Imagen por pathpuppycreations |
Escribe Furazao
Nunca
me ha gustado ser el malo de la película. Pero ahí estaba Alice, parada delante
de mí. Con aquel vestido blanco, cinturón dorado y sandalias plomas que me
gustaban tanto. No podía ocultar más mis sentimientos. No es que no la amara
del todo, todo lo contrario. Sin embargo, me hubiese gustado amarla como solo un
hombre ama a una mujer. Yo era un jovencito confundido de veinte años
reprimiendo lo que en silencio sospecho que Alice sabía. Aunque nunca supe a
ciencia cierta. A ella me la había presentado Andrea, novia de Diego, mi mejor
amigo, y quizás por eso mantuve una larga relación con ella, la más larga que haya
sostenido con una mujer. Ahora los dos sentados bajo el sol de verano, no sabía
cómo empezar lo que sabría le destrozaría su joven corazón. Mientras arrancaba
un girasol de su jardín y se lo colocaba en la oreja, yo me balanceaba en su
columpio. Empecé diciendo algo como que teníamos que hablar. Ella dejó caer la
flor de su cabello, y los ojos empezaron a llenarse de lágrimas. No me dejó
terminar palabra alguna cuando me abrazó con mucha fuerza, tanta que no me
dejaba respirar. La retiré con algo de tino. Lo siguiente, fue un dulce beso, y
me retiré. Ella me dio tiempo para pensar las cosas, aunque no había nada que
pensar, yo la quería pero no quería que ella estuviese sufriendo por mí, igual
que lo hizo por su anterior novio, que solo la usaba para acostarse con ella, y
con el cual perdió su virginidad. Los días siguientes, se los dediqué a Diego,
cómo no hacerlo, era la razón principal por la cual comencé una farsa con
Alice, vi interminables partidos de futbol, aprendí algunos nombres de
jugadores, hasta me atreví a practicarlo sin éxito, aunque defendía bien, o eso
era lo que me decía Diego. Yo estaba sentando en la parte de atrás del carro
cuando sorpresivamente fuimos a buscar a Andrea, ellos se quedaron conversando por largo tiempo, no podía dejar de ver a
Andrea como mi eterna rival. Nunca supe lo que Diego veía en ella. Es decir,
con esos polos negros y esos cabellos
greñudos que te tapaban el rostro, claro ella era todo lo opuesto que era
Alice, y también por eso me gusto estar con ella. Luego Diego se despidió de
ella, volvió al carro, me ordeno a pasar al asiento de copiloto y pasamos por
una tienda. Me invitó unas cervezas, las cual sólo tomaba cuando él me las
invitaba pues yo sé lo mucho que la levadura te hace engordar. Me preguntó si
estaba bien, si necesitaba decirle algo, aunque yo no supe qué decirle, él me
dijo que se encargaría de todo, me llevó a su casa, llamó a unas cuantas
amigas, y me dijo que podía escoger a la que más me gustara. Quizás él pensaba
que Alice había terminado conmigo y que yo necesitaba a otra mujer, pero yo no
necesitaba a una mujer, yo lo necesitaba a él. Como la mayoría de los sábados
los padres de Diego se iban a sus reuniones de siempre, por lo cual dejaban la
casa de Diego para hacer sus desvanes de niño consentido y mimado. Las chicas
fueron llegando poco a poco, de pronto estábamos rodeados de seis lindas
muñecas, con las cuales me hubiese gustado intercambiar consejos de belleza y
secretos de cómo calentar a un hombre, en vez de que ellas tratasen de
calentarme a mí. Conforme fue avanzando la noche, me quedé conversando con una
a lo lejos, observaba a Diego, despidiendo a las demás él también se quedó con
una. Me dejó solo con una de ellas, mientras él bajaba a la cocina para traer
media botella de pisco que le quedaba. Teresa, la chica que se quedo conmigo,
empezó a ponerse algo más que cariñosa. Se abalanzó sobre mí, empezó a besarme
el cuello, mientras que con mi mano derecha buscaba a subir el volumen de la
radio, ella me retiro el control y la separé sutilmente para decirle que Diego
podría subir en cualquier momento, así que le dije que esperara a que subiera. Llegué
a la cocina, observé a Diego lamiendo con descaro los senos de globo de la
rubia de cabello pintado. Interrumpí la escena. Diego podemos hablar, dije. Él
se disculpo con la chica, que se tapaba sus desencantos.
-Qué
mierda quieres, me dice Diego, en voz baja.
-Diego,
tu amiga la de arriba está loca, se abalanzó sobre mí.
-Huevón,
no era eso lo que querías. Sé que Ale te cagó, yo te he conseguido otra y bueno
sé que no está tan buena como Ale pero dios es sexo.
-No,
no está bien.
-Bueno
haz lo que quieras, yo me quedo aquí.
Salí
furioso de su casa sin despedirme, no solo tenia que compartirlo con Andrea, si
no ahora con aquella putita de la de Lima.
Dos
días después en una playa del sur nos encontramos. Él estaba molesto conmigo
por el desplante que le hice a la facilona que me consiguió. No le mencioné el
tema y lo invite a pasar a mi casa para tratar de explicarle. Mis papás se
habían ido dos playas más abajo a comprar algunas cosas que faltaban, aquella
noche daríamos una fiesta por la inauguración de nuestra casa de playa.
-Bien,
habla me grita Diego, y lo único que hace es ponerme libidinoso, cuando habla
así.
-Diego,
yo terminé con Alicia y no al revés.
-Qué,
se sorprende, estás cagado, seguro no quería tirar contigo, dale tiempo. Lo del
huevón ese la dejó dañada, pero a mí Andrea me ha dicho que se caga por ti, es
más, van a venir a la fiesta de tus viejos, yo las invité, se reconcilian y estaremos
de putamadre los cuatro.
-Diego,
por qué hiciste eso. No te das cuenta que yo no quiero estar con ella.
-Por
qué, eres maricón o algo por estilo acaso, déjate de huevadas, el otro fin de
semana mi casa estará sola, y podrás hacerla tuya, ya verás.
-Carajo,
Diego no. El problema es que yo te quiero.
-Cabro
de mierda, siempre lo supe, Andrea me lo dijo una vez y no le creí, vete a la
mierda.
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Esta historia en una canción
The Smiths - Girlfriend In A Coma por stevanhogg
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