lunes, 28 de febrero de 2011

Pluma Invitada: Manuscritos sobre amistad y distancias


Escrito por melonrivas@hotmail.com
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[Asunto: Podrás llamarme el Halley por obvias razones… no sólo por el hecho de que sabía volar]

[Fecha: Lunes, 1701:14ENE2011]



¡Melocotún tun tun tun tun tun tun!,

Coincido totalmente, Lomen, en que continuemos estos intercambios hotmailescos. Aquella vez en la que me atreví a tallar algunas frases virtuales no logré estar a la altura de nuestro acostumbrado encuentro cósmico. Has hecho darme cuenta del poeticismo de esta transferencia. Te lo dije en algunas bárbaras exclamaciones facebookianas pero ahora más que nunca lo pienso: ¿Alguna civilización de desalmados revelaran esta correspondencia que comenzó en nuestra esencia de oriunda arrechura? No importa nada de eso después de todo. Yo solo quiero convertirme en el soñador ganador de Reyes del Show y agradecer a Messenger por servir a estos trámites amorosos. Ojala que se den cuenta, también, que ayudan a tener sexo seguro.

No sabía por dónde empezar, Losón, pero es cierto que fui malo; casi tan malo como el muchacho malo del que hablaba Olga Tañón. Ahora quiero resarcirme. Tú me abriste tu corazón en tu anterior mail y ahora es mi turno para ser tu Golden Retriever. Me viene este símil a las manos porque acabo de recordar a aquel niño que jodía y jodía a ese canino. Ese delincuente en miniatura le metía la mano a cuanto recoveco le era posible. Ahora que lo pienso más, él buscaba ese punto imposible. Mi sorpresa era que ese fiel Rin Tin Tin jamás lo mordió. Esos minutos que pude verlo, se limito a ser la bolita de trapo (Bunbury; Orishas; Cabas) del espeso critter. Entiende, Reinercito, que te quiero decir que seré tu pinky friend; tu amigo.

Me gustaría, no, preferiría, no, ¡debería confesarte la conmoción que me causaste al hablarme de La Otra Lucía! Entré en shock pues Lometon es la primera vez en la que los dos nos sentimos atraídos por el mismo sendero vaginal. Como ya lo sospecharás, yo ya había tenido un encuentro del no sé qué tipo con aquella chica. ¿El contexto? La orgía que se armó para celebrar el cumpleaños de Porroberto. Si bien recuerdo -¡y cómo olvidarlo!- tú estabas allí. Yo no creo que ella se acuerde de mí ya que nuestro intercambio fue tanto más insignificante que el chiste que te toca repetido tres veces cuando compras tu Chi-Chiste. Recuerdo que yo quería comer pero me era difícil después de que los invitados hijos de Lola (te excluyo a ti, desde luego, pues tú y los arrechos del salón tienen pase libre) se llevaran hasta la cuchara con la que debía servirme la comida. Pero mi frustración fue un tantico menos penosa cuando llegó La tal Otra Lucía y puso la misma cara que yo había puesto exactamente unos 75 segundos atrás.

Es en esos momentos donde ves que la frustración se vive mejor compartida. Y vaya que aquellos pastrulos regados a lo largo del Rimac lo entienden bien. Un chiste malo sacó la misma cantidad de palabras que arroces quedaban en el plato y hubo un par de risas. Sin embargo, eso se acabaría más rápido de lo que canta un gallo (hasta ahora no entiendo esa expresión pues el jodido gallo que vivía al lado de la casa de mi abuela se tomaba todo un ratazo para cantar). Un doberman flaco llego amenazante y la tomo de la cintura. Nadie pecó, eso es cierto pero la tentación se movía entre el humo de los cigarros Hamilton de tres por china. En ese momento, me quedé sin comida y sin prospecto. Poco después recuerdo que Teni - quien paso la noche metiéndome pollos en la cara- intentó perrearla. Esta chica no dudó en darle la Mirada de Desprecio 2010.

No revelarte esto sería traicionar nuestro Pinky pacto así que debía entrar en detalles; era mi imperativo categórico (del que por cierto agradezco al maestro Levy pues estos Conrads franchutes osaron adentrarme en el camino francófono de la filosofía...seguí a Foucault hasta darme cuenta de que era una loca sin pelo). ¡Pero no nos desviemos Mejon! Me ha gustado tanto más la forma en que acertaste referir a aquella chica que tiene el aire de fumar un porro de la vida misma. Debemos, y aquí surge otro imperativo, averiguar quién la provee... nos jodimos si es su flaco mediante el chuculún... pero ¡nunca me dijiste la continuación, Melon Arrechini! ¿Por qué tu historia la sustrae bruscamente de la trama de tu mail?, ¿la guardas para un próximo capítulo?, es que, como pasa en Hollywood muy a menudo, decidió alzar su comisión ¿y la reemplazarás por alguna parecida? Aunque veo que su presencia es más o menos parecida a la del resto, exceptuando, claro, a la Lucia de tu novela y a la presa Graciela de la Parcela. El único detalle que alza una prerrogativa a La Otra Lucia es tu descripción cuasi oraculal: la bañaste de un misticismo del que no te has molestado teñir a las otras.

Y ahora que me hablas de aquella señorita con la que solía pololear en esos tiempos en los que podía manosearte libremente sin necesidad de recurrir a esta foto que llevo en mi entrepierna, me entra la curiosidad, Cotón. ¿Como la viste? ¿Es que algún o algunos o muchos se la aplican? Sólo me provoco esa pregunta a la imagen de un niño que se siente en la solemne obligación de no tomar la sopa... dulce, o tanto más salada ironía aquella por la cual ese futuro hombre se angustiara por disfrutar de un placer que lleva el mismo nombre. En fin, ¿y esta Chica Lunareja? ¿Al final El Cojo hizo de su auto una rana con la ayuda de ella? ¿Las has vuelto a ver? Más vale, Melocotón, ¡que te cuides! no sabemos aun si ese pistolero que se bajo al Lennon lo hizo porque no le pagó la hierba o porque le robó a la Yoko; te cuido ¡y no quiero que te claven la yuca! ¡Solo yo tengo tal patria potestad! Pero no nos detengamos aquí, acabo de acosar por Facebook a tu Graciela de la Parcela, ¡Melón!

Suerte, como dice Shakira, que usa tal construcción nominal ¡pues me facilitó el acoso! Mi veredicto es neutro allí, Lomen. Allí nuestros gustos se abren cual piernas de una polilla de antaño en el tristemente célebre Trocadero. Ojo que es triste porque hoy añoramos esos caches tan buenos, baratos y que no atentan la buena salud (el popular BBB). Entonces ¿la has vuelto a ver? ¿Su timidez ya dio luz a una fiera salvaje? ¡Y justo te quería hablar de eso, Locoton!

Tal vez estas dicotomías mentales en las que has caído (y no hablo sobre ser o no ser hombre) se puedan solucionar  no con una sesión de cache solamente. Voy a intentar explicarme con más detalle. Lo mejor ahorita, Melón, tal vez sería que saltes de cama en cama, de baño en baño y de parque en parque, ¡haciendo fechorías carnales!, ¡y no te rías Reiner, pues no bromeo! Has sido un poeta sincero y bonachón en esta vida, yo te vi pidiendo porro cuando la señorita S quiso fumar y eso de "puro corazón", como dirían los Yaipén. Te estás martirizando mucho rindiendo pleitesía a una fémina que no está en tu altar, ¡y no te culpo! Pero lo que sí pido es que la lleves de una buena vez a tu altar. Lastimosamente, cuando Dios hizo a Eva, Melón, y esta parte seguro los Illuminati la borraron de la Biblia, la hizo de la costilla pero al sacarla de Adán también arrancó con ella un pedacito de corazón. Así los hombres sienten instintivamente que cuando encuentran a su costilla esa parte duele no tenerla pero tenerla a veces duele más pues deben encontrar como encajarla nuevamente.

La fenomenología avanza. Nos lleva a que las mujeres no son de Venus, pues hace mucho calor allí y no se morirían asfixiadas, pero si son una clase rara de criaturas a las que no se les puede entregar todo cuanto quisieras. Pero me he alejado del camino de lo que te quería decir mi Schopenhauer de Pueblo Libre. Jamás pensaría en decirte que le cantes a S "Lárgate", nuevamente citando a Yaipén, y cambies de rumbo. Eso nunca sería lo justo y necesario. Si tu corazoncito late y hace tontón por ella ¿cómo pedirte que hagas semejante aberración? Dile nuevamente "Te amo",  Melón, pero que estaba vez ella sepa que ya no te controla. Mira cómo reaccionó Nicolás a los gritos de la Grace.

Por otro lado, solo déjame decirte que a medida que leía tus letras escarlatas percibía en ti un cambio, Lomen. Detrás de esas frases ahora yace un ser que está consciente de la decepción y los peligros de la autoentrega. ¿Por qué mejor no aprovechas esta metamorfosis? Como diríamos en este rincón de la Francia, Allez! Va tout baiser! (¡que se vaya todo a la mierda!). Tal vez Melón, la has querido como un joven cuando deberías quererla como un hombre. Ahora siento que tus despertares y malicias te han convertido en uno. ¡Ve y cuéntame cómo es ser uno de esos! Tú y yo sabemos, Cotón, que hay una historia pendiente entre ustedes. Por eso mismo, Lomen, me sorprende que tu mail trate de Lucía y no de S.

Debo también confesar que hasta antes de leer esas páginas (y espera que ahorita te van mi besos aplausos y apapachos) solamente veía a la Lucia de tu novela como una presa tuya; una carne que te comes y que guardas en el armario. Ahora me has despertado curiosidad, interés  y, sobre todo, morbo por su vida. Tanto es así que temo que si alguna día me la cruce actúe como esas mujercitas que describiste coloridamente cuando ven a su platónico ser subliminal. Temo tirarle mi calzón. Ciertamente debe tratarse de tu pluma (si lo escribiste con un Faber Castell de 0.5 soles te ruego me dejes con mi primera imagen) la que la dibuja como una criatura a punto de ganar su naturaleza salvaje. Se puede tratar de tus habilidades pero al mismo tiempo pienso que si el Quijote tuviese efectos 3D igual no le encontraría la maña en su interior. ¿Es que así es ella realmente para ti, Melón?, ¿has encontrado ese exotismo social dentro de ella? Pero más aun debo preguntar, ¿qué sentimiento te despierta este ser?

¡Tenía que llegar a este punto, Lomen! Y créeme que no es para nada una soberana sobonería. Si te hablo de cómo me cautivan tus párrafos debo llegar a esto. Déjame decirte que puedo ver una película a medida que voy leyendo tus páginas. Si tuviese que ser un poco mas sucinto que eso te diría que me encantan tus imágenes! Me has dado un baldazo refrescante de la limeñada que me arrancaron. Aunque nuevamente nace mi pregunta aquí y no cuestiono tu libro pero me causa curiosidad su motor y motivo (ya te habrás dado cuenta que la sabiduría cumbia esta en boga en estos días) Me pregunto toujours sobre qué sientes por esa pequeña mujer. Te ruego no me dejes en la intriga ¡y me sigas alimentando de “Lucía sin Lucia”!


Como te dije la otra vez me convertí en un moroso escritor debido a esta vida franchute en la universidad. Por primera vez en mi vida me había sumergido 100 % sobre una cosa. Mis clases por lo general acababan a las tres (siguiendo un horario escolar de bloques completos por la mañana casi siempre) almorzaba y luego me iba a la Bibliothèque du Merlan. Llegaba la hora de cierre (que es a las ocho de la noche, ¿verdad que son unos ociosos de mierda? y así todavía se la pasan haciendo ¡huelgas!) me iba a comer y regresaba a mi guarida a sumergirme nuevamente en el libro de turno. Te preguntarás, Melchor, (nunca te había llamado así hasta ahora) que quiero decir con esto, lo que pasa es que todo este tiempo he tenido la sensación de que tengo que probar algo: en general quería probar que me iba a ir bien aquí, o sea estudiando. Tanta fue mi exclusividad a esto que cuando acabe el último trabajo sentí que mi vida ya no tenía sentido. Tranquilo, no es la despedida de un suicida. Solo te cuento esto porque jamás me había sentido así antes y aun se siente raro. Pero también me pasaría de conchudo si te digo que he sido sólo un Nerd =). En este pedacito de vida humana he encontrado a estas féminas que son las remarcables por el significado que llevan atrás (no en el poto por si así lo piensas): Andrea, Alizée, Anastasia y Marina.

Andrea se podría decir que es la matriarca de este grupo sin unión de facto. La conocí los primero días que llegué y aun recuerdo que dije en mi cabeza la primera vez que la vi: "qué rico seria cachar con esa flaca" ¿Te acuerdas que te dije afanoso que venía de chupar los primeros mangos en este costado mediterráneo? Pues les pertenecían a ella. La cosa es que todo siguió raro y de un par de encontrones no pasó (sin mencionar aquel día en el que huí luego de calentarla y calatearla, yo aun no me explico las razones pero me inventé que tenía flaca en Perú y que no era correcto, ella pensaba que lo único incorrecta era dejarla con la papa en stand by.

La historia sigue y llega a Alizée, su mejor amiga. Con ella la cosa es distinta, muy distinta. De arranque, ¡no sabes cómo me calienta esa mujer! Es mitad argentina y los melones que tiene deben ser del Rio de la Plata porque allí hay harto paquete para sacar. Pero en fin, ella tiene novio. Es un buen tipo y justo eso me lleva a pensar en lo que me decías. Este tipo es el bueno que se vuelve susceptible a ser atrasado. No doy más vueltas y te digo que el otro día me la agarraba a escondidas del flaco. Según lo que yo pienso, él ya se dio cuenta y ahora no es el mismo conmigo; me hace shú, shú, shú, conmigo.

El último tiempo que pasé en Lima con mi ex Romina básicamente era eso. Ella feliz de la vida coqueteando y quién sabe qué más con otros y yo me hacia el huevón (puedes decirlo: no me hacía, era un huevón). Por eso antes me hubiese sentido mal por este chico pero ahora, como tú, que fuiste el desgraciado atrasador esa vez con Graciela de la Parcela, solo me sentí tan bien de no ser yo y que sí sea él. Busqué la cosa y la seguí. Incluso ayer ella llegó a decirme para "acompañarla a hacer pipí". Yo gustoso le hubiese dado mi pipí si no se hubiese arrepentido a último momento. Al mismo tiempo me encanta de ella que sea tan libre. He visto que prácticamente le llega al pincho lo que piense su flaco. Ella vive sin necesidad de dar cuentas. Por alguna extraña razón pienso que eso pasaría si estuviese yo con alguien.

Pero bueno ya es el turno, en paralelo, de Anastasia. Esta no te la hubiese sacado a relucir si simplemente hubiese sido un arrimón nocturno. De hecho, ella también tiene enamorado. Poco importó, pues me la comí y cuando yo quería pasar a engreír al muñecón ella me dijo que "je suis pas une fille comme ça", o sea, que no es una flaca de ese tipo. En fin, te cuento esto por la forma en cómo la trate. Cuando ella me dijo esto yo respondí diciendo: "alors tu m'a fait perdre du temps" , es decir, que me estaba haciendo perder el tiempo. Le dije también que si quería tirar entonces que no sea haga la muy pendeja porque que me ha tenido como tarado hablando y hablando para que ella venga al final a hablar de su flaco. Me decía que no era así, que yo le atraía y esas cosas pero al final todo llevaba a mí quejándome de haber perdido mi tiempo. Nietzsche reencarnó momentáneamente, Melón, y me hizo artífice del eterno retorno de la arrechura insatisfecha. Todo me lleva de nuevo al punto donde me preocupaba y quería al rabo que tenía al costado, es decir, a Romina. Pero no te creas, Cotón, que vivo eternamente enamorado de ella pues el tiempo que precedió el fin con ella estuve tanto más con la misma actitud en tanto que también me arrimaba a una amiga.


¿Es que será, Melon mío, que sólo se quiere una vez en la vida? ¿Por qué ahora no me interesa nadie en tanto sea su esencia? Hace poco llegó Alison, una colegiala en ultimo año pero parecía mentalmente y físicamente (tenias que ver las monumentales esferas del dragón que se manejaba) de unos modestos 20 y algo. En realidad fue Diego quien me la presentó pero bueno lo que pasó luego vino más para mi lado. Lo que pasa es que esta niña se moría por él y, claro, él solo se moría por darle. Así fue que un día de esos me llamó llorando; Diego la había mandado a rodar. Fui a buscarla, hablamos, hablamos y seguimos hablando. Luego, con un mensaje, quedamos en seguir hablando. Esta mujercita realmente me tenía loco, Melchor. Andábamos de cabo a rabo y ya parecía esa novela de bajo presupuesto de la chava Anahí "A mil por hora". Hasta que un día llegó el besito, acompañado de una cachetada de mi mama porque la vio con uniforme y con un poco de trago a nuestro lado. Ella pensaba que la estaba emborrachando para hacer chaca-chaca. Éste era, en efecto, una tergiversación de mis sentimientos pues a la fecha estos eran muy nobles. Lo que pasó luego fue que ella me evitaba pues decía que aun estaba con Diego y que no estaba bien hacer eso. No duró mucho pues me llamo, salimos y continuó lo bueno. ¡Pero no duraría mucho! Esta chiquita tenía en su pasado un señor campeón de Vale Todo de treinta años (y esto no es ninguno de nuestros juegos conceptuales, es la mera verdad). Este chico vive eternamente enamorado de ella y cuando se enteró que yo andaba saliendo con ella y que Diego "también" se lo tomó a mal. En breve, nos la quería partir. Diego fue capaz de usar su dialéctica y evitó una paliza. Yo, por el contrario, no tuve la misma suerte. Tuve la ingenua idea de hablar con él para hacer las paces pero sus puños y piernas fueron más rápidos que mi labia. Aquel que dijo que hablando se arreglan las cosas claramente no ha escuchado de este tipo. Con ese pequeño incidente se terminó la historia con Alison. Ella me llamó y me dijo que ya no nos podíamos ver, que entienda. Al poco tiempo me enteré que estaba con este peleonero. Él, por su lado, se había encargado de buscar a cada uno con los que había podido pasar algo para amenazarlos. El más célebre entre ellos es Pepe de “Al Fondo hay sitio”. Aparentemente, le robó unos besos a Alison. El peleador fue a amenazarlo también. El actor se escondió tras los cimientos de su casa y su mamá según lo que comentaron. Hace un tiempo pude intuir que ya están más juntos pero eso ya de nada sirve ahora ya que igual ella no querría saber nada de mí. 

Pasa algo más de tiempo y llega Amalia que trabajaba conmigo en el aeropuerto. Fiel a mi tradición de encontrar lobeznas, ella tenía enamorado. Nuevamente, poco importó eso. Me la comí en una combi como se come un arroz con leche mientras aun está caliente. Mi actitud hacia ella fue rara puesto que al principio solo me la quería remojar pero sería después cuando yo la llamase para cerrar el pacto que ella me responde "¿tú piensas que vamos a estar?, sólo me estaba divirtiendo nomas". No me sentí como una princesa que descubre que su novio la grabó tirando pero no me esperaba esa respuesta. Luego con Cristel, Lorena y Pilar (todas en el Facebook por si te pica el bicho de ver) se consolidó lo que creía era yo destinado a remojar pero no a querer, nunca a querer. Raramente estas mujeres se proyectaban conmigo pero yo solo me proyectaba acerca de donde se podía tirar. Luego de que cada una de ellas me expresó su deseo de formalizar opté por la del prófugo.

La única luz de esperanza fue una princesita que conocí un mes antes de ser deportado hasta aquí. Se llamaba Vanessa y en serio era toda una princesa. Ella estaba en el cumpleaños de mi pata y era su amiga también. Salimos una vez y me pareció muy buena señal el que no pasara nada carnal (pese a que la salida se trato de ir a un teatro a ver una recopilación de historias de las primeras veces sexuales) Ella parecía obviar ese detalle sumado al hecho de que la hice esperar media hora, caminar otra mas y ofrecerle un trago llamado Pinga. Si alguien te soporta eso, me decía yo, es por algo bueno. Pero en fin las distancias enfrían las cosas y yo estoy aquí y ella allá. Putain! Ahora hablo como toda una niña que escribe en su diario con lapiceros de cinco colores distintos.

Regresando a Francia, mi cólera era mayor porque precisamente ese día Marina, la chica final y la más power, me había dicho para salir a celebrar su fin de exámenes. No necesito decirte como se ponen esas traviesas en esos eventos de desfogue. Prueba en mano son los acontecimientos de tu actividad comuniquera con Graciela de la Parcela y tú mismo en búsqueda libidinosa, todo en paralelo. Marina es francesa pero habla español mejor que yo. Tal vez eso haga que me sienta más cómodo y que también todo sea más fácil. Luego del fiasco con Anastasia me las arreglé para hacerle comprender que tuve problemas con el celular y que no pude encontrarla. Si me responde el celular este miércoles, que me dijo para salir, es porque sí aceptó mis disculpas.

Bueno, Melón, me ha gustado escribirte esto. Me di cuenta que aun en Lima hubo bastantes cosas que no te conté así que quise recuperar ese tiempo. Estos días son mis últimos acá ya que, no sé si lo recuerdas, me voy este sábado a Inglaterra. En el siguiente capítulo ya hablaremos mejor de las historias en paralelo que han ocurrido también.

Me he dado cuenta que nuestra filosofía nos une, Melón, y me gusta mucho eso. Me gustaría estar allí pero mejor que te extrañe por ahora para que cuando te vea tenga toda mi arrechura al cien por ciento. No sé si te dije, Locoton, pero me halaga que me dieras tu novela en confidencia. Yo había leído algunas cosas tuyas de tu blog pero esto realmente fue para tu mano. De alguna forma u otra si alguien me hubiese mostrado esos capítulos yo hubiese sabido que eras tú con tu poto de Miss Hawain Tropic del 65. 

Sólo quiero decirte mi Lomax que te quiero.

Melón

Tu embrague, tu machete, tu amigo.
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Imagen 1 por NicolásNiclásNicolás
Imagen 2 y 3 por Christian Herman 
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jueves, 24 de febrero de 2011

Pluma Invitada: Ella y él, y dos más


Escrito por Ximena Castro Breña
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No sabe qué es lo que le está pasando, en realidad, sí lo sabe, pero le es difícil aceptarlo… Otra vez se encuentra en ese estado, otra vez…


Tiene dieciocho años, piensa, debería poder controlar lo que le sucede. Se repite para sí que es bonita, inteligente, buena persona, o quizás solo busca engañarse a sí misma diciéndoselo en voz alta… Quizás también ha sido engañada porque muchas personas se lo han dicho. No importa por qué piensa eso, simplemente lo hace. Igual que lo ha hecho ya en repetidas ocasiones cuando le tocaba vivir, o no, sus momentos amorosos. Porque en realidad, eran solo eso, momentos. Eso es lo que más le dolía. Nunca pudo ser capaz de  tener una relación. Por más que se engañaba diciéndose, y diciéndoles a todos los que le preguntaban sobre sus romances, porque sus amigos creían que ella era una de esas que había roto varios corazones, que si bien no tuvo varios enamorados, sí tuvo muchos con los que parecía tener una relación. Esto no podía ser más falso. Es cierto, salió con varios, pero fueron solo dos con los que pudo llegar a tener una relación. Mas nunca llegó a tenerla.

Ahora, que ha vuelto a verse metida en un enredo, porque eso es lo que es, un embrollo, una maraña, un lío, está más confundida que nunca. Porque ahora, a diferencia de las otra veces, no hay uno, sino tres que quieren estar con ella, Eduardo y Carlos, amigos desde hace un par de años, y Orlando.  Bueno, por lo menos eso es lo que uno de sus amigos le dice. Pero este amigo no parece ser imparcial. Este no es otro más que el último con el que ella salió y con el que pudo llegar a tener la tan ansiada relación. Este es el primer tipo con el que no solamente compartió besos sino que también caricias en lugares inimaginables para ella.  Si bien no llegó a tener sexo con él fue porque quiso dárselas de santa, porque ganas, ganas no le faltaban.

Todo empezó una noche, una de aquellas en las que el alcohol, acompañado de la buena música y una fluida conversación, hizo que los amigos, y los no tan amigos, llegaran a compartir besos y otras cosas más. Ella, pasada de tragos, empezó acercársele; Eduardo, sin pensarlo dos veces, la siguió. Pasaron las horas y quedaron cuatro sobrevivientes. Él la llevó hacia un cuarto pensando que esa noche la haría suya; ella, siendo virgen, no quería perder tal condición en una situación como esa.

Sus amigas ya se lo habían advertido. Si vas a hacerlo por primera vez, hazlo con tu enamorado, le decían. Si no, te arrepentirás de por vida, agregaba otra, quien con el “solo la puntita” perdió su virginidad en una noche como en la que ella se encontraba.

Felizmente para ella, la única cama del departamento ya estaba ocupada por la otra pareja. Él, sin muchas opciones, la arrinconó contra la pared y empezó a besarla delicadamente, primero, y más intensamente después, mientras le tocaba los pechos y las caderas. Era la primera vez que un chico le tocaba los pechos pero ella se dejó, lo disfrutaba. Él empezó a levantarle el polito, quería desnudarla, ya estaba “empilado”; ella  reaccionó y le susurró al oído que tenían que salir. Los gemidos de su amiga se escuchaban cada vez más y más.

Ya en la sala, se abrazaron en el sofá y ella fingió quedarse dormida. Él, sobrio, pensaba en la chica de los gemidos, quien, en un inicio se le juntaba, pero él rechazó. “Esa era mía”, se repetía. Pero no era lo único que pensaba, “esta chica es demasiado linda”, se decía al verla entre sus brazos.

A las ocho de la mañana las dos parejas dejaron el lugar y se fueron conversando, abrazados, como si nada hubiera pasado…

La siguiente semana ella se volvió a encontrar con Eduardo y con varios amigos más. Fue ahí cuando se dio cuenta de que Carlos estaba enamorado de ella, o que al menos le gustaba. Carlos era sumamente atento. La abrazaba, le acariciaba el rostro, le cogía las manos, y ella, pretendiendo que como buenos amigos, porque lo eran, eso era normal, le siguió. No estaba para nada interesada, pero le gustaba la atención que recibía. Eduardo parecía no darse cuenta de nada y a ella aún no le interesaba él como para molestarse por la falta de atención de este.

Al siguiente día, Carlos, pensando en el comportamiento de ella el día anterior, le envío un mensaje al celular; ella, igual que el día previo, le respondió sin reparos. Y fue así que empezaron a “mensajearse” todos los días y a todas horas. Hasta un día que, escondido detrás de una pantalla, Carlos le confesó que estaba enamorado de ella y que la quería demasiado. Ella le recordó que ellos ya eran más que amigos, eran “hermanitos” y que eso era todo lo que podían llegar a ser. Carlos, enojado, se desconectó. Ella no volvió a saber nada de él en una semana, que fue cuando se percató que extrañaba demasiado sus mensajes. Le gustaba sentirse querida, le gustaba jugar con los sentimientos de Carlos porque sólo así ella se sentía mejor. Decidió llamarlo. Él no le mencionó la última conversación que tuvieron, ella tampoco habló del tema. Todo había vuelto a la normalidad.

Empezaron a “mensajearse” otra vez pero no tan seguido, a ella no le importó porque no era el único con quien lo hacía. Hace un par de días Eduardo le había enviado un mensaje y ella le había respondido. Sus mensajes eran cordiales y amistosos, él le contaba su día, qué hacía y ella también. Se quedaba hasta altas horas de la madrugada solo para hablar con él. Y cuando él no se conectaba, ella lo extrañaba. Algo estaba pasando, le estaba empezando a gustar… Pero no puede ser posible, se repetía. Él y Carlos son amigos…

Pasó una semana y ella y Eduardo ya no tenían tema de conversación. Ella se dio cuenta de que su relación con él era más física, se atraían mutuamente mas no tenían mucho de qué hablar. Él, al percatarse de que su relación amical no era tan amical, y de la atracción que ambos sentían, un día le dijo para que vayan a su casa a ver una película. Ella ya se sabía ese cuento. No aceptó. Sabía lo que pasaría. Esa fue la misma excusa que usó el anterior tipo con el que salía, ahora su amigo, para llevarla a la cama, pero solo llevarla, porque ella no dejó que él la haga suya. Ella no quería que su relación con Eduardo fuera así. Ella quería estar con él, ser su enamorada. Eduardo, en cambio, la consideraba su amiga, pero una de esas con las que puede pasar el momento. 

Conoció al tercero en una de las tantas clases que seguía. Ella sintió que él no dejaba de mirarla así que empezó a hablarle. Orlando no dejaba de mirarla, pero no a ella, sino a la amiga con quien ella paraba todo el rato. La siguiente semana la amiga se retiró de las clases y ella aprovechó la situación para sentarse al lado del tercero. Él, al verla tan dispuesta para escucharlo en todo lo que él contaba y siempre sonriente, decidió “gileársela”. En un primer momento pensaba en “sólo un agarre”, pero luego de pasar más tiempo con ella, y al ver que ella no dejaba que pase “el agarre”, porque ya lo había intentado creyendo que ella aceptaría sin dudarlo, se dio cuenta de que, en realidad, él podría estar con ella.

A ella le caía bien el tercero, siempre reían de algo que cualquiera de los dos hacía o decía, mas no le gustaba, no estaba interesada en él.

Ella no dejaba de pensar en Eduardo. Y Eduardo, al darse cuenta de que ella no iba dejar que pase nada, dejó de enviarle mensajes. Ya casi no se conectaba en la noche, o quizás me ha puesto no admitir, pensaba ella. Pero él no había hecho eso. Él simplemente decidió pasarla bien en noches como en la que la conoció y por eso dejó de conectarse. Aún hablaban y se veían y por eso ella no podía olvidarlo.

Seguía “mensajeándose” con Carlos, su hermanito, y se veían de vez en cuando. Él creía que ella y su amigo, Eduardo, eran enamorados. Ella le dijo que no quería saber nada de Eduardo y que nunca le había gustado. Pero lo dijo solo para que Carlos no se enojara. Sea como sea, quería mucho a Carlos. Era cierto lo que ella le había dicho antes, lo consideraba más que su amigo, su hermano. Y no quería que los dos amigos se distanciaran por ella.

Hoy Orlando le dijo para que estén y ella no aceptó. Le dijo que lo pensaría, y que le daría su decisión en un par de días.   

Ella sigue pensando en Eduardo y acaba de recibir un mensaje de él en el que le dice para que se encuentren mañana… Parece una cita. Ella está esperanzada, seguramente hoy, igual que ayer, soñará con él…


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Imagen por sandra.d.
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Ximena Castro Breña es poeta y se presentará el próximo miércoles en la Casa de la Literatura.

lunes, 21 de febrero de 2011

Pluma Invitada: Carta a mi ex

Escrito por Ana
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Hola M,

Han pasado tantos años desde que hablamos por última vez, todavía lo recuerdo aunque no lo creas, nuestra última conversa no fue a gritos, ni con escándalo de por medio, conversamos como amigos, tomamos helados, caminamos, paseamos, se hizo de noche, me llevaste a mi casa y nos despedimos por última vez con un beso en la mejilla; todo eso fue hace casi cuatro años.

Desde entonces no volvimos a comunicarnos, yo siempre pensé que me odiabas, y que no me querías ver ni en pelea de perros, me borraste de tu vida terrenal y de tu vida virtual, de tu celular, de tu Messenger y de cuanta red social donde yo estaba, aunque nuestra despedida no fue tormentosa, sentía, en el fondo de mí, que te había hecho demasiado daño y que no la pasabas bien por mi culpa.

Yo emprendí otro camino, conocí nuevas personas, hice nuevos amigos, me abrí al mundo, empecé a descubrir que hay muchas cosas nuevas e interesantes, me di cuenta por primera vez que toda mi vida había vivido en una burbuja y desconocía que había un mundo ahí afuera, esperándome.

Dentro de todo esta novedad conocí a una persona que me impacto desde la primera vez que lo vi, su manera de hablar, su sentido del humor, su seguridad, su personalidad tan arrasadora me desencajo totalmente.

Empecé una relación muy bonita con él, conocí muchas cosas nuevas a su lado, me enseñó tanto que no podía creer que me había perdido de tantas cosas durante todo este tiempo, con él empecé a usar muy seguido la frase, "es la primera vez que....", y él siempre estaba encantado de escucharla, con él finalmente pude romper esa barrera de temor que le tenia a mis padres con respecto a presentarles un enamorado (motivo de varias discusiones entre tú y yo cuando éramos pareja), la relación se afianzaba más y cada uno empezó a conocer a nuestras familias, todo sea hacía cada vez mejor.

Con el tiempo empecé a recorrer el mundo a su lado, otra etapa nueva en mi vida, el salir de Lima e incluso del país fue una experiencia inolvidable para mí.

Pues como siempre dicen por ahí, la felicidad completa nunca es duradera, en uno de esos tantos viajes pude conocer el dolor que uno siente al saberse engañada, descubrir que la relación perfecta que tenía, simplemente era un espejismo, es lo peor que le puede suceder a alguien que ama con el alma y que confía ciegamente en la persona que quiere. Recoger los pedazos de mi corazón roto no fue fácil, creo que nunca había derramado tantas lágrimas (me cuesta decir esto y tú lo sabes). Fue una etapa muy difícil en mi vida, finalmente lo perdoné, hasta ahora no sé si hice lo correcto, todavía no lo sé, espero saberlo algún día.

Retome la relación y sí creo que muchas cosas han cambiado, la confianza no es la misma, me cuesta trabajo pero estoy haciendo mi mejor esfuerzo.

Durante esa temporada de mi vida, pensé que el mismo dolor que sentí, lo sentiste tú en su momento, y recién pude entender cuanto me quisiste, me quisiste de verdad, con el corazón, siempre te voy a estar agradecida por eso. Quiero pedirte disculpas por todo el dolor que te pude haber causado, no fue mi intención ser tan mala contigo, no fue mi intención romperte el corazón, ahora que sé lo que se siente, quiero pedirte que me perdones por las palabras tan duras que te dije alguna vez, por pensar solo en mí y no ver que mi actitud te hacía añicos el alma. Siempre dicen que las cosas suceden por algo, pues creo que la vida me ha enseñado que todo lo que haces en esta vida se paga de alguna u otra manera.

Me he enterado que ahora estás muy bien, y que has empezado una nueva relación, me alegro mucho por ti, espero que esa persona sí pueda valorarte como no lo supe hacer yo, pero sobre todo que te quiera con el corazón y que te quiera mucho más de lo que tú la quieres a ella, mereces tener un amor así, mereces ser feliz.

Siempre te voy a recordar con mucho cariño, no sé si algún día podamos retomar la amistad que nos unió en algún momento, creo que solo Dios sabe que nos tiene deparado ¿no?, mientras tanto cada uno seguirá con su vida como hasta ahora lo ha hecho, tratando de mejorar cada día y tratando de ser felices.

Un abrazo y hasta algún día.

Ana

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Imagen por Ken Mat
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jueves, 17 de febrero de 2011

Pluma Invitada: Las ovejas nunca ayudan

Escrito por RJ
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Mirar fijamente los espacios entre las vigas del techo no ayuda a dormir, mucho menos el querer solucionar (mentalmente) mis problemas pasados. No me percataba aún de la hora y no lo haría por un buen rato. Había sido un día un tanto extraño, accidentado y porque no decirlo “calenturiento”; después de una típica reunión familiar, de esas a las que nunca asisto pero a la cual me ancló mi madre al hacerla en mi casa, me senté un rato frente a la compu a ver el Messenger y otras cosas más.
Tarde ya y con los dedos algo cansados, entablé conversación con uno de mis contactos menos pensados, una buena “amiga mía” de tiempo atrás, que conocí por ahí, por mera casualidad. Creí que todo no pasaría de un “hola” y “chau”, cuando de pronto el tema se volvió un tanto incomodo, eso sucede cuando de amigos pasan a “patas” y de ahí a amigos con derechos y de ahí no sé qué más fuimos, me tuve que encontrar con el típico ¿te acuerdas cuando? Aguanté varias tandas, pero ya íbamos llegando al tema.

Ella comenzó preguntando ¿cómo te fue con tu ex?, ¿por qué terminaron si se veían tan bien?, eran las típicas preguntas “cojudas” de una chica cuando te quiere sacar información respecto a la ruptura, y eso que solo nos vio una vez caminando por la playa. Yo preguntaba acerca del tiempo en que habíamos estado sin hablarnos, a lo que atinó simplemente a decir que poco a poco me iría enterando, de a pocos firmaríamos una tregua que nos devolvería al rango de amigos. Mencionó el incidente de la “primera vez”: nos habíamos cruzado por enésima vez en la playa y siempre nos saludábamos y bromeábamos de cosas sin sentido y algo subidas de tono; ése día la visité en la casa donde se estaba quedando y decidí ver qué tanto podía tomar ventaja del jueguito de “coqueteo” común entre los dos –la idea estuvo rondando mi cabeza varios días- y jalarla como quien no quiere la cosa hacia otro cuarto alejándola del resto de conocidos. Conchudamente le dije que no había novedad alguna que contarle pero que se veía muy bien en esa faldita, “¿y sólo para eso me traes acá?”, preguntó ella mientras jalaba mis manos hacia abajo “¿Cómo? ¿Para qué crees que te agarro de la cintura?”, lo gracioso era que normalmente la broma se quedaba en ese nivel y nada más, todo risas y jodas.

Carito:
contio si te conte xq
RJ:
Era x el bichito
Carito:
weno en conclusion era por eso
RJ:
salio de broma en broma y a ver q pasaba
RJ:
t dije e comido mariscos y son afrodisiacos
Carito:
ia me acorde
Carito:
todos podían ver
RJ:
algo asi era picante ps
Carito:
Claroooooooooooo
Carito:
i los xicos taban fuera i nosotros haciendo tonterías eso si me aceurdo i me da risa

Para este punto la conversación ya había ganado suficiente picante (al menos los dos sabíamos que así era), y seguimos dándole vuelta a los recuerdos, unos fueron mejores que otros, algunos nos hicieron reír más, pero todo era parte del juego que habíamos dejado incompleto.

Carito:
weno =
Carito:
jue divertido
Carito:
no me arrepiento de naa
Carito:
no hay naa mas q recordar
RJ:
jajajaja ya emos recordado la mayoría
Carito:                                               fue divertido
RJ:                                         d ahi nos contamos q tal nos fue con nuestras otras relaciones
RJ:
me tengo q ir byeeee


Y así acabó esa conversación, sin peros, sin lágrimas, aunque tal vez algo quedó porque ya pasaba buen rato desde que dejé la computadora y no podía dormir. Las primeras vueltas las di pensando ó mejor dicho recordando una que otra expresión o gesto, tal vez unas frases por ahí. La intranquilidad de pensar en que hubieron momentos que la tomé de la cintura con alguna “mala” intención, mayormente sin pensar en las consecuencias; peor me puso el saber que ella sentía de una manera similar y que tal vez las circunstancias no eran las adecuadas.

Tengo que aceptar, me ponía mal una frase demasiado inquietante, que hacía referencia a la “pureza” de ella, en la cual en palabras sencillas me indicaba que era el único impedimento para que me de permiso de probar más que sus labios y cuello, porque no decirlo también que ella probara algo más.

Hace poco llegué a una gran conclusión: “el hombre es como el perro, donde ve comida mete el hocico”, muchos dirán que es cierto, otras u otras dirán que estoy equivocado pero muchos sabemos que en el fondo y en la mayoría de los casos ese tipo de pensamientos pasan por nuestra cabeza. Dependiendo de la cantidad de sangre con la que contemos, saltaremos por el aro en llamas o nos quedaremos mirando.

La espera siempre fue simple, yo la veía y ella me saludaba, acordábamos “inocentemente”  vernos más tarde y punto, sin muchos trámites ni demoras. Ella alega por el Messenger que se asustaba cuando yo aumentaba el ritmo en ciertas ocasiones, y es que ella me dejaba en claro que le gustaban los besos apasionados, y hasta me había contado de su preferencia por los que eran “contra el muro”. Al parecer hubo un punto en que ella no se daba cuenta del calibre de sus confesiones, o tal vez si lo hacía y era consciente por completo y aún así me explicaba algunos detalles subidos de tono, yo seguía tecleando pues claro el morbo me decía que era lo correcto.

Boto la almohada de la cama, tontamente imaginando que era el cojín de un viejo sillón que me estorbaba cuando ella envolvía mi cuello e inclinándome trataba de ganar espacio debajo de su vestido buscando la cachetada. Ella me asegura que no quiso que fuera la última vez que nos viéramos, pero que por razones no tan claras todo acabó en una conversación un poco áspera y que le hace mucha gracia el recordar que me dijo “son tiempos agradables que ya volverán”. De esas y muchas cosas “agradables” son las que recuerdo, su voz diciéndome que puede más su curiosidad que su pudor, ese es un golpe bajo para alguien que busca algo más que unos arrumacos entre la puerta y la sala.

Ella nunca sabrá cómo es que hubieran sido las cosas si no hubiera tenido un ese “gran impedimento” en cuanto a probar nuevas cosas, y tal vez yo hubiera preferido quedarme en la ignorancia después de esta conversación de Messenger que me quitó el sueño tan bruscamente. Pero las sorpresas siempre van y vienen y uno nunca sabe que puede confesarte una chica después de mucho tiempo, te sorprenden con reproches o tal vez te dan la razón. Nunca se sabe que tan simple o complicado puede ser, y por eso algunas personas evolucionamos, aprendemos de los “errores” pero nos sigue “llegando al pincho” si estamos haciendo bien o no.


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Imagen por mareaneus
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domingo, 13 de febrero de 2011

Pluma Invitada: El viaje a ninguna parte

Escrito por Porroberto
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A diferencia de muchos, aquí desnudo confieso que no quiero irme de Lima: la bella, la provinciana, la incomprensible, la horrible, la chola power, la gris, la brichera, la emperatriz, la indomable, la Babilonia de Sudamérica. Desde mi ventana puedo observarla levantarse sobre mí, sobre mis ojos, se eleva, y yo, desde mi cama, con un porro recién  armado, aspirándolo, golpeándolo, atorándome, fumando. Tengo el tiempo contado: cuatro días, 12 horas, 28 segundos, y un asunto pendiente con forma de mujer.

Mis deseos y anhelos cruzan el humo; mis recuerdos y tristezas se pierden allí mismo. Como el avión que irrumpe por la ventana, pronto estaré así, volando, y habrá aviso de turbulencia.

Su nombre de origen egipcio cuya raíz etimológica significa “maravillosa” se cola nuevamente en mis recuerdos por una azarosa canción de mi radio prendida: Shanny, chinita popular de la República de mi corazón. Las cosas no pueden apagarse, no ahora, no nunca. El vodka ruso se fermenta en mi boca mientras le doy vueltas al problema que nos concierne, más allá de mi viaje en pocos días, ahora horas.

Hurgo entre mis cajones, hallo tu foto y me duermo. Duermo despierto, no distingo la realidad de la fantasía. Sueño con la foto, el momento en que es tomada, los dos regados en el pasto de la Universidad, antes que probaras de mí, cuando estabas en desventaja, porque es cierto que si de probar se trata, encontré más en el aroma del abismo de tus pechos que tú en el pútrido entrecierre de mis dedos con olor a hierba, a coca mal habida.

Discutíamos por algo, lo recuerdas, seguro que sí. Apenas nombraste esa fiesta satánica, no lo niego, encendiste una chispa de esperanza en mí, pequeña, sumisa, dependiente de las disposiciones de tus labios, esos mismos que se cerraron impenitentes y quizá para siempre al hablar de aquel insecto que te hizo daño sin esperar a que sea pronto. Yo deseaba ir, que me invites, gritar, saltar, no me importaba si invocaban al diablo en sus canciones, yo estaría allí, para dar mi sangre, para protegerte. Pero no lo hiciste, me miraste, te diste cuenta de mi disgusto. No todo lo tenemos que hacer juntos, me dijiste, tienes razón resolví, siempre haces lo que quieres, eso me queda claro, y tú, no te molestes, me besaste la cara, cogiste tu cámara y nos tomaste esta foto que tengo en mis manos a la que le están cayendo cenizas.

El timbre suena con esa chirriante melodía que siempre me prometí cambiar y nunca lo hice. Miro el reloj, mi viaje se acerca y tú también. Me paro de prisa, apago el porro con la suela de mis sandalias. Apenas me pongo el short y avanzo sacudiendo mi cabeza. Tú, Shanny, no lo creo, estás parada en el umbral de mi residencia; pienso si acaso no te llamé con mis pensamientos. Dudo de tu presencia en mis narices espolvoreadas con coca, la misma que me pregunta si eres tú, la misma que habla y no deja dudas: debo ir por ti.

-Sabes que me da miedo esta calle y me dejas esperando –dices.

El nerviosismo de las horas pasar sólo permiten reírme de tus fachas mientras te abalanzas sobre mí para pegarme un sonoro beso por las semanas que no nos vimos, y los años que no nos veremos. Has estado fumando dices. Adivinaste, pienso, este estado alarga mis risas y estas sonrisas sólo apañan el recorrido de mi mirada por la selva de tu cuerpo que, te confieso, me antoja un porro bien armado combinado con unos buenos tiros y pastillas para dormir para siempre sumergidas en mi Stolichnaya ruso de toda la vida y de la primera muerte a la que me encomendaste muy suavemente cuando no me aceptaste como tu amante favorito.

El tiempo se me acaba, puedo escuchar el giro de las poderosas turbinas del avión privado que en cualquier momento estacionará en mi jardín para arrancarme como una planta de este país, donde dicho sea de paso, las plantas son más baratas que en cualquier otro. Pienso que si el próximo presidente se aviva y legaliza las drogas, sólo en impuestos se llevará un buen tajo por la coca maravillosa de esta tierra. Mi maravillosa coca, mi Shanny Coca.

Te sientas en los sillones de mi sala. No eres la misma que antes pedía llorando que abandone las drogas, te siento más calmada, dominante de la situación, puedes elegir las canciones, los discos que quieras, te digo. Ya que en pocos minutos partirás, te daré gusto, Porrobert, dices y pones Bunbury, al que tú llamas graciosamente “Bugsbunny”.

Las letras, no te lo digo, son un mensaje oculto varado entre la certeza de mi viaje y la rareza de tu cariño, que a pesar de mí, me he ganado. Terminada esa canción, encuentras los discos que abandoné bajo mi chimenea: Circo Beat, La Lengua Popular, Ænema, The Queen is dead, Sam´s 
Town, Siame Dream, Mind Games y el que más te llamo la atención fue “The Wall”, prendes la radio, colocas una de la canciones y empiezas a ser poseída por quien yo llamo el Dios de la Coca, quien sí está entre nosotros y anuncia mi pronta partida.

Las agujas del reloj son cada vez más rápidas, rebotan en mi cráneo con más fuerza cada vez, el movimiento lento de tu cuerpo, los guiños de tu cintura, la amalgama de tus hombros con tus cabellos, el orden giratorio de tus pechos apretados por tus manos, el líquido deslizando tu cuello, la independencia con que muestras tu sensualidad endurecen mis ganas de retirarme del lugar y pegarme un viaje yo solo, encerrado en mi baño.

Por eso acallo palabras, retozo pellejos no circuncidados, estiro mi estómago, exhalo, te nombro, pienso en otra, en todas a la vez, me cubre mi nuevo refugio de blancas mayólicas y luces frías, por fin llego al momento y lugar donde tus cadenas no funcionan, Shanny, donde tu recuerdo no avanza, sólo se mezcla con mil hembras más. El solo hecho de escucharte a una pared de distancia hace que libere mis sensaciones más bajas en ese territorio donde soy el juez para un único culpable: yo.

Al volver a la sala, más tranquilo, pasado el temblor, pienso informarle que es mejor que se vaya, podría perder mi vuelo si seguimos en el juego de siempre que no me lleva a nada, cometido que debo lograr antes que se pase el efecto de la masturbación que anula el deseo de poseer chicas por unos minutos breves.

Para mi sorpresa, ya no está moviéndose en mi sala, ¡huyó al dormitorio! Me espera con los pechos descubiertos, dedos enterrados en las piernas, está de bocas abajo, ¡y ahora me está mirando!, me acerco a mi cama. Me llama, me seduce, no acepto, le pido que se vista, que no haga berrinches, no me hace caso y me apapacha en ella. Mete sus brazos en mi almohada y se topa con nuestra foto abrazados y me pregunta qué hacía con ella. Yo le respondo pensando en ti y pienso en cómo voltearte el juego.

Ella deja de cabalgar, me mira con ojos inquisidores y me dice Robe no quiero que te hagas ilusiones, no quiero estar con nadie y no quiero hacerte daño, somos amigos nada más, sin reclamos, sin preguntas ni respuestas, no nos pertenecemos, estamos prestados, ¿qué te parece?,
que eres la más ingenua del mundo, pienso. Grave error el de ella, el polvo solitario de hace minutos me mantiene tranquilo.

La miro fijo y le digo, Shanny mi vuelo sale en minutos, solo quiero decirte que no te llamaré más, me voy por un corto tiempo que significará mucho para nosotros, no quiero saber más de ti, me haces mal. Shanny me mira y me dice que no debí llamarla para ser así de áspero con ella. Seguramente se ha enfurecido conmigo, se pone de pie, se abotona la blusa, se arregla el cabello, y antes de marcharse me dice ¿como amigos?, respondo que así nos queremos más y nos lastimamos menos, y se va, cierra la puerta, mientras veo su sombra por mi ventana.

Despedir contra mi voluntad a Shanny ha sido un trago amargo, sin duda; la coca y la marihuana están regadas, quisiera poder llevármela toda a mi viaje. El último alboroto ha hecho que las olvide. Inmediatamente las recojo y aspiro unas líneas ayudado por el pasaporte que los gringos sellarán pronto. Tomo conciencia de los segundos que faltan para estar a miles de millas de aquí.

Vuelve a mi cabeza la idea de extrañarla, el desgobierno vuelve a apoderarse de mí. Ahora quiero ir tras ella, las piernas me lo gritaban, el corazón me exigía pero la razón me lo impedía.

Marco los nueve números de su celular pero no me atrevo a enviar la llamada. Un campanazo activa el altavoz del aeropuerto, pienso que anunciará que perdí el juego y no pude ser tan malo, o lo fui sin mucho éxito. A cambio anuncia que mi vuelo a Miami se ha cancelado. ¿Acaso hace mal tiempo?, ¿el piloto está enfermo?, ¿alguna amenaza de bomba, señorita? Le pregunto a la mujer que me atiende metida en pantis azules. Señorita, entienda, no me queda tiempo, debo tomar ese vuelo, le reclamo, a qué se deben estas poses para nada limeñas de cancelar vuelos a última hora, ¿cuándo se ha cancelado un vuelo en Lima? ¡Dejen de joder, atrás, abran paso!

Ingreso a una habitación, estoy solo, la puerta se cierra de golpe, aparecen dos forzudos muchachos. Uno se hace llamar Teni y el otro Reii, uno me cogotea y el otro me taclea. Luego me piden documentos. Ante mi negativa, revisan mi mochila y encuentran los envoltorios donde escondí lo poco de coca y hierba que pude coger. Te ha delatado, Porrobert, ella te ha delatado, estás perdido. Me asusta la posibilidad que sea Shanny quien haya querido vengarse delatando mis vicios a las autoridades. ¡No puedo soportar que sea Shanny!, mas sí puedo entender que sea una mujer quien me jodió, pues abro los ojos y ¡ella está mirándo la paliza de la que soy presa!

Ahora creo que el verdadero viaje fue el que ella hizo para no volverme a ver.

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Dibujo por @olga dfacto
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