viernes, 31 de agosto de 2012

El país de tus sueños

Imagen por (Loli)

La noche anterior a su llamada él tuvo un sueño. Corría por los exteriores del aeropuerto, subiendo y bajando escaleras para llegar al área Internacional sin aliento. No sabía a quién esperaba pero estaba, más que agitado, nervioso. No podía diferenciar el rostro de quien esperaba entre el mar de gente. Hasta que del gentío apareció ella que caminaba hacia él, entonces lo supo, ello lo esperaba, tenía algo de estirpe dividida, vestida de humano. Se mantuvieron callados por un instante, luego se quedaron fundidos en un abrazo, pero él seguía sin poder reconocer su rostro contrastado por las luces que aclaran y ocultan su faz. El sonido de un mensaje de texto la alejó de nuevo, era otro anuncio publicitario. Volvió a dormir, esta vez sin soñar ni recordar nada.


Aquel domingo era el último antes que empezaran las clases, así que fue monótono y rutinario hasta que una llamada telefónica lo volvió a despertar, pensó que era otra promoción, así que dejó sonar su móvil por un pequeño rato; sin embargo, era su amiga amiga del otro lado del teléfono, tanto había pasado desde la última vez que se vieron que casi había olvidado su voz.
-¿Te desperté?, se escucha el susurro al otro lado del teléfono.
-Que no, que no. ¿Y ese milagro?, se escucha soñoliento.
-He llegao hace un par de días a Lima y quiero contárte todo, más aun que estoy enamorada. Pero no creas que me he olvidado de ti, te traje unas playeras, un sombrero de escritor como los que usaba Neruda y una bufanda. Quizás los uses cuando salgas a la calle.
-Sí pero aquí aun hace calor.
-Ya no m eimporta, vienes a buscarme. Quiero verte, te he echado mucho de menos.
-Tu noticia me ha sacado de cuadro, pero va. ¿Qué hora es a todo esto?
-Más del medio día, dormilón.
-Bueno, deja que me bañe y voy para allá, ¿te apetece que almorcemos juntos?
-Sí, pero es que ya he quedado, pero estaría bien si vienes después del almuerzo a las cuatro o cinco, sí cinco, mejor.
-No se diga más, a las cinco entonces. Nos vemos, un beso.

Había pasado casi tres meses desde que se despidieron en el aeropuerto, aquella vez lo acompañaron Reiner y Piero, ella se iba de viaje por primera vez a los Estados Unidos en un programa de intercambio estudiantil, él siempre admiró ese espíritu aventurero que caracterizaba a su amiga. Siempre con una sonrisa pegada a los labios, siempre tan llena de vida. Aunque había algo diferente en su mirada, él la abrazó con fuerza para que parte de él viajase con ella, porque sabía que ella no sería la misma a su regreso, sabía también que ella viajaba para olvidarse de un viejo amor.

Uno, dos, tres pasos para llegar al intercomunicador. Toco, llamo a la puerta y esta se abrió, subió las escaleras mientras iba poco a poco recordando sucesos ya olvidados como auqella tarde en la que él venía del cine con Malena y leyó un mail donde le contaba que Wisconsin era una ciudad tranquila, llena de tiendas baratas donde encontraba ropa de tres dólares, parques temáticos y que nevaba como en las películas que alguna vez habían visto juntos, pero sobre todo que había conocido un chico que le atraía como nadie lo había hecho antes. Un tal Sergio, el único impedimento es que él era de Trujillo y que estudiaba en Piura, pero ese inconveniente lo resolverían después, ahora estaba enamorada de él y eso es lo único que le importaba.

Ahora Jorge estaba en el umbral, esperando a que Blue le abriera las puertas de su amistad. Cuando la vio, la abrazó por instinto y ella a él, ya no era la chica fría y dura, de ojos de plata y mirada azul, aquella que le costaba demostrar sus emociones a él, quien había sido siempre su único y verdadero amigo.

Lo llevó a la sala y le enseñó las tres maletas llenas de ropa que se había traído, entre ellas las playeras que le había prometido, Jorge no supo cómo reaccionar pero estaba emocionado no por el regalo, si no por la molestia que se tomó de pensar en él, cuando él se había alejado mucho de ella por la relación tormentosa que tenía.

-¡Ahora podremos salir los cuatro!, exclamó contenta su amiga.
-¿A qué te refieres?, preguntó él.
-No te hagas pues, ¿que tal va tu relación con Malena?
-Bueno, no te he querido contar nada, pero terminamos hace meses y también viajé por todo el norte del país mochileando, fue increíble.
Qué lindo. Pero ya quiero que conozcas a Sergio, sé que te agradará, yo le he hablado mucho sobre ti. Ya te conoce sin conocerte.
-Vaya, qué privilegio.
-Nada, tú eres mi mejor amigo y tienes que conocerlo. Punto.
-Sí, normal, pero no tomes las cosas demasiado rápido.
-Jorge, hemos convivido un mes, pagábamos juntos la renta.
-Anda con calma, Blue.
-Como sea, mira las fotos del viaje, ¿no salgo linda?, mira, es él, el que tiene zapatillas grises y la camisa blanca. Esta fue la noche que lo besé por primera vez.

La tarde pasó entre risas y conversaciones bizantinas. Le enseñó varias fotos de Sergio y le confesó que pospuso su viaje dos semanas más por irse con él a Chicago. Jorge nunca había visto a su amiga de esa forma, con un brillo en los ojos únicos, que él ni otros nunca pudieron lograr. Todas las oraciones terminaban con “pero a Sergio le gustaba más tal cosa”.

Cuando se despidieron, hicieron la promesa de viajar ella a Trujillo y él a Lima para verse. ella, por otro lado, estaba emocionada de juntar a los hombres más influyentes en su vida, su mejor amigo y Sergio.Ya que el padre de ella había viajado hace muchos años a Europa y el contacto con él era cada vez menos, lo que hizo que la relación entre ambos decayera notoriamente. En casi todos los momentos difíciles, Jorge, su mejor amigo, siempre estuvo con ella.

Fue un viernes en la tarde en la que ella y Sergio tocaron la puerta de Jorge, éste los recibió y les ofreció algunas bebidas. Conversaron por escasos minutos. Aquellos breves minutos fueron suficientes, para que Segio y su amigo saquen conclusiones uno del otro. Sergio pensaba que su amigo era un tipo de lo más simplón que trataba de parecer un “sabelotodo”, mientras que para Jorge, su novio no era más que un chico pedante de una universidad del Opus Dei que soñaba con vivir en Lima. La tensión en el ambiente era disimulada ante los ojos de ella.

El motivo de la visita era pedirle un sleeping para su enamorado, y este se lo dio sin objeción por ella, por su amiga. Ambos celebraron aquel encuentro con unas pizzas. Se despidieron con un fuerte apretón de manos y a ella le dio un beso en la mejilla. Así fue la última vez que lo vio.

Mientras la relación entre Sergio y su amiga crecía y se hacía más fuerte, Jorge fue desapareciendo otra vez de la vida de ella, claro que de vez en cuando se ponían en contacto y hablaban lo necesario para saber del otro. Sergio iba y venía a Lima y ella se fue a hacer un estudio de campo a su ciudad, que también podría haber hecho aquí, pero es que ella lo amaba con desmesura. Y se comunicaban por medio de las redes sociales y las redes privadas de telefonía móvil.

Había veces en las que Sergio se sentía asfixiado por las constantes llamadas a deshoras que hacía su novia para preguntarle siempre si estaba bien y cómo le había ido en el día. Y fue uno de esos días después de desaprobar Legislaciones Jurídicas que él se desquitó con ella. dos horas más tarde habían terminado por teléfono.

Ella era un mar imparable de lágrimas. No entendía la razón por la cual Sergio terminaba con ella. Es casi probable que sea la desconfianza e inseguridad que tiene él de ti, fueron las palabras de Jorge cuando su amiga lo llamó llorando y él prometió verla después de clases y pasar por su casa.

Era la segunda vez que la veía llorar por amor y ninguna fue por él. La abrazó con fuerza y dejó que se desahogue brevemente, Jorge le aseguró que volvería a llamarla, que la mayoría de chicos son algo idiotas, pero su expresión cambió cuando le contó que las inyecciones que utilizaba para tener relaciones le habían causado ciertos cólicos menstruales y malestar. Sin embargo, Jorge sabía que de alguna forma ella le decía los reclamos que no se atrevía a decirle a Sergio.

Me siento atado de brazos, no puedo hacer nada que tú no quieras. Pero también sé que estás dispuesta a volver con él, le dijo Jorge a su amiga, ella guardó silencio. Reiner, que de traiciones sabe un poco, me aseguraba que Sergio siempre tuvo otra chica en Trujillo. Estaba clarísimo. Las relaciones a distancia no funcionan. Todos tenemos necesidades y un hombre no espera cada tres meses para estar con una flaca, opinaba Reiner, que de esto sabía un poco como se recalca. Él también lo vio una vez, en una fiesta que la feliz pareja abandonó temprano, pero no quiso saludarlo porque lo notó incómodo.

Dos semanas después habían regresado juntos, la relación era más fuerte que antes. Sergio trató de enmendar sus errores, pero su desconfianza hacia ella lo perturbaba. No podía creer que ella fuera tan noble, sumisa y dependiente de él, en vez de tener una novia tenía una hija, o al menos eso le contó entre copas a un par de amigos de la universidad.

Sergio se quedó unas semanas en Lima y ella lo hospedó en su casa mientras buscaba un sitio donde alojarse. Sergio estaba fascinado, Lima era la ciudad más cálidad y cómoda que había conocido. Si bien Norteamérica estaba a cien años luz, Lima era más parecida a él o a su forma de pensar, tradicionalista y cucufata.

Fue a mitad de año cuando Sergio vino por última vez a Lima a terminar con su novia, las cosas no eran iguales. Si bien es cierto ella le parecía una chica atractiva, divertida y extrovertida, sentía que sus conversaciones eran tontas y frívolas. Era una chica común que no despertaba en él ningún interés especial, el mayor problema de ella, es que para Sergio, ella no pensaba o al menos no pensaba como él.

Dos semanas después de que Sergio regresara al norte, Blue llamó a Jorge, era nuevamente Sergio y su corazón quebrado en mil pedazos, los cuales Jorge con su picardía y buen humor trató de recoger. Quizás no existan príncipes azules le dijo, mientras Jorge la contemplaba en silencio, quizás no existan, le dijo él, pero hay quienes no merecen una princesa.

Tres días después ella volvió a llamarlo, esta vez se iba a Europa. El silencio se apoderó una vez más de la línea telefónica. Él pensó tantas cosas que no pudo decir ninguna, sólo espera que la historia no se repita y que el país de sus sueños está donde esté ella.

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Esta historia en una canción.


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