miércoles, 13 de junio de 2012

Casi la misma historia de siempre

"El sueño interrumpido" (Boucher)

Fueron dos días antes de  volver a ver a Mercedes y Valeria que Javier se tomó unas copas con Reiner en el hueco de la universidad. hace una semana veníamos hablando de lo mismo, de la fiesta de aniversario de la nueva izquierda en el Partido Socialista, que dicho de otra manera, era sólo el nombre del local. De político no tenía nada. Salvo una que otra imagen de Arguedas que, cuando le preguntamos al barman por qué había un retrato de él allí, no supo qué responder.

Fue luego de las competencias interfacultades que Javier se encontró de pura coincidencia con Reiner, al cual yo le había perdido el rastro hace unas semanas. Se sentaron en una mesa y tres botellas después empezaron a conversar de todo. Javier le contaba acerca de la pequeña publicista que le había roto el corazón y al mismo tiempo de la nueva chica que había conocido, amiga mía por cierto. Por otro lado, Reiner le contaba acerca de su primera novela terminada, esa que hablaba de una tal Lucía, que lleva el mismo nombre que la chica que lo inspiró. La conversación y la noche no pararon hasta que Reiner estuvo bien mamado. Dos días después, se enfermó.

Los tres habíamos quedado en ir al PS el fin de semana. Sin embargo, las copas que tomaron el jueves fulminaron el destino de Reiner. Me quedo en casa, muchachos, nos dijo. Pero nos acompañó, más de fuerza que de ganas, a beber unas copas de ron con nosotros.

Las copas demás le dieron el valor a Javier de poder llamar a Valeria, con la cual yo había hablado horas antes por Facebook Chat sin decirme qué haría esa noche; no obstante, crucé algunas cuantas líneas con Mercedes, su mejor amiga, la cual me había afirmado que ese fin de semana se iban a una fiesta en Mangomarca, al cumpleaños de su mejor amigo, un tal Marquito, el cual sospecho que es gay.

Javier se aleja de nosotros, no logro escuchar lo que dice, sólo que él la llamará antes de entrar al local. Tratamos de convencer a Reiner de que se una a la faena y la insistencia se acaba con el último vaso que Javier acaba de secar. Nos despedimos de él. Caminamos hacia la tienda y decidimos comprar otro ron para el camino. Debe ser porque en el fondo tenemos la esperanza de convencer a Mercedes y Valeria de no ir a Mangomarca e ir al Centro con nosotros.

Es la segunda vez que Javier y yo vamos a aquel lugar, la entrada es gratis, decía el evento que había constatado Javier horas antes en su laptop. Javier vuelve a llamar a Valeria, pero es Mercedes quien responde el celular. Él no sabe que es ella y suelta un par de chistes, mientras, ella se ríe a carcajadas de los disparates de Javier. Cuando él se da cuenta de que habla con su amiga, le pide que se la pase. Yo observo todo desde mi vaso de ron.

Hago una señal con las manos, para decirle a Javier que deje de hacer el papel de tetudo, y deje a las chicas en paz, él me hace otra seña como pidiendo más tiempo para convencerlas, cuando Javier está casi convencido de que ellas vendrán, me animo a participar de la conversación soltando palabras bizantinas a los oídos de Mercedes. Esas chicas deben tener algo especial porque me reconozco en ellas, en especial en Mercedes, le dije a Javier.

Como siempre ellas no vinieron solas, llegaron con un par de amigas más, entre ellas la Pollo, y una tal Sabrina a la que saludé una vez en la noche y no volví a ver hasta minutos antes de marcharse.

La música del local no parecía ser la habitual. Los viejos éxitos musicales de Daddy Yankee hacían bailar a propios y extraños. ¡Esto es pura pose!, exclamó Javier desde una esquina blandiendo una botella en la mano. ¡Esto de izquierda no tiene nada! No puedo creer que tanto hardcorcito baile canciones de latin pop, me dice.

Esto me hubiera molestado en tiempos de Malena, el PS sería su templo y lo estábamos profanando. No le refuto nada, esa noche no me importan las ideologías políticas, ni las suyas ni las mías ni las de nadie. Solo quiero volver a ver a Mercedes y bailar con ella, claro esto no se lo digo a nadie, ni a Javier. Sólo muevo mi cabeza en señal de aprobación al comentario que acaba de hacer.

Ellas irrumpen como siempre al local con la alegría desbordante que las caracteriza. La saludamos, mientras ellas inspeccionan el local. Lo que me gusta de ellas es que se parecen a nosotros, les encanta la vida bohemia que sólo ofrece este lado de la ciudad y probar cosas nuevas.

Saco a bailar a la Pollo, le doy más vueltas que pollo a la brasa, mi intención no es más que la de ganar tiempo, y demostrarle a Mercedes que puedo divertir a todas sus amigas y también a ella. En otro lado de la pista, Javier da vueltas a Valeria como si fuera un trompo. No somos grandes bailarines, eso está claro, pero sí los más felices y para las mujeres eso es suficiente. Mientras la canción de Mangú sigue sonando, un bribón de 1.8 metros saca a bailar a Mercedes: Merce, para sus amigas.

La canción aun no acaba y quiero deshacerme de la Pollo, quiero regresar con Merce, quiero ser su caballero en armadura y rescatarla de aquel granuja que baila con ella, cuando sus labios cruzan por primera vez. no puedo creer lo que estoy viendo. Debe ser lo que he tomado de más, no es cierto. Es ahora ella quien lo toma del cuello. No puedo más, la canción por fin termina. Le doy un beso en la mejilla a mi compañera de baile, y disimulo el amargo sabor que tengo en mi corazón. La imagen del beso de Mercedes me da vueltas en la cabeza y yo sin poder reclamarle algo.

Valeria, quien ha intentado zafarse del acaramelado Javier, sigue mis pasos. Me pregunta adónde voy con tanta prisa y e dijo para fumar un cigarrillo en silencio, lejos de la pista de baile, con un buen vaso de ron. Ella me pregunta de nuevos i acaso mi malestar se debe a la indiferencia causada por Mercedes y yo no le respondo. Ella ofrece pagarme una bebida, la cual no rechazo porque sé que su afán es sobreponerme de su amiga Mercedes, a quien ella conoce más.

Ahora todo el malestar ha pasado, es Valeria quien me hace reír contando anécdotas, historias y secretos para desencantarme de su amiga. Como que a veces duerme con una mata de los Power Rangers que tiene desde que era una niña o que su último novio se comía los mocos. Ella es increíble y buena conmigo. Javier irrumpe en escena.

Me llama a un costado y me señala muy sutilmente atrás suyo. En aquella mesa al frente está sentado Julio, el mejor amigo gay de Malena, mi ex novia, y quizá motico principal para que ya no esté conmigo. En aquel entonces, Julio siempre criticaba mis ideas políticas que según ellos dos y “su grupo de amigos” tildaban de derecha y burgués. Ahora él estaba adelante mío. Es momento de arreglar asuntos pendientes, me convence Javier con la mirada nublada y el dedo índice despegado de su vaso señalando a Julio.

No era necesario que haga todo ese número. Sólo tenía que pedirme que lo deje conversar un rato solo con Valeria y listo. No importa. Me acerco hacia su mesa y lo saludé, él me abrazó. Me preguntó que había sido de mi vida, que si ya había terminado mi carrera (han pasado dos años de mi ruptura con su amiga) y sucesos sin importancia, no pude recriminarle nada, hablamos unas cuantas cosas, me preguntó con quié había venido y señalé sutilmente a Valeria y Mercedes que estaban de espaldas conversando entre ellas. Me despedí de él y regresé con ellas.

Le pregunto por Javier a Valeria y me responde molesta que no le importa dónde está. Mientras que Mercedes trata de consolarla y le prende un cigarrillo, Javier deambula por la pista de baile. Está algo perdido y descoordinado. No entiendo lo que sucede, yo fui a encarar a Julio, pero al final no pude, intercambiamos unas cuantas palabras y creo que la mayor venganza (porque seguro le contará a Malena que me vio en el Partido) será que sepa que ahora salgo con alguien más, le cuento a Javier que no me dice nada.

La he cagado, me comenta Javier. Sí lo sé, le digo, pero cómo, le pregunto, mientras cavila sus ideas. He intentado besarle los pechos a Valeria, me dice, avergonzado, y yo no puedo creerlo, pero qué mierda tienes en la cabeza, le pregunto. él me dice que los abrazos en la hora del baile se hicieron más fuertes, que el olor de su piel, sus cabellos castaños, incitaban a hacerlo.

Me dirigí hacia las chicas y les pedí disculpas en nombre de mi amigo. Javier está realmente avergonzado le explico que él no suele ser así, si no que se ha pasado de copas. Felizmente Valeria no es rencorosa y hacemos salud como si nada hubiese pasado. Veo marcharse a Sabrina con la Pollo sin decir nada, es curioso, a ellas no las he vuelto a ver en casi toda la noche. Había olvidado que estaban con nosotros.

La noche está avanzada y decidimos acompañar a las chicas a sus casas, Mercedes vive muy cerca del Centro, así que la dejamos en la puerta de su casa. La odisea está en dejar a Valeria quien vive en el Agustino. Javier me pide pasar al asiento delantero del taxi y yo lo hago, dejo a Javier y Valeria atrás.

No sé qué pretende Javier con ella, se ha comportado como un animal, un animal en celo. Pero la siempre pacífica Valeria se ha mostrado comprensiva y deja que Javier repose sus garras en ella. Y se desploma de sueño. Mientras Valeria y yo hablamos de política de esquina a esquina.

Hemos llegado, dice el chofer cuando empezaba a cabecear de sueño. Valeria se baja sola, nos despide a contra luz de su casa. Iluminada a medias por un poste. No hay veredas en su calle pero aún así Valeria sigue luciendo hermosa, Javier y yo levantamos las manos en señal de despedida. El taxi nos trae de vuelta al Partido, como había sido el acuerdo. Sólo quedan las ruinas, la fiesta ha terminado.

Decidimos caminar a casa, que queda muy cerca. Nos sentamos en una banca para explicarnos lo que ha pasado. Javier me dice que no puede creer que haya intentado besarle los pechos a Valeria, ¡que no es lo mismo que intentarle besar los senos!, recalca. Sobre todo no puede creer que Mercedes haya besado a otro chico. No pierdas esperanzas me dice balbuceando de sueño y algo tomado. La esperanza es lo último que se pierde, aun falta un capítulo más con ellas.

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Esta historia en una canción




1 comentario:

Aunque sea una carita feliz... )=D