domingo, 3 de octubre de 2010

La hermana que nunca tuve



Christina me recuerda a la hermanita menor que nunca tuve y que siempre quise tener. Por eso, le guardo un aprecio especial que, con el devenir del tiempo, de forma indirecta, me ha involucrado gratamente en sus problemas, soluciones y consejos. Espero también haber influenciado, de algún modo, en sus gustos cinematográficos. Se me dibuja una sonrisa en los labios al hablar de ella, la pequeña Cris. Posee dos grandes ojos café oscuros, mirada coqueta y engreída como su hermana, mejillas prominentes, sonrisa ligera y fácil, cabello largo, negro, oscuro y lacio, de faz graciosa. La inocencia e ingenuidad con la que mira el mundo, propio de la gente de su edad, la hace más humana que muchas personas de su generación, espero que nunca cambie ese modo tan tierno de ver este planeta.

Hasta donde sé, ama a todos los animales; no obstante, está algo resentida con los canarios de su casa, pues más de una vez le han causado problemas con su madre, por olvidarse de alimentarlos un par de veces. Naturalmente, sueña con ser una gran veterinaria o bióloga marina, se pasa horas enteras viendo Animal Planet para saber un poco más de los marsupiales, gacelas, guepardos, del África Occidental.

Le gusta dar largos paseos al aire libre, en su bicicleta rosa; además, es fanática del fenómeno canadiense Justin Beiber, del cual tiene dos posters y todas sus canciones. Le fascinan las películas de terror, aunque después le dé tanto miedo que le pida a su hermana, dormir con ella, a la cual respeta y admira abiertamente. Al igual que yo, en secundaria, la matemática, física, y química, le son esquivas. Es decir de lento entender, lo cual, la tiene algo aturdida por estos días; sin embargo, es una niña feliz. Perdón, mejor dicho una adolescente con problemas normales. Es tan diferente de su hermana, desde todo punto de vista, que es lo que hace que, haya un perfecto contraste entre ambas, que además de ser hermanas, son grandes amigas. Siempre que tengan algún problema o duda, se tendrán incondicionalmente una a otra.

Era un viernes en la noche. Ella y su hermana, estaban regresando de un concierto, de un grupo nacional, Adamo, del que solo he escuchado un par de canciones, que sonaron el verano pasado. Fue un concierto para el recuerdo de Cris y para el olvido de su hermana, “demasiados niños”, es lo que aseguraba, y sentenciaba su hermana mayor, como si fuera muy vieja, pero ella es así. Me llamó. Yo estaba en mi casa, terminando de hacer un trabajo, para el curso de Realidad Nacional. Me dijo “vienes por mí, nos encontramos entre las avenidas cerca de mi casa”. Còmo iba a decirle que no. No la había visto casi una semana. Como siempre llegó tarde. Esperaba mientras fumaba un par cigarrillos entre las avenidas de siempre. Miraba mi reloj y me llenaba de impaciencia. Estaba retrasada diez minutos. Còmo odio que me hagan esperar.

Tres minutos después, a mitad de cuadra, una princesa me regalo una sonrisa y una mirada traviesa. Mi novia y una versión en miniatura de ella. La saludé, me saludó con un beso en la mejilla. Ella me dijo “Jorge, ella es mi hermanita Cris, de la que tanto te hable”. Cris se notaba algo cansada, aún así, se las arreglo para darme un casi beso obligado en la mejilla derecha. No dimos más de tres pasos cuando, su hermana me miro con esa mirada que hace qué, uno sea capaz de escalar cerros en Matucana, cruzar dos puentes, y enfrentarse a dragones (como su mamá). Sabia que me iba a pedir algo aunque, no sabia que. “Mi hermana tiene sed, ¿le compras un Cifrut?” sentenció.

La ambulante del costado, se debe haber percatado de lo enamorado que estaba, que me vendió a casi el doble, aquel producto, me sentí estafado pero feliz. Caminamos rumbo a la casa de ambas. En el camino recurrí a mis mejores chistes para tratar de impresionar a Cris, pero solo conseguía que me viera como un niño, así que cerré mi casaca con fuerza, antes de que se percatara del polo de Superman, ese que es de colección y brilla en la oscuridad. Así que algo desesperado por robarle una sonrisa, recurrí al único truco de magia que sé: moneda saliendo de la oreja; el mismo que había conseguido que su hermana me diera uno de nuestros primeros besos, pero con Cris no había dado resultado. Al llegar a su casa, me despedí con un beso en la mejilla de ambas. Dos días después, mientras hablaba por teléfono con su hermana mayor, me dijo “Cris cree que pareces un chico simpático, algo niño, pero simpático. Y que se te ve mejor en las fotografías que en persona”. Atine a reírme de forma escandalosa, con fuerza.

Casi tres semanas después, Malena me llamó de improviso.

-Vamos a los juegos mecánicos. Iba ir con Cris. Pero me dijo para ir contigo también. Vamos, te vas a divertir.
Tenía planeado llevarla al cine, y ver esa película de la que todo el mundo esta hablando, en cambio, los juegos mecánicos sonaba más tentativo aunque yo, no pase del gusanito.
- Vamos pues, le dije, entusiasta.
-Vas a ver no te vas a arrepentir, eso sí, vamos a subirnos a todos los juegos mecánicos ¿ya?
Ni que estuviera loco, si sabes que le temo subir más de cinco pisos de un edificio, y lo de Matcuana fue solo una excepción. Pensaba, aunque dije otra cosa.
-Claro de hecho no vale tirarse atrás -genial, tú y tu gran bocota nos han metido en un nuevo problema, me decía esa voz interior.
-Ya mira, tocas el timbre nos recoges y nos vamos juntos. Un besote.

Al llegar a los juegos mecánicos de aquel mol, sin duda, poseía la montaña rusa más grande que había visto en mi vida; sin embargo, Malena disminuyó mi asombro diciendo “eso no es nada, gordo, en Estados Unidos son tres veces más grandes y encima te mojas”, igual por nada del mundo subiría ahí. Claro, a menos que ella me lo pida. Espero que no lo haga.

Le tengo miedo a los aviones. No me gustan las alturas y detesto las emociones voladoras, pero por alguna razón, ella me tomo de la mano, yo solo asentí con la cabeza, hago la cola por inercia o para estar más cerca de ella. Todo bajo la mirada burlona de Christina. “No tengas miedo, yo estaré a tu lado”, me dice, mientras yo adopto esa pose de chico seguro que no soy. Nos sentaron en sitios separados, yo adelante, ella atrás, cerré los ojos, mientras los arneses de metal nos atraparon, de pronto un empujón trajo el movimiento lento pero incesante, track, track, track hasta las nubes. Pronto recordé porque le temo a las montañas rusas. Sentía que el carrito volaba suspendido en el aire. En mi mente, mi cabeza, brazos, hombros y codos se estrellaban contra algún fierro y me dan una muerte violenta. “Me cago de miedo”, pienso, pero no lo grito, estoy en shock, no digo nada, cierro los ojos con fuerza. Cuando abro los ojos, veo a todos como hormiguitas, por cuatro segundos, me siento como Zeus, en el Olimpo, una caída me devuelve a la realidad. “No tengas miedo, yo estaré contigo hasta la ultima caída, me grito”. Yo le creí. Luego, sus gritos se acallaron en la bajada maldita. Es la última bajada, el público mira horrorizado, mientras uno que otro desadaptado aplaude. Los siete minutos que ha durado el recorrido han sido los más intensos de mi vida. Las piernas nos tiemblan pero logramos pararnos. Al bajarnos nos abrazamos con fuerza. Bajamos felices y emocionados. Nos alejamos del mostro de fierro. Nos esperaba Cris, del otro lado. “Subimos de nuevo”, dijo sonriendo. Todos reímos.

Sin fuerza ni aliento pero con demasiada adrenalina para una tarde, observo a las hermanas, subirse a numerosos juegos. Yo estoy cuidando las cosas, tomando una que otra foto, que durara para la posteridad, y que posiblemente Cris, cuelgue durante la noche en su querido Facebook para sacarle celos a las amiguitas del colegio que no quisieron acompañarla.

Observo a Malena desde abajo. Ella esta riendo, disimulando lo asustada que esta de subirse a otro juego. Creo que nunca he sido tan feliz, viéndola tan nerviosa y asustada, tomo un par de fotos, las veo y me rió. Es mi dulce venganza por subirme a la montaña rusa.

Después de una tarde de montañas rusas, carritos chocones, y algunos algodones de azúcar. Solo quiero una cosa, ir a comer, me ha provocado comer unas de las hamburguesas del frente. Entramos, ordenamos y nos sentamos a conversar. Christina, no dejada de hablar, su hermana y yo la escuchábamos atentos. Dice que es hippie, pero no le gusta Bob Marley, no sabe que es Woodstock, ni cuando empezó ese movimiento; no obstante, ser hippie no es una pose, sino un estilo de vida, atino a seguirle la corriente. Mientras habla, pienso como hubiera sido ella de haber vivido esa época. Vuelvo a la realidad, cuando una de ellas, coge una papa de mi cajita feliz.

No puedo dejar de mirar las botas de Cris, siento que esa una pequeña astronauta, con look muy parecido a Dora la exploradora, ella también se burla del polo de los Simpson. Es igual de picona que su hermana, le muestro mi movimiento egipcio, ella me imita y lo hace mejor, su hermana se sonroja y nos mira apenada por la vergüenza que le hacemos pasar, la invitamos a que nos siga. Ella solo atina a regalarnos unas risas, de las que comienzan con un Ja y terminan en un Jó.

Ya es tarde, es hora de dejar a la pequeña Cris en casa. Me da un beso en la mejilla, dice que la ha pasado genial y que la próxima vez nos reuniremos a ver películas en su casa. Su beso ha calado en mi corazón, más porque creo que ha sido sincero y espontáneo. Le regalo una sonrisa y me despido de ella con un saludo inventado por nosotros. Su hermana y yo escondemos nuestras manos entrelazadas bajo las sombras, nos alejamos, volteamos a verla por última vez, ella sigue mirándonos, doblamos la esquina y cuando sé que estamos solos, empiezo a besarla contra la pared.

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Esta historia en una canción



Disculpas del caso: Tratamos siempre de postear los sábados aunque últimamente lo hacemos los domingos por falta de tiempo.

Saludos a André Carrera, seguidor de este blog, con el cual intercambié unas charlas en mi centro de votación. Aunque tú votaste por Villarán y yo por Lourdes, seguimos siendo amigos y nos vemos para las presidenciales.

Atención plumas invitadas: Recibimos hasta el 15 de diciembre sus textos, no se olviden. Tal vez pronto haremos un video para animarlos. Confirmen con un comentario si ya lo enviaron al correo blog.choteadas@yahoo.com

Nada más. Suerte, Lourdes.

7 comentarios:

  1. Hi, yo los leo cada semana porque me parece curiosa la manera como lo hacen, además de que me gusta jejeje; bueno yo hasta ahora no entiendo por qué es que la gente le tiene miedo a los juegos mecánicos si son muy buenos además de desestresantes, al menos para mí; en fin supongo que así como yo le tengo miedo a las películas de terror otros también tienen sus miedos =D. Saludos Nani

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  2. JAJAJA, que risa te imagino con mucho miedo, es normal, me regusto el post, pero me hubise gustado más, que escribas, de los otros, de esos hermanos y hermanitas, de las que te dan ganas de arrancarles la cabeza. JAJAJA. En fin hasta tu proximo post.

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  3. xD ME DEJASTE SIN PALABRAS....
    me encantoo :)

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  4. Respuestas domingueras:

    Anónimo 1: Me gusta que te guste.

    Nani: Muchas veces chicas y chicas, hacemos cosas, que normalmente no harían para impresionar o complacer a nuestra pareja.Sin embargo, aunque muchas veces, nos cuestionamos,vale la pena, te das cuentas solo con el tiempo.Bienvenida al blog, un beso.

    Anónimo 2: Bueno, te prometo escribir de eso y mas.

    Cristel: Espero no decepcionarte.

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    MIL DISCULPAS, POR LA DEMORA DEL POST SABATINO, LOS PARCIALES HAN OCUPADO NUESTRO TIEMPO, AUNQUE COMO SABRÁN REINER TARDÓN POR EXCELENCIA.

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  5. hola son ustedes los que publicaron un coment en ORSAI, yo estoy en Huaral, pero puedo ponerme en contacto con ustedes para lo de la revista....Franzmarrero@hotmail....me gustó esto "La inocencia e ingenuidad con la que mira el mundo, propio de la gente de su edad, la hace más humana que muchas personas de su generación"

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  6. Hola Franz, fui yo quien escribió.
    Esta mañana me llegó un mail de una cadena de lectores de Orsai, te voy a añadir a ella. Hay varios interesados en Lima. Estamos en contacto.

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Aunque sea una carita feliz... )=D