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Miércoles, 20 de octubre de 2010
Ha
pasado la medianoche, Javier está en el Messenger. Nadie le habla, él no habla
con nadie. Amigos y desconocidos aparecen uno a uno en la esquina de su
pantalla, felizmente ha quitado el sonido que acompaña a la conexión de cada
uno. Sus planes inmediatos consisten en trabar conversación con Sylvia, una chica
del pasado que lo besa cuando quiere.
Largas
horas frente al computador y no se anima a hablarle. Sylvia hace lo mismo al
otro lado. La diferencia está en la retahíla de muñequitos verdes y regordetes
que la distraen, le pasan canciones de Youtube, links interesantes y eso le
gusta; la calma trae al olvido y Javier queda en el limbo, mordiéndose las uñas
e intentando escribir, que eso le ayuda a olvidar el paso indiferente del
tiempo.
Termina
un párrafo de una novelita que está escribiendo para internet y echa un ojo a
la lista de conectados: allí está Lucía. En verde, conectada, enchufada a la
red nuevamente. Le sorprende, pues han pasado un mes desde que ella lo borró
por quincuagésima vez de sus contactos. No duda en hablarle inmediatamente, no
ha olvidado sus ganas de hablarle a Sylvia, pero el miedo le gana con ella, no pasa
así con Lucía, con quien tiene más confianza por los kilómetros que llevan
juntos.
–Hola
––escribe––.
Lucía
nunca lo eliminó, sólo lo bloqueó. Lo que en lenguaje de Messenger
significa que ella podía verlo conectado, pero él no podía verla. A Lucía
simplemente se le había pasado un poco la ira y quería probarlo, saber su
reacción. Como estaba en sus cálculos, Javier no tardó mucho en hablarle.
–Qué
milagro, Lucía ––eligió esa frase, entre desinteresada y genuina para no
sentirse invasor. Al fin y al cabo, ella le abría la ventana de su vida una vez
más––.
–Te
tengo eliminado ––finge ella––. Qué haces acá, ¡HACKER! Dios.
–Lucía.
No me borres. Conversemos un momento.
–Ya
me voy, chau ––primera despedida de Lucía––.
–
¡Ya pues! Tú me volviste a agregar. Desde tu denuncia no he podido acercarme.
–No
te he vuelto a agregar, no sé qué haces aquí. Me extraña, me parece raro.
–Sí,
es raro. Pero me gusta estar aquí.
–Ya
te vas.
–No,
cuéntame. ¿Cómo sigue tu cuello? ––se interesa por su dolencia––.
–No
sé, no he ido al doctor.
–
¿Por qué no? ––se extraña––.
–No
he tenido tiempo.
–Bueno.
Confío en que sabes lo que haces y no juegas con tu salud.
–Ok.
–Oye,
Lucía. Hoy te vi con tu traje rojo: estabas espléndida.
–
¿Dónde estabas? ––pregunta la abogada––.
Él
se remonta a la tarde del mismo día. Javier llamó a Lucía para ir a ver el
partido de la Champions League del Milan contra
el Real Madrid, del que Lucía es hincha, además de caliente
admiradora de Íker Casillas, extrañamente Lucía le contestó y quedaron en verse
al frente de la capilla, en la universidad. Ella volvía de su nuevo trabajo en Echecopar,
un conocido estudio de abogados, gracias al cual tornó más elegante su
vestimenta. Cuando Javier fue, Lucía estaba con un traje rojo encendido y
rodeada de tres tipejos de pinta nipona que miraban el abismo de sus senos. Él
pasó frente a ella, y ella no lo miró. Incrédulo, la espió un rato y se retiró.
Tal vez ese antecedente explicaba que Lucía lo haya vuelto a aceptar en las
redes virtuales. Aunque ella dice que no y lo compara con un virus informático
que se ha metido en su computadora.
–
¿Qué quieres? ––pregunta ella––.
–Que
me expliques, ¿qué es lo que pasa entre nosotros?
–Nada.
–
¿Por qué me hablas por teléfono y luego no dejas que me acerque?
–No
tengo tiempo para esto en verdad.
–Sólo
huyes de mí ––reclama él––.
–Ehhh,
no.
–Entiendo
que no te gusta resolver los problemas, que no te gusta encararlos, pero
entiéndeme. No quiero vivir así, a pesar de que si paso a tu lado siento una
complicidad y extraño hablarte, de saber qué pasas y que el tipo que te
acompaña no tiene ni idea de quién eres. Yo sí lo sé, más que él.
–Menso
floro, tú no me conoces, directo al grano please.
–Cuando
te alejas otra vez me vuelve la pena de ya no poder caminar contigo por la Católica,
por todos lados. ¿Por qué has decidido no hablarme? Explícame eso.
–Me
da igual, pero preferiría no hacerlo ––dijo ella, sin piedad––.
–
¿Por qué?, dime por qué.
–Me
distraes mucho y ahorita no tengo tiempo para eso. Ahora trabajo.
–
¿Distraerte de qué? Lucía quiero decirte algo bien serio pero por tus evasivas no
me dejas. No quiero decirte por el chat. No quiero conversar las cosas importantes
por Messenger.
–Mira:
no te odio ni nada pero dejemos las cosas así como están. Hablemos sólo por las
redes.
–No
me gusta, no soy un chico 2.0, y no me refiero a los centímetros de mi
virilidad por si acaso; soy tradicional, me gusta que me digan las cosas en mi
cara. Éramos amigos y lo cortaste ––reclama él––.
–Yo
estoy muy bien.
–
¿O sea que nunca más en la vida volveremos a hablar?
–Que
te baste con eso.
–Lucía,
no me hagas el juego que Tiger te hizo. Perdón por decirte eso, pero es tonto
lo que haces.
–Ja ja ja, ok. Karma
is a bitch, honey.
–No
creo en el Karma, porque le haga daño a una persona no quiere decir que ese
daño vuelva a mí. Yo no te hice daño.
–Jamás
tendrás ese honor.
–
¿Entonces?
–Simplemente
me llegas. Me llegas tú, tu actitud, no la soporto. Por ende no te soporto y por
eso estoy mucho mejor sin ti.
–Pero
si tú me decías que mi compañía te gustaba ––insiste, terco––.
–Sí,
a veces, pero cuando te conviertes en
ese ser descarado, odioso. Me llegas y lo sabes.
–
¿Descarado, odioso? Lucía, si tú siempre me controlaste. Hacíamos tu voluntad.
–Yo
no puedo controlar algo que no conozco.
–
¿Y a tus amigos por qué si los puedes controlar? , ¿por qué si puedes estar con
ellos y no conmigo?
–Porque
ellos son buena gente, me tratan bien.
–Putamadre,
me siento un paria, un expatriado de tu compañía. Yo también te trato bien. Tal
vez confundimos las cosas, si fue así, bacán, volvamos a ser amigos. A nadie le
tengo confianza como a ti, Lucia. Y muy aparte de eso, Lucía, te extraño. Quiero
que esto sea como antes, cuando éramos amigos. Antes, antes, antes.
–Muy
tarde.
–En
verdad me duele que me trates así, como en el mitin
de cierre de campaña, me arrastraste. Peter me vio perder, el
Partido Verde me vio perder. La alcaldesa de Lima me vio perder.
–La
calle de la peruanidad te vio p...
–Y
si hoy iba a tu banca, el imperio japonés me iba a ver perder.
–Probablemente
––asiente ella––.
–Ja
ja ja. Lucia, no seas así conmigo. Si te reclamaba cosas era porque confundí mi
papel. Nunca fui violento, porque nunca te pegué, pero sí fui bruto por hablarte
mal como tú dices y yo reconozco que fui.
–No
tienes que pegarme para herirme, entiéndelo de una vez. Con tus actitudes me
matabas, igual.
––
¿Tú crees que no me herías? Con tu indiferencia cuando estabas con tus amigas, me
jodías, me hacías sentir nada.
La
referencia hace recordar a Lucía su otra conversación. Se enfrascó tanto en
atender las preocupaciones de Javier que olvidó que una de Las Meras le hablaba
por otra ventana. Ella le propuso hacer un reencuentro de amigas, sólo Las
Meras, las cinco que fueron en un inicio. Dejó hablando sólo a Javier y
conversó con Fiorella, su mejor amiga mera.
Luego,
vio que Javier escribió prácticamente un testamento, no se tomó la molestia de
leer sus quejas engreídas, para ella no tenían sentido. Sintió que Javier no
había cambiado e insistía para verse de nuevo.
–Si
los dos nos herimos lo mejor es separarnos y es lo que hice ––sentenció sin
leer––. Ojalá aprendas y no te vuelva a pasar en el futuro con otra persona, date
cuenta que no puedes tratar mal a las personas.
–Eran
celos, peleas de pseudo-enamorados. Y digo “pseudo” porque nunca vas a decir
que fuimos algo. Por mi parte, te quise mucho, Lucía. Te quiero todavía y te
quiero como amiga ––repetía y resaltaba la palabra “amiga”––, extraño conversar
contigo.
–Literalmente
y fuera de contexto: no eres tú, soy yo. Ahorita en estos momentos de la vida
ya no depende de ti.
–Está
mal, no sé tampoco por qué te pido perdón. Lucía, cuando me conociste como
amigo, ¿acaso no siempre fui multipolar?, o bipolar como tú dices. Ya nos
conocíamos. Sabía cómo me tratabas y aun así quisimos salir.
–No
quiero ser fría ni cortante pero mejor dejémoslo así.
–No
me puedes cagar así. Me da miedo preguntar si sales con alguien más.
–No
puedo, lo lamento tanto.
–Sé
que sonará un poco dramático. Hay veces que te espero afuera de tu salón y al
final no me animo a buscarte, me da miedo que me sigas evadiendo o grites, no
me gusta la bulla, tú sabes. Perdóname por esa vez que leí tus anotaciones del block. Fui un tonto
pero lo hice para hacer un momento divertido contigo no para reírme de ti. Tú sabes
que nunca supe hacer bromas y es natural que esa noche se me haya pasado la
mano, no pensé que te molestaría tanto.
–Realmente
lamento si te hice sentir mal, no fue mi intención.
–
¿Pero lo vas a seguir haciendo? ––pregunta él––.
–Yo
también te quiero y por eso mismo estamos mejor separados.
–No.
–Si
te veo por ahí no evitaré saludarte pero ahí nomás.
–
¿Por qué eso lo tienes que decidir tú? Seamos amigos, no te haré nada malo.
–Ya
bueno, cuídate ––segunda despedida––.
–
¿Me vas a borrar del Messenger de nuevo?
–Javier,
se feliz.
–No
puedo, siento que lo nuestro no está resuelto. Por lo menos conversemos una última
vez más, sólo eso te pido. Que sea en la Católica.
–No
sé qué hacer para que te quedes tranquilo, ya te dije no tienes la culpa, no
seas tan duro contigo mismo. Dale vuelta a la página ––decía, angelical, Lucía,
restándole culpa a él y a la vez suelta de huesos––.
–Me
quieres hacer lo que Tiger te
hizo ––disparó Javier, rabioso––. Lucia yo no soy él, yo nunca te
corté la libertad, conmigo tú eres libre y la mejor prueba es que fuiste libre hasta
de tratarme como quisiste. Siempre supe que para ser tu amigo, no debía
reclamarte nada, dejar que solo seas tú. Bueno, ayudó mi poca templanza y poco carácter.
No es justo que te vengues conmigo por lo que Tiger te hizo. Odio a ese pastrulo.
–Esto
te va a ayudar, créeme. Como tú dices me pasó lo mismo, ¿y acaso he muerto?
–No
hables de morir, por favor. Primero ve al médico. Yo no tengo que vivir de
acuerdo a lo que ese huevón te haya hecho.
–Es
que tú no entiendes ––deslindó Lucía––.
–Sí
entiendo. El daño te lo hizo él, no yo.
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Javier
se refería a la forma en que Tiger terminó con Lucía, por un correo electrónico
cobarde y rastrero, en que anunciaba su alejamiento sin fecha definitiva de
volver. Lucía lloró y claro que no lo esperó. Ahora ella aplicaba una técnica
electrónica similar para eliminar a Javier de su vida.
–Quiero
hablar contigo por última vez ––insistió él––.
–Ya
estamos hablando.
–No
así, quiero mirarte a los ojos cuando me repitas esas cosas. Quiero que me
niegues que estas haciéndome lo que Tiger te hizo.
–Bueno
si no hay nada más que decir…
–Huyes.
–Me
voy, Javier ––se despidió por tercera vez––.
–No
Lucia. No hemos arreglado nada. Me dejas con muchas dudas. No te cuesta nada hablar
conmigo por última vez ––la “última vez”: floro que utiliza todo hombre con
ganas subalternas. Intentará llevarla a un hotel––. Después no te volveré a
joder, puedo cerrar este libro si me explicas por qué te has separado de mí.
–Ya
te dije, con tu actitud me cagas, no puedo estar cerca de ti.
–
¿Cual actitud? Cuando confundimos las cosas me tomé libertades, hice el papel
de un novio celoso, tal vez no debí y eso me hizo decir cosas tontas.
–Chau
––cuarta oportunidad para irse––. No tengo idea de cómo diablos reapareciste, supuestamente
estabas eliminado ––lo alargó––.
–No
seas mentirosa, obviamente tú me agregaste de nuevo pero si no lo aceptas, normal
por mí, te entiendo. Tú eres Lucía, no yo. Y a veces eres Lucía sin Lucía.
–No,
lo último que hice fue darle click al botón derecho y una opción de eliminar, pero
creo me equivoqué e hice la opción inversa. En fin, ya veré cómo eliminarte de
verdad.
–Eso
sonó muy Kill Bill Volumen XV.
Lucía
lo pensó. Pensó hablar con él la siguiente semana, en la fiesta del estudio de
abogados, adonde quería llevar a Las Meras, de modo que si Javier iba con ella
estaría protegida por sus amigas. Una última vez. No le costaría nada. Él
siguió hablándole con textos largos que ella ignoraba.
–Cállate.
Estoy tratando de decir algo importante ––dijo ella––.
–Dime.
Soy todo oídos, soy tus oídos.
–Para
que te quedes “tranquilo”…
–Dime
Lucía.
–Nada
ya lo olvidé, tú también deberías hacerlo.
–No
quiero olvidarte. No encuentro razón. No puedo olvidarte cuando siento que la pasábamos
tan bien. A pesar de todo y dejando de lado las mejores cosas que pudimos
añadir a nuestra amistad, fuera de todo y de nada, creo que vales muchísimo y
me haces bien, no quiero terminar mal contigo, quiero ser tu amigo.
“También
quiero follarte de vez en cuando”, no le dijo, “cada vez que me lo permitas, como
amigos, claro”, siguió pensando. Si estás triste, si te apetece sexo de una
noche, si estás ebria o si simplemente se te ocurrió. Lo siguió pensando
mientras Lucía respondía.
–Yo
no quiero ser mala contigo ––dijo ella, con inocencia––.
–Hablemos
por última vez. Sólo te pido eso. Después, si quieres bórrame de tu vida. Déjame
verte una vez más en la universidad. Mañana tengo clase hasta tarde. Si quieres
voy a tu casa y salimos a caminar. Vamos al malecón. Siempre me debiste el
paseo por Chorrillos.
–El
sábado estoy copadísima ––suavemente cedió––.
–Eso
no me has contado, estás muy extraña. ¿Qué harás el sábado?
–Trato
de descansar y cosas por ahí.
–Te
invito a pasear, comamos algo por ahí. Si quieres llevo mi cámara y le tomamos buenas fotos al fraile. Hay que pasear,
comer en Chorrillos.
–Si
así te portaras de lindo siempre, sería distinto. Pero no, siempre acabas por arruinar.
En fin, ahora sí me voy de verdad. Estoy cansada ––quinta despedida––.
–Ya,
disculpa que te retenga, pero Lucía, si ya los genios de Palo alto, no pudieron
controlar que mi Messenger se metiera de nuevo en el tuyo debe ser por algo, dame
una última chance de verte y conversar el sábado ––insistió él––.
–Ya
te he visto todos estos días.
–No
seas graciosa. Lucía, por última vez, después me borraré de tu vida si me lo
pides. Quiero que me mires a los ojos para que me creas.
–Dejemos
el drama, ¿sí? Las cosas son simples y claras.
–No,
porque te empecinas en no clarificar esto.
–Ya
te dije todo.
–Esto
que siento tiene un poco de la injusticia que tú le has dado. Y buena parte de
lo tonto que fui. Aun así, no me creo estas conversaciones de Messenger, necesito
ver tu cara.
–Esas
son condiciones que tú pones, de mi parte ya aclaré todo. Si te gusta bien, si no
también.
–Son
las condiciones más normales, se conversa cara a cara si es algo delicado, si hablo
contigo por Messenger es porque busco una respuesta. No lo entiendo y tengo
unas teorías que me gustaría que desmientas cara a cara. Claro, suena como una
guerra, hay que ir preparado por si duele.
–Debo
irme a dormir ––se despide por sexta vez––.
–Espera,
espera. Yo también debo irme a dormir. Tengo que acabar un ensayo para mañana, pero
qué chucha. Es que Lucía, tenemos mucho de qué hablar.
–“Tenemos”
ya es mucho.
–Por
favor, ya no sé qué decir, Lucía. Quiero verte, conversar. Que me expliques y
pedirte perdón.
–Estate
tranquilo, ¿sí? Sólo te pido eso.
–No
puedo.
–No
me gusta verte así tampoco, me siento mal ––concede ella––.
–Es
que pareciera que tú estás tranquila, como si no hubiera pasado nada. Tu actitud
de dejarlo todo como está me revienta, me confunde. Para mí las cosas no
terminan así.
–
¿Qué puedo decirte para que te quedes más tranquilo? ––pregunta ella––.
–No
importa que me digas que me odias, que no me quieres ver, pero dime las cosas
en mi cara. Dime si quieres que soy lo peor del mundo, dímelo mirándome a los
ojos y me quedaré tranquilo.
–Ya
te las estoy diciendo por acá. Para qué necesitas más.
–
¿Por qué me lo dices por acá?, ¿quieres que no me sienta mal? Gracias, no necesito
que me cuides. El Messenger es una mierda, no quiero mirar al pasado y pensar,
"sí, pues, una chica me terminó por Messenger". Es estúpido y vacuo, me
niego a que esta mierda tecnológica haga esas cosas, siento que me hace un
insensible y yo no soy un insensible, aunque lo parezca.
–Es
que es probable si te vuelvo a ver luego me produzcas ternura por un momento,
estilo “Los Cachorros”, y luego tenga que volver a hablarte y en mi plan no está
eso.
–
¿“Los cachorros”? ¿“Pichulita” Cuellar? No va a pasar eso, bueno no sé si pase pero
me jode esto, que no lo dejes salir, que quieras "dejarlo ahí". Que
pase solo. No te puede producir ternura un tipo que tú piensas que es un
canalla.
–Exacto.
Pero a veces te disfrazas tan bien dentro de tus multipolaridades o como
carajos sean tus estados de ánimo.
–Lucía,
si fui un salvaje fue porque actué llevado por los celos y la rabia.
–Deja
de ponerte como la víctima, que de victima y victimario nadie tiene papel ––aclaró
Lucía––.
–Te
faltan ovarios, flaca ––retó él––.
Ella
cerró furibunda la ventana. Volvió a hablar con Las Meras. Ellas confirmaron la
fiesta el otro fin de semana. Ella aprovecharía para colar a sus amigas (y “¿tal
vez con Javier?”, se preguntaba en secreto) en la fiesta del estudio Echecopar.
Javier sentía que había completado el manual de manipulación al pie de la letra.
Sus acusaciones lograron que Lucía se sienta un poco culpable. Con sus
intenciones, Javier santificaba a todos los demonios que habían nacido antes que
él.
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Esta historia en una canción
ANUNCIOS:
1 Esta novelita trucha llega a su fin cuando volvamos de vacaciones. No le doy más de dos capítulos antes que "Lucía" haga justicia y mande sicarios o me elimine con sus lindas manos. ¡Alégrense!
2 El siguiente post estará dedicado a las Plumas Invitadas 2012. Fueron once las elegidas. Ellas descargarán su artillería en pocos días. ¡Espérenlos! Incluye video de nosotros bailando el vocé me mata.
Gracias por leer el post =)
Reinercito:
ResponderEliminarLa historia es estupenda. Aunque algo dense algunas veces.
Por otro lado, me da risa saber como es que los chicos se repiten tanto, abogados,periodistas, deportistas,músicos, todos, y todos se repiten se calcan entre sí.
No importa lo que estudien siempre harán lo mismo, hacerse los heridos, los 'manipuladores' y siempre vuelven en el rabo entre las piernas.
Cuando una chica te deja en claro que no quiere verte, de la forma como lo hizo ella,eso se hace, esperar que se le pasa e ir con los mejores argumentos.
Un besi Reiner. Cuidate.
Anónim@, creo que tu consejo es sabio. Lo percibo porque tienes claro que los chicos nos repetimos (aunque algunas chicas también, felizmente no todas). Y aunque estás generalizando, esas son las certezas que rigen nuestras vidas para bien o para mal. Estoy seguro que Javier no seguirá tus consejos. Sabrás qué pasó cuando volvamos de vacaciones. Muchas gracias por comentar. A tu salud, a tu servicio.
EliminarMe sentí demasiado identificada en tantas osas...
ResponderEliminarSi quieres, puedes compartirlas. Saludos y gracias por comentar.
Eliminar________________________
LA NUEVA TEMPORADA INICIA EL 14 DE FEBRERO. ATENTOS.