viernes, 9 de marzo de 2012

Pluma Invitada: Desaparezco para ti

Imagen por phatpuppycreations

Escribe Flor de fuego


Llegó tarde como siempre. El bar está lleno. La música suena bien. Es Janis cantándole otra vez al amor perdido o eso entienden mis oídos enamorados. En la esquina hay cinco jóvenes, uno más excéntrico que el otro. Cada uno con una botella de cerveza personal en la mano. Los observo a lo lejos. Camino a ellos, uno me saluda levantándome la mano con una sonrisa grande que ilumina el lugar. Yo le retribuyo el saludo, me tropiezo con una silla que está adelante. Que estúpida me digo, pero él no se ríe, sigue cada uno de mis pasos como escoltándome con la mirada.

Son los mismos debates de siempre. Solo son cinco jóvenes confundidos hablando de lo mismo, de las últimas películas que han visto o de la última novela que han leído o están leyendo, que Hegel dice esto y que Lennin lo otro. Deberíamos salir a protestar para que destituyan del cargo a aquel político que se llena la boca de pan mientras sus hermanos sufren en las calles.

Trato de desviar la conversación con Adriana y Sabrina. Pero ellas parecen más apasionadas que Sergio, Mateo, y Gabriel. Hablan de cambio, cambio de qué, me preguntó. Solo son hijos de papi jugando a la revolución. Cuando creo que solo viven de críticas y apariencia para tratar de sonar más intelectuales. Me excuso para ir al baño. Toda esa cháchara política solo me está enfermando. Solo quiero tomarme unas cervezas, bailar un rato, elevarme luego y si se puede hacer el amor frenéticamente.

En el baño me encuentro con una chica que no ha dejado de observarme desde que me tropecé con la silla. Le gusto de eso estoy segura, y a decir verdad a mí tampoco me desagrada del todo, me llama la atención el tatuaje de hadas pequeñas que vuelan por sus hombros.

La chica me toma por la cintura, me susurra algo a la oreja, no sé lo que dice pero me toma de la mano y yo la sigo. Nos perdemos en la puerta trasera de aquel bar. Saca un pequeño canuto, moja la punta con su pequeña lengua y lo prende. Aspira con fuerza, tose un poco, vuelve a hacer lo mismo y me lo entrega en la mano. Lo prendo.

Estoy contra la pared. Su lengua hace algo raro en mi boca. Me dejo llevar. Apoya sus pequeños pechos contra los míos. Se mueve al ritmo de la música que tocan dentro del bar. Acaricia mi cabello y sus manos viajan al sur de mi cuerpo. Estoy excitada no puedo negarlo.

Gabriel abre la puerta trasera. Observa cómo me beso con aquella chica de cabellos negros. Me llama por mi nombre. La misteriosa chica del baño le regala una sonrisa y le toca el hombro, él la retira con algo de fuerza. Ella vuelve a entrar al antro y solo estamos afuera él y yo.

Odio que siempre quiera ser ese príncipe azul en caballo y armadura. Que siempre trate de rescatarme. No me dice nada, me abraza con fuerza. Nos metemos al bar, quiero saber que es lo que pasa por su frondosa caballera. Pero no dice nada, solo me saca a bailar, me ofrece una cerveza, prende unos cuantos cigarrillos y actúa como si nada hubiese pasado.

Tengo que ir al baño, le digo. Él acepta la premisa resignado. De regreso puedo observar como Sabrina lo mira, le habla y toma de sus manos un cigarrillo mientras él acerca su encendedor al cigarro. Lo tomo del cuello y lo beso con fuerza. Sabrina se queda callada, me mira y luego a él.

Él me lleva a una esquina y me dice que hablaremos después. Yo no quiero hablar después quiero hablar ahora. Pero él me dice que es mejor que me deje en mi casa. Me convence, es mejor así, al menos yo me lo he llevado a casa y no está con la resbalosa esa.

Caminamos varias cuadras antes de tomar un taxi. Me pone su casaca negra entre mis hombros. Lo detengo para ver las estrellas, mientras él está rígido, apurado como si quisiera deshacerse de mí. Pero no lo dice, lo siento raro. Me detengo, lo beso y él se deja besar. Me besa lento como siempre, en la forma en la que solo él sabe besar. No quiero tomar un taxi quiero quedarme la noche entera con él.

-Gabriel, quédate conmigo, ¿sí?
-Estoy contigo ahora.
-No, no es eso. Me di cuenta de que estoy enamorada de ti. No pude soportar como te miraba Sabrina y la atención que tú le dabas.
-¿Qué quieres decir con eso?
-Que nos vayamos que dejemos todo. Gabo, tú eres diferente a los demás, eres mejor.
-¿De qué viviremos?
- Yo puedo hacer trenzas, bailar. Tú puedes tocar guitarra y dibujar.
-Lo siento, pero esos son tus sueños, no los míos.
-Entonces nunca me quisiste.
-Qué hablas, yo nunca hice nada que tú no quisieras, o que me hicieras primero. Mejor descansa, nos vemos mañana, vamos a la playa.
-No Gabriel, mañana me voy a las tres. Si quieres vienes conmigo.

Estaba parada frente al terminal de buses. Tiro y piso mi último cigarrillo en Babilonia. Espero que sea como en las películas que venga por mí, pero los minutos avanzan y él no aparece, no aparecerá. Lo odio. No lo quiero. Es mi culpa. Por qué no me entiende.

El bus aparece y subo. Mi próximo destino será alguna ciudad de provincia. Hasta siempre Babilonia, hasta siempre Gabriel.

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Esta historia en una canción

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