domingo, 26 de febrero de 2012

Pluma Invitada: Nunca digas te quiero

Imagen por pathpuppycreations

Escribe Furazao

Nunca me ha gustado ser el malo de la película. Pero ahí estaba Alice, parada delante de mí. Con aquel vestido blanco, cinturón dorado y sandalias plomas que me gustaban tanto. No podía ocultar más mis sentimientos. No es que no la amara del todo, todo lo contrario. Sin embargo, me hubiese gustado amarla como solo un hombre ama a una mujer. Yo era un jovencito confundido de veinte años reprimiendo lo que en silencio sospecho que Alice sabía. Aunque nunca supe a ciencia cierta. A ella me la había presentado Andrea, novia de Diego, mi mejor amigo, y quizás por eso mantuve una larga relación con ella, la más larga que haya sostenido con una mujer. Ahora los dos sentados bajo el sol de verano, no sabía cómo empezar lo que sabría le destrozaría su joven corazón. Mientras arrancaba un girasol de su jardín y se lo colocaba en la oreja, yo me balanceaba en su columpio. Empecé diciendo algo como que teníamos que hablar. Ella dejó caer la flor de su cabello, y los ojos empezaron a llenarse de lágrimas. No me dejó terminar palabra alguna cuando me abrazó con mucha fuerza, tanta que no me dejaba respirar. La retiré con algo de tino. Lo siguiente, fue un dulce beso, y me retiré. Ella me dio tiempo para pensar las cosas, aunque no había nada que pensar, yo la quería pero no quería que ella estuviese sufriendo por mí, igual que lo hizo por su anterior novio, que solo la usaba para acostarse con ella, y con el cual perdió su virginidad. Los días siguientes, se los dediqué a Diego, cómo no hacerlo, era la razón principal por la cual comencé una farsa con Alice, vi interminables partidos de futbol, aprendí algunos nombres de jugadores, hasta me atreví a practicarlo sin éxito, aunque defendía bien, o eso era lo que me decía Diego. Yo estaba sentando en la parte de atrás del carro cuando sorpresivamente fuimos a buscar a Andrea, ellos se quedaron conversando  por largo tiempo, no podía dejar de ver a Andrea como mi eterna rival. Nunca supe lo que Diego veía en ella. Es decir, con esos  polos negros y esos cabellos greñudos que te tapaban el rostro, claro ella era todo lo opuesto que era Alice, y también por eso me gusto estar con ella. Luego Diego se despidió de ella, volvió al carro, me ordeno a pasar al asiento de copiloto y pasamos por una tienda. Me invitó unas cervezas, las cual sólo tomaba cuando él me las invitaba pues yo sé lo mucho que la levadura te hace engordar. Me preguntó si estaba bien, si necesitaba decirle algo, aunque yo no supe qué decirle, él me dijo que se encargaría de todo, me llevó a su casa, llamó a unas cuantas amigas, y me dijo que podía escoger a la que más me gustara. Quizás él pensaba que Alice había terminado conmigo y que yo necesitaba a otra mujer, pero yo no necesitaba a una mujer, yo lo necesitaba a él. Como la mayoría de los sábados los padres de Diego se iban a sus reuniones de siempre, por lo cual dejaban la casa de Diego para hacer sus desvanes de niño consentido y mimado. Las chicas fueron llegando poco a poco, de pronto estábamos rodeados de seis lindas muñecas, con las cuales me hubiese gustado intercambiar consejos de belleza y secretos de cómo calentar a un hombre, en vez de que ellas tratasen de calentarme a mí. Conforme fue avanzando la noche, me quedé conversando con una a lo lejos, observaba a Diego, despidiendo a las demás él también se quedó con una. Me dejó solo con una de ellas, mientras él bajaba a la cocina para traer media botella de pisco que le quedaba. Teresa, la chica que se quedo conmigo, empezó a ponerse algo más que cariñosa. Se abalanzó sobre mí, empezó a besarme el cuello, mientras que con mi mano derecha buscaba a subir el volumen de la radio, ella me retiro el control y la separé sutilmente para decirle que Diego podría subir en cualquier momento, así que le dije que esperara a que subiera. Llegué a la cocina, observé a Diego lamiendo con descaro los senos de globo de la rubia de cabello pintado. Interrumpí la escena. Diego podemos hablar, dije. Él se disculpo con la chica, que se tapaba sus desencantos.

-Qué mierda quieres, me dice Diego, en voz baja.
-Diego, tu amiga la de arriba está loca, se abalanzó sobre mí.
-Huevón, no era eso lo que querías. Sé que Ale te cagó, yo te he conseguido otra y bueno sé que no está tan buena como Ale pero dios es sexo.
-No, no está bien.
-Bueno haz lo que quieras, yo me quedo aquí.

Salí furioso de su casa sin despedirme, no solo tenia que compartirlo con Andrea, si no ahora con aquella putita de la de Lima.

Dos días después en una playa del sur nos encontramos. Él estaba molesto conmigo por el desplante que le hice a la facilona que me consiguió. No le mencioné el tema y lo invite a pasar a mi casa para tratar de explicarle. Mis papás se habían ido dos playas más abajo a comprar algunas cosas que faltaban, aquella noche daríamos una fiesta por la inauguración de nuestra casa de playa.

-Bien, habla me grita Diego, y lo único que hace es ponerme libidinoso, cuando habla así.
-Diego, yo terminé con Alicia y no al revés.
-Qué, se sorprende, estás cagado, seguro no quería tirar contigo, dale tiempo. Lo del huevón ese la dejó dañada, pero a mí Andrea me ha dicho que se caga por ti, es más, van a venir a la fiesta de tus viejos, yo las invité, se reconcilian y estaremos de putamadre los cuatro.
-Diego, por qué hiciste eso. No te das cuenta que yo no quiero estar con ella.
-Por qué, eres maricón o algo por estilo acaso, déjate de huevadas, el otro fin de semana mi casa estará sola, y podrás hacerla tuya, ya verás.
-Carajo, Diego no. El problema es que yo te quiero.
-Cabro de mierda, siempre lo supe, Andrea me lo dijo una vez y no le creí, vete a la mierda.

Aquella noche, no vino Diego ni Andrea, aunque sí Alice. Regresamos y estuvimos juntos casi todo ese verano. Aunque luego, decidí irme a Piura, a la casa de mis abuelos. Hasta que los problemas se tranquilizaran en Lima. Luego supe que Andrea dejó a Diego por Mauricio, su ex. A veces pienso que Lima, no está prepara para mí y para los que son como yo. A veces pienso que lo mejor fue no haber dicho nada, quizás ahora todos estaríamos juntos.


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Esta historia en una canción


The Smiths - Girlfriend In A Coma por stevanhogg

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