domingo, 6 de junio de 2010

La amiga que no perdí (Episodio I)






ELLA JALA MIS CABELLOS. Tengo atadas las manos y deliro. Tenemos un contrato, yo he pagado por ello: no me moveré y dejaré que ella haga lo que quiera desde mi cabeza hasta las puntas. Los espejos ayudan a mirarnos secretamente. Me rodea, da vueltas, quiere trasquilarme con sus manos legendarias. Se llama Steffany y es mi nueva peluquera. Teni me la ha presentado y no se ha equivocado, sus manos son el sexo mismo.

Steffany me presta ese pasquín llamado "El Chino" para que no me aburra. Yo lo abro para hacer un análisis rápido y sociológico sobre las notas políticas en ese diario chicha. Puede ser un tema para mi tesis, pienso. Caigo en una de esas secciones grises del diario: el horóscopo. Trato de pasar la página, pero ver mi signo resaltado en negrita hace que me detenga a leer las palabras con que la bruja del diario delinea mi futuro.




“Géminis: Te reencontrarás con un amor del pasado. Tu número para hoy es el 3.” ]




Cierro el diario y pienso que el único amor del pasado que me gustaría reencontrar, al salir de esa peluquería unisex, sería a S. Resigno esa posibilidad cósmica pues lo que pasó con S no califica como “amor” (pero sí como “pasado”). Tal vez los arcanos me tengan preparada la sorpresa del reencuentro de alguna otra chica con la que viví una historia mínima, no sé, una chica fácil, que sepa a lo que vaya y no quiera compromisos conmigo, pienso. Sonrío y digo “claro, eso me quiere decir este tabloide”.

Lentamente, el día termina, la noche también y las predicciones no resultan acertadas.

Esa madrugada, como siempre, entro al Messenger. S está conectada después de mucho. No le gusta ese chat, me dice. Le cuento, exagerando un poco, que me han rapado. Me pide una foto en el acto, “ray nau”, como ella dice pues no puede creerlo. Yo le digo que imposible, que aun no me acostumbro a mi look. Entonces me pide usar la cámara web. Yo cedo y le digo ya, pero cinco segundos nomás que me da roche pues S, comprende. Ella se ríe de mi inseguridad. Me conecto y se recontracaga de la risa. Hace que extrañe mis rulos.

Me dice que el corte está sexy (y la amo entre paréntesis por eso). Le pido que conecte su cámara, hace tiempo que no la veo, y es sólo para comprobar que sigue muy linda, en pijamas y con sueño, con la mirada desorbitada, ida, despreocupada, es linda y no tiene remedio, lo será siempre, su belleza sobrevivirá a mi cariño. Es la verdad más grande que una fría cámara web me ha transmitido: S es la chica que me va a destruir y yo feliz.


(...)

A la semana siguiente empiezan los parciales en la Universidad. Los equipos peruanos comenzaron a jugar los octavos de final de la Libertadores, así que perderé tiempo viéndolos. Toda la mañana estuve haciendo un ensayo larguísimo sobre temas densos de política exterior, de los que no tengo maña aun para escribir, para el curso del profesor ´Balo´, acompañado de Roberto (ex pluma invitada) y el buen Jorge Mego. Los tres queremos ser periodistas, pero tal vez nos quede grande la camiseta.

Entregamos el trabajo y Mego se retira con su flaca, Roberto se va a buscar a sus amigas bisexuales y yo me quedo solo. Me doy una vuelta por la biblioteca para preparar mi siguiente parcial: una entrevista al padre Arana (candidato al 2011). Subo al tercer piso, donde están los libros de Literatura (no todos los que quisiera pero bueno). Dejo mi mochila en una carpeta, cerca de la mesa donde otros estudian. Me paseo por los anaqueles inspeccionando los libros que el azar elija por mí. Encuentro un compendio interesante titulado: “Cuentos de mujeres solas”. Lo saco, creo que me inspirará para escribir el siguiente post en un bloJ que tengo por allí.

Al volver a mi mochila, noto la figura de Lucía Castello abriendo la ventana. Está en la mesa, en la silla más próxima a mi carpeta. Yo me quedo petrificado, dudo un segundo en acercarme. Ella no ha reconocido mi mochila, probablemente no la recuerda, pues un año atrás nos peleamos por motivos desconocidos por mí hasta esa noche. Avancé con la mirada enterrada en el libro hasta ocupar mi asiento, dándole la espalda. Ella me vio y soltó una mueca de nostalgia.

Fue una casualidad reencontrarla allí, así. Ella acababa de llegar, ocupó la mesa con su pesada mochila, hablaba en voz baja y amical con su amigo abogado del costado. Lo saludaba a él, luego a otra amiga. Yo escuchaba todo de espaldas a ella, en mi carpeta, intentando escribir. Pensé que hay un huevo de abogados en Lima, que todos se conocen, que seguramente se aman sempiternamente y que absolutamente todos merecen el infierno por el solo hecho de ser abogados.

(...)

Conocí a Lucía en la facultad de Letras. Coincidimos en el curso “Historia del Perú en los Tiempos Modernos” con el profesor Jimmy Dagher. Según Lucía, hicimos “clic” de entrada (tal vez, según ella, por mi parecido a su primer novio: Rodrigo Vélez). Por razones del destino, el odiado profesor Dagher nos juntó en un mismo grupo para hacer una exposición sobre Hipólito Unanue.

Al final de la clase, Dagher ordenó una reunión de grupos en el salón y todos abandonaron sus carpetas, se juntaron rápidamente y yo seguía parado, solo, sin grupo, buscándolo e intentando descifrar cómo cuernos hacen estos universitarios de ahora para olerse y agruparse tan rápido sin conocerse. Sólo sabía que en mi grupo había dos chicas llamadas “Claudia”.

Probé suerte en el grupo del fondo, me presenté y les pregunté sus nombres. “¿Eres Claudia?”, le pregunté a Lucía. “Sí, soy Claudia, pero dime Lucía, es mi segundo nombre”, dijo con su manera apresurada de hablar. El grupo concordó cómo nos dividiríamos el trabajo y nos fuimos todos a casa. A mí me tocaba exponer sobre “El Mercurio Peruano”, una revista que fundó Hipolito Unanue para difundir temas científicos y culturales en las épocas coloniales del país.

Le pasé mi trabajo por mail a Lucía, que se encargó de editar las partes de todos. Al día siguiente me la encontré en las escaleras. Me dijo que quería hablar conmigo sobre mi texto, que le había gustado. Yo le dije que la buscaba más tarde para conversar sobre eso, aunque no recordaba una sola tilde de lo que había escrito.

La vi más tarde y tuvimos más tiempo para conversar. Como todas las reuniones grupales, estas empiezan con un repaso de las vidas de cada uno. Ella me contó, entonces, de Tiger, el novio con el que se atrevió a todo. “Y por qué Tiger”, le dije. “Es un felino en la cama”, me contestó. “Entiendo, eso es muy importante”, le dije. Nos caímos bien, me embobaba sus conocimientos del tarot, la numerología y los Caballeros del Zodiaco. Extendimos la amistad más allá del curso: por Messenger, estudiábamos juntos unos días, almorzábamos pollo frito con la mano en otros. Lucía se convirtió en mi confidente más cercana: a ella le contaba todo, que era casi nada.

Hasta que un día nublado dejó de hablarme. Cuando más necesitaba sus duros consejos, ella se alejó. Me borró de su vida, como a ella le gusta decir. Me eliminó del Messenger, del Facebook, de las fotos y videos de su celular, de su agenda telefónica, de su mirada. Me la cruzaba y el desprecio se dibujaba en su rostro dejándome corto, sin respuesta. Estuvimos un año en ese juego, cada vez que me la cruzaba ella ponía la cara seca, molesta, como compadeciéndome de ser quien yo era y a la vez odiándome.

No entendía por qué. Le escribí dos mails (uno bochornosamente publicado en mi anterior post) y dos mensajes de texto rogándole explicación. Ella dice que respondió el último mensaje de texto y nunca vio los mails. Yo suponía que me odiaba por que cuando éramos amigos le había escrito unos correos furiosos, irrespetuosos y candeleros. Estaba harto de su trato a veces repulsivo conmigo, en especial, por un desplante que me hizo ver la catadura real de su amistad. Por eso me molesté y le escribí frases hirientes, pero que ella sabía sortear y tomarse a la broma. Lo que me enfurecía más. Nunca podía hacerla renegar. Al menos eso parecía. Ella sabía cómo herirme a mí, y yo no sabía cómo herirla a ella.

Tal vez, el diario “El Chino” se equivocó por unos cuantos días. Ella era el “reencuentro” del que hablaba el horóscopo y el número de la suerte era el tres, que refería al piso tres en el que volví a cruzármela. Sin embargo, Lucía no calificaba como “amor del pasado”. De repente y sí como un amor de amigos, por la cercanía.

Siento, por pasajes cortos, que a pesar de no soportarnos mucho, Lucía y yo nos queríamos como dos buenos amigos. Habíamos estado logrando, a duras penas, que un geminiano cultive amistad con una ariana, aunque ella decía que entre nuestros signos no había afinidad astral.

(...)

Volviendo al tercer piso, oía los murmullos de ella con su amigo, luego con su amiga. Volteaba el rostro a la mitad para verla de reojo, confiado en que no me reconocería por mi nuevo corte de cabello. Sin embargo, no me di cuenta cuando ella intentó un primer acercamiento: “pateé tu silla, tonto”, me dijo luego, “te juro que no lo sentí”, le respondí.

Con los audífonos puestos, de espaldas a ella, había urdido mi plan. Esperaría sentado en ese cubículo. Seguramente en dos horas se levantaría e iría a su casa: era un tiempo prudente, además que tenía que dormir un poco y escribir el post de esa semana y en mi casa no encuentro la paz necesaria. Esperé.

Estaba atento a sus cuchicheos, aprovechando que no había notado mi presencia como pensaba. En realidad, tenía miedo que en cualquier momento Lucía saltase sobre mi espalda y me clave las uñas, el lapicero, los dientes, los cuernos que le afiló Tiger o algo más punzante quizás.

Simplemente palpó dos veces con las yemas de sus dedos en mi hombro izquierdo. yo volteé haciéndome el que no sabía quién me interrumpía. Viré la cabeza a la derecha pero finalmente la mire por encima del hombro izquierdo. Me preparé para una cachetada o algo peor, cerré los ojos y escuché que ella dijo "ya no estoy molesta contigo".


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[Esta historia continuará cuando menos lo esperen]
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Fotografía por recuerdoazul y Joran Van Der Sloot
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No entres, Monseñor: La semana pasada hicimos una incursión en la protesta musical de los estudiantes de la Universidad Católica en contra del fallo del Tribunal Constitucional (todo un rollo) que autoriza al Arzobispado hundir sus narices en la administración de la PUCP. Desde aquí ayudaremos porque así no sea y la Universidad conserve su autonomía, como debe ser en cualquier lugar del mundo.



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6 comentarios:

  1. Consesaré que aún no leo el post porque a estas horas de la madrugada mi cerebro anda dando ciertas vueltas (oh, creo que ya amaneció, tmr).
    Pero no me resistí a ver el vídeo (que cuando tratan de cisneros nunca los veo).
    Desde los umbrales de mi floro, te digo que este vídeo, pese a las fallas de origen que les caracterizan, es el mejor que han hecho.
    Buena estructura latente.
    Abrazos mi querido reinerín.

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  2. Hola!!!!

    Me has hecho reír un montón, menos mal que aclara lo que quiere decir en Perú, porque aquí en Argentina las personas bien educadas jamás dirían “Choter” jijijiji
    Aquí quiere decir algo así como tocar el miembro masculino, perdón, jijijiji
    Pero explicado asi como vos lo haces lo comprendo, y aprovecho para conocerte y mucho éxito en el concurso, mis blog también estarán….

    Un abrazo de oso.

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  3. tu blogs es genial. me reecanto tu viejo.


    Ronald, desde Rosario, Argentina.

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  4. Reiner mas de 4 hojas de word, y me dejas con las ganas de saber que pasa por dios.

    Silvia.

    PD: Me gusto mucho, pero muy largo patito.

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  5. Hola Tucuy Ricuy, ¿o estabas tan adormilado que mi feo video te pareció bonito? Abrazos, Juany.

    iBienvenida Común!, Que pase la Argentina... También visitaré tu bloJ. Un abrazo y suerte en el concurso. Aunque 20.miuntos aun no acepta este bloJ.

    iBienvenido Ronald! gracias por comentar. Suerte en el Mundial, aunque mi candidata es Inglaterra.

    Ja ja, Silviaaa! lo hice con amistosos puntos suspensivos para que descanses en la lectura, pero qué gusto saber que esperas el final. No puedo prometer una fecha de publicación del episodio II. Lo más seguro es que te decepcionaré. Besos.
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    FALTAN 15 MINUTOS PARA QUE EMPIECE EL SEGUNDO TIEMPO.

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  6. Reiiii...Lo prometido es deuda!! Akí estoy...Uhmmm..!! Géminis: "Hoy conocerás a la persona ideal para ti, tu número es el 2 y tu color el verde" jajajajaja! Hasta vidente me saliste...Esperemos la 2da parte!!! Te kiero muuuxo Reiiii!!!

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Aunque sea una carita feliz... )=D