manejaba, al tiempo histérico que eufórico, volvió
a gritar, prometió que no contaría lo que había visto, que moriría con el
secreto guardado. Gracias, le dijo él repetidas veces, eres un buen amigo.
Si sé todo eso es porque soy tal vez el culpable y aspiro a ser tu
salvador. Es difícil de explicar. Prefiero actuarlo para ti. Pero cómo. Yo sólo
aparezco cuando estás sola y me esfumo si aparecen los demás.
– ¿Entonces para verte de nuevo tendré que estar sola?
Y en silencio. Si me delatas, me diluyo. Me contaste que perdiste el
celular. Me dijiste que perdiste varias cosas que no te pude devolver. Por eso
también me fui. Yo no tenía más sentido en tu vida. Perdiste lágrimas, el cielo
y las luces de año nuevo. Eso decías. Tal vez las puedas recobrar.
–No. Tendré que esperar otro año nuevo.
No te preocupes, esas son medidas del tiempo que el hombre hace y que
otro hombre las puede deshacer. El tiempo se puede alargar siempre hasta llegar
a romperse si no sabes jugar. Pero de esos hombres que conocen las comisuras
del tiempo quedan pocos, no te garantizo que los puedas encontrar. De haberlos,
seguro te preguntarían por los momentos de tu vida sola, ellos quieren saltar
por tu ventana y que de pronto todo sea pájaros.
También te pedirían, ellos y yo también, que no utilices más palabras
celestes, que aprendas las frases duras, las menos calmadas. No sé. Yo no
conozco a esos hombres, aunque camino con ellos en las sombras, los he visto
pasar a mi costado, no les hablo por precaución. Cuando quise ser como ellos,
fracasé. Soy muy tonto quizás. Cuando me divierto, en realidad me pervierto y
ya me han aborrecido por ello.
Última comprobación. Pervertir en el sentido de perder mi forma primera.
Por ejemplo, tengo la piel pervertida porque me he quemado en esa playa maldita
donde el sol golpea fuerte. Si quieres conocer la historia universal de la
oscuridad debes volver a donde nos encontramos.
–Eso es superficial. Lo que importa es cómo eres.
Soy lo que recuerdas.
–Ese es el problema, mi memoria es débil al ingerir mucho alcohol.
Aunque recuerdo algunas cosas. No recuerdo tu nombre.
Es mejor no saberlo. Tanta luz puede oscurecer tus ojos. Insisto,
actuaré para ti los sucesos que me relataste en el corto tiempo que te conocí,
como me los imaginé, tengo muchos recuerdos en la mente, casi como si fuera yo
quien los vivió. Para devolvértelos, vamos al teatro más adelante.
Ahora debo escapar. Alguien viene a buscarte, no podré caer por tu
chimenea, no seré la correspondencia debajo de tu puerta y menos la casualidad
al doblar la esquina. Yo sólo existo en ese habitáculo oscuro que son tus
recuerdos. Allí duermo solo. Si me olvidas, aparezco. Escucho pasos, mi muerte
está cerca.
–Calla. No morirás.
Moriré en ti. Y recuerda que hay un precio.
– ¿Cuál es?
El silencio.
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Esta historia en una canción.
[ A continuación, una de las últimas entrevistas que hice el 2011 en la Bolsa de Trabajo. Olvidé colgarla antes. Espero les guste, esta es a la psicóloga Suzann Yoplac, la hice con mucho cariño. Ella atiende jóvenes y adultos como ustedes queridos lectores con ganas de hablar. Como me cayó bien, le dije que la entrevista saldría publicada con la dirección de su consultorio, que yo arreglaba con la editora, pero esta desatendió el pedido que le hice, así que cumplo mi promesa por esta página. Para los interesados en terapias, la bella Suzann los espera en Las Dalias 214 dpto. 602 en Miraflores. Su teléfono es 95628-7929. Si les dicen que vienen de mi parte, les cobrará más. Saludos.]
Dale click al link de la entrevista.
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